5
Minju recuerda su infancia un tanto agotadora. Desde que era niña se le dijo que sería la heredera del reino, así que empezó a recibir además de su educación tradicional, otras clases respecto al cómo gobernar correctamente y ser buena en ello. Debía ser no menos que una reina perfecta.
Al inicio pensó que sería la reina porque era la hermana mayor, pero más pronto que nada descubrió que es porque existía una alianza con el reino Hwang, tendría que casarse con el primogénito, con Hyunjin, a quién había visto ya algunas veces y aunque lo consideraba un niño adorable, nunca habría pensado que algún día tendrían que ser rey y reina. Pero Hyunjin tenía algo seguro, algo que ni ella ni Minho tenían, era un alfa.
Al ser hijo de dos alfas, era prácticamente un hecho que lo fuera, sobretodo siendo el primogénito, mientras que ella y su hermano eran hijos de una relación alfa-omega, haciendo que fuese un azar de pocas posibilidades y aunque a Minho no le importaba lo que fuese, Minju estaba segura de que quería ser alfa porque era notoria la preferencia hacia ellos, porque había escuchado que Hyunjin lo sería y la gente esperaba mucho de él, ella quería eso, ser importante en la sociedad o su gente no la respetaría.
Cuando fue presentada como alfa sintió que las cosas siempre irían bien, que tenía la vida casi resuelta a excepción de las exigencias que requería ser futura reina, pues tenía un día muy ocupado aprendiendo cómo gobernar y desarrollando talentos que sus padres decían la harían resaltar entre la clase alta, Minju estaba decidida a sobrevivir en ese mundo que pronto notó era de tiburones y ella era un pequeño pecesito buscando destacar. Aunque no estuvo en ello sola, aunque Minho se presentó como omega, cuando podía practicaba con ella clases que recibía como alfa, claro, a escondidas de ellos tutores, le ayudaba a entender cosas que no podía por si sola, o escuchando las piezas musicales que debía aprender a tocar en violín aunque el área de Minho fuese el piano.
También tuvo ayuda de Hyunjin, con quién pronto formó una alianza de apoyo más que verse como un mero compromiso, pues éste también estaba decidido a dar lo mejor para enorgullecer a su padre. Minju envidiaba a veces la relación que tenían los hijos del rey Hwang con él, pues el hombre solía mostrarse amoroso y comprensivo, interesado en las actividades de sus hijos mientras que su padre... Bueno, no tanto.
—Preguntaré de nuevo, espero obtener esta vez una respuesta —dijo el hombre, caminando con una vara delgada en sus manos frente a sus hijos, que contenían lágrimas.
Minju tenía diez años, Minho nueve. Unas galletas desaparecieron del plato que la reina tenía sobre su mesa designada a su reunión de té con otras mujeres nobles. Aunque la mujer quiso restarle importancia, el rey pensaba diferente.
— Yo no he criado hijos ladrones, no tienen ninguna carencia para tomar las cosas solo así, entonces, ¿Quién tomó las galletas?
Minho estaba molesto, pero no lo demostraba, ¿Por qué dudaba tanto de ellos? Minju estaba en su clase de pintura y él estaba practicando con la espada, ¿Cómo podrían tomar tiempo para huir con unas simples galletas.
— Manos —dijo el rey.
— Esposo, por favor reflexiona —dijo la mujer, suplicante.
— Manos —repitió el hombre.
Minju soltó un sollozo pero extendió sus manos, al igual que Minho, que aunque tenía sus ojos llorosos se mantenía firme. Ambos recibieron unos golpes con la vara en ambas manos, Minju soltó un grito ronco, Minho mordió su labio con fuerza.
— Preguntaré una última vez antes de condenarlos a cinco azotes por mentirosos, ¿Quién lo hizo?
Minju se sentía terrible, pero no era únicamente por los azotes. Ella había tomado las galletas cuando caminaba buscando a su madre, no sabía que eran para una reunión y moría de hambre pues había estado todo el día en clases, además tomaría un buen tiempo para que comiera algo más pues luego de pintura tenía lectura, pero se sentía muy mal para confesar, sabía que decepcionaría a su padre.
— Yo lo hice —habló Minho.
La princesa se sorprendió, no pudiendo evitar mirarlo con sorpresa. El rey mostró una expresión de desagrado antes de impactar la vara contra las palmas de Minho, que ya había mordido con tanta fuerza su labio que había empezado a sangrar un poco.
