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Líderes asesinos


Arena de intercambio, ese es el nombre con el que se le conoce a las bases fortificadas colocadas en cada país para la conferencia anual de líderes asesinos, cada base es diferente pero todas cuentan con una estructura cerrada, como si fueran esferas colocadas en el suelo.

La base de Ets no era muy diferente, según los rumores había sido remodelada hacía muy poco y se notaba incluso a la distancia. La esfera se había ampliado al menos otras doscientas hectáreas más, en su centro se había colocado un techo que se abría por medio de una señal que podía darse desde el interior únicamente, esto permitía que los helicópteros aterrizaran en el centro para mayor protección de los tripulantes, sin embargo los aviones debían de seguir aterrizando en las pistas externas a la base para evitar incidentes de mayor escala en caso de un choque a la hora de su llegada.

Pero esto no implicaba que la seguridad en el exterior estuviera débil, todo lo contrario, cuando el avión de Dahana por fin aterrizó y tanto ella como R y Minerva, quien se había transformado en un búho apenas entraron en el territorio extranjero, descendieron, fueron recibidas por líneas y líneas de soldados armados, a los lados de la pista de aterrizaje habían tanques de guerra, desde la base principal se encontraban francotiradores observando el perímetro, en el cielo se podían apreciar drones que, aunque no pareciera, estaban cargados con municiones suficientes como para hacer volar un edificio de varios pisos de altura.

-Líder Suredal.- 

Una mujer de complexión media, ojos negros como la brea y  semblante arrogante habló atrayendo de inmediato la atención y miradas de Dahana y R. Era una de las principales guardias del departamento de seguridad que estaba al tanto de cuidar a los asesinos que se reunirían allí, a juzgar por su uniforme en tonos lilas Dahana pudo saber que estaba al mando de una división de reconocimiento y espionaje.

-Permítame mostrarle el camino a la entrada.- Prosiguió la mujer llevándose una mano al pecho.

Dahana la saludó con una inclinación de cabeza, aunque la mujer era de un rango mucho más inferior al de  ella no era capaz de no mostrarle respeto y agradecimiento.

-Por favor.- 

-Sígame.- Pidió la mujer antes de dar media vuelta y comenzar a caminar por el largo camino que estaba patrullado por decenas y decenas de unidades militares. -Cuando lleguemos deberán pasar a la sala de recibimiento, nuestro líder dará una comida de bienvenida, ya han llegado treinta líderes y se espera que el resto llegue para antes del anochecer. Por sus pertenencias no se preocupe, los escuadrones de la división 066 se encargarán de colocarlos en sus aposentos, las habitaciones de usted y su acompañante están en el cuarto piso, las notará de inmediato ya que llevan el apellido de su familia gravado. El itinerario fue dejado en su estudio que se encuentra junto a sus habitaciones, si necesita algo no dude en pedirlo a cualquier guardia o miembro del personal. No se puede entrar o salir de la base a menos que sea un asunto urgente o se tenga un permiso del parlamento internacional, la sala de conferencias está en el último piso, primer puerta. Está prohibido que vayan al calabozo en los niveles inferiores a menos que sea necesario o se les llame, si tiene alguna otra duda puede preguntar a su asistente; inteligencia artificial Galaxy.-

El grupo se detuvo frente a unas enormes puertas blindadas, custodiadas por al menos diez guardias que cargaban uniformes llenos de armas, unas más visibles que otras.

-Llegamos.- La mujer miró de reojo a Dahana y luego procedió a señalarle una pequeña pantalla. -Ingrese su código, número de ficha, huella y contraseña para poder entrar.-

Dahana asintió, se acercó a la pantalla y con dedos ágiles y rápidos pudo teclear en menos de un minuto los requisitos que se le indicaron. Las puertas emitieron un pitido antes de abrirse solo lo suficiente para permitirles a las dos personas el acceso al interior.

-Gra...- Cuando Dahana giró en dirección a la mujer para agradecerle su ayuda esta ya se estaba alejando para recibir al nuevo líder que había llegado.

-Venga.- R le puso una mano en el hombro izquierdo ya que en el derecho se encontraba Minerva, mirando de forma recelosa todo a su alrededor. -Es hora.-

Los pulmones de Dahana contuvieron el aire para luego expulsarlo cuando estuvo en el interior.

Por dentro la esfera parecía estar construida por anillos, unos sobre otros, con barandales metálicos y vidrios blindados, en el centro de todos los anillos estaba la zona de aterrizaje para los helicópteros, el ambiente era elegante y tenía ese toque militar a la vez, los androides de servicio iban de un lado a otro llevando papeles, bandejas o algún aceite para las naves. 

El piso y el techo estaban pulidos a tal punto que uno podía verse reflejados en ellos como si de un espejo se tratase, los focos de luz blanca y ultra violeta estaban en las partes superiores de las paredes, puestos para iluminar por las noches cuando la luz natural del sol que se colaba por los ventanales ya no fuera suficiente. Los colores predominantes eran en café y oro, cada base mantenía los colores de su país y esta no era la excepción.

Los ojos de Dahana se abrían con asombro al contemplar su nuevo entorno, quería apreciar cada pequeño detalle al máximo, por ejemplo las cámaras de vigilancia que estaban tan bien escondidas que no cualquiera se percataría de su presencia, ella misma no las habría notado a no ser que Tania le enseñó una técnica de observación para encontrarlas. Sin embargo así como había entrado a su burbuja fue jalada de vuelta a la dura realidad.

R la llevaba del brazo por pasillos que parecía conocer muy bien. ¿Y cómo no? La asesina había estado ahí al menos un par de veces en compañía de Zelda, por lo que se logró memorizar los planos de memoria.

-¿A dónde vamos?- Preguntó Dahana cuando consiguió caminar junto a su compañera sin necesidad de que esta la arrastrara.

-¿A dónde más? A la sala de recibimiento por supuesto.-

Los labios de Dahana formaron una O al comprender, en cuanto entraron había olvidado por completo las palabras que la mujer que las había conducido has allí. R actuó rápido al llevarla a la sala, estaban allí por cuestiones de trabajo no para turistear y admirar el bello entorno.

Ninguna dijo más durante el resto del trayecto.

Cuando volvieron a detenerse estaban frente a una puerta circular que, a diferencia de la anterior, se encontraba abierta de par en par, las cortinas color dorado se mecían por la suave brisa que venía de los ventiladores en el interior de la estancia, los murmullos y las voces se escuchaban y eso ayudó a relajar un poco a Dahana, quien no sabía que estaba nerviosa hasta que estuvo allí parada.

-Diddy.- R la llamó.

-¿Mmm?-

-Lo harás bien.-

-Lo sé.- Dahana suspiró, no le quedaba más que hacerlo. -Bien, adelante.-

La joven dio un paso al frente y luego otro más, así hasta que entró por completo a la estancia, sin embargo cuando esto último pasó una luz se encendió en el techo y la música que se estaba reproduciendo cesó de golpe, lo que se oyó a continuación fue una voz robótica femenina que más tarde Dahana reconocería como su ayudante, Galaxy.

-Lamento la interrupción pero me complace anunciar la llegada de otro miembro más de la conferencia de asesinos internacional, con ustedes la líder de la UESI de Melien, Dahana Suredal.-

Más de un centenar de ojos se posaron sobre Dahana y R. 

Aún cuando era el centro de atención Dahana supo mantener la calma y la compostura, sabía que allí todos la estaban juzgando, como su primera vez entre ellos esperaban su reacción, esperaban ansiosos ver que clase de persona era, y Dahana les dio el gusto.

-Líderes...- Habló inclinando levemente la cabeza. -Un gusto poder compartir este espacio con ustedes, espero que pueda estar a la altura de sus estándares y seguir manteniendo los tratados como hasta ahora. Por favor continúen disfrutando.-

Los líderes así lo hicieron, pero aunque dejaron de prestarle a la joven toda la atención, Dahana aún podía sentir las miradas de algunos siguiéndola allí a donde fuera, en ese terreno lleno de ojos no había donde esconderse.

-Líder Suredal.- El líder de la AEEI, quien era el anfitrión ese año se acercó a Dahana para darle la bienvenida de forma personal, cuando vio a R también la saludó. - R513.-

-Líder Beín.- Dahana le sonrió con amabilidad, tenía conocimiento de que aquel hombre era uno de los favoritos de su madre y quería saber como era. -Gracias por la hospitalidad.-

-Oh, no es nada querida, espero que nuestra base sea de su agrado, si algo no le parece no dude en decírmelo y lo arreglaré de inmediato.-

-No creo que haga falta pero se agradece el gesto y la preocupación, respecto a su base... Es de mi agrado en su totalidad.-

El líder sonrió.

-Es bueno saberlo, y ahora que hemos entrado un poco en confianza me gustaría darle mis condolencias, debe de haber sido duro.-

Dahana no esperaba que mencionaran las recientes pérdidas que había afrontado por lo cual sintió una astilla clavarse más profundo en la herida que seguía fresca, pero aunque por dentro estaba reprimiendo sus emociones por fuera mantuvo la calma y se obligó a no perder la compostura.

-Lo fue pero no debe de preocuparse, uno debe de aprender a salir adelante aún con el dolor encima.- Dijo despacio, sentía que si hablaba con normalidad su voz saldría quebrada y era lo que menos quería.

-Muy cierto, es usted una...-

-¡Dahana!- 

Las palabras del líder se vieron ahogadas por un grito que venía de una persona no muy lejos de donde estaban hablando. 

-¡Dahana!- Una cabellera oscura ondeó entre las personas, una mano vendada se alzó para atraer la atención de la Suredal y luego de unos instantes de empujar con la mayor amabilidad que pudo a los que bloqueaban su camino el cuerpo de la joven llegó hasta donde su compañera y el líder hablaban. -Uff, eso estuvo cerca, creí que moriría.- La joven habló mientras se limpiaba un sudor falso de la frente.

-No exageres.- Una voz masculina secundó a la primera, su tono era serio, glacial y de cierta forma... Peligroso.

Dahana miró al joven que había hablado, era alto, le sacaba al menos quince centímetros a su  pareja, vestía de traje negro, sus ojos eran como el mar, azules y profundos. Los mechones de cabello le crecían ondulados y largos, aunque no por eso dejaban de ir bien peinados. Pero lo más notable a parte de su belleza mortal, rasgos finos y semblante delicado que dejaban entre ver con mayor claridad que en su rostro estaba tallada una mirada fría, como si te estuviera advirtiendo que no te acercaras porque no se haría cargo de las consecuencias.

Un escalofrío recorrió la columna de Dahana, ese chico podía compararse con Tania en su versión descontrolada, ambos transmitían un claro mensaje... Podían matarte, y no dudarán en hacerlo.

-No exagero, la gente es capaz de todo si se lo proponen.- Clauden se acomodó la chaqueta de cuero negro que llevaba, y que hacía juego con sus botas de charol. Su voz ayudó a alivianar un poco el tenso ambiente que se comenzaba a crear con la llegada de aquel joven. -Incluso de matarme, obvio, si no los mato yo antes.- Agregó Clauden sonriendo de medio lado.

-Mmmhhh.- El líder Beín se aclaró la garganta.

-Oh... Líder.- Clauden se apresuró a inclinarse para saludarlo. -Mis disculpas, no lo vi.-

-Básicamente estás enfrente de él.- El hombre que la acompañaba volvió a hablar, aunque tenía una voz algo oscura y lúgubre se dirigía a su pareja con bastante calidez y dulzura.

-No sigas ayudando más Jon.- 

Dahana alzó una ceja, primero miró de nueva cuenta al acompañante de Clauden y luego a esta misma.

-¿Jon? ¿Él es Jon?-

-¿Eh?- Clauden parpadeó confundida antes de soltar una suave risa. -Perdona mis modales, me emocioné cuando el programa anunció tu llegada. Venga vamos a hablar, prometo contarte y explicarte todo...- Se detuvo cuando observó la mirada de advertencia que Beín le mandaba pero igual hizo lo que quería. -¿No le molesta a su excelencia que me la robe un momento, verdad?-

El líder no tuvo tiempo siquiera para responder cuando Clauden ya había jalado a Dahana junto a ella y sin perder más tiempo comenzaba a llevarla al lado opuesto de la sala. 

-Me disculpo por mi líder.- R hizo un gesto con la cabeza. -Ahora si me permite... Mi lugar es a su lado.-

Beín, consciente de que ya no podía hacer nada solo asintió y con un ademán de muñeca despidió a R.

-Vete ya.-

La asesina le dedicó una última reverencia antes de hacerle caso y correr tras Dahana, si la descuidaba estaba segura de que Tania se lo cobraría, y no era algo que pudiera pagar sin salir con un un par de huesos rotos, y eso si tenía suerte.

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