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20

pov's kim jennie.

Mis ojos comenzaron a abrirse con pesadez, sin darme cuenta había caído dormida en los brazos de la Señora Manoban, no tenía noción de la hora, pero afuera estaba todo oscuro. Bajé la vista a mi cuerpo cubierto por las sábanas blancas, las quité de encima y pasé mi cuerpo por un costado para levantarme, llevaba el uniforme bien puesto, menos mi saco, este estaba sobre una silla en la esquina de la habitación, lo tomé para así salir. Tratando de saber donde es que estaba la mujer, algo cohibida caminé hacia la sala, pero mis pasos se vieron detenidos ante unos murmuros en la entrada. Pude identificar la voz de Lisa junto a alguien más, estaba en la puerta, y ella cubría a la otra persona.

Avancé un poco hasta ocultarme tras una de las paredes de la sala, así la vería en el pasillo de la entrada. Tragué saliva cuando la voz de la otra persona fue más audible para mi.

— Estoy preocupada, nadie sabe donde esta. — la voz desesperada de la mujer me hizo sentir culpa.

Era mi madre, y seguramente hablaba de mi. Me siento como una idiota, debí al menos haber mandado un mensaje a la abuela avisando que estaría en casa de Kai. Ahora mis padres estaban preocupados. O bueno, no era tan malo después de todo, si ellos se preocupaban por mi... significa que estan al tanto de lo que hago en el día.

— Debe haber ido a casa de alguna amiga, cariño. No te preocupes.

¿Cariño? Mi ceño se frunció con molestia. ¿En serio se atreve a llamarla de esa forma cuando no hace mucho me tenía a mi entre sus brazos?

— Taehyung llamó a Kai, su mejor amigo, y él dijo que no sabía de ella desde hoy temprano. Su abuela ni siquiera recibió un mensaje, ¿Y si alguien le hizo algo? Dios, soy una pésima madre, Lisa. — los sollozos que liberó llegaron directo a mi pecho como una bala.

Esta llorando.

— Tranquila, aparecerá. A veces los adolecentes hacen estas cosas, tal vez necesitaba algo de libertad. Sabes que no la ha estado pasando bien...

— Pensé que si no estaba aquí se sentiría mejor, así no nos vería juntas.

— Ya no importa, ve a tomar un baño, espera a mañana y si luego de eso sigue sin aparecer haremos una denuncia. — sus palabras sonaban tan seguras, tan preocupadas, tan sinceras, que no pareciera que yo estaba aquí, que hace rato dormía entre sus sábanas.

Wof Wof, los ladridos de Leo frente a mi me espantaron por un momento. Sin darme cuenta mi codo chocó contra el florero que se encontraba sobre el mueble a mi costado, este cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos.

— ¿Qué fue eso? — preguntó mi madre.

— No es nada. Te veo luego, ¿Bien? — la señora Manoban intentó cerrar la puerta, pero la mujer seguía insistiendob—. Eso solo mi perro, a veces es algo torpe y tira las cosas.

— Pero Lalisa... ¿Me vas a dejar así? Al menos hazme compañía en estos momentos difíciles.

— Tengo trabajo, Mina. Lo siento. Más tarde tal vez pase.

— Esta bien...

Cuando la puerta fue al fin cerrada escuché sus pasos acercándose, nerviosa intenté huir de la escena corriendo hacia la habitación nuevamente, pero su mano se apretó contra mí muñeca y me obligó a detenerme para luego girar. No quise observarla fijo, pero no tenía más opción, parecía molesta una vez que subí la mirada.

— ¿Qué estás haciendo? Podrías haber ocasionado un problema más grande.

— Y-Yo...

— ¿Tú? — su ceja se arqueó con molestia —. Tú — me señaló una vez que soltó su agarre, una marca rojiza se formo en mi muñeca — me estás ocacionando problemas ahora mismo, te dije que debías enviar un mensaje al menos a tu abuela.

Los ladridos de Leo solo me hacían marear más.

— Lo siento, lo olvidé.

— Debes irte ahora.

No. No quiero.

— Señor Jung, no quiero estar con mi abuela. Ella es mala. — rogué, mis manos se instalaron en su camisa, arrugadola, desde arriba me observó sin interés — Por favor, déjeme quedarme aquí.

Si me voy... ¿Ella ira con mi madre?

— No puedo permitirme esto, Jennie. Si no apareces ahora frente a tu familia ellos harán una denuncia.  

Me separé molesta, ¡Fue ella quien dio esa absurda idea! Si no fuera por su gran bocota tal vez mi madre ni siquiera le daría tanta importancia, y mucho menos mi padre. Le di la espalda para caminar hacia donde mis zapatos estaban ubicados, me los coloqué en silencio, mientras escuchaba sus maldiciones al aire al juntando los cristales en el suelo. ¿Ahora solo hará eso? ¿Echarme la culpa? Idiota.

— Dejé mi mochila en su auto. — dije.

— Vamos, te llevo. — caminó hasta donde estaba — Y cambia esa cara, sabes que no me gusta. — con sus dedos apretó mi mandíbula — Sonríe, Jennie.

No quiero sonreír.

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