4
Hay parejas que intentan con fervor tener un heredero, Hyunjin había sido testigo de eso. Personas que aprovechaban sus celos para intimar cuál animales en espera de que éste sea el día que sus esfuerzos rindan frutos, pero como cada celo, fracasaban, así que iban hasta su reino donde pedían ayuda a su padre, suplicando algunas hierbas o pócima del mago real para poder quedar encinta. Eran muchas las parejas que jamás concebían su anhelado bebé y Hyunjin pensó que con algo de suerte, su encuentro con Lee Minho no tendría repercusión.
Gran error.
Unas semanas después el rumor de que Minho había vomitado durante una práctica de espada corrió por todo el reino Lee, en un par de días, se avisó que había tenido un episodio de atracón que acabó nuevamente en náuseas durante un banquete y la gente es cruel, no importaba que fuera el príncipe, los rumores no tardaron en hacerse esperar porque Minho es conocido por ser un testarudo que escapa incluso del castillo para ir a divertirse y la idea de que el príncipe esté encinta de un plebeyo fue abismal. Algo en Hyunjin decía que no se preocupe, pero otro lado decia que era responsabilidad suya también, no quería inmiscuirse mucho en eso, pero una noche mientras cenaba con su familia aquello cambió.
Su padre era completamente diferente al rey Lee, solía ser amoroso y preocuparse por lo que aprendían durante el día, así que siempre pensó que podría contar con él pese a cualquier adversidad. El hombre alternaba sus bocados de comida entre charla con su esposa y con el menor de sus hijos, Hwang Seungmin, hablando de lo especial que será su revelación como alfa, dando por sentado aquello como si fuese un hecho, como si esa regla no se hubiese saltado a Felix, que comía entretenido con la charla a sabiendas de que aquello seguía siendo un azar, entonces su madre habló.
— Escuché los rumores del príncipe Lee. Me sorprende que aún no actúen para desmentir o verificar.
— Ya conoces a Minho —dijo el rey—, seguro grita algunas maldiciones alegando que no le pondrán una mano encima.
— ¿Imaginas que su hijo sea el bastardo de un plebeyo? —la mujer se mostró preocupada—, sé que gusta de llevarle la contra a sus padres, pero esto sería el colmo.
— Madre, padre, creo que eso al final sigue siendo un tema que concierne a Minho —habla Felix, dejando su cubierto sobre la mesa, exasperado.
La mujer se avergüenza, olvidó por un momento que también tenía un omega por hijo y que debía sentirse también agredido por cómo se estaba tornando todo con aquellos rumores.
— Tienes razón, Felix. Es un tema que no nos involucra, no nos enojemos por ello.
— Creo que sí nos involucra, madre —dice Hyunjin.
La atención se centra en él, salvo Seungmin que sigue atento a comer la fruta de su plato. No sabe a qué se debe, tal vez la vergüenza, tal vez el coraje de que a él no se le juzgue y que el peso de las palabras recaiga en Minho, pero decide confesar.
— ¿A qué te refieres, Hyunjin? —pregunta esta vez su padre, dejando de comer.
— Yo... El príncipe Lee Minho estará encinta —asegura—, porque fui yo quien lo embarazó.
El silencio que se instala en el comedor es sepulcral, la reina abre un poco sus ojos en señal de sorpresa, el rey cambia su expresión de duda a una de total molestia, Felix mira con incredulidad y al mismo tiempo diversión hacia su hermano y Seungmin, bueno, él sigue intentando atrapar el mango con un tenedor sin que se resbale.
— ¿Qué?
— El día del banquete yo tuve intimidad con Lee Minho.
— Bastardo —dice Felix, emocionado, pero cambiando su expresión a una de regaño cuando siente la mirada de su madre sobre él.
— No puedo creerte eso —responde el rey.
— Pero fue así, no es cuestión de que lo creas o no, son los hechos —dice, una vez empieza a hablar no puede parar, la culpa lo estaba matando—. Entré a la habitación de Minho, que estaba en celo y fui débil ante su aroma, tuvimos intimidad... Cuatro veces, así que sí, en realidad si no es mío me preocuparía un poco mi fertilidad.
— ¡Eres un vulgar! —se queja su madre, levantándose de la mesa para irse.
— ¡Eres un alfa, Hyunjin! —dice su padre con tono brusco—. Se supone que piensas con claridad, ¡Debiste actuar con la cabeza fría! Que decepción.
