13
El viaje hacia el Reino Hwang había sido en verdad tranquilo, y eso lo mantenía satisfecho.
Pensaba que pasar horas solo con Hyunjin, Bang y Changbin en una carroza sería incómodo, pero los guardias parecían haberse puesto de acuerdo para impedir qué eso suceda.
Chan llevó una canasta con mucha comida qué apenas apareció ante la mirada de Minho, sintió cómo su boca empezaba a salivar ante la imagen de la carne jugosa y bien cocida, del aroma ácido qué desprende la fruta en los pequeños tarros.
Changbin, llevó unos apuntes qué había hecho sobre lo que hacía falta para el evento qué organizaron a su regreso y aunque para cualquier otra persona, trabajar en algo que debería ser un momento de descanso, podría ser agotador, estaba seguro que Hyunjin agradecía mucho eso porque detestaba perder el tiempo. Así que, mientras éste leía y repasaba en voz alta las cosas que había hablado con Minho, éste comía mientras hablaba otro poco con los guardias.
— Así que tu padre es el guardia del rey Hwang —dice Minho, llevando una fresa a su boca.
— Así es, príncipe, por eso fui asignado con tanta seguridad al príncipe Hyunjin.
— Eres un guardia bien referenciado.
— El mejor de mi línea de aprendices, príncipe.
— Debes haberte esforzado mucho.
— Es algo que hago con honor.
— Pero dices que será algo temporal, ¿No? —Minho hace un gesto de confusión al ver a Chan asentir—. No entiendo, si eres tan bueno, ¿Por qué no quedarte?
— Los guardias de alfas no podemos ser tan jóvenes o cercanos a la edad de la persona a cuidar. Solo los guardias de omegas.
— Entiendo que sea importante en omegas pero, ¿Por qué no en alfas? Qué no necesiten ayuda con su celo no debería ser impedimento.
— No es por la ayuda, príncipe. Es por el estigma social.
— ¡Bang Chan!
Hyunjin interrumpe pero cuando lo hace, es tarde, Chan terminó la frase y Minho se queda con su fresa apoyada contra sus labios mientras parece procesar lo dicho. Changbin tiene sus labios ligeramente separados por la sorpresa, sospechaba qué sería por un motivo así pero no pensó que Chan sería tan directo al tratarse del príncipe Minho, un omega.
Minho regresa la fresa al frasco y se queda mirando las mismas con atención, una pequeña sonrisa formándose de medio lado en su boca.
— Es una vergüenza social parecer un omega, entiendo.
— Príncipe, él no...
— Descuida, Bin. Entiendo.
Hyunjin le dedica una mala mirada a Chan, que de forma genuina no comprende qué hizo mal, él solo respondió una pregunta. Habría sido grosero no responder con la verdad. Hyunjin suspira, deja las notas a un lado y toma un poco de carne con ayuda de un palillo.
— Tal vez esa podría ser una de las reglas a cambiar sobre los omegas cuando subas al trono.
Dice, haciendo que Minho eleve nuevamente el rostro hasta poder verlo, primero con sorpresa y después sonriendo ante la idea.
— ¿De verdad?
— ¿Por qué no? Es degradante qué solo los omegas se vean protegidos por guardias jóvenes, como un recuerdo constante hacia los demás de que necesitan de alguien que los ayude en los celos porque solos no pueden. De la humillación de no poder ser acompañados de alguien adulto porque las reglas dicen que "debe ser alguien que no alarme a la sociedad saber qué introduce los dedos en ti". Porque eso es, no procuran su seguridad, procuran qué sea alguien agradable a la vista cuando lo veas por primera vez y pienses, sí, es una buena persona para el celo del omega.
— Cómo si no fuéramos más que una temporada hormonal —murmura Minho, frunciendo sus labios—. Sí, definitivamente debemos corregir eso.
Cuando llegan al castillo, Minho debe abrigarse bien no solo porque es tiempo de frío y las tierras Hwang son particularmente heladas durante esos meses, debe evitar que la gente vea su vientre hasta el anuncio oficial. Son recibidos por Felix, que les indica los reyes están recibiendo a otros invitados por lo que él fue encargado de darles la bienvenida. Ambos príncipes agradecen en su mente qué sea Felix quien los reciba y no los reyes.
Mientras caminan hacia la habitación donde van a hospedarse, Felix mantiene al tanto a Hyunjin sobre algunas cosas que han pasado en el reino, ninguna grave, aunque sí les comparte qué ha escuchado a voces las distintas opiniones sobre el matrimonio abrupto de Hyunjin, y tal como en el Reino Lee, habían opiniones divididas al respecto.
Algunos dicen que en definitiva, algo debió ocurrir para que el matrimonio no solo se celebrara de forma repentina, sino también con la persona equivocada, como llamaban a Minho tras hacerse por todos esos años a la idea que Hyunjin estaría con Minju. Ambos príncipes se frustran con lo dicho, sabían qué sería así, pero cambiar la idea negativa qué las personas tienen sobre su matrimonio será algo complicado, además no solo tienen que conseguirlo en un reino, sino en dos.
Convencer a la gente del reino Lee podría ser un poco más seguro, pero, ¿Cómo cambiarían la imagen en un reino qué casi no visitan? Y qué aún así, es muy importante su opinión al ser el Reino de origen de Hyunjin.
— ¿Cómo ha estado el príncipe Seungmin? —pregunta Minho, queriendo cambiar el desagradable tema de conversación.
— Nervioso, hasta donde sé. Desde hace dos días que se reveló no he podido verlo, pero estaba emocionado.
Ambos príncipes asienten. Mientras sus guardias llevan las cosas hasta la habitación donde van a hospedarse, Felix los lleva hasta el salón principal donde les ofrece una taza con té. Los príncipes beben mientras Minho se siente un poco cohibido por las miradas atentas sobre ellos.
Odia las fiestas. Odia estar rodeados de nobles. Odia qué lo miren pero si hay algo que odia más es que, antes lo miraban con extrañeza de verlo presente en un evento, ahora lo miran con rechazo. Le hacen saber que no pertenece a ese mundo por más que su sangre sea la de un heredero.
— Ugh, ¿Qué hace él aquí? —pregunta Hyunjin, disimulando una expresión de desagrado al beber.
Felix y Minho miran con discreción hacia donde él. El primero hace una mueca, el segundo no parece entender.
— Pensé que nuestros padres limitarían la invitación para quedarse en el castillo —murmura Felix—. Ya veo que no fue así.
Un rubio de cabello largo nota sus miradas y sonríe, acercándose hacia ellos. Hyunjin da un paso frente a Minho, entonces el omega entiende que el otro chico es alguien de cuidado.
— Príncipes Felix, Hyunjin. Qué alegría vernos otra vez.
— Ricky —Felix hace un ademán con su mano sosteniendo su taza.
— ¿Es el príncipe Minho? —pregunta, con una sonrisa burlona qué no puede disimular—. Vaya. Qué sorpresa verlo aquí, no suele salir del reino, ¿No?
— Sabes bien porqué está aquí —dice Hyunjin.
— Oh, disculpen, olvidé qué están casados. ¿Rey Minho? ¿Rey Hyunjin? Oh. Disculpen otra vez, olvidé qué aún no los ascienden al trono.
Hyunjin tuerce su sonrisa, Minho quiere responder pero tiene que mantenerse al margen por el momento. Se siente humillado, realmente odia estar ahí.
— ¿Y tú? —pregunta Hyunjin—, ¿Encontraste un reino donde te acepten la alianza? Después de que mi hermano te rechazó, claro.
Ricky tuerce también su sonrisa, hace un ademán con su cabeza y se retira. Entonces los hermanos Hwang finalmente se sienten más relajados.
— ¿Quién es él? —pregunta Minho, aún ofendido.
— Ricky, un noble de la familia Shen, su prestigio es más que el de una familia noble normal, por lo que se toma el atrevimiento de ser un insolente.
— Además de un ego alto equivalente a su ambición, ¿Puedes creer que pidió mi mano ante mis padres hace un año? ¡Ni siquiera hemos hablado tanto! —se estremeció Felix—. Pensó que aceptarían por su estatus sin siquiera preguntarme, pero por fortuna mis padres no estuvieron de acuerdo.
— Por fortuna —secundó Hyunjin, esta vez con una sonrisa—. De lo contrario estarías usando supresores en el castillo.
Felix pone sus ojos en blanco mientras toma una uva de la mesa de bocadillos. Había olvidado por completo eso, pero ante la curiosa mirada de Minho, Hyunjin continúa hablando.
— Ricky literalmente se acercó, lo saludó, arrugó su nariz al percibir el aroma de Felix y fingiendo que no le molestaba, pidió su mano frente a nuestros padres. Eso es, a mi parecer, un cortejo burdo.
— Hablaría de tus cortejos burdos, pero por respeto a Minho, no lo haré.
El mencionado se siente aliviado, si tiene que escuchar una vez más por boca de otros lo que ocurrió esa noche, acabará por enloquecer.
Los guardias bajan para avisar que todo está en orden y ambos príncipes le indican a Felix que subirán para descansar un poco, éste asiente, sabiendo de antemano qué Minho necesita sentarse cada cierto tiempo por el cansancio qué viene sintiendo desde inicios del cuarto mes. Por esto mismo no les asignan una habitación tan alta. Los chicos entienden el gesto de amabilidad, aunque no pueden decir nada por ahora y los nobles empiezan a especular qué los han "degradado" porque no los quieren cerca.
Siempre siendo cotillas, buscando qué inventar para hacerlos quedar mal.
Al llegar a la habitación, Minho se sienta en la cama, suspirando con goce de verse al fin lejos de esa gente. Los guardias informan qué estarán tres habitaciones a la derecha, Hyunjin asiente mientras los observa irse y es hasta ese momento que cae en cuenta de la situación.
Solo hay una cama.
