𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘶𝘯𝘰- 𝘐𝘯𝘴𝘰𝘮𝘯𝘪𝘰
NECLAN
Capítulo uno – Insomnio
Estamos debajo de algo, es un sótano lejano al ruido de la ciudad, sin embargo, aún se puede escabullir algo del ruido, no estamos lo tan lejos. Pero lo necesario, eso pienso. El objetivo es estar en un lugar poco frecuentado, así no tener que preocuparnos luego por el tiempo. Aquí estamos, cuatros personas cumpliendo distintos papeles.
El que menos favorecía es el de la chica postrada en el piso, había costado mucho poder atarle las manos y los pies. Siempre he pensado que la parte más difícil es encontrar y secuestrar a la persona, por eso tratamos de inyectarles de inmediato algo. Ahorita está medio dormitada por el efecto de la morfina, está balbuceando y hace gemidos tormentosos. En ese estado se ve muy vulnerable, su apariencia está demacrada y sus pómulos rojos y la oscuridad bajo sus ojos la hacía ver desganada, mucho más de lo que realmente está.
Me hinco a un lado enfrente de ella, de alguna manera percibo una sensación inexplicable, es similar a la excitación hacia algo, es ese cosquilleo o la manera en que se eriza tu piel; la sangre que pintaba todo su cuerpo la hacía ver impensablemente sexy. Mi psiquiatra me ha dicho que no retenga lo que siento cuando veo algo que me agrada, siempre que no implique dañar a alguien yo mismo; en esto no seguía las indicaciones.
La sonrisa que se glasea en mi rostro refleja lo bien que me hace sentir, lo hago de manera inconsciente mientras mis ojos se pierden. Ella nota que la miro y empieza a hacer movimientos bruscos, lo cuales hacen desastre, de la misma manera me manchan el rostro y la ropa. Son cerca de las siete de la mañana, aunque en Brooklyn no es muy notorio la diferencia horaria, en todo momento escuchas ruido en las calles, habíamos dejado que su cuerpo consumiera la morfina mucho tiempo, comenzamos con unas preguntas y nos hemos prolongado cerca de cinco horas esperando respuestas precisas. Vincent cree indispensable hablar con ella y sacar lo que se pueda, Carter piensa que es patéticamente innecesario. A mí, por otro lado, no me importaba exactamente las razones por las que la tenía en frente, sólo quería que respondiera para acabar una vez más con todo esto.
Suspiro para que eso no esfume mi tranquilidad. En ese momento sigo la agitación de su pulso, su cuerpo sube y baja rápidamente; para estar aún bajo el efecto de la morfina parece muy vivida y despierta. Le haló la pierna hacia a mí y siento como su cuerpo nervioso se sorprende por el agarre desprevenido.
Eso me mando la señal de que estaba lo suficientemente despabilada.
Aunque es casi difícil distinguirlo, sé que está viva, necesito que esté bien despierta para que responda todas las preguntas. Pero, hasta ahora no había colaborado, estaba llegando a pensar que le encantaba que la lastimaran, o simplemente sabía que hablando o no, igual la mataríamos. No era un error, pero de alguna manera trataba de ser compareciente con ella y terminar lo más rápido.
Me acerqué lentamente mientras escuchaba sus sollozos, mi mente había recordado repetitivamente las veces que ella había gritado y cómo siempre salía castigada por ello. La sonrisa en mi rostro se expandió un poco más por su silencio; me gusta sentir que domino a alguien, hay muchas cosas en el pasado que no pude dominar, la sonrisa que se glasea es genuina, una que en mucho tiempo no salía.
—Neclan, acaba con ella —escuché la voz a mi espalda— o lo haré yo, esto ya me está cansando.
Mi expresión se endurece de forma lenta, no quiero que la toqué, aún no. Cuando la chica lo escucha se altera un poco y comienza a sollozar incontrolablemente. La voz que antes me había hablado no me agrada, todo lo que salía de su boca eran acciones volátiles, eso hizo que hiciera una mueca de mal gusto descaradamente. Sí lo fuera escuchado desde el inicio, ahorita estuviéramos hablándole a un cadáver. Sé perfectamente que, a este paso, estamos casi seguros de que no dirá nada, pero no quiero dejarla.