— Dejaré que obtengas solo uno, porque al parecer ser omega te ha hecho tan renegado, ni siquiera puedes controlar tu necesidad de tomar algo que no te pertenece, definitivamente no puedes hacerte cargo del reino.
Finalmente, el hombre se fue indicando que sus horas de entrenamiento aumentarían cómo castigo.
Minho tuvo que entrenar hasta tarde, ni siquiera había podido tomar la cena con su familia así que cuando pudo correr al comedor, se sintió aliviado de ver al hombre que cocinaba dejando su plato. Tenía tanta hambre que podría acabar con la cosecha de temporada, pero cuando el hombre dejó otro plato se limitó a quedarse quieto incluso si moría por empezar a devorar lo que había frente a él. Minju asomó su cabeza desde la cocina, queriendo asegurarse que no estaba su padre cerca, luego de ello salió con más ánimo hasta sentarse junto a Minho.
— ¿No deberías estar descansando? —preguntó Minho, tomando un cubierto para empezar a comer.
— Me salté la cena para esperarte.
— ¿Culpa?
— ¿Cómo lo..?
— Dudo que un sirviente tan recatado tomara las galletas y estoy seguro que yo no lo hice.
— Siento que te llevaras otro azote por mi culpa...
— Si nadie decía nada serían cinco, creo que no nos fue tan mal.
— Pero papá...
— Hey, él no espera nada de mí desde que me presenté como omega, así que no pensé que esta vez sería diferente.
— Pero...
— No arruinemos la cena con estos temas, el rey ya nos arruina mucho el día como para alterar la paz de una buena cena.
Minju sonrió, asintiendo mientras empezaba a comer disfrutando solo la tranquilidad que conllevaba estar con su hermano. Ellos eran en realidad muy cercanos, se apoyaban siempre con lo que el otro necesitaba, Minho había empezado a decir incluso que ambos se complementaban y que eran la mitad del otro, Minju se sentía más aliviada con eso porque sabía que contaba siempre con alguien cuando el día fuera agotador. Solían divertirse también huyendo al cuarto del otro para contar historias hasta dormir, aunque tenían que compartir ese tiempo con Changbin, el guardia beta tres años mayor que Minho, el cual había sido asignado a él cuando su hermano se presentó como omega. Minju veía a Changbin un tanto cohibida, pues no podía pasar por alto el hecho que además de cuidar a su hermano, él sería el encargado de ayudarlo cuando sus tiempos de celo dieran inicio hasta que Minho estuviera con alguien, la idea hacía que sus mejillas se pongan coloradas.
Los guardias de los omegas solían ser betas capacitados para desempeñar su trabajo con el mayor respeto, sobre todo en los tiempos de celo. Tenían la obligación de ayudar a los omegas a hacer menos dolorosos esos días, pero también era prohibido que cedieran a sus deseos hasta tener intimidad, no, ellos solo podían usar sus manos que, aunque no satisfacía por completo el deseo del omega, ayudaba a que disminuyera el dolor.
Aún así, Changbin había demostrado ser un buen amigo para Minho y eso ella lo valoraba, porque muchos subestimaban a su hermano, que ya no hacía nada para desmentir los rumores y en vez había adoptado una personalidad demasiado rebelde, argumentando que de cualquier forma nadie esperaba algo de él. Minju siempre intentó incluirlo en todo lo que podía, deseaba resaltar ese potencial que sabía tenía, pero a veces él no cooperaba con ello, aún así seguía amándolo porque era su hermano menor.
Y hablando de amar, para ella había resultado incluso una sorpresa darse cuenta en algún momento de su adolescencia que le gustaba mucho Hyunjin. Había dejado de ser el futuro esposo por acuerdo a ser alguien a quien quería enorgullecer y lograr que algún día la mire de la forma en que ella lo había empezado a hacer. Hyunjin era un gran hijo y sobre todo, una persona con demasiadas virtudes, un gobernante nato, si empezaba algo se aseguraba de hacerlo lo mejor posible y estaba segura que eso era algo así como un lema para él, dar siempre el mejor esfuerzo. Entonces ella empezó a hacer lo mismo, quería destacar en todo lo que podía, así la gente podría decir que eran una pareja destinada a gobernar, que harían lo mejor por y para el reino, pues sabía de antemano que muchos ahí no querían del todo a Hyunjin, sobre todo en las familias nobles, solían decir que el acuerdo era solo porque Minju también era alfa y que era un abuso, pero ambos sabían que ninguno lo planeó de esa forma y aún así él no hacía nada para desmentirlo pues era a su parecer una pérdida de tiempo siquiera el intentarlo.
Deseaba tanto ser una buena reina y esposa.
Pero ahora, en su presente, permanecía sentada junto al trono de sus padres, a su derecha su hermano que rara la vez usaba su propio asiento real pero esta vez la razón de esa junta era él mismo. Frente a ellos, el príncipe Hwang y sus padres, habían soltado el comentario que representó una bomba en la vida de Minju.
— Minho y Hyunjin deben casarse.
— ¡Eso jamás! —se quejó de inmediato el rey Lee.
La mañana siguiente tras la noticia del embarazo del príncipe empezó con la visita de los reyes, entonces Minju solo pudo pensar en las palabras de Minho diciendo que desde ese día sus vidas cambiarían, le sorprendía poco que tuviese tanta razón.
— No estamos dispuestos a pasar la humillación de un heredero fuera del matrimonio, Lee Minho lleva ahora también el futuro del reino Hwang, el primogénito de Hyunjin.
— El acuerdo era que Hyunjin se case con Minju.
— ¿Es Minju la que espera un hijo? —preguntó la reina Hwang, continuando cuando el rey empuñó sus manos—. Eso pensé.
— ¿Alguien ha pensado siquiera en lo que ella quiere? —pregunta la reina Lee.
— Nos es indiferente ahora —se apresura a responder el rey Hwang—, lo único que sabemos es que Lee Minho espera el hijo de Hyunjin, la noticia se sabrá pronto y no estamos dispuestos al escándalo que genere saber que fue un completo descuido.
— ¿Sabe cuánta burla generará en ambos reinos qué Lee Minho entrara en celo y que Hyunjin, siendo alfa, no pudo controlarse? —cuestiona la madre del castaño con asco de tan solo imaginarlo—. Mi hijo no estará en la boca de esos sucios nobles que solo desean un motivo para humillar.
— ¿Qué planean entonces?
— Diremos que se consideró que el reino Lee tiene solo un alfa para decidir que, Lee Minho se casará con Hyunjin y que Minju podrá unir alianza con otra familia noble.
— ¿No creen qué será un poco raro que pasemos de prometidos a cuñados? —pregunta Minju con voz tímida.
Los cuatro adultos voltean a verla pero solo la reina Hwang hace un ademán con su mano acompañado de una cara de desagrado.
— Tonterías, la gente lo creerá. Los matrimonios son alianzas después de todo, es como pasar un contrato de unas manos a otras.
Minju muerde su labio, intentando no perder la cordura, ¿Su hermano tendría que casarse con el chico que le ha gustado desde niña? Debía ser una cruel broma del destino. Un contrato, eso fue siempre para los padres de su prometido, a quienes veía como futura familia, algo desechable que si no les convenía podían simplemente alejar.
— Bien, aceptamos —habla el rey Lee.
— ¡Padre! —se queja rápido Minho—. Ni siquiera he entablado mucha conversación con Hyunjin, no nos conocemos.
— Eso no les impidió procrear un hijo —dice la reina Hwang—. Ten algo de dignidad antes de decir que no conoces a mi hijo, Lee Minho.
El mencionado se muerde el labio, se siente humillado pero sabe que tiene razón, decir que no se conocen ahora era inútil.
— Debemos hacer la boda cuanto antes, así Minho no bota vientre y diremos que el bebé fue hijo de la noche que se consumó el matrimonio.
— Tres días, preparen todo.
Minho mira a Hyunjin, espera que se oponga, que exprese también su disgusto y que entre ambos consigan que se piense en otra alternativa, pero al verlo cabizbajo cómo si fuese ajeno a toda esa conversación supo que no diría nada para llevarle la contra a sus padres. "Cobarde", piensa Minho. Minju tampoco dice nada y él no puede creer que ambos chicos actúen tan calmados con aquella situación cuando hasta hace un par de días se veían como prometidos, pero debió imaginarlo, estaban tan dominados por los reyes que estos podrían pedirles casarse con cualquier persona incluso el ser más horrible del mundo y ellos accederían para no llevar la contraria.
