one.
Tzuyu llevaba más de tres años siendo webcamer, disfrutaba de su trabajo y siempre estuvo todo bien, sus espectadores eran generosos con sus donaciones ridículamente altas de dinero y nunca se quejaron de nada, hasta ahora.
Es cierto que al principio fue por necesidad; una madre que los abandonó a ella y a su padre, que con el pasar del tiempo se le detectó leucemia con ella viéndose en la necesidad de buscar una alternativa para generar ingresos ya que ser simplemente camarera no era capaz de solventar los gastos de las quimioterapias y el semestre universitario, hasta que escuchó que la amiga de la amiga de su ex pareja tenía un trabajo por internet con el que, según la chica, ganaba más que un médico.
Recuerda haberle dicho a Yeri que la cubriera mientras se metía a la oficina de su jefe aprovechando que no estaba para tomar sin permiso la computadora y buscar qué era precisamente ser modelo webcamer.
Y lo descubrió. Al principio le causó rechazo y negó rotundamente meterse a eso, lo veía inmoral. Pero no pasó ni dos semanas en que le llegó un sobre de manila con todos los gastos del hospital que sólo suspiró y se resignó.
Le pareció curioso como era una industria tan compleja y grande. No cualquier chica podría entrar, debían de tener requisitos para poder llegar a triunfar realmente y no ver un fracaso en ella.
Para su suerte, ella cumplía con los requisitos que se necesitaban y no le fue realmente difícil llegar a ser exitosa dentro de ella.
Y como dije, nunca nadie tuvo problemas, hasta el día de hoy.
Sólo bastó con un comentario dentro de una donación para que todos los espectadores empezarán a hacer el mismo pedido: ella siendo cogida por otra persona.
Esa noche había acomodado todo, desde su lencería hasta el vibrador que debía usar. Las luces de neón de su habitación y la música a bajo volumen le daba un aire sensual al ambiente.
La noche había transcurrido con normalidad, como todos los días, su chat lleno de comentarios elogiándola, feliz con lo que hacía. Donaciones y más donaciones. Hasta que una pequeña alerta que tenía le indicó que alguien había sido muy generoso de donarle dos mil dólares.
"Eres muy bella Chewy, me gusta tu contenido pero empieza a volverse muy monótono. tal vez tener a alguien más ahí cogiéndote sería bueno para nosotros, no crees? si lo consigues seguramente te lloverán números más grandes"
Ese simple comentarios puso como locos a todos sus espectadores. Ahora todos deseaban ver algo así y ella y las cuentas del hospital y su carrera estaban empezando a aceptar la petición.
Cerró los ojos y suspiró. Hoy tenía que ir al hospital para recibir a su padre que había dejado por la mañana para recibir sus quimios y luego irse a la universidad.
Mientras tomaba el metro empezó a hacer una lista de todas las posibles personas a las que podría pedirles el favor de que se la cogieran en pleno show en vivo delante de al menos tres mil personas...
Por favor, ¿Qué diría? ¿me podrías ayudar en mi trabajo? es que necesito que por favor me des una cogida mientras nos miran como tres mil vírgenes con voyeurismo que nunca en su vida han tocado a una mujer.
¡Era ridículo!
Se rió sin gracia y se bajó en su parada, camino los pocos metros que faltaban y llegó al hospital.
Entró siendo saludada por el guarda que había y camino hacía la unidad de cancerología.
Y justo ahí se encontró con Im Nayeon.
Im Nayeon, una joven que llevaba un mes desde que se incorporó en el hospital como médico residente. Era dos años mayor que ella y se había graduado hace poco de medicina.
Ya habían tenido un encuentro con anterioridad, la conoció el mismo día en que se integró y a la semana ya había sido invitada a tomar algo, a la tercera cita pasaron la noche juntas.
Miró como la chica estaba hablando con una enfermera e iba a irse hasta que sus ojos se encontraron. Vio como se despedía y casi corrió hacía ella.
──Tzuyu, qué gusto verte── saludó con emoción la chica.
La mencionada sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla. Se separó para ver la genuina sonrisa de Nayeon en su rostro.