El hombre se levantó, dispuesto a dejar la mesa pero antes advirtiendo a Hyunjin que debía prepararse porque saldrían ya mismo al reino Lee para arreglar aquello y finalmente, siguió a su esposa para consolarla. Cuando quedaron solo los tres príncipes, Hyunjin se sintió avergonzado, pensando que había decepcionado a la familia por completo y que ahora tendrían que enmendar su error, cómo si fuese un infante habiendo cometido una travesura.
— ¿Cómo pasas de ser el más recatado del reino a intimar cuatro veces en una noche? —pregunta Felix, aplaudiendo.
— No es algo por festejar, Felix, actúa con madurez ante este problema.
— ¿Así como tú fuiste maduro al embarazar a tu cuñado? No seamos doble cara, Hyunjin.
— Lastimé a la familia.
— No, lastimaste a dos personas que están frustrados porque no pudieron hacer de tu vida lo que ellos querían. Seungmin y yo no estamos lastimados.
Respondió, elevando un poco sus hombros mientras el más joven se emocionaba por poder atrapar el mango con la punta larga del tenedor, finalmente comió antes de intentar nuevamente con otra pieza. Hyunjin deseó por un momento eso, que nada le importe salvo algo tan banal.
— Pero te reconozco el valor de decirlo —habló Félix mientras se ponía de pie—, no es justo que solo Minho pague por ese hecho con unos rumores tan nauseabundos.
Felix se fue, dejando a Hyunjin con una sensación de menos culpabilidad aunque aún así, dolido. Tenía razón, fue un desliz sobre un acuerdo del que él nunca tuvo voz ni voto, de una alianza que se formó desde su primer día de vida sin preocuparse por lo que él querría. Pero eso no evitó que aunque fuera noche su padre le hiciera entrar al carruaje para acompañarlo al reino Lee, su madre ya no había salido de su habitación y por orden real, Felix no podía acompañarlos aunque éste insistió en querer "recabar información del suceso en cuestión". Hyunjin ya se sentía como un niño regañado, quería esconderse en el centro de la tierra hasta que esas turbulentas aguas estuvieran finalmente en calma, pero pensó que de hacerlo, tal vez nunca saldría, aún así la necesidad de esconderse de todo y todos volvió a sacudir su cuerpo cuando llegaron hasta el castillo, pidiendo ver al rey.
El hombre se mostró alegre hasta ver el semblante de sus dos visitantes, asimismo, la duda empezó a dominar su cuerpo cuando el rey Hwang le comentó que tenía que hablar con él, la reina y únicamente Minho presente. El gobernante pensó que vendrían por algo relacionado a Minju, así que mandó a llamar al príncipe con algo de intriga. Cuando Minho vió a ambos palideció al momento, permaneciendo en la entrada del salón hasta que se vió forzado a ingresar, Hyunjin no supo cómo interpretar su mirada, había sorpresa, confusión y por último, estaba seguro de haber una pizca de traición en sus ojos, cómo si se sintiera herido de alguna forma.
— Rey Lee, lamentamos la visita tan repentina a su reino, pero me temo que tenemos un asunto en manos que demanda urgencia.
— Está bien, rey Hwang —respondió el adulto, haciendo un ademán con su mano—, no me atrevería a cuestionar una de sus visitas y menos cuando refiere es un asunto urgente. Por favor, hable.
— Me temo que no soy yo el que debe hablar esta vez, ya que es un asunto que concierne a nuestros descendientes.
— ¿Príncipe Hyunjin? —preguntó el adulto, confundido, antes de mirar a su hijo—. ¿Minho? ¿Ha ocurrido una pelea?
— Tal vez una pelea conllevaría menor desgracia —susurra el castaño.
— Traidor —murmura Minho, aún así, los presentes pueden escucharlo.
— ¿Traidor? —pregunta el rey Hwang, ofendido—. Puedo preguntar, ¿Cómo pretendía ocultar algo tan grave aún con todos esos rumores posiblemente ciertos?
— ¿De qué habla, Minho? —pregunta su padre.
— El día del banquete final el príncipe Minho y yo intimamos —suelta Hyunjin, como una bomba que estuvo esperando en su interior tanto tiempo, al fin lista para explotar.
Los padres del mencionado se quedan en silencio, y Minho lleva sus manos hacia su rostro deseando estar en otro lugar del mundo justo en ese momento.
