Consuelo de una mitad rota
Tania caminaba por los pasillos de aquella enorme mansión que a pesar de conocer durante tan poco tiempo ya sabía sus planos de memoria, iba con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y llevaba una paleta redonda color rojo metida en la boca.
Su aura era tranquila, nada que ver con su seriedad que hacía unos minutos había presentado en el salón al hablar con Charlotte y R, parecía tan normal como siempre.
Cuando por fin estuvo frente a la puerta de su compañera pudo notar que esta se encontraba entre abierta, quizá Charlotte la había dejado así para tentar a Dahana a salir de aquel lugar por unos segundos, o tal vez alguna de las doncellas de la chica habían olvidado cerrarla luego de llevarle algún platillo.
Suspirando Tania tomó la perilla y con cuidado abrió dándose paso al interior de aquella majestuosa habitación.
Lo primero que vio al entrar fue que todo estaba terriblemente ordenado e intacto, incluso la bandeja de comida que aún prevalecía sobre la mesita del centro de la pequeña salita del lugar, parecía que realmente Dahana no tenía intención alguna de beber o comer, cosa que era imperdonable, ¿cómo rayos aquella chica desperdiciaba tales delicias?
Hablando de Dahana... La joven estaba sentada en el pequeño sofá a un lado del ventanal abierto, tenía la mirada perdida en algún punto de la noche y sus ojos estaban vacíos de aquel brillo alegre y optimista que tanto caracterizaba a la chica. Sus manos estaban sobre sus rodillas, aún tenían el vendaje que cubría las heridas menores que había conseguido esa tarde, sus labios normalmente rosas estaban partidos y unas leves ojeras comenzaban a aparecer debajo de sus ojos haciéndola ver más cansada y vieja de lo que realmente era. Llevaba puesto una de sus pijamas simples de algodón y dejaba que su cabello largo y ondulado callera libre por toda su espalda.
Tania hizo una mueca al verla, realmente imaginó que estaba mal pero esto... Con razón Charlotte estaba demasiado abatida al respecto.
Con movimientos silenciosos Tania avanzó hasta sentarse frente a la joven, sobre la alfombra que cubría el suelo de azulejos.
-Hey...- Llamó, pero Dahana no hizo nada, no dijo nada, a penas y pestañeó indicándole a Tania que no era una estatua. La joven volvió a suspirar, esto iba a ser difícil. -Dahana...-
Nuevamente nada, Tania comenzó a sentirse loca, parecía que estaba hablando sola.
-Oye...- Tania estiró una de sus manos dispuesta a mover levemente a su compañera pero desistió de la idea en el último minuto. -Tierra llamando a Dahana...- Tania pasó sus manos frente a la mirada perdida de su amiga sin obtener respuesta por parte de ella. -Parece que estás en Júpiter...-
Todo seguía igual, la chica que antes le había golpeado y llamado idiota ahora ni siquiera la miraba.
Pasaron minutos en completo silencio, Tania se mantuvo pensando en algo y Dahana concentrada en la ventana, como si admirar la noche fuera lo más sensacional del último siglo.
Luego la joven armera puso fin a eso acercándose a su compañera y poniéndole una mano debajo de su garganta para sentir su pulso, Dahana se sobresaltó pero no se apartó ante el contacto de las manos de Tania sobre su piel.
-¿Q... Qué haces?-
Tania bajó la mano, le alegraba que por fin Dahana hubiera dicho algo.
-Checo que no estés muerta.-
-Estoy bien.- Dahana volvió a abrazar sus piernas y centró nuevamente su mirada en la nada.
-No, no lo estás.- Tania se terminó de acomodar a un lado de su compañera sobre aquel enorme sofá. -Mírame...- Dahana nuevamente no hizo caso alguno. -Dahana mírame...- Tania tomó el mentón de la chica y la obligó a verla ya que esta no pensaba hacerlo por voluntad propia. -Necesito que hables conmigo, necesito que me permitas ayudarte.-
-Estoy bien.- Repitió Dahana, como si decir aquellas dos palabras pudieran calmar a Tania y hacer que le creyera.
-Sé que caer en chantajes es muy bajo, sobre todo para mí, pero...- La mirada de Tania se mostró seria nuevamente. -Si no quieres darme la oportunidad de hablar renunciaré a trabajar contigo, no me importa si con eso soy una asesina buscada o termino en la cárcel por asesinar sin protección gubernamental, no me interesa... Así que tú decides...-
Dahana apartó la mirada, Tania aún la sostenía por el mentón pero eso no le impedía buscar la forma de no verla directamente a los ojos.