──Eso te digo. Yo vengo seguido al hospital pero casi nunca te veo.
La castaña se mordió el labio y sonrió apenada- sí, lo siendo. Es que mis horarios son un fiasco.
──Oye, hoy salgo más temprano y mi turno empieza hasta mañana por la noche, ¿quisieras hacer algo?── preguntó esperanzada.
La pelinegra se acercó y sujetó la bata con ambas manos, acercándose a ella lo que más pudo a ella y susurrando: ──¿A dónde me llevarás?
La castaña iba a responder pero se vio interrumpida por la gruesa voz de su jefe.
──Doctora Im, la necesito acá ya mismo.
Tzuyu se separó con un gesto de gracias, mientras que Nayeon sintió que el alma se le salía del cuerpo.
──Eh, sí. Oye, te llamaré ¿vale? Saludos a tu padre── se alejó a paso apresurado. La taiwanesa negó sonriendo, ¿cómo la llamaría si ni siquiera le pidió su número?
Mientras caminaba por los pasillos del hospital una idea llegó a su cabeza.
¿Y si le decía a Nayeon que le ayudara con esa cuestión que tanto le estaba comiendo la cabeza ahora mismo? vale, sacaría los puntos buenos y los malos.
Los buenos: volverían a tener sexo. Y es que esa vez que estuvieron juntas fue increíble, la chica sabía lo que hacía y se empeñaba en hacerlo de manera más increíble.
Y nada más.
Los malos: podría alejarse de ella. Tendría una mala imagen. Seguro la insultaria y le diría que está loca.
Definitivamente habían más puntos negativos que positivos, mejor conseguía a alguien más.
¿Pero quién? prácticamente todas sus amigas eran unas pasivas muerde almohadas y aunque ella podría cogerselas, su audiencia tiene una imagen más sumisa de ella y es lo que están pidiendo ver.
Suspiró con pesadez, Nayeon era la única con la que ahora mismo sentía una enorme necesidad de ser la persona más pasiva del mundo. Y los hombres obviamente no eran una opción.
Se detuvo en frente de la puerta de la habitación de su padre y decidió dejar su problema de lado para centrarse sólo en él.
Eran las 8:35 PM y había dejado a su padre dormido para irse a preparar algo de comer hoy era su día libre y sólo quería relajarse. Iba a poner algo de música en Spotify pero se vio interrumpida por una llamada entrante de un número desconocido, frunció el ceño y contestó.
──¿Alo?── preguntó confundida.
──¡Tzuyu!── reconoció la voz de Nayeon y sonrió── Perdona, tardé más de lo planeado en llamarte porque había olvidado pedirte el número y tuve que rogarle a Jennie que me dejara ver tus datos── hablaba con rapidez── Ya sabes, por el tema de tu padre y demás y que das tus datos personales y── paró abruptamente── Perdona, sé que es confidencial y si estás enojada y no me quieres ver lo entiendo, estuvo mal y de-
──¡Nayeon!── la interrumpió la chica se calló inmediatamente── Está bien, Nay. No estoy enojada.
Escuchó un suspiro de alivio.── Dios, no sabes lo que me alegra eso── rió── ¿aún está en pie la cita?
──Sí── respondió feliz── ¿Qué te parece encontrarnos en el pub al que fuimos la última vez? Es un sitio lindo.
──Claro, lo que tú desees.
-Genial, ¿entonces nos vemos en una hora y media? Necesito arreglarme muy bien.
──Los que necesites, linda── respondió suave Nayeon.
──Bye── le mandó un beso y cortó.
En una hora y cuarenta y cinco minutos desde que colgó ya había bajado del taxi y entrado al local. Le gustaba el ambiente, era relajado. Música a volumen bajo, mesas lo suficientemente alejadas de otras para tener privacidad y luces bajas. Vio a Nayeon sentada en el mismo sitio que usaron la vez pasada y se acercó.
Miró a la chica pararse apenas la vio y sonreírle. Le ayudó a quitarse el abrigo que llevaba y lo colocó en el espaldar de la silla. Tzuyu se acercó a ella y le dio un beso cerca a los labios. Adoraba provocar a la mujer más bajita, sabía que tenía un límite y quería alcanzarlo rápido.
──Te ves increíble, Tzuyu.
La chica sintió la mirada de la coreana recorrer su cuerpo entero antes sentarse en frente de ella y se fijó en sus pupilas dilatadas. Había optado por un lindo vestido negro de tiras que dejaba a la vista sus clavículas, el escote cayendo levemente sobre su pecho, con el largo perfecto para que pudiera ver sus esbeltas piernas y unos tacones del mismo color.
──Gracias, tú también te ves muy bien.
Nayeon negó.
── Siento que vine muy casual. Perdona, acababa de salir del hospital y era lo que estaba en mi locker── la vio echar un vistazo a su ropa que consistía en un jean negro ajustado, unos zapatos del mismo color y una camisa blanca con una chaqueta de cuero que ahora descansaba en el espaldar de su silla.
Tzuyu sonrió y posó su mano sobre la de la chica que estaba delante suyo.
──Te ves bien── se alejó y miró su vestido── De hecho siento que yo exageré un poquito── río.
Nayeon empezó a negar con la cabeza- Para nada, estás increíble así y no exageraste nada- La taiwanesa sonrió y asintió. La noche pasó con tranquilidad, iban bebiendo mientras hablaban de cualquier tema que se cruzara. La atracción que existía entre las dos era innegable y su química se podía palpar con las manos.
No saben cómo pasó pero en algún momento de la noche Nayeon ya tenía su mano posada en la cadera de Tzuyu mientras se besaban con deseo. La pelinegra estaba aferrada a su nuca acariciando los vellos de su cabello y metiendo sus dedos entre ellos. Se separaron debido a la falta de aire y Tzuyu dejó que sus cerebro maquinara por sí solo.
Así que lo que dijo a continuación fue culpa de la autonomía de él y no de ella misma.
──Deseo que me cojas── le dejó un beso en los labios── con una cámara enfocándonos── otro beso── delante de muchas personas.
Im se relamió los labios y bajó su mano hasta su trasero para acariciarlo. Se sentía extasiada, tanto que la petición no le pareció rara.
──¿A qué te refieres?── sintió un leve mordisco.
──¿Prometes que lo que te diga no influirá en lo que sientes por mí ni me juzgaras?── preguntó. Se separó para verla asentir.
──Lo prometo.
Tzuyu suspiró y pasó su dedo por la mandíbula de la chica. Tenía que aprovechar la valentía que sentía ahora.
── Soy webcamer.
La castaña frunció el ceño.
── No sé qué es.
Tzuyu sonrió.
── Me coloco delante de una cámara en vivo. Tengo audiencia que me ve y me dona por modelarles o hacer shows subiditos de tono.
Miró a la cara de sorpresa de la mujer mayor y la vio asentir. Tzuyu se mordió el labio con nerviosismo y la coreana lo notó.
──No te preocupes, está bien. Supongo que lo necesitabas.
La pelinegra asintió y sintió su pecho liviano al saber que Nayeon estaba siendo honesta.
──Sí, desde que mi mamá nos abandonó a mi papá y a mí necesite de más dinero y no sabía qué m- ──se vio interrumpida por los labios de Nayeon sobre los suyos.
──No tienes porqué explicarme nada, eso lo harás en su debido momento, ¿vale?── sonrió queriendo transmitirle tranquilidad, cosa que funcionó. La taiwanesa asintió── Pero no entiendo, ¿por qué la petición?
──Una de las personas que suele verme hizo una donación ayer, era bastante dinero. Y dijo que si hacía eso seguro aumentaría mi audiencia y así mismo las donaciones.
──¿O sea que es como una obligación? ¿No es eso malo?- preguntó con preocupación.
──En realidad no, ¿sabes? No estoy ligada a nada y si quiero dejar de hacerlo sólo lo hago y ya. Pero ahora mismo sí necesito el dinero, entonces me interesa── explicó── Yo estoy bien con lo que hago y nadie me obliga, no te preocupes── dejó un besito.
──¿Lo prometes?
──Lo prometo, Nay ── la seguridad que demostró Tzuyu hizo que la castaña se tranquilizara y asintió.
──Te