Patéticos.
Minho se levanta de su asiento, harto de ver tanta sumisión de su parte, así que se retiró en dirección a cualquier otra parte. Hyunjin quiso seguirlo, quería hablar sobre eso, desde que la noticia corrió no habían tenido oportunidad de conversar, por los dioses, él iba a ser padre y ni siquiera encontró un momento para hablarlo con la persona que llevaba a su hijo en vientre. Pero las palabras de su padre lo detienen cuando escucha que hasta el día de la boda Hyunjin deberá quedarse ahí para hacer todo "menos sospechoso", sintió que deseaba estar muerto, tres días ahí cuando todo era aún un caos, cuando la gente iba a estar murmurando cosas sin siquiera ser discretos, tendría que vivir el día a día con la noticia fresca de todo eso. Y entendió finalmente que era lo justo, porque Minho estaría en iguales condiciones.
Changbin seguía a Minho, que ahora caminaba por las escaleras a un paso tan apresurado que el beta sentía sus piernas arder.
— Alteza, por favor, más despacio.
— Obligarme a casar tan repentino, y ellos obedecen.
— ¿Habla de sus padres?
— No esperaba que ellos intercedan, habló de Minju y Hyunjin.
— Sabe que ellos siempre han sido devotos a los reyes, los educaron para no objetar.
— Aún así es repulsivo que tomen con tanta accesibilidad que cambien de esta forma sus vidas, entrenando tanto para ser reyes y una pareja, todo eso perdido en un día.
— Pero no por decisión de ellos, se esforzaron mucho y un error se los quitó.
Minho se detuvo al escucharlo, Changbin se sintió mal apenas sus palabras salieron, sabía que tampoco había sido elección de Minho que las cosas se dieran de esa forma y por eso todos estaban tan frustrados.
— Lo siento, joven Minho... Si tan solo yo hubiese estado con usted...
— Tampoco es culpa tuya, yo te pedí adelantarte ese día.
— Sí pero los reyes tienen razón, el celo no es repentino, si usted tuviera un mejor guardia...
— ¡No te atrevas a finalizar esa oración, Seo Changbin!
El mencionado bajó la mirada, sintiéndose el peor guardia del mundo. Minho se acercó hasta tomar sus manos, entonces el beta se sintió más relajado para mirarlo a los ojos, el príncipe sonreía intentando brindarle calma, definitivamente Changbin se sentía agradecido ahora pues estaba seguro servía a la mejor persona del reino.
— Changbin, el día que te presentaste como opción de guardia supe que había algo especial en ti, por eso te elegí. No me importó siquiera el hecho de que me hubieses mentido, así que encontraremos una solución juntos.
El beta sonríe, era culpable de ello. La realidad es que los guardias debían estar atentos en percibir cuando el aroma de los omegas empezaba a ser más fuerte, así sabían que el celo estaba pronto y que no debían alejarse por nada, pero Changbin no podía oler. Desde pequeño en sus primeros entrenamientos de guardia había recibido un golpe que le quitó casi en su totalidad poder percibir aromas, si quería oler algo debía esforzarse demasiado y a cambio podría oler apenas poco, pero jamás dijo nada, pues un requisito era poder estar atento siempre al aroma de la persona a la que cuidaría. Minho lo tomó de buena forma y era quien estaba atento a su propio aroma en cada celo, de esta forma evitaban que la gente se diera cuenta de la condición del beta.
— Mientras tanto... Un hijo, ¿Huh?
— Por los dioses, ni lo menciones —respondió Minho—, que pánico.
— Supongo que no tendremos más fiestas. Es triste, no fuimos conscientes de que sería nuestra última fiesta, ni el último celo que pasaríamos juntos y no porque ahora se vaya a casar o porque el embarazo significa que no habrá celo —dijo, elevando sus hombros ante la mirada confusa de Minho—, es porque luego de intimar ¿Cuatro veces dijo el rey? Dudo que mis dedos basten.
— ¡Te voy a destituir!
El beta salió corriendo en dirección al cuarto de Minho mientras éste lo perseguía completamente colorado de la cara, ¿Por qué todos debían saber eso? Maldito sea Hwang Hyunjin y su necesidad de comentar toda su vida.
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