10
pov's kim jennie
Eran al rededor de las diez de la noche, un domingo algo frío en la ciudad, estaba llegando de hacer unas compras con mamá. Habíamos ido a intentar pasar un tiempo juntas, estos días fueron tensos entre nosotras, realmente ningúna quiere hablar del porqué, de como sin darnos cuenta nos hemos distanciado. Me siento, tal vez, algo triste, no es grato saber desde pequeña que tu simple existencia no fue planeada y llegó para destruir los sueños de dos adolescente. Pero siempre lo acepté, incluso cuando en mi anterior escuela era la burla de todos, aprendí a llevar aquello. Ahora, comprendo del porqué de mis vacíos sentimientos e inegable necesidad de atención.
En la entrada del edificio me percate de como la señora Manoban hablaba con el portero, al notar nuestra presencia se despidió de este y avanzó hacia nosotras. Bajé mi vista para ocultarme al menos un poco tras mi madre, quien no se dio cuenta de mi acción por estar atenta a la mujer que caminaba con nosotras junto al ascensor.
— ¿Vuelven de hacer compras? — tocó el botón del cuarto piso.
— Sí, Jennie y yo estuvimos pasando un poco de tiempo juntas antes de volver a la rutina. — contó la mujer.
— Oh, que lindo, ¿La pasaron bien? — los ojos de la señora Manoban bajaron a mí, tragué saliva antes de asentir.
¿Por qué me estoy comportando de esta absurda forma? Ya he hablando con ella antes, lo hicimos frente a frente, compartimos risas en la sala de su casa mientras su mascota lamía mi mano como si fuera la mejor cosa del mundo. Hay confianza, pero en estos momentos al parecer desapareció, me siento torpe e insegura frente a ella, puede que... ¿Sea por mi madre? Al lado de ella no soy alguien que pueda brillar.
Realmente me odio por pensar de esta forma.
— ¿Y tú donde estabas? — preguntó mamá.
— Fui a beber con unas amigas, hace mucho no salía.
Una conversación trivial fue llevada entre ellas mientras yo simplemente observaba mis pies como si fuera algo sumamente interesante, fue de esta forma hasta que el elevador se detuvo, caminamos hacia nuestras puertas, una al lado de la otra en el largo pasillo de tonos pálidos. Mamá abrió la puerta, y giró hacía la señora Manoban.
— Nos vemos, Unnie. — saludó ella — Adiós
Jennie. — su mano se movió de un lado a otro, despidiéndose antes de que entraramos a casa.
— Adiós... — me despedí, tratando de sonreír.
Al cerrar la puerta atrás, ambas nos quitamos los zapatos en silencio, Mina dejó las bolsas en el sofá. Pero había algo en mi que quería hablar, porque ya no aguantaba esta tensión extraña entre nosotras, me siento rara y eso no lo puedo negar.
— Mamá — la llamé en la sala, ella giró a verme— ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Claro. — asintió, avanzando a la cocina para servirse un vaso de agua mineral, yo tomé aire e intente darme fuerzas.
Toda hija siente admiración por su madre, ¿No? Bueno, aunque yo siempre quise ser igual de hermosa que ella, en realidad nunca fue ni de cerca mi ejemplo a seguir. Mi infancia se basó en verla con diferentes hombres o mujeres, entrando y saliendo de casa, verla llorar herida porque ninguno jamás supo valorarla, y sé que eso no es su culpa, pero si al menos... si al menos ella no buscara lo que mi padre tampoco pudo darle, en otros. Puede que yo ahora no esté tan triste, puede que no hubiera sufrido bullying en la escuela, y no hubiera escuchado a otros niños decir que ella se metió con sus padres.
Remojé mis labios.
— ¿Mamá, te estás acostando con la señora Manoban?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro