La tensión que sentía entre ella y yo la podía cortar tan rápido con un cuchillo... Si pudiera, claro. Pero tampoco creo que ella me hubiese dejado, aunque tuviese que ir hacia la luna para tenerla que verla. Ella no iba aceptar.

¿No era lo suficiente para ella? ¿Ella era mucho para mi? No me importaban las respuestas solo quería verla.

— Yuta Nakamoto... ¿Qué piensas hacer por acá? —preguntó mi amigo por el teléfono, mientras pedía un taxi saliendo del aeropuerto.

Ni yo tampoco tenía idea.— Nada, pensaba visitar en mis padres... —una pequeña mentira blanca.

Pero solo podía pensar en la llamada que tuvimos las horas pasadas.

"Tienes planes hoy?"

"No, ninguno... ¿Tú tienes planes hoy?"

"Acabo de regresar a Corea ayer... Estoy a millas de Japón... Podría ir a verte."

"Ni lo pienses Yuta, estas loco."

Podría ser verdad que estaba loco, porque ahora estaba en mi ciudad natal, Osaka... Yendo hacia la puerta de la chica de mi sueños, la chica que me volvía loco. La chica por la que pensaba ir constantemente a Japón sin descanso, y aunque ella siempre se negara y al final yo nunca iba. Ahora estaba aquí, no había vuelta atrás.

— ¿Podrás visitarnos también a nosotros?

— No creo, va a ser un rápido viaje. —y era verdad, no pensaba ni durar más de un día. Aunque si ella me pedía quedarme, lo haría sin pensarlo. Fue así como termine la llamada.

Me monte en el taxi, solo con mi bolso, mientras daba la dirección de la casa de la chica, me la sabía de memoria al ir tantas veces en un intento fallido, porque siempre que iba, nunca estaba... ¿Coincidencia? No, porque sabía que ella me evitaba.

Sabía que ella me tenía miedo... Sabía que se intimidaba de mi y aunque no lo quisiera, también me sentía poderoso por eso.

Y aunque ese sentimiento era bueno por unos momentos, por otro lado no era... No la terminaba por sacar de mi mente, así que yo era el débil entre nosotros dos aunque nunca lo pudiera admitir.

Veía las calles que muchas veces había pasado y como sencillamente poco a poco me olvidaba de ellas al no estar constantemente en el lugar. Solo recordé las calles por donde ella vivía, viendo como llegábamos. Así solo vi al conductor como bajaba la velocidad cuando cada vez estábamos más cerca. Era una locura al ser la noche y ni siquiera sabiendo si me iba abrir o iba a estar otra persona. Pero no me importo.

Así fue solo como le pague y baje del auto, entrando al edificio y solo teniendo que esperar unos minutos para poder llegar hasta la puerta de ella. Cuando toque, nadie abrió... Maldita sea, ahora entendía porque ella decía que una relación a larga distancia no funcionaría.

Si quería hacerle una sorpresa y ella no estaba, sería dinero perdido, como ahorita.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó saliendo del elevador, volteé a verla y empecé a reír. Estaba feliz, seguía hermosa como siempre, con una linda sonrisa y por lo mismo corrí hacia ella abrazándola.

— No importa, solo tengo unas horas antes de regresar a Corea... Hagamos algo... Por favor... —pedí, acunando su rostro entre mis manos.

— ¿H-Hacer qué...? —preguntó sabiendo que se había puesto nerviosa por nuestra cercanía.

— No lo sé, perdámonos en las calles... —me alce de hombros, no importándome mucho. Ella también solo se alzó de hombros.— Lo que sea pero contigo.

Así fue como mis labios se unieron a los de ella. Aunque sabía que nuestra relación inexistente iba a seguir así, no importaba... Era solo feliz perdiéndome con ella.