9
Cuando Hyunjin tuvo que despedirse de su familia, agitando su mano en dirección al carruaje, sintió que estaba dejando ir consigo lo poco que quedaba de su versión más joven e incluso un poco torpe. Al estar con ellos era heredero alfa, sí, pero también era hijo y hermano, por lo que no resultaba raro si de pronto le pedía a su madre algo de postre con un pequeño puchero que la mujer solía presionar con su dedo mientras sonreía, aunque si debe ser sincero, desde que empezó todo el drama con la situación respecto a Minho, no se había atrevido a actuar como un hijo para sus padres. Aún se sentía por completo avergonzado y es que no puede dejar de pensar que todo eso se pudo haber prevenido si él no fuera tan débil, pero intenta no torturarse mucho con eso. Ya estaba hecho, solo quedaba afrontarlo con la cabeza en alto y dar lo mejor posible.
Resignado a su nueva rutina se levanta de la cama y se dispone a vestirse, para suerte suya, nadie insistió en que comparta habitación con Minho como la pareja de casados que ahora eran, estaba seguro que sería incómodo incluso si ambos estaban tratando de pulir los baches de su relación.
Trata de no darle demasiada importancia a eso que considera algo trivial, después de todo tiene muchas cosas que hacer más importantes que preocuparse por la habitación en la que dormía, ahora debe empaparse de la dinámica del reino Lee pues aunque ya era consciente de muchas cosas por su educación desde pequeño, contaba con el conocimiento de Minju sobre su gente para ayudarlo en algunas situaciones que requieran mucha cercanía al pueblo, pero ahora no podría ser, necesitaba encargarse de todo eso él sólo, al menos hasta que Minho esté más preparado y solo la vida sabía cuánto podría tomarle aprender lo que él y Minju empezaron a conocer desde niños.
Esperaba con sinceridad que no le tomara mucho tiempo, no quería alarmar a Minho, pero estaba seguro que si no los dejaban ascender al trono antes que Minju quede embarazada, seguro los desplazarían porque aunque Minho lleve al primogénito, es Minju la descendiente que se encargaría originalmente del reino. Solo deseaba que aquello fuese una mala corazonada suya, pero conocía muy bien a los reyes Lee, no le sorprendería que hubiesen mandado a Minju a otro lado con la intención de casarla con otro y que tenga un hijo. No, definitivamente no podía permitir que eso ocurra, ya había muchas cosas que se estaban saliendo de su control pero dejar que Minju ascienda al trono de los Lee era sentenciar todo el esfuerzo que gastó desde niño al olvido, era como dejarse enterrar hasta el cuello y ser un simple espectador de lo que sería el futuro, porque estaba seguro que aunque Seungmin no fuese alfa le dejarían el reino a él pues sus padres no confiaban en que Felix pudiera casarse con alguien de buen estatus debido a que necesitaba de forma constante los supresores de aroma y una de las cosas que los alfas adoraban de sus parejas eran ese aroma dulce que desprendían con los que podían conectar de forma más íntima.
Entonces toma asiento en la cama cuando llega a él de forma vívida el aroma a miel con un suave toque de limón, el aroma de Minho. Por los dioses, incluso su aroma era tan agridulce como él, no puede evitar sonreír al pensar en esa comparación pero niega al percatarse que piensa en el príncipe y siente que en parte no puede evitarlo, era la primera vez que olía de forma tan intensa el aroma de un omega y ahora podía entender porqué los aislaban cada que se encuentran en celo, eran un peligro para ellos mismos y para los alfas. Se levanta y se dispone a salir de la habitación, lo primero que nota es un chico castaño parado en el pasillo, con su espalda apoyada en la pared contraria a su habitación, pero al verlo adopta una posición firme con sus manos tras su espalda.
— Buenos días, príncipe Hyunjin. Me presento, soy Bang Chan, su guardia temporal.
— ¿Guardia temporal?
— Los reyes Hwang quieren asegurarse que su nuevo guardia no cometa un error como el anterior, así que están eligiendo de forma minuciosa entre los candidatos. He sido asignado de forma temporal hasta que eso ocurra.
— ¿Y por qué hay mayor confianza en ti que en otro? —pregunta Hyunjin, cruzándose de brazos mientras levanta su ceja izquierda.
— Soy hijo del guardia del rey Hwang. El cuarto hijo de una línea de betas distinguidos en el área del cuidado real.
— ¿Tienes educación en alfas, Bang?
— Así es, príncipe Hwang, fui educado especialmente para alfas y para proteger a la familia real.
Hyunjin asiente satisfecho, eso le basta. Aunque le desagradan los guardias betas, aborrece en especial aquellos que reciben educación sobre omegas por el tema del celo, le resulta desagradable saber que entrenan de forma especial a esos guardias para tocar a los omegas de forma práctica y ayudarlos a aminorar el dolor. Es tan desagradable.
Pero de nuevo viene a él la imagen de Minho esa noche, la expresión de dolor mezclada con placer, la desesperación en su voz y siente su corazón más pequeño, porque debe ser difícil para ellos sobrellevar algo así, esa necesidad de intimar al punto de olvidar la educación y el orgullo.
— Bien, Bang, hagamos que nuestra comunicación por este tiempo sea amena, ¿Entendido? Ya tengo muchos problemas para encima preocuparme por lo que haga o no mi guardia. No puedo darte un itinerario porque mi rutina ahora es nueva, así que aprenderemos sobre la marcha, es posible que nuestros primeros días no sean parecidos uno al otro, porque me darán distintas tareas con la finalidad de mantenerme ocupado en cualquier cosa menos en pelear deberes de un rey, así que no quiero reproches o expresiones de fastidio al respecto porque estarán juzgando todo, lo que hacemos, lo que decimos, nuestras expresiones, ¿Quedó claro?
— Bastante claro, alteza.
— Entonces sígueme, tenemos qué ver qué es lo primero que nos asignarán.
El guardia asiente y sigue a Hyunjin. Las miradas de las personas en el castillo todavía son algo abrumadoras, está acostumbrado a las reverencias, a qué la gente lo respete incluso si es de forma hipócrita para mantener una buena relación con el futuro rey, pero ahora solo puede sentir miradas que lo siguen juzgando, empieza a pensar entonces, ¿Cuándo pasará todo eso? Ya se habían casado, ¿Por qué la gente seguía recordando de reojo que algo estaba mal? Pero aún así, en medio de un estira y afloja agotador, el día transcurre sin mayor problema.
Tuvo algunas actividades banales y encuentros con personas nobles que le daban la bienvenida formal al reino Lee, hablándole como el futuro gobernante aunque la mirada del rey intentaba disimular el disgusto que aún sentía al respecto. La reina era quien mejor aparentaba, felicitando también a Hyunjin ante los halagos de la alta sociedad que lo recordaban por sus presentaciones con el violín, pero era consciente que la mujer tampoco seguía convencida de aquella decisión y el pensamiento respecto a Minju no podía abandonar su mente. Más cuando un noble lanzó un comentario mordaz respecto a ella y refiriendo que todos anticipaban su alianza con la princesa y no con el príncipe. Hyunjin tuvo que repetir de forma rápida la mentira que habían formulado los reyes, aclarando que lo mejor para ambos reinos había sido que desposara a Minho.
Y hablando de Minho.
Al caer la noche Hyunjin entra a su habitación y no puede evitar reír un poco cuando siente al fin su anhelada privacidad, claro, a excepción de su guardia pero sabe que éste también estará sonriendo por la misma razón. Pues horas atrás, mientras lo presentaban con algunos nobles que habían ido a una comida formal por las nupcias, Minho había aparecido, lo cual por su sola naturaleza ya era extraño considerando que nunca estaba en esos eventos, pero se sintió agradecido porque no lo había dejado sólo. No lo retó, no hizo comentarios que demuestren desacuerdo y también lo agradecía, no quería escándalos respecto al tipo de relación que tenían. Entonces un noble le pidió tocar algo en el piano del salón pues hace mucho tiempo que no lo escuchaba y quería aprovechar esa visita porque tal vez no podría verlo en mucho tiempo, Hyunjin observó con curiosidad a Minho, no sabía que tocaba el piano, pero éste no se negó y con una sonrisa, accedió dirigiéndose hacia el instrumento.
La gente cesó su plática y se dispusieron a escucharlo, Minho tardó unos segundos en empezar pero en cuanto lo hizo, todas las miradas cayeron sobre él incluso la suya, porque jamás pensó que el príncipe rebelde que fingía estar enfermo para saltarse la cena podía tener tal destreza sobre las teclas. Minho tocó con pasión, Hyunjin podía sentir eso en cada nota porque él hacía lo mismo cuando quería decir muchas cosas en algún evento pero su voz no tenía valor ante aquella gente pretenciosa; había melancolía, enojo y dolor cada que las puntas de sus dedos presionaban una tecla, la expresión de Minho era neutra, pero estaba diciendo mucho sin necesidad de palabras y aún así, nadie lo entendía, los únicos conscientes del mensaje oculto eran sus padres que yacían nerviosos de que alguien noté eso, el guardia que lo miraba con tristeza disimulada y Hyunjin, que a pesar de entenderlo no podía darle palabras de aliento, porque no puedes motivar a alguien cuando no haces nada por cambiar tu trágica realidad.
Y más rápido de lo que habrían deseado, Minho termina, se levanta y con una reverencia regresa hacia su lugar, pero antes de poder sentarse, un hombre que había permanecido de brazos cruzados hace un comentario al respecto.
— Pensé que el príncipe iba a deleitarnos con su talento por más tiempo, pero la melodía ha sido muy efímera, ¿Ha perdido práctica, príncipe Lee?
Hyunjin intenta no fruncir su entrecejo ante ese comentario ofensivo, pero antes poder siquiera pensar en algo para pasar de largo lo dicho y fingir que no lo habían tomado con importancia, Minho habló manteniendo una sonrisa suave.
— Que trágico debe ser para la condesa Fang que su esposo considere que tres minutos es mucho tiempo.
— ¡Lee Minho! —habló con fuerza el rey.
— Quiero decir, debe encontrar aburrido que toque piezas de menor duración para ella, ¿No es así? Pero está bien, conde, no se sienta abatido, no todos saben cómo tocar y eso no es malo.
El hombre hizo una expresión de molestia ante aquellos comentarios con evidente doble sentido que hicieron el ambiente más tenso en el que Hyunjin alguna vez había comido, pero lo peor es que había tenido verdaderas ganas de aguantar la risa ante aquella respuesta agresiva de la que solo Minho podría haber salido airoso. Así, cuando la comida dió fin cuando el atardecer estuvo en su punto y solo así, Hyunjin pudo irse a reír aún impresionado por ello, él se habría quedado callado pero ya había entendido que Minho no era partidario de dejar pasar los comentarios.
— Si me permite decirlo, alteza —habla Chan, prosiguiendo solo cuando Hyunjin asintió—. He estado en muchas cenas con nobles vigilando que todo esté bien, pero es la primera vez que veo que alguien de la familia real responde ante un noble.
— Es cierto, Lee Minho es peculiar. Cualquiera preferiría mantener una buena imagen ante los nobles para seguir ganando su confianza a voces.
— Debe ser por esa personalidad tan airosa que lo ha desposado, ¿No?
Y la expresión de Hyunjin cambia, Chan sabe entonces que ha dicho algo indebido y retrocede un paso con una reverencia.
— Disculpe, alteza, eso no me incumbe.
Hyunjin hace un ademán con su mano, diciendo con ello que podía reincorporarse.
— Mejor, ve a darle un mensaje al guardia del príncipe Lee, necesito que diga quiero ver a su alteza mañana antes del desayuno.
— Iré en cuanto regresen, alteza.
— ¿Han salido? —pregunta, confundido cuando el guardia asiente— ¿A dónde podrían ir? Ha anochecido.
— Creo que fue algo de contrabando, príncipe, pues salieron con sigilo burlando a los guardias de la entrada sur.
— ¿Y lo notaste?
— Así es.
— Sí que eres bueno, pero debes notificarme eso con anticipación, el príncipe no puede estar yendo por ahí a altas horas de la noche, tiene una imagen por cuidar.
— Le avisaré la próxima vez, alteza.
Hyunjin le indica que puede ir a descansar, Chan lleva su puño hacia su pecho y tras asentir, se retira de la habitación, dejando al príncipe con la pregunta rondando su mente, ¿A dónde había ido Minho tan noche?
Mientras tanto, más lejos del castillo, ambos chicos bajan la capucha de sus capas cuando llegan al lugar que desean, Minho sonríe cuando ve el letrero de la taberna moviéndose con suavidad debido al viento y cuando ingresa, siente como sus hombros dejan de estar tensos cuando el ambiente en medio de risas de hombres ebrios, aroma a alcohol y carne. La luz tenue iluminando a la gente que coreaba cualquier canción e incluso algunos que solo balbucean intentando encajar pues las palabras ya no salen con facilidad de sus labios.
— ¡Pero miren a quién ha traído el ratón! —habló un hombre, haciendo que la atención se dirija hacia Minho y Changbin que cruzaban la puerta.
El chico sonrió, haciendo un ademán con su mano mientras se acerca hacia la barra.
— ¿El trato sigue en pie? —pregunta otro hombre, haciendo que el lugar se quede en silencio y expectantes.
Minho finge pensar mucho en ello antes de sonreír de nuevo.
— Sigue en pie, mientras nadie diga que me han visto aquí, todo va por mi cuenta.
Los gritos emocionados inundan el lugar y la música vuelve a llenar de emoción el ambiente de eterna fiesta que se suscita ahí, dando pie a pasos torpes y risas ante las caídas. Minho busca con la mirada por el lugar y Changbin suelta un soplido de frustración, tomando asiento en un banquito.
— Imagino que busca al marginado.
— ¿Quieres que te destituya?
— Me quedaré aquí si no es mucha molestia.
— ¡Ahí está! Ya vuelvo.
Changbin quiere quejarse pero cuando reacciona, Minho se ha levantado para dirigirse hacia una de las mesas del lugar, el beta solo puede suspirar mientras pide un trago.
Minho se acerca, sonriendo al ver ese cabello largo y castaño caer en unos rizos perfectamente peinados, el vestido rojo con blanco y muchas capas que parecía de alguna princesa de cuentos. Ahí estaba, el chico que llamaba la atención a dónde iba, que atraía miradas de sorpresa y rechazo en cualquier otro sitio pero no ahí, no en ese lugar donde podía vestir como deseaba, donde no importaba que use vestidos y una peluca, cuyos cabellos y largas pestañas se mueven un poco con los movimientos de su abanico. Y le sonríe, el chico le sonríe y Minho se acerca hasta sentarse a su lado, toma su mano y deja un pequeño beso en su dorso, ante eso, el chico ahora satisfecho baja el abanico dejando ver unos labios rojos por la pintura de betabel.
— Hasta que apareces de nuevo, Minho.
— Hola, Han Jisung.
Y el chico sonríe, dándole un pequeño golpe con su abanico cerrado.
— Que desagradable eres, ¿Una boda? ¿Y no fui invitado?
— Habrías opacado a todas con un vestido glamuroso, quería algo sencillo.
Jisung ríe y toma de nuevo su trago entre su diestra.
— Habla ahora, cariño, tenemos mucho con qué ponernos al día. De invisible a futuro rey, brindo por ti, Lee Minho. Y porque soportes toda la mierda que viene ahora. Toma un trago.
— No puedo.
— ¿Me rechazas? Oh, es que ahora eres casado —bromea el chico, dando un trago a su bebida.
— No, en serio no puedo.
Y Jisung deja de beber, deja su vaso con lentitud sobre la mesa y cuando mira a Minho, puede entender a lo que se refiere y no puede evitar reír.
— En serio, tienes que decirme todo desde el inicio.
Y Minho se siente aliviado, ahora estaba en buenas manos.
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