Algo en mí quería torturarla de verdad.
—¿Te vas a encargar tú o yo? —Los miré por encima de mi hombro, ellos se limitaron a quedarse en silencio—. Si te cansa, márchate.
No se mueve, pero siento su densa mirada en el hombro. Ambos eran la terrible fórmula para trabajar, el de hace recién hacía pocas preguntas, sí no respondes, te mata. Así de simple, no me pensaba las cosas en ninguna parte de la misión. La otra figura en la sala está cubierta de culpa, algo en mí tenía expectativas cuando lo conocí; años de servicio en la guerra y carácter forjado se fueron al caño en la primera oportunidad que le di un arma y la soltó para irse de la sala.
Yo parecía el lugar neutral donde todo encajaba; la verdad no me gustaba trabajar en equipo, pero entendí lo útiles que son ambos.
Regreso mis ojos hacia ella, está temblando sobre el suelo, no dudo que tiene frío, sumado a sus prendas rasgadas, está casi contra el suelo desnuda. Me gusta pensar que por algo está sucediendo todo esto, así funciona el sistema de remordimiento: acciones justificadas. No soy yo quien es susceptible a esta situación, sino al portador original de la personalidad de este cuerpo, yo era casi indiferente a lo que hiciera o dejará de hacer con alguien. Pero cuando esta persona está implicada en cosas sucias, como la muerte de otras personas, se convierte en algo personal para mí.
A veces parece un fetiche o una fantasía surrealista, soy sumamente consciente de que no soy ley y tampoco un justiciero. No todas las cosas que hago tienen justificación, hay veces que sólo las hago porque no tengo elecciones, pero he sido impasible. Dentro de mí sé que no todo está hecho de putrefacción, sólo soy un alter ego de un cuerpo hostil, por lo que tener necesidades diferentes y hasta enfermas a las de otra persona se escapa de mí; así funciona mi personalidad. Seguramente me habré originado para reconocer a personas que potencialmente me recuerden a mí duplicado. Él no era del todo débil, vio a su familia morir y eso es realmente algo que nadie desearía mirar, pero la manera en que enfrento todo lo considero cobarde; nadie se merece una promesa que no podrán cumplir, él había prometido regresar y no lo cumplió. Su promesa me sirve de recordatorio muy seguido, es algo que también me mancha a mí, quizás sí fuera intervenido en su vida mucho antes, ellos estarían hoy aquí. Él toma el control por un tiempo reducido todos los días, sin falta. Para encarar esa imagen que tengo de él, para hacerme saber que no soy un dios cada vez que hago mi trabajo, que no tengo ese derecho de cobrar la vida de otros porque crea que sea correcto.
Ninguno en esta sala quería encontrarse en esa situación, ni tampoco creerse dioses.
Oh, bueno. Hablando por mi huésped.
Imagino los años pasados.
En esto me convertí.
Entonces para el huésped su alter ego parecía ser una escapatoria sínica y cobarde para escapar de la realidad, o simplemente para no acabar con ambos. Yo era un reflejo de cobardía, solo eso.
Es increíble la manera en la que juega tu mente cuando estás a la orilla y crees necesitar algo, cuando realmente sólo necesitas ser jodidamente fuerte y soportar. A menudo recuerdo y creo percibir lo que me transmite la escena del día en que murieron; la corriente de aquella silla cada vez que luchaba contra ella, eso era dolor, pero no tan grave como ver la manera en que me hacían ver todo para que se quedara intencionalmente en la memoria, la muerte de su esposa, la de su hijo. Posterior a ello, la decadencia de sus cuerpos, es una imagen que me fuera dejado vulnerable de no tener el dominio, deja tu cuerpo furtivamente vacío, es casi imposible de habitarlo. Fui creado rumbo a una conciencia que ya estaba a la deriva de su propia destrucción, ese simple hecho modificaba mi personalidad para ser precisamente lo que el huésped necesitaba: un escudo.