— ¿Minho?
— Fue un total accidente —confiesa el chico—, mi celo se adelantó y yo...
— ¡Que desgracia! —grita su madre, llevando sus manos hacia sus labios antes de sollozar—, ¡Es el prometido de tu hermana, Lee Minho! ¡Y tú! —señala a Hyunjin aunque éste sigue mirando al suelo—, ¡Confíamos en ti!
— Un celo no es repentino, Minho, ¿Dónde demonios estaba tu guardia cuándo tu aroma empezó a aumentar? —se queja el rey.
Minho muerde con suavidad su labio, Changbin en ese momento debía estar encargándose de otras cosas a petición suya, pero no había forma de que les dijera lo que sucedía con él sin que lo destituyeran y él no podría vivir sin la complicidad del beta en sus labores.
— Le había pedido traerme especias del pueblo.
— ¿Especias? ¿Esperas qué creamos eso? Con tu historial de rebeldía, ¡Debimos ser más serios contigo! —el rey lleva su mano hacia su boca cuando una idea atraviesa su mente, primero mostrando desagrado antes de expresar enojo—. ¿Es por eso qué vomitaste? Los rumores son ciertos, ¿No es así?
— ¿De qué habl-
— ¡No te atrevas a fingir demencia! Estoy cansado de tus mentiras. Hablo de los rumores que dicen estás encinta.
— ¡Claro que no lo estoy! ¡Fue un único accidente!
— Mi hijo refiere haber terminado cuatro veces al menos, Minho.
— ¡Hyunjin! —se queja el chico.
— ¡Por los dioses, debía saberlo!
— ¡Esto es un caos! —se queja la mujer, poniéndose de pie antes de señalar a su esposo—. Tú, llama al médico real ahora, ustedes —señala a los príncipes—, al salón real, encerrados hasta que se compruebe o descarte que Minho esté encinta, usted —señala al rey—, los vigilará porque ya descubrimos que basta un momento a solas para que arruinen sus vidas.
Nadie objetó, todos sucumbieron a palabras de la omega enfurecida y decidieron esperar a que el médico llegue para poder liberarse de aquella duda. Pero cuando el resultado se dió, nada mejoró.
Minju estaba en su habitación, revisaba unos documentos del reino sobre la administración del fondo designado a los hogares, tenía que leer todo tipo de información que le permita ir comprendiendo cómo tener un buen manejo cuando estuviera a cargo, aunque a veces era agotador leer documentos tras documentos. Entonces, su dama de compañía se acerca a paso veloz sin llegar a correr, con una sonrisa mientras eleva con sus manos parte de su vestido para no tropezar.
— Alteza, alteza.
— Sana, te he dicho que no corras, ¿Quieres tropezar?
— ¡Por eso he levantado mi vestido, alteza!
La chica sonríe mientras suspira, dejando de lado sus papeles para prestar atención a su dama.
— Dime, ¿Qué es aquello urgente?
— Escuché que el príncipe Hwang está aquí con su padre.
— ¿El príncipe y el rey Hwang? ¿Ahora mismo?
— ¡Sí! Tal vez han venido a formalizar finalmente una fecha para las nupcias.
Comenta la chica con emoción, Minju no puede evitar sentir su rostro arder debido al sonrojo, una parte le dice que no sea incrédula, pero otra decide creer como una niña ilusionada en aquello pues empieza a sentir un agradable cosquilleo en su estómago, aún así, decide no sucumbir a la emoción y se mantiene seria incluso si una sonrisa amenaza con aparecer a cualquier mínimo estímulo.
— No importa el motivo que sea, debe ser importante para venir de esta forma.
— ¡Es porque otoño es el mejor momento para casarse! —asegura la chica, empezando a balancearse por la habitación con total ilusión—. Mi madre solía decirlo, una boda de otoño trae consigo un retoño.
— ¡Sana!
La princesa no puede evitar darle un pequeño golpe a la chica lanzando su pañuelo, aunque claro apenas la rozó. Lo que era cierto es que la duda podía más con ella, así que intentando mostrarse no muy ansiosa, le dijo a su dama que debían fingir bajar por agua, algo en lo que la chica estuvo inmediatamente de acuerdo pues también se sentía emocionada. Ambas empezaron a caminar con total normalidad por los pasillos, pero su trayecto no duró mucho cuando pudieron escuchar las no discretas voces de unas mujeres en uno de los corredores.