-Estoy bien...- Dijo nuevamente Dahana intentando solucionarlo todo de forma sencilla.
-Excelente.- Tania la soltó, se puso de pie y comenzó a caminar en dirección a la salida.
-¿A dónde vas?-
Tania giró un poco su cabeza, solo lo suficiente para ver a Dahana quién la contemplaba sin expresión alguna.
-Charlotte es tu secretaria personal, ¿no?- Tania se sacó la paleta de la boca. -Iré a pedirle mi orden de renuncia, está abajo así que pensaba arreglar esto de una vez para que se ponga manos a la obra y te consiga una nueva guardaespaldas, no sea que ocurra pronto otro atentado en tu contra.-
Dahana se quedó incrédula, era verdad que apenas conocía a Tania pero hasta hace unos momentos solo había creído que estaba bromeando respecto a renunciar, nunca creyó que... Que realmente se preocupara tanto por ella como para estar dispuesta a hacerlo solo porque Dahana se negaba a hablar.
Haciendo caso omiso a la nueva emoción que se presentaba en el rostro de su compañera Tania siguió caminando hasta llegar a la puerta, acababa de tomar la perilla dorada de la puerta cuando la voz de Dahana volvió a escucharse.
-Espera...-
Tania se detuvo.
-Yo...- Dahana se mordió el labio.
-¿Piensas hablar conmigo?- Tania le habló aún dándole la espalda.
-Yo...- Dahana se abrazó aún más así misma, no quería hablar, quería desaparecer para siempre pero tampoco quería perder a aquella joven... No quería...
-¿Tú?- Presionó Tania consiente de que había logrado su objetivo, en toda su vida solo se había visto obligada a usar el chantaje para conseguir lo que deseaba en tres ocasiones, contando esta, y aunque se sentía mal presionando a su compañera sabía que no era bueno ni para ella ni para la organización que siguiera en tal estado por el fraude de una misión.
-Está bien...- Dahana soltó un suspiro lastimero. -Hablaré, te escucharé... Lo que quieras, pero no renuncies... Por favor.-
Tania cerró los ojos y luego se giró lentamente.
-Bien.-
Dahana asintió con alivio y esperó a que Tania nuevamente se sentara a su lado para volver a hablar.
-Pero de verdad, estoy bien...-
-No empieces.- Fue la única advertencia por parte de Tania antes de lanzar el palo de su paleta al basurero y centrar toda su atención en la chica que estaba junto a ella. -Sé que es duro que te diga esto así como así pero... No puedes permanecer en este estado.-
Dahana se estremeció, era verdad que no podía seguir así pero tampoco estaba lista para dar nuevamente la cara a los suyos, no quería verlos, no quería salir de allí y afrontar todo lo que se había desencadenado solo porque ella asumió el puesto de líder. Saber que todo había sido su culpa le aterraba, y ver lo que estaba ocasionando con su llegada al poder la haría sentir mil veces peor.
-Sé como se siente.- Prosiguió Tania. -Me encantaría decir que sé como te sientes tú pero la verdad es que no lo sé, cada persona es diferente y comprenderte me llevará tiempo, aunque por la forma en la que reaccionaste desde el instante en el que esa llamada llegó a la UESI puedo deducir que todo esto fue un golpe fuerte, eso y el hecho de que nunca habías pasado por algo similar.-
-¿Tú ya...?-
-Sí, pero ahorita no estamos hablando de mí y de mí vida.- Tania sonrió con tristeza. -Perder una vida siempre es duro, pero debes de comprender que lo que acaba de suceder no es tu culpa, puede parecer que sí pero realmente no es así.-
-¿Cómo estás tan segura?- Dahana se apretó más, parecía una niña pequeña huyendo de los temores que el mundo mostraba. -Desde que ocupé el lugar de mamá solo ha habido más tragedias que alegrías, por el hecho de que me quieren matar cientos de inocentes se han visto afectados, tú lo sabes. Lo del centro comercial, lo de hoy...-
-Todos los líderes de una organización que colabora para ayudar a la sociedad suelen tener algo en común, una debilidad que casi la mayoría comparte.- Tania interrumpió a Dahana en tono calmado. -Al inicio cuando varios civiles se vieron envueltos también consideré la posibilidad de que alguien estuviera filtrando información sobre ti, pero... La cuestión es otra, el líder que planea la mayoría de atentados debe de estar consiente de esa debilidad que tienes inconscientemente y se aprovecha de ella, prueba de eso es lo de hoy, solo lo hizo para afectarte, para desestabilizarte.-
-No comprendo.- Dahana aún hablaba de manera forzada. -¿Qué debilidad tienes los líderes?-
-Miedo.- Soltó Tania sin más.
