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3

Minho nunca tuvo un problema con ser lo que era, ni siquiera cuando se enteró que estaba destinado a ser omega, era una posibilidad debido a que su madre no era alfa. Al menos hasta que supo que recibiría un trato diferente por ello. Sus padres nunca fueron demasiado afectuosos, por lo que gran parte del cariño que recibieron los hermanos Lee fue entre ellos mismos. Minju procuraba que su hermano nunca se sintiera desplazado por el simple hecho de ser un omega, que si bien, no eran rechazados socialmente al tener un gran labor como lo era preservar la especie, sí seguía siendo un tabú hablar de lo mucho que sufrían y el poco interés hacia sus necesidades, además del poco impacto social que les permitían tener.

Para empezar, un omega no podía desempeñar un cargo demasiado importante, pues solían decir que eran más emocionales e inestables, sobre todo cuando su celo se acercaba haciendo que se les nuble la razón, esto último no era tan alejado de la verdad. El celo de un omega era regular la mayoría de las veces, cada tantos días podías notar que empezaría pues el aroma poco a poco se hacía más fuerte hasta el momento en que necesitaban con fervor saciar su necesidad de intimar haciendo que sus aromas se potenciaran. Una vez saciada esa necesidad, poco a poco recobraría la cordura, pero eran esos momentos en los que muchos aprovechaban para imponerse y sacar ventaja de alguna situación.

Cuando Minju se presentó como alfa fue la mejor noticia que pudieron recibir sus padres, significaba que la alianza se llevaría acabo por dos alfas, cuando Minho se presentó como omega, pasó simplemente desapercibido, no fue ni orgullo ni deshonra, simplemente fue el momento en que decidieron no tendría voz en lo que concierne al reino. Al principio, se sintió abatido, era parte de la familia, ¿Por qué lo desplazaban así? Luego, cuando vió cómo crecía Minju, se sintió agradecido, porque él tenía opciones.

— ¡Minho! —la voz de su hermana retumbó por su habitación, el mencionado se abrigó más con sus sábanas—. ¡Despierta ya, dormilón!

Lo siguiente que sintió fue el peso de su hermana caer sobre él mientras ésta reía. El chico se removió molesto, apenas sacando su cabeza entre las sábanas, finalmente sonrió mientras intentaba alejarla con sus manos.

— Déjame dormir.

— Son las dos de la tarde, ¿Otra vez llegaste de madrugada?

— No, he estado aquí todo el día todos los días —respondió, guiñando un ojo.

— Que envidia —respondió la chica, dejándose caer de espaldas a la cama aunque aún sobre los pies de su hermano—. Yo quisiera un respiro, es tedioso escuchar cada reunión los planes que tienen para ti como si no estuvieras ahí.

— Escapa conmigo una noche e iremos hacia mundos lejanos donde nadie espere mucho o nada de nosotros.

Minju se ríe, la idea suena graciosa, pero Minho permanece en silencio, completamente sincero con su idea, sin embargo su hermana nunca ha detectado que está hablando sin bromear. Él desea que huyan juntos, son todo lo que tienen del otro, ambos son infelices ahí, no tendrían sus mismas comodidades pero al menos serían libres, tampoco se atreve a repetir su pregunta, porque no sabe cómo decirle que es verdad, teme de la respuesta o la expresión que pueda hacer su otra mitad, como suele llamar a su hermana. Pero está cansado de ver como sufre por su agenda llena de futura heredera, sabe de antemano que ella tampoco disfruta que él sea tan desplazado, si tan solo ambos hubiesen sido alfas no tendría que cargar con todo ella sola...

Finalmente Minju se levanta, sacude su vestido para evitar las arrugas, Minho frunce los labios, vestimenta perfecta incluso.

— La mesa del desayuno ha sido levantada, pero pedí en cocina que tengan preparado algo para ti, baja a comer en cuanto termines de estirarte, de lo contrario te dolerá el estómago. No creo que estés lleno de té y galletas.

— Me atrapaste —responde, enseñando sus palmas en señal de rendición—, estoy lleno de cerveza y carne.

