Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

No siempre vas a poder salvarlos a todos...


Todo estaba mal, muy mal, habían hecho lo posible y aún así... Aún así...

Dahana negó con la cabeza, esto aún no acababa, aún podían quedar algunos con vida, aún debían de haber algunos con vida.

Desde la mañana el día había estado gris, no podía ponerse peor, la tormenta que amenazaba con caer no podía soltarse, no en estos momentos, Dahana debía de resistir, debía salvarlos...

-¡Dahana contrólate!- El grito de Charlotte no la contuvo.

-¡Dahana!- Tampoco lo haría el de R.

-¡Dahana!- Aunque doliera por esta vez igual ignoraría a Tania, debía ir, debía buscar que todos estuvieran aún allí, que la oportunidad de rescatarlos con vida aún estuviera presente.

Dahana se introdujo entre el mar de escombros que minutos antes había sido un vecindario de toda una manzana, no era tarde... Debía de gravarse eso. 

El ataque terrorista que momentos antes había ocurrido en la zona y que había sido el causante de la destrucción de aquel lugar había sido reportado a la policía quienes posteriormente lo comunicaron a la UESI ya que los causantes habían indicado que si Dahana Suredal no se entregaba en el lapso de cinco minutos erradicarían todo el lugar. Sin embargo para cuando Dahana y la UESI llegaron en cuestión del lapso de tiempo que los terroristas habían dado todo ya se había perdido, los terroristas habían volado todo y aunque intentaron atacar ahora estaban contenidos por R, sin embargo los alrededores solo eran un mar de cadáveres calcinados e incompletos, la única víctima que habían logrado salvar acababa de fallecer en los brazos de Charlotte mientras recibía la atención médica de Tania y otras dotadas sanadoras.

Sin embargo y a pesar de todo Dahana se resistía a darse por vencida, era verdad que habían desplegado dos unidades de rescate pero... No era suficiente, debía de haber alguien entre todos esos muertos que aún tuviera, aunque fuese un gramo de vida.

 Dahana no podía simplemente admitir que toda ese gente, mujeres, hombres, niños, niñas, bebés, habían muerto por su culpa, porque si lo hacía... ¿En qué sería diferente a su abuelo? ¿A su clan? ¿En qué sería diferente a toda esa gente que había aniquilado a miles durante la guerra? ¿Qué la volvería eso?

Intentando no pasar nada por alto, la joven revisó hasta donde no había posibilidad de que un ser humano se encontrase.

-¡¿Hay alguien con vida aquí?!- Exclamó Dahana sin importarle que la ceniza y el polvo del ambiente se metieran a su garganta resecándola. -¿Alguien...?-

Después de unos minutos que fueron una tortura infernal en medio de todo ese caos por fin pudo dar con alguien, era un adolescente que a los ojos de Dahana no pareció más que un niño, debería tener entre doce y catorce años, estaba enterrado entre unos escombros y cuando Dahana intentó moverlo tuvo que reprimir un grito de horror puro. El cuerpo del menor estaba roto, literalmente roto, por la mitad, aún era un milagro que siguiera con vida, aunque eso no iba a durar ya que la luz de sus ojos cada vez de apagaba más y más.

-No, no, no, no...- Dahana se apresuró a llegar hasta el chico y se arrodilló junto a él haciendo caso omiso a los escombros que se le clavaban en la piel. -Esto no puede estar pasando... No.-

El chico parpadeó y emitió una leve sonrisa al ver a la joven que ahora estaba a su lado y cuyos ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

-¿Eres un ángel?-

Dahana se estremeció al escuchar esas palabras, ella era de todo... Menos eso. ¿Cómo podía ser un ángel cuando había sido la causante de semejante desastre?

-No... No soy un ángel.-

-Sí lo eres...- La voz suave, casi inaudible del joven volvió a escucharse. -Al menos el mío...-

-No digas eso... Yo..- Dahana tragó pesadamente saliva sintiendo el sabor amargo pasar por su garganta. Quería decirle a aquel niño que se salvaría, que ella lo salvaría pero... Era imposible. "Imposible" Esa resonó en su cabeza, esa palabra que comenzaba a odiar se le clavó sin piedad en lo más profundo de su ser. Era imposible salvarlo y ya debería aceptar ese hecho, sin embargo... Aún se negaba, aún debía de haber, aunque fuera un pizca de esperanza.

-Voy a morir...- El niño recostó su cabeza sobre las piernas de Dahana haciendo muecas y soltando sollozos con cada movimiento. -¿Cierto?-

Nuevamente Dahana se sintió tentada a decirle que no... A negar lo que sucedía pero no quería engañarlo, sin embargo tampoco quería darle esperanzas vacías.

Su silencio ante la pregunta del menor fue toda respuesta que necesitaba.

-Podría al menos... ¿Recordarme?-

-¿Cómo?-

-Sé que sonará estúpido...- El niño cerró los ojos para no llorar a causa del dolor infernal que estaba sufriendo. -Pero mi mayor miedo nunca ha sido morir, incluso en estos momentos no me aterra estar a punto de dejar este mundo... Sin embargo... Me da miedo no ser recordado... Me da morir como una persona normal... Suena absurdo pero... Tenía, tengo un sueño... Me gustaría ser escritor, ser recordado a través de mis relatos, tenía un borrador, pero ahora... Eso no es más que una fantasía que se esfuma a la par que mi vida termina.-

Dahana apretó el escombro hasta herirse las manos, realmente no podía seguir, no quería hacerlo... Por su culpa miles de sueños habían sido rotos, miles de vidas habían sido destruidas, por su culpa...