-¿No todos le tememos al miedo?- Preguntó Dahana confundida.
-Los líderes tienen dos miedos especialmente.- Tania alzó un dedo. -El primero es a no ser suficientes y a fallar, el segundo...- Tania alzó su segundo dedo. -Es a perder una vida. Y en estos momentos tú estás experimentando ambos, la persona que es la mente maestra sabe esto y lo aprovecha perfectamente a su favor. Primero usó a sus peones para acabar con una cuadra de civiles hoy, con eso logró quebrantar tu fuerza de acero y provocó que terminaras así.-
Hubo un pequeño momento donde ambas guardaron nuevamente silencio, un momento en el que Dahana asimiló todo sintiéndose igual, si esa persona se había aprovechado o no de esa debilidad que parecía tener la culpa seguía siendo de ella por no haber logrado detenerla.
-Quizá...- Dahana dudó, no estaba segura de estar diciendo esto. -Quizá lo mejor sería que no fuera líder.-
Tania la miró incrédula y luego se sobó la cien.
-Estás loca, eso es todo lo que diré.-
-Pero...-
-Dahana.- Tania entrelazó su mirada con la de su compañera. -¿Sabes por qué te dije mi nombre completo el día en el que nos conocimos?-
La joven negó con la cabeza, ¿eso qué tenía que ver?
-Cuando entré con Valeska me juré que no usaría el apellido de mi madre y tampoco usaría mi segundo nombre, también me juré que solamente les revelaría eso a las personas que yo considerara apropiadas, fuertes o admirables. En mi escuadrón, o más bien dicho en el escuadrón de Valeska nadie, absolutamente NADIE sabe mi verdadero nombre, solo Valeska por cuenta propia, pero de ahí en fuera para ellas soy solo Tania Nevor, y sin embargo a ti, a ustedes se los dije sin problema alguno. ¿Sabes por qué?-
-¿Por qué R te amenazó de muerte sino respondías a todo lo que te preguntáramos?-
-No, no es por eso.- Tania entrelazó sus manos. -R no me dijo nada, yo hablé porque realmente quería decirles. No suelo ser una persona fácil de sorprender pero cuando R habló sobre ti a la hora que me llevaba a su base me sentí bastante impresionada, dijo cosas asombrosas, no me gusta conocer gente nueva pero cuando escuché sobre ti ansiaba de cierto modo verte en persona.-
-Y luego te llevaste la decepción de tu vida al conocerme...- Agregó Dahana.
-Y luego cuando te vi estuve a punto de morirme.- Corrigió Tania. -Gracias a que soy supuestamente la mano derecha de Valeska he conocido a varios líderes importantes, todos son personas mayores y cuando te conocí todo se fue a la mierda. Lo primero que pensé fue que de seguro era un error o me había vuelto loca, pero no, Charlotte e incluso R te hablaban con demasiado respeto, te admiran, y yo solo me decía a mi misma... ¿Cómo es que es líder si es una mocosa como tú? Fue hasta después de que empecé a trabajar contigo que lo entendí.- Tania se rio levemente se si misma. -Sin importar tu edad estas hecha para ser líder, por eso te dije mi nombre, porque me impresionó que alguien como tú dirigiera una organización tan importante. ¿Y aún así dices que no es lo mejor que seas líder?-
-Es la verdad.- Respondió Dahana con pesadez.
-Todos los caminos siempre tendrán altas y bajas.- Continuó Tania. -Nadie la tiene fácil, habrá situaciones peores a esta y eso no define quien eres, lo que sí lo define es lo que haces después. Puedes quedarte como estás, culparte eternamente y cargar con ese peso arruinando lo que hasta hora habías logrado o, puedes aprender de todo aunque duela, tomarlo como una lección y fortalecerte, seguir adelante, sufrir por lo que pasó pero aún así no darte por vencida y triunfar.- Tania se tronó los dedos de uno a uno. -De ti depende.-
Dahana contempló a su compañera unos segundos para luego desviar la vista hacía el suelo.