— ¿Qué diría la gente si se entera, eh?

— ¿Qué no es de sorprender?

Minju sonríe y sale de la habitación, cerrando la puerta tras ella. Minho finalmente respira, se siente extrañamente cansado, pero decide que es hora de empezar un día sin planes. Se levanta, se viste y decide bajar a comer algo, fuera de su habitación lo espera su guardia, Changbin, un beta designado a su cuidado desde que se reveló como omega. Su relación es buena, no puede estar más agradecido, pues el chico lo acompaña a sus aventuras fuera del castillo cuando se supone debería estar en los eventos reales.

— La princesa parecía de buen humor —dice el beta sin detener su andar.

— Es el cierre de festejo, definitivamente lo está.

— Finalmente podrá descansar de tan abrumadores días —confirma Changbin.

— Dame el reporte del día.

— Banquete, baile y cierre de evento, todos los invitados permanecerán esta última noche aquí y parten mañana al amanecer, a excepción del príncipe Hwang, que parte antes del banquete.

— Noche ocupada para ellos, noche libre para nosotros —dice Minho, ingresando a la cocina donde un hombre le saludó con un ademán antes de pasarle su plato de comida.

El príncipe agradeció y se dirigió con su plato hacia la amplia mesa, donde tomó asiento para empezar a comer ante la frustrada mirada de Changbin.

— ¿Saldremos también hoy?

— ¡Las noches son cortas, Changbin! Debemos aprovecharlas.

— ¿Es por ese chico de la taberna?

Minho resopló, tomando un poco de pan para llevarlo a su boca. El beta hizo una mueca antes de palmear con suavidad la mesa.

— ¡Estoy en lo correcto! Príncipe, no puede fijarse en alguien como él, ¡Ya es un excluido! ¿Quiere ser un marginado?

— Bendigo el hecho de que los guardias apoyen a sus príncipes, no me imagino lo que dirías de mí sino —responde con sarcasmo.

— ¡Debe hacerme caso! Nunca me opongo a sus decisiones a sabiendas de que podrían destituirme por ello, pero es llevar su vida a la ruina.

— No es por un chico, Changbin, te generas ideas fantasiosas rápido, ¿Seguro que no quieres ser un bardo?

El chico pareció ingenuo ante su repuesta, mostrándose no muy convencido pero Minho no le dió más vueltas a ello. En vez de eso, decidió ponerse se acuerdo con Changbin para encontrarse pasadas las seis en dicha taberna como hacían cuando se fugaban, pues siempre era más fácil pasar desapercibido siendo uno que dos.

Mientras tanto, Hyunjin terminaba sus preparativos para regresar a su reino, ser el primero en irse de un evento era tedioso, pues significaba despedirse de todos los presentes, pero todo fuese por no asistir aquel último día. Llegó hasta la puerta del salón privado de la princesa y tocó con suavidad, esperando unos segundos hasta que se dispuso a entrar tras escuchar un "puede pasar". Minju estaba cambiando de lugar algunas cosas de salón con ayuda de unos sirvientes, en el reino Lee, además de las habitaciones, los miembros de la familia real poseían salones privados donde podían desarrollar actividades que fueran de su agrado en completo confort, nadie podía entrar sin invitación, ni siquiera otros familiares. Hyunjin conocía tres de esas cuatro habitaciones.

El salón de Minju Lee tenía dos instrumentos, un violín blanco y un arpa, muchos libros, un caballete con una maleta llena de frascos de cerámica con pinturas de colores, en otro frasco algunos pinceles, un gran sofá cómodo y un taburete, además de una pequeña mesa con dos sillas. Conocía ese salón como la palma de su mano, siempre pulcro y de igual forma, como si fuese una pintura.

— Príncipe Hwang, que sorpresa, ¿Ha venido a despedirse? —pregunta la mujer, dejando su libro a un lado para levantarse del sofá y acercarse al chico.

— En efecto, sabe que deberé despedirme de todos y solo los dioses saben cuánto me tomará si empiezan a hacer plática.

El castaño se muestra afligido, Minju sonríe entretenida con la idea.

— Imagino que dejará al rey Lee para el final.

— Imagina bien, princesa, porque entre más tarde me despida menos me hablará de sus hazañas y las de sus antecesores, otra vez.

Minju ríe, conoce esa historia tan bien como Hyunjin, su padre nunca pierde la oportunidad de recordar las grandes historias de otros reyes que ha tenido el reino. Pero está agradecida de que Hyunjin se tome el tiempo de escuchar al menos un poco de aquello que le hace tanta ilusión al rey.

— Espero entonces que tenga un buen viaje, príncipe. Es una pena que otra vez no pudimos tener un dueto de violín en la ceremonia.

— Creo que la última vez que pudimos tocar algo juntos fue hace unos cinco años, ¿No es así?

— Y yo no tenía mucho de empezar con dicho instrumento, no ha podido ver qué ahora le sigo el ritmo, tal vez incluso lo supero.

— ¿Es digno de una prometida retar a su futuro esposo?

Pregunta Hyunjin, aparentando molestia pero no pudiendo ocultar su expresión divertida cuando vió el rostro colorado de Minju y cómo ésta de pronto se hizo más pequeña.

— Es un chiste —dice él—, sabes que no podría ser tan estricto.

— Soy consciente de ello, es solo que rara vez nos referimos al otro como futuros esposos.

Hyunjin deja de sonreír, entendiendo el punto y carraspea un poco intentando aclarar su garganta. Sigue siendo raro que pese a estar comprometidos desde pequeños sea tan fácil y complicado hacerse a la idea de que serán esposos.

— Lo siento.

— No, no, es lindo —confiesa Minju—, haremos algo bueno por el reino.

Hyunjin asiente, aunque casi no hablan de su relación como prometidos, han compartido muchas ideas sobre los cambios que harán y lo mucho que desean esforzarse ambos por dar lo mejor como reyes. Finalmente se despide, hace una pequeña reverencia y continúa con su labor que para suerte suya, no es tan tedioso como esperaba, pero sí debe terminar de arreglar unas cosas que para cuando consigue acabar, dan las cinco y media.
Le pide a su guardia que le ayude llevando sus maletas hacia el carruaje, otros sirvientes del reino Lee se ofrecen a ayudar así que al verse sólo, Hyunjin camina por los pasillos sintiendo aún una extraña sensación en el pecho por haberse referido como futuro esposo ante Minju. No es algo que le desagrade, pero esta vez se siente más real, más cercano, como si todo ese tiempo preparándose fuera a dar frutos pronto y cuando cree que sus emociones no pueden estar en mayor caos, puede ver a un hombre corriendo a través del pasillo, haciendo que algo en él se ponga alerta pues sabía que todos ya deben estar en el salón real dando inicio al banquete, nadie se saltaría las palabras de agradecimiento del rey que da como inauguración, así que debía ser un extraño.

Hyunjin corre intentando alcanzar al hombre, no puede ver sus primeros giros pero siente que va en dirección correcta, algo en su interior se lo dice, además hay un aroma bastante peculiar que hace que sienta está siguiendo un rastro, lo que no esperó fue llegar hasta la habitación alejada de Lee Minho. Una vez frente a la puerta, siente que hay algo mal, pero su falta de comunicación con el príncipe testarudo hace que se sienta titubeante de decir algo, ¡Pero debe actuar! Se dice él mismo, sus peleas infantiles con Minho no deben influenciar en sus acciones cuando no sabe si éste está en peligro. Entonces decide tocar con suavidad la puerta.

— ¿Príncipe Lee? —pregunta con desconfianza—. ¿Se encuentra bien?

No hay respuesta, Hyunjin empieza a sentirse un poco agitado, como si su instinto le estuviese diciendo que definitivamente algo estaba pasando, ¿Y qué demonios era ese olor? Era dulce pero ácido, horriblemente empalagoso y repentinamente más fuerte, por unos segundos deja de molestar y empieza a ser adictivo, distingue el aroma de la miel como si estuviera en medio de una habitación llena de esta, y si se lo propone, empieza a percibir un aroma suave a limón que genera un cosquilleo en su abdomen. Es dulce, Hyunjin odia lo dulce, pero su boca empieza a salivar un poco.