Y ahora...
Sólo soy un verdugo que asesina para que otro no salga implicado, ¿para esto me creaste?, para que otro durmiera de un costado abrazando a su esposa, descansando y pensando que quizás nunca le pasará lo que a mí. Es contradictorio, porque no tuviste la capacidad de hacer todo esto tu solo, pero sí tuviste la cabida de crearme y aparecer sólo para reprocharte de lo que has permitido y lo que no eres capaz de detener.
—¿Qué le harás? —Una risa amarga, no había notado que Ashton estaba allí, después de todo si tiene pantalones para mirar la escena—. No puedo creer tu sadismo, es repugnante—zanja entre dientes.
Realmente él no sabe distinguir una expresión sádica en alguien, siento lástima por su ignorancia. Sí realmente fuese sádica, ella no estaría postrada en el piso.
La unión de Ashton e reciente, lamentablemente esto no es una agencia donde entras y tienes una semana de adaptación y pruebas, sólo existe la práctica y está es mediante la marcha. Lo que hagas mal, eventualmente y a través de métodos poco ortodoxos se irán, sólo quedará otra persona de ti, un espectro, mejor dicho. Mientras tanto, a él le parece mejor evadir esa realidad e intervenir poco en las misiones, pero ¿hasta cuándo permitiremos eso? Esa es la cuestión. Es difícil, trabajaste para las fuerzas de la nación y de pronto trabajas por algo que era el motivo por el que protegías y temías todas las noches, te aferrabas a ser lo suficiente bueno para no dejar que eso le sucediera a tu familia. Ahora, las noches de insomnio son las que te resguardan junto a ese nuevo sistema que tratas de combatir para no ceder.
La sociedad te adapta a su psico terror llamado ley: el bien y el mal. Con frecuencia me cuestiono la diferencia que tenemos nosotros con los de allá afuera. En esta vida existe la misma cantidad de justicia que de elecciones injustas. Muchos desearíamos que nos tocará la realidad que imaginamos.
Pero esto no es un cuento, las cartas no vendrán a tu conveniencia para salir ileso de las jugadas.
En un juicio de violación, el violador es puesto en libertad...
Un joven de 17 años que mata a 2 chicas y las viola lo sentencian a 5 años de prisión, más servicio comunitario.
Claro, el puto servicio comunitario les devolverá la vida a aquellas chicas o le enseñará algo de arrepentimiento al violador.
Un hombre es acusado con menos pruebas que presuntos sospechosos en la escena del crimen, es el único vivo, convenientemente. Hay sangre en toda su ropa, hay un cadáver que puede ser de 26 años de edad, es una mujer, un disparo en la cabeza. Un niño que cumple el perfil de 5 años, también muerto, está en una posición perturbadora, la causa de muerte parece ser igual a la que, basado en análisis de ADN, es su madre, la imagen demuestra que también murió a causa de una bala en la cabeza.
Principal sospechoso y único testigo en la escena: el esposo.
Su versión de los hechos: no convincente.
Veredicto: culpable.
Sonrío irónicamente ante más sollozos de ella, así sollozaba ella.
Elevo mi dedo índice a la comisura de mis labios, como una sutil sugerencia de que haga silencio, tal vez le vendría mejor. Es hermosa, no había manera de negarlo, sus cabellos cobrizos son inusuales y la hace más atractiva, le sonreí coquetamente, parece inútil hacerlo en este contexto, pero era seguro que no habría otra ocasión.
—Ando muy creativo hoy —pronuncié como una pequeña advertencia para el pequeño cuerpo arqueado que batallaba en el suelo. Sus cicatrices profundas empezaban a derramar más sangre. Miré a Ahston—. No lo arruines— le dije refiriéndome a su juicio sentimental.
Noté que los brazos de la chica tenían aberturas en varios lugares en sus brazos, cualquiera sabía que era obra de Carter, parecía un evidente poste: "Carter estuvo aquí". No me gustan sus métodos volátiles, los veo escandalosos y con una perspectiva cavernícola.
Miro a Ahston y le señalo la falda de la chica — Quítasela.
Enseguida obedece y sus piernas quedan expuestas, son pálidas al igual que su cara, no hay duda de que son sus piernas, hay un hermoso contraste que hacen con los manchones carmesí.
—Por favor, no...—su cara está roja de tanto llorar y jadear por aire.
Doy algunos pasos en su dirección y me agacho para ver su cara más de cerca. Ya no me da gracia la escena, parece haber sido reemplazado por una pesadez que se acumula en mis hombros, en mi mandíbula y brazos. En ese instante trasciende tus deseos y tu aura, es un sentimiento próximo al remate de algo.
Me acerco aún más a su cara, a pesar de su estado, no deja de ser muy retadora, realmente no entiende la gravedad de ese error. Mi mirada le pesa, me evita en cada oportunidad. La tomo del mentón y la obligo a verme, luego de eso no la aparta, aunque exista una tensión, no la quita.
—¿Sabes por qué estás así?
Por un momento fue claro su ápice de esperanza, me hace pensar que sí cree que existe la posibilidad de salir con vida de allí, la realidad era una hazaña totalmente aterradora. No saldría respirando de allí. Es una ley casi tácita que todos deberían entender, incluso el papel de la misma víctima: con testigos nada es seguro.
Porque fuese ella, no tendríamos excepciones.
A parte, ¿cuándo han visto que después de secuestrar, acusar y torturar psicológicamente, se deja en libertad?
Ah ya, en los tribunales. Bueno, aquí aplicamos parcialmente esa ley para todo testigo. Nuestra misión del todo, era acabar con ellos.
La chica pelirroja...
Ah, claro. Ella tiene un nombre, es Jisset.
Ella tensa su mandíbula cuando ve la dureza en mis ojos, se nota enojada, no me extraña su expresión, parece ser la única que tiene cada vez que le hago preguntas y la miro de esa forma. —¡Son unos enfermos! —Grita.
Cierro mis ojos como si así pudiese repetir una vez más el sonido de su voz. Luego frunzo los labios y dije—: Jisset, du har tjent helvete.
Me levanto y arrastro sus pies hasta dejarla recostada en una de las columnas del salón, sus sollozos se hacen más sonoros.
—Por favor, ¡para! Por favor...No tengo lo que buscan, Jany... —no me inmuto de su llanto hasta que nombra con voz débil aquel nombre o apodo, como fuese, podría servirnos.
Me giro hacia ella, no pongo ninguna expresión que le incomode, debo ponerme de su lado para que responda lo siguiente—: ¿Qué dices? ¿Jany?
Ella me observa arrepentida de haber incluido a ese nuevo personaje en el centro de la conversación.
—Si... —su voz tiembla, pero la invito a que continúe—, mí... hermano... ¿él los mandó por mí, cierto? —Ese giro en su respuesta llama mi atención.
Yo pienso que, cuando tienes familia, eres capaz de hacer cualquier cosa por protegerlos. Nunca he estado de lado de esas personas que niegan sentir algo, aunque seas el peor demonio, sabes que realmente necesitas mucho de alguien, aunque la ames solo.
—Linda, las preguntas las hacemos nosotros, tú las respuestas. No olvides la dinámica. Ahora, ¿Por qué lo has mencionado?
Ella sonríe de lado, es una sonrisa amarga y demacrada en su aspecto. Sus intereses familiares no me importan en lo absoluto, nada de ella me importa con exactitud, tiene cierta virtud su resistencia, pero ¿cuántos no he visto con esa actitud? Ella sólo se defiende de algo que ya está perdido.
—No saben a lo que están jugando, ahora él no dejará de jugar con ustedes, aparenta todo, pero ¡es un bastardo! ¡Él me hizo esto! ¡Los controla!
Frunzo el ceño viendo aquella escena, la chica se exalta en su lugar.
