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¡Eres una idiota!


El aire de la noche le rosaba la cara revolviéndole los cabellos, Tania tenía que detenerse constantemente a apartarlos para que no le bloquearan su visión, necesitaba llegar rápido a su casa y darse una buena ducha, además de que debía de vendarse las heridas que ella misma se causó durante las batallas, era verdad que nadie podía herirla pero ella misma sí, y los rasguños en su cuerpo eran prueba de eso.

Con bastante sigilo saltó la barda que cercaba la propiedad que compartía con Emma y se dirigió a la pared donde se encontraba la ventana que daba a su habitación, Tania tenía las llaves pero no por eso iba a entrar de forma civilizada, menos ahora.

Si Emma estuviese en la casa la hubiera reñido por tal comportamiento indecoroso pero para la buena suerte de Tania su compañera había ido a pasar la noche con el resto de la UES y tenía casa sola, lo que le daba una ventaja que le ahorraría dar explicaciones de su estado actual.

Cualquiera que la viese llegar así definitivamente exigiría que le explicase que había sucedido y Tania... No tenía ánimos para eso.

Cuando finalmente llegó a su habitación lanzó un suspiro pesado y se dirigió al interruptor de la luz, sin embargo se detuvo en seco al notar una presencia ajena en el lugar.

-Mierda...- Tania maldijo en voz baja y se pasó las manos llenas de sangre por el cabello tiñéndolo de rojo. -¿Qué haces aquí?-

La luz se encendió, o más bien dicho, Dahana encendió la luz y Tania pudo ver que no estaba muy contenta que digamos, tenía una mirada seria y estaba cruzada de brazos como si esperara una explicación que no iba a llegar.

-¿A dónde fuiste?- Preguntó Dahana sin molestarse en responder la duda anterior que su compañera le había hecho.

-A un lugar, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar descansando?-

-Yo soy quien hace las preguntas.- Dahana hizo una mueca. -Tú solo respondes.-

Tania suspiró.

-Creo que ya sabes todo así que... ¿Para qué me preguntas? Mejor ve a descansar, tuviste un día muy horrible hoy.-

-Nada de eso, estoy bien.- Dahana se contuvo por unos segundos más y luego explotó. -¡Eres una idiota! ¿Cómo se te ocurre irte sola? ¿No sabes que es peligroso? ¡¿Por qué eres así?! ¡Deja de exponerte maldita sea! Yo estoy bien, perfectamente bien, la que me preocupa eres tú.-

-¿Lo estás?- Tania alzó una ceja.

-Yo hago las preguntas.- Reafirmó Dahana un poco más calmada después de haber soltado todo lo que quería gritarle a Tania.

-Como quieras.- Tania comenzó a rebuscar ropa y vendas limpias en sus cajones, sin embargo se detuvo cuando sintió la mano de su compañera sobre su hombro izquierdo.

-Haremos esto...- Comenzó Dahana sin dejar de mirar a Tania. -Primero vas a bañarte para quitarte toda esa sangre del cuerpo, luego me vas a dejar curarte esos cortes sin protestar... Luego, cuando ya estés bien volveré a casa con Minerva.-

-Así que fue ella...- Tania gruñó y giró para ver a la pequeña albina que observaba divertida toda la escena. -Traidora.-

Minerva se encogió de hombros. 

-Deberías agradecerme, ahora, esperaré afuera, no quiero estar presente por si se ponen a decir cosas cursis, puaj, asco.-

Y sin más la pequeña niña se dejó caer por la ventana convirtiéndose en un ave antes de tocar el suelo.

Una vez que volvieron a estar solas Dahana se aclaró la garganta.

-¿Y bien?-

Tania giró para ver a su compañera mientras lanzaba sobre su cama la ropa y demás accesorios que había sacado.

-Haremos esto, ahora mismo voy a llevarte de regreso a tu mansión porque debes descansar, luego vendré a tomar mi baño y a curarme la heridas, y finalmente volveré a ver que sigas allí y no te haya raptado otro grupo, aunque eso es básicamente imposible ya que me encargué de acabar con todos.-

-No.- Dahana comenzó a empujar a su compañera hacía el baño. -Haremos lo que dije, y más te vale apurarte.-

Tania se detuvo impidiendo que Dahana la siguiera empujando. 

-Ya te dije lo que vamos a hacer, entiende que...-

-No.- Dahana siguió empujando a Tania. -Tú entiende, vamos a hacer lo primero y si no me enfadaré mucho.-

-¿Estás haciéndome un berrinche?- Tania miró de reojo a Dahana. -Porque está funcionando.-

-Me alegro.- Dahana terminó de meter a su amiga y luego le cerró la puerta en la cara. -Ahora ya sabes que hacer...-

Tania se sobó la cabeza, esa situación era muy extraña, ¿desde cuando se dejaba mandonear de tal forma?

De mala gana se metió en la bañera y comenzó a lavar toda la suciedad de polvo y sangre que se había acumulado en su cuerpo durante el transcurso del día, el agua caía sobre el mármol teñida de rojo hasta que poco a poco fue aclarándose.

El baño fue llenándose de vapor, espuma y burbujas, Tania se quedó un rato más de lo normal metida en el agua, ahora limpia, de la bañera. Realmente hacía tiempo que no podía darse el lujo de tomar un baño con total tranquilidad, sentir el agua a tu alrededor y las fragancias aromáticas. Disfrutar de pequeños momentos así era muy relajante.

Cuando el agua comenzó a enfriarse Tania finalmente decidió que ya era hora de salir de aquella pequeña burbuja de perfección, con calma envolvió su cabello húmedo en una toalla y se puso su bata antes de abandonar el baño sacando con ella una oleada de vapor.

Dahana no se encontraba por ningún lado y Tania se sintió agradecida de que al menos le diera un poco de privacidad para cambiarse, aunque ni bien había terminado de hacerlo cuando aquella joven reapareció llevando consigo una charola de comida y un botiquín de primeros auxilios que había sacado de quien sabe donde.

-Siéntate...- Ordenó Dahana mientras señala el suelo cubierto con una alfombra de colores. 

Tania obedeció sin protestar. Nuevamente allí estaba esa extraña sensación, ¿qué diablos le pasaba? 

-Y come.- Dahana le plató en frente la bandeja de comida y luego se alejo para traer las vendas.

-¿Está envenenado?-

-No.- La joven regresó junto a Tania y se sentó detrás de esta mientras preparaba lo que iba a necesitar para vendar el cuerpo de su amiga. -Aunque no lo creas soy bastante capaz de hacer un sandwich y una malteada sin envenenarlas.-

-Te creo.- Tania sonrió de medio lado, eso había sido un milagro, nunca hubiese esperado que una niña mimada y consentida como Dahana supiera cocinar algo.

-Sácate la playera.-

-¡¿Qué?!- Tania giró bruscamente para mirar a Dahana quién esperaba que su compañera obedeciera.

-Que te saques la playera, de otra forma no voy a poder vendarte la espalda, y no me salgas con tu "estoy bien" porque la ropa que te acabas de quitar está rota de atrás y estoy casi segura de que tienes no solo arañazos, sino también unas cuantas heridas que requieren más cuidado.-

Tania dudó y nuevamente terminó cediendo de muy mala gana, era raro que alguien le tratara sus heridas, era raro que alguien se preocupara así por ella, desde siempre todo lo que le ocurría era su responsabilidad, solamente una vez Valeska le había puesto un pequeño curita en la mejilla cuando se lastimó, pero de ahí en fuera siempre le tocaba a ella sola curar lo que lastimaba.

-Te lo dije...- Dahana observó las marcas similares a latigazos en la espalda de Tania e hizo una mueca, no solo había heridas frescas, sino que debajo de ellas se encontraban cicatrices que mostraban heridas pasadas, algunas eran irregulares, otras muy delgadas, paralelas o con formas extrañas. -Quizá esto te duela un poco...-

-Estaré bien.- Dijo Tania mientras comenzaba a comer.

-No dije que no lo fueras a estar, solo dije que te va a doler.- Dahana comenzó a desinfectar con cuidado aquellas heridas y posteriormente las vendó. 

-¿Sabes que puedo usar mi don curativo para...?-

-Quiero hacerlo yo.- Fue todo lo que dijo Dahana y Tania dejó de protestar.

Pasaron unos momentos en silencio mientras Tania comía y Dahana se ocupaba de cuidar sus heridas. Después de terminar con la espalda prosiguió a los brazos, Dahana nuevamente hizo muecas, la piel era pálida y al igual que en la espalda, se notaban miles de cicatrices antiguas de diferentes tamaños.

-¿Por qué tantas?- Preguntó la joven refiriéndose a las heridas.

-¿Uh?- Tania observó si brazo y se encogió de hombros. -Resultado de entrenamientos, peleas, misiones, resultado de mi vida... Normalmente soy inmune a las armas pero cada que se entierran en mí dejan cicatriz, por ejemplo los puntos de que se ven y parecen lunares son impactos de balas.-

Dahana parpadeó, si no se lo hubiera dicho ella seguiría creyendo que eran lunares, aunque parecían más pequeñas estrellas oscuras brillando en un cielo claro.

-Osea que... ¿No pueden matarte con una bala pero al hacer impacto en ti deja marca?-

-Exacto.- Tania le dio otra mordida a su sandwich. -¿Ya terminaste?-

Dahana lo pensó un momento antes de dar un pequeño y suave beso en cada pequeña herida que sobresalía sobre el brazo de su compañera quien se quedó de piedra al sentir el contacto de unos labios sobre su piel.

-Listo.- Anunció Dahana una vez que acabó su tarea de repartir pequeños besos. -Ya terminé.-

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