— ¡Los dioses nos castigarán por su falta!
— ¡Baja la voz! ¿Quieres qué aquellos que nos castiguen sean los reyes?
— El príncipe Minho cometió la peor de las faltas a la moral que se pudiera dar, ¿Qué será de nosotros ahora?
— No lo sé, escuché que en cuanto el médico confirmó que el príncipe está en cinta, el rey Hwang tomó a Hyunjin y salió del castillo sin quiera esperar a que el guardia le comente al rey Lee.
— Debe haber estado furioso.
¿Minho estaba encinta? Minju no pudo evitar permanecer ahí oculta para escuchar más de aquello que no comprendía, aunque Sana ya había llevado su mano hacia sus labios, como si ella hubiese descubierto algo en esas palabras que la princesa aún no hacía.
— ¿Cómo crees qué lo tome la princesa?
— Estará devastada, esa noticia es muy fuerte incluso para nosotros, imagina ella que era su prometida.
— Pobre de mi niña... Ella es tan buena y dedicada a su futuro rol de reina.
— Lee Minho ha cruzado la línea, intimar con el prometido de su hermana, ni siquiera un bárbaro.
Minju empezó a sentir que todo le daba vueltas, quería sucumbir ante aquello, cerrar los ojos e ignorar todo, pero tenía que ser fuerte. Así, decidió encarar a su hermano y preguntar por esos rumores, para bien o para mal, obtendría una repuesta, así que empezó a caminar casi en automático hasta la habitación de su hermano.
— Princesa... Princesa, por favor —repetía Sana, intentando alcanzar el paso rápido de la chica.
Debía ser un error, un malentendido y claro que haría pagar a quienes se atrevan a inventar un rumor tan absurdo y de mal gusto como ese, solo debía hablar con Minho, cuando lo niegue ambos podrían reír juntos de aquella situación y verían cómo hacer callar a los chismosos. Entonces su estómago se contrae cuando ve dos guardias resguardando la puerta del príncipe.
— Háganse a un lado —habla, siendo detenida por la mano de uno sobre la puerta.
— Princesa...
— ¡Dije que se hagan a un lado!
Minju esperaba que la respuesta de Minho fuera negativa, que ambos buscarían quién inició tal rumor y pronto acabaría, pero cuando asintió a su pregunta, sintió su estómago doler y una sensación de náuseas en la garganta. Por inercia, sintió la rabia suficiente para abofetearlo, por razón, sintió la pena necesaria para abrazarlo, porque sabía que Minho debía tener un motivo, porque sabía que tendría que haber una historia tras aquel insólito hecho, Minho no podría hacer algo para lastimarla de forma consciente, después de todo, era su otra mitad.
Y cuando le contó lo del celo, Minju solo pudo entender finalmente a lo que se refería su padre cuando dice que un omega no puede tomar decisiones tan importantes, que a veces bastaba un momento vulnerable para que tomen malos caminos. Ambos hermanos se dejaron caer de espaldas en la cama del príncipe, tan agotados en todo sentido, estaba siendo una noche tan larga, Minho buscó sin dejar de mirar hacia el techo la mano de su hermana y una vez encontrada, enlazó apenas sus índices.
— ¿Me odias? —pregunta.
— Nunca podría hacerlo, no solo eres el heredero omega, eres mi hermanito —responde Minju, apretando otro poco su agarre de dedos aunque con amargura en el tono de su voz—. Solo quiero entender, hacerme una idea de cómo serán nuestras vidas desde ahora.
— No pensemos en eso por ahora, por favor —pide Minho—, hay que dormir hoy, juntos, como cuando éramos solo unos niños, porque mañana al despertar nuestras vidas cambiarán y ya no podremos tener un momento así. Olvidemos por hoy que somos príncipe y princesa, que hay acuerdos nupciales, olvidemos que existe jerarquía y bebés.
— Somos solo dos hermanos descansando —asegura Minju.
La chica gira un poco su rostro para mirar a Minho, que asiente sonriendo antes de que ambos empiecen a ceder al sueño tras una noche agitada, solo deseaban eso, descansar juntos sin más. Aunque esa noche, Minho durmió sintiéndose un omega igual al resto, mientras que Hyunjin lo hizo sintiéndose un alfa diferente a los demás, lo que ambos compartían a raíz de eso era un único sentimiento: vergüenza.
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