Frunce el ceño, incluso a los guardias les dan dos camas individuales por habitación, pero prefiere no mencionar lo evidente por ahora. Se acerca hasta Minho y se agacha hasta quedar en cuclillas frente a él.
— ¿Te duele algo?
— ¿Además del orgullo?
Hyunjin sonríe.
— Debes haber mordido fuerte tu lengua para no responder nada a Ricky.
— ¿Fue evidente?
— Aprecio qué controles tu ser salvaje.
— Oh, claro, soy un gran esposo —responde, haciendo un gesto con la mano a modo de reverencia—. No puedo ascenderte al trono pero te hago lucir bien.
El más alto ríe, ¿Minho siempre había sido tan ocurrente? ¿Entonces por qué es tan introvertido? Al menos con la nobleza. Oh, tal vez ahí está la respuesta.
Chasquea su lengua y empieza a quitarle los zapatos a Minho, que rápido intenta evitarlo.
— No es necesario.
— ¿Quieres empezar a esforzarte con el vientre ya abultado?
Minho resopla y pronto, su calzado queda en otro lado de la habitación cuando Hyunjin se levanta para dejarlo.
— ¿Notaste qué solo hay una cama? —pregunta Minho.
— También fue de lo primero que observé. ¿Quieres que solicite otra?
— Podríamos hacerlo y darles así otro motivo para que hablen de nosotros.
— Entiendo, ¿Entonces?
— Es una siesta, Hyunjin —Minho se acomoda en un lado de la cama mientras palmea la zona libre—, no se le niega ni cuestiona a nadie.
Hyunjin sonríe mientras se quita su propio calzado para irse a acostar también. Se estira y se relaja, es extraño sentirse tan cómodo considerado qué está con Minho, pero todo ese tiempo tan cerca uno del otro le ha hecho verlo de una forma más cercana, tal vez podrían ser buenos amigos. Lo cual es gracioso de pensar, si le hubieran pedido su opinión del príncipe Minho antes de todo eso, habría dicho que es alguien de cuidado, que es mejor de lejos para evitar ligarse a gente desagradable, que sabían todos el chico frecuentaba.
Mira de reojo a Minho, tiene los ojos cerrados pero sabe que no está dormido, así que se anima a preguntar.
— Minho. ¿Por qué huyes tanto al pueblo?
Minho arruga un poco su entrecejo, pero mantiene sus ojos cerrados.
— ¿Por qué la curiosidad?
— Desde antes de casarnos es algo que hacías mucho, que ahora todos te miren hace que no puedas salir con frecuencia pero, lo hacías, lo disfrutabas, quiero creer.
— Claro que lo hacía, ¿Por qué hacer algo que no te agrada?
— Pregunto el motivo. ¿Es por ese chico Jisung?
— Por los dioses —Minho sonríe, abriendo sus ojos—. Te escuchas como Bin. No, no es específicamente por Jisung, aunque disfruto su compañía, claro.
— ¿Entonces?
— Siempre he sido el imprudente omega Lee Minho. Ahí, en la taberna, no hay omegas, alfas o betas, no hay jerarquía, es solo gente que se reúne a beber y ya. No hay etiquetas, reglas o protocolos, no hay miradas por encima del hombro porque se dijo algo "muy propio de un omega".
— Es libre —entiende Hyunjin.
Minho asiente. Hyunjin desearía poder saber qué se siente la libertad, al menos para comprenderlo, para entender esa necesidad de arriesgar todo por huir.
— Mañana se celebra a Seungmin, a la mañana siguiente regresamos temprano al reino Lee. ¿Estás listo para lo que viene?
— ¿Todos los herederos confirmaron?
— Claro que lo harán, todos desean ver con sus propios ojos cómo es la dinámica de nuestro matrimonio tras el revuelo causado.
— Vaya, el príncipe Hwang todo un revoltoso, ocasionando angustia en los pensamientos de los nobles —bromea mientras lleva su diestra hacia su vientre—. Ojalá el bebé no sea tan rebelde.
— Oh, lo será, pero no exactamente por mí.
Minho sonríe, aceptando su culpa en ello, pero la sonrisa se esfuma tan pronto el pensamiento desagradable cruza su mente. El Reino Hwang no lo quiere por ser la persona incorrecta, acaba de recordar a alguien que no debió olvidar, Minju. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron y él estaba siendo tan codicioso, queriendo quedar bien ante los nobles cuando la única persona que le importaba cómo lo veía, ahora está lejos por su causa.
Siente que su estómago se revuelve, tomó todo de ella y la olvidó. A su prometido, el bebé qué debía ser suyo, el Reino.
Es una persona terrible, ¿Merece ser feliz?
Pronto, nota que Hyunjin se ha quedado dormido y sonríe de nuevo. Es extraño verlo dormir, no suele relajarse con cualquier persona, si algo ha aprendido de él es que suele ser un paranoico. Toma eso como un gran avance en su relación, al menos ahora pueden estar cerca sin querer que el otro caiga por las escaleras.
Aunque tal vez, esa cautela y calma con la que suelen estar ahora, acabaría siendo su propia perdición.
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