Camino a un lado del pelinegro, está inexpresivo, como de costumbre. Siempre misterioso, reservado e indescifrable; un enigma con trasfondo de malnacido. Esos estereotipos me parecen patéticos, quieres llamar la atención con tu indiferencia, sólo un sociópata entendía ese interés particular. Una bestia que jugaba a la insensibilidad, admito que para este trabajo se necesita algo de inhumanidad, pero no seas imbécil, jamás serás inmortal mientras pienses que lo que tus acciones dejen en este plano terrenal serán por lo que te van a recordar, deben recordarte por algo que pensaste, por algo que dijiste y demostraste. ¿Qué has demostrado en tu corta vida? Sólo a ser un malnacido.
Sus ojos están fijos en el cuerpo tendido en el suelo, sujetos en la chica. —Necesitaré información —le digo y él no se despabila.
—Hmm —escucho—. ¿Qué haremos ahora con ella?
—Deja que lo haga él— asomo mi cabeza por encima de mis hombros, ella me mira y sólo sacó un rugido. Yo hago una mueca moviendo mis manos y vuelvo a hablar—: Desháganse bien del cuerpo.
Con eso me marcho de allí, camino hacia las escaleras que dan hacia la superficie sobre el sótano con la cabeza en blanco, la agacho viendo mis pasos coordinados. Escucho como grita, como gime, como solloza, los arrastres bruscos de su cuerpo en el suelo, su pánica emerge cuando se da cuenta de lo que sucede, pero es tarde.
Eso llevó a mi cabeza a otro lugar.
Ahston. Su perfil blandengue y nervioso, mis expectativas traicioneras son lo que me recuerda a mí duplicado. La única diferencia es que Ahston está un poco más dispuesto a ser consciente de sus acciones, a ver por sí mismo a lo que tiene que enfrentarse. Por eso lo obligo a que lo haga él, por el huésped. No quiero que se convierta en lo que soy, nadie debería recurrir a tener un trastorno, es casi lo mismo a dejar de vivir.
Y él tiene familia, aunque no la vea, aunque no la pueda tener, están con vida. Mi alter ego no tiene eso, yo no tengo eso. Lo que queda de su personalidad es casi un cargo, pero no es algo que puedo hacer que desaparezca, soy yo el que, en todo caso, desaparecerá eventualmente.
Él no hubiera cogido este camino.
A menudo siento emociones pesadas, como el remordimiento. En esos momentos recuerdo pensar cosas lindas, así como cuando él solía decirle a su hijo de pequeño en los momentos que no conciliaba el sueño o tenía miedo, que cerrara los ojos y pensara en cosas lindas. Pero creo que para los adultos no aplica de la misma manera. En su lugar, veía imágenes de su esposa, sus brazos delgados que me abrazaban de noche como si temiera que la dejasen sola o los cabellos ondulados de su hijo cuando me pedía que lo peinara como yo para que se viera apuesto.
Esos recuerdos humedecen mi rostro y me mantienen despierto el resto de la noche. Siempre acudo a las píldoras de Temazepam que un psiquiatra me recomendó, es casi obligatorio para mi acudir a él. Debo aplicar otras fórmulas para conciliar el sueño.
O, al menos, forzarlo.
Como si fuese el final de una pesadilla, me despabilo cuando escucho la garganta de la rubia que se está ahogando con su sangre, no volteo, pero asumo que su boca está manchada al igual que parte de su mandíbula. Lo último que oigo antes de subir a la superficie de la casa es su cuerpo deshabitado cayendo bruscamente al suelo.
Muerta...
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Nota de la autora: ¡Buenas! Aquí el primer capítulo, espero que les haya gustado. La historia había sido publicada hace un largo tiempo, pero por diversas razones no había empezado a montar los capítulos. Ahora, quiero compartir con ustedes esta historia que realmente ha marcado un antes y después en mi crecimiento personal como escritora.
Espero lo disfruten.
Curiosidades:
Jisset, du har tjent helvete. *
Jisset, te has ganado el infierno. *
Temazepam: Píldoras que te ayudan a permanecer dormido y pueden provocar dependencia.
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AngelsofDeath
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