— ¿Príncipe Minho, tiene algún problema?

Pregunta, esta vez escucha un pequeño quejido como respuesta así que se dispone a intentar abrir la puerta, por un momento abrumado ante la idea de que un ladrón entrara a su habitación, entonces empieza a forzar la perilla.

— ¡Vete!

Escucha al otro lado, pero nuevamente un quejido y se angustia, porque está preocupado y al mismo tiempo empieza a sentirse un poco mareado. El cosquilleo ahora recorre su espalda hasta su nuca y se siente abrumado por cómo se ha potenciado ese aroma.

— Por favor vete —esta vez suena más a una súplica.

— ¡Minho por favor, déjame ayudarte!

Pide, sin saber que la idea del problema que ambos tienen en mente son dos cosas completamente diferentes, porque tras forcejear otro poco escucha como quitan el seguro de la puerta. Minho abre y Hyunjin siente un golpe de hormonas en cuanto inhala el aroma de la habitación, pero no es eso lo que lo deja estático.
Minho tiene el pantalón abajo y su camisa torpemente desabrochada de los botones inferiores, está sonrojado, sus piernas ejerciendo presión entre ellas con una notoria erección. Entonces entiende la razón de respirar un aroma tan fuerte, Minho entró en celo.

— ¿Dónde... Dónde mierda está tu guardia? —pregunta, llevando su diestra hacia su nariz en un intento de respirar lo menos posible si aroma.

— Por favor...

— Regresa a tu habitación, buscaré alguien que ayude.

Minho lo mira con el rostro suplicante, y Hyunjin teme ante su pensamiento que empieza a cuestionarse el ayudarlo él, ¡No debe! Es fácil caer ante el aroma de un omega en celo, tiene que buscar a alguien que ayude, así que toma a Minho de la muñeca y lo lleva hasta su cama para que pueda sentarse.

— Quédate aquí, traeré un beta.

Posteriormente camina hacia la puerta, quiere irse rápido, pero un sonido lo detiene antes de siquiera salir. Un gemido. Teme voltear, porque no sabe qué encontrará al hacerlo, ya tiene mucho con ese aroma acariciando cada rincón de su cuerpo y ahora, no tiene cómo justificar la erección que hay en sus pantalones, sabe que de voltear, es probable que no salga de la habitación, es completamente consciente de eso, pero otra vez ese sonido lo aturde. El aroma de Minho marea, atrae, cuando menos lo nota, Hyunjin cierra la puerta con seguro nuevamente, se siente hipnotizado, no sabe qué desde que Minho lo miró, ha perdido ese juego contra su instinto.

Y voltea.

Hyunjin nunca ha tenido sexo, sabe qué desde que empiezan su celo, los omegas son ayudados por sus guardias betas el día crítico de necesidad, aunque no están autorizados para penetrar, simplemente los masturban o introducen sus dedos. Con los alfas no es así, no tienen la necesidad ni se ven cegados por el deseo a menos que respiren el aroma potente de un omega en celo, entonces todo está perdido pues ambas partes caen al instinto. Pero cuando ve a Minho, está seguro que es la escena más vulgar y erótica que podría ver en toda la vida, porque el chico ahora con sus piernas flexionadas introducía sus dedos en él mismo con frenesí, con una necesidad insana de satisfacerse mientras su espalda estaba ligeramente separada del colchón. Y eso bastó para que él perdiera también el control.

No hay suavidad por ninguna de las dos partes, en cuanto la ropa ha abandonado sus cuerpos por completo, Minho busca el cuerpo de Hyunjin hasta que acaba sentado sobre éste, Hwang también está sentado en la cama, víctima de los brazos de Minho al rededor de su cuello mientras mueve su pelvis de adelante hacia atrás en busca de contacto en su cavidad. Las manos de Hyunjin se aferran a la cadera de Minho, en toques posesivos hasta que se marca la piel de un tono rojo y se dispone a besar su cuello, a morder con suavidad y succionar, la piel del chico es suave y adictiva al toque. Minho no puede pensar con claridad, pero está seguro de percibir un suave aroma dulce y ácido, muy agradable, desea oler eso por mucho tiempo pero sus pensamientos se vuelven un caos cuando la erección de Hyunjin empieza a entrar en él.

Hwang presta atención a la mueca de dolor y placer que genera Minho, a las lágrimas acumuladas en sus ojos y por un instante teme lastimar, pero cierra sus ojos con fuerza cuando es el mismo chico el que acaba por sentarse sobre su erección hasta que sus glúteos chocaron con los testículos del castaño. Hyunjin entierra un poco las uñas en su piel, extasiado. Decide incorporarse con cuidado hasta que Minho cae acostado y él ahora tiene el control, así que toma las piernas del príncipe para flexionarlas un poco y poder empezar a mover su pelvis con fuerza, encantado con el sonido de sus cuerpos colisionando en una mezcla con los gemidos satisfechos de Minho. Hyunjin ve borroso, pero no impide que empiece a moverse con más rapidez, motivado por los jadeos de Minho pidiendo más y más duro, definitivamente era vulgar, pero al mismo tiempo se sentía tan correcto. El cosquilleo en su abdomen se intensifica, entonces se acerca hasta besar a Minho, quien rápidamente corresponde al beso con necesidad, ambos mordisquean sus labios y no saben qué lengua fue la primera en irrumpir la cavidad bucal ajena, solo que de pronto se veían en un juego por tomar el control del beso mientras Hyunjin golpea repetidas veces el interior de Lee, apenas saliendo de su interior para ser certero con cada estocada.

Minho se aparta en busca de oxígeno, pero Hyunjin está decidido a no dar tregua, busca de nuevo los labios del chico y lo obliga a regresar a un beso del cual ambos disfrutan aunque sus pechos ahora queman por la necesidad de respirar. Minho lleva sus manos hacia la espalda de Hwang, acariciando, acercándolo otro poco y rasguñando cuando una de esas penetraciones tocan un punto que le hace sentir que alcanza el cielo, entonces ambos llegan al clímax y alcanzan el anhelado orgasmo mientras se deja caer hasta que su pecho queda sobre el ajeno. Ambos se sienten cansados, aunque de alguna forma aún lo suficientemente motivados para repetir en cuanto el miembro de Hyunjin vuelve a levantarse haciendo que Minho abra nuevamente sus piernas, encantado de finalmente poder ser satisfecho a comparación de sus ciclos anteriores.

A las nueve de la noche ambos chicos ya estaban completamente dormidos, Hyunjin sobre el cuerpo de Minho que, cayó víctima del sueño luego de acariciar unos segundos la espalda de su compañero luego de alcanzar el tercer o cuarto orgasmo. Por los pasillos, el guardia de Hyunjin lo buscaba sin querer levantar mucha sospecha, no quería que pensaran había perdido al príncipe aunque había sido así, tampoco quería echarlo de cabeza si es que otra vez había decidido tomar aire en otro lado para evitar a la realeza, así que decide esperar lo mejor y dirigirse hacia el pueblo a pasar la noche en algún establecimiento de paso.

Finalmente, es a las once cuando Hyunjin despierta, desorientado aún pero cediendo al pánico cuando nota la situación en la que está, y Minho, con los ojos apenas un poco abiertos pero aún perdido en el trance del celo, es muy poco consciente de ello, así que simplemente sube las sábanas hasta su cuello y se gira sin decir más. Hyunjin lo entiende, se levanta para tomar su ropa y vestirse con la intención de salir lo más sigiloso posible, el silencio de Minho le indica que aquello es un suceso del que no deben volver a hablar y que en el mejor de los casos actuarían como si nada hubiese pasado, pues al final del día no solían interactuar mucho.

Ninguno esperó que el menor terminaría encinta.

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