-No creo que deba de seguir, no puedo Tania.-
-Poder y querer son cosas distintas, de que puedes puedes, que no quieras es otro asunto.-
-¿Y si resulta que al final si soy una mala líder? ¿Y si más gente muere por mi culpa?- Dahana enterró su rostro entre sus piernas, sentía a las lágrimas volver pidiendo a gritos ser liberadas, veía el rostro de Kota y el dolor que sentía aumentaba.
-¿Escuchaste algo de lo que dije?- Tania acarició con suavidad la cabeza de Dahana. -Eres una líder maravillosa, cometes y cometerás errores pero eso es parte de la vida, es parte de todo porque eres humana, no tienes que obligarte a ser perfecta. Todos nos equivocamos, además siempre tendrás a personas con las cuales contar. Ahora... No puedo garantizarte que nadie más vaya a morir en un evento en el que te veas involucrada, incluso puede que en alguna ocasión si llegue a ser tu culpa pero... Eres una persona, no una diosa, ni queriendo salvarías a todo, es más, en estos momentos puede haber miles de victimas en todo el mundo y si te empeñaras en salvarlas a todas acabarías muriendo de agotamiento y frustración por no poder hacerlo.-
Dahana alzó un poco su mirada para ver a Tania.
-La vida es cruel, dura y despiadada, nos da lecciones catastróficas y tienen más giros y clichés que una novela romántica.- Tania le sonrió a su compañera. -Pero aún así, por algún motivo aquí estamos y solo podemos seguir estando. Entiendo eso de tu ideal de querer salvarlos a todos pero nadie puede hacerlo... Quizá si existiera un dios sí habría una posibilidad pero nosotros no somos más que simples mortales que luchan por diferentes resultados. Habrá veces que perdamos todo, que suframos como tú ahora, puede que no la tengamos fácil pero de nosotros depende como salir y seguir.- Tania nuevamente tomó el mentón de Dahana, esta vez con más suavidad. -Tienes talento Dahana Suredal, tienes los recursos, tienes el potencial... Ahora que estás en un punto de dolor yo te pregunto... ¿Qué quieres hacer? Lo que sea estará bien, es tu vida no la mía, pero ten en cuenta de que sin importar nada tú eres una gran líder y persona, y eso no va a cambiar por la sangre que tiña tus manos.-
Los ojos de Dahana dejaron de resistirlo y comenzaron a soltar lágrimas que poco a poco formaron ríos por sus mejillas hasta caer en el sillón o en las vendas de las manos de Tania.
-Porque si de sangre se trata, mira las mías...- Tania mostró su otra mano para no tener que soltar a Dahana, las vendas que la cubrían aún estaban teñidas de rojo y eran una referencia a las inumerables vidas que había arrebatado. -Están llenas, es más, todo mi ser desborda de sangre, vidas y traumas. Pero si dejas que esto se inunde pronto acabarás ahogándote, así que busca un bote y mantente a flote.- Tania limpió una de las lágrimas que escurrían por el rostro de Dahana. -Y no llores, que si tú lloras yo lloro y no creo que esa sea una buena idea.-
Dahana no pudo evitarlo y por primera vez en todo el día no solo sonrió, sino que soltó una suave y dulce risa que dejó a Tania en blanco.
-Hazlo de nuevo.-
-¿Hacer qué?- Dahana cambió su expresión a una llena de confusión.
-Ríe...- Tania tomó entre sus dos manos el rostro de su compañera. -Por favor.-
-¿Cómo esperas que me ría si...?- De repente Dahana sintió las manos de Tania se posaban en su estómago haciéndole cosquillas. -¡No! ¡Tania! Para... Para...-
Cuando finalmente la chica paró Dahana soltó un suspiro aliviada y le regaló una sonrisa.
-Gracias.-
-¿Por qué?- Ahora era Tania la confundida.
-Por todo.-
-Nada de gracias.- Tania se bajó del sofá y tomó una de las galletas del plato. -Se dice "ahora ya voy a volver a ser la misma idiota de siempre y comeré las delicias que me pidió Charlotte o sino Tania va a regañarme."-
Dahana hizo una mueca y también se bajó del sofá para sentarse junto a su compañera.
-No tengo hambre.-
-¿Me ves cara de ser alguien paciente?- Tania acercó la galleta a la boca de Dahana. -Abre la boca... AAAAAA.-
-No voy a...-
Tania aprovechó y le metió la galleta a su compañera.
-Ahora calla y come.-
-¡Mnshsjman mdmdk!-
-No te entiendo.- Tania garró una galleta para ella. -Y no se habla con la boca llena.-
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