¿Cuántas personas no eran igual que aquel joven? ¿Cuántas no habían perecido allí por que ella no pudo llegar a tiempo? 

-Quiero que al menos después de mi muerte alguien me recuerde....- Los ojos del niño ya no podían contener las lágrimas que comenzaban a desbordarse. -¿Podría hacerlo usted? Recuérdeme como Kota, Kota Zuminet por favor...- Su voz comenzaba a sonar más y más apagada, no le quedaba mucho, su vida ya estaba llegando a su fin. -No quiero morir así... Por favor.- Rogó en espera de una respuesta por parte de Dahana.

-E..Esta bien...- La voz de Dahana vacilaba, temblaba, estaba rota, siempre había sido firme, siempre había sabido mantenerse fuerte pero ahora... No sabía como hacerlo. -Yo... prometo recordarte Kota... Lo haré, no desaparecerás, lo prometo... lo prometo... ¡Lo prometo!- Las lágrimas también manaban a chorros de los ojos de Dahana.

-Gracias...- Kota poco a poco fue cerrando los ojos. -Al final... Resultó que usted... Si es un ángel...-

Luego murió.

Su voz se apagó para siempre, sus ojos se cerraron para no abrirse más, su corazón frenó, y aquel sueño que había mantenido de ser un escritor se perdió para siempre.

Fue allí cuando Dahana no pudo soportarlo más, fue allí cuando ese poco, casi nulo, control que mantenía sobre sus emociones se soltó, fue en ese momento que un grito desgarrador cortó el aire haciéndose escuchar hasta el otro lado del mundo.

Un grito catastrófico, un grito lleno de agonía, dolor, sufrimiento, pena, miseria, arrepentimiento... Un grito cargado de todo aquello que ahogaba a Dahana y que por fin podía soltar.

La joven se aferró a su cabeza y comenzó a tirar de su pelo incrédula a todo lo que estaba pasando, sus ojos abiertos y rojos seguían derramando incontables lágrimas que se mezclaban con la sangre de Kota, su garganta comenzó a resecarse más debido a que no paraba de gritar.

Dolía...

Dahana sentía como su corazón era traspasado por miles de agujas, sentía su piel arder en fuego, podía notar dolor por todas partes, por todo su ser, lo notaba y... Lo sentía.

Dolía...

Dolía mucho, demasiado.

Era como estar experimentando algo peor que una muerte lenta y tormentosa, ya que, a diferencia de la muerte, en esta ocasión ella estaba perfectamente consiente de que no moriría.

A diferencia de Kota, de aquella chica que había muerto en los brazos de Charlotte, de todos, ella no moriría, ella seguiría allí, viva... Cargando con eso, cargando con aquel peso de haber fallado, de haber sido inútil...

Inútil...

Esa era una palabra perfecta para describirla en estos momentos, esa era una palabra por la que deberían comenzar a llamarla ya que, ahora no era más que eso, una inútil que cargaba en sus manos la vida de muchos inocentes que habían sido asesinados brutalmente solo porque ella había tomado el poder de la UESI.

Su garganta comenzó a arder, comenzó a punzarle, habían pasado varios minutos y seguía gritando, no podía detenerse, debía de sacarlo todo... Debía...

Unos brazos la sacudieron sacándola un poco de su trance repleto de sufrimiento.

Dahana giró para ver quien era y se topó con la mirada aterrada y oscura de Tania, aquella joven con el pelo alborotado, cubierta de suciedad, sangre y polvo estaba allí, y no dudó en abrazarla antes que nada.

Aquellos brazos vendados, delgados y cubiertos de cicatrices ocultas la rodearon apegándola al cuerpo de Tania, Dahana no dijo nada, no hizo nada... Le era imposible, en esos momentos se sentía como la peor persona del mundo y aún así... Ese cariño, ese abrazo llegaba a ser reconfortante.

Tania llegaba a ser reconfortante.

Aún sin decir palabra alguna se dejó mimar por su compañera y recargó su cabeza en el pecho de esta ocultando su cara llena de lágrimas, por su parte, Tania le acarició la cabeza con suavidad mientras tarareaba alguna melodía extraña.

Esa chica era extraña, había arrebatado vidas, era una de las mejores asesinas, y a pesar de todo eso... Parecía entenderla, parecía saber que era exactamente lo que Dahana necesitaba en cada momento, como ahora.

Dahana quería mantenerse fuerte, necesitaba verse bien para atender al resto de sus escuadrones sin embargo... Lo único que deseaba era correr, huir, esconderse y nunca más volver a ver el mundo. Era algo patético, era un capricho, un berrinche, lo que debía hacer era recomponerse y actuar como se suponía que debía hacerlo, como una líder... No como una niña.

Sin embargo en ese momento, mientras estaba en los brazos de aquella joven solo pudo cerrar sus ojos y permitirse ser vulnerable, por una vez en su vida... Por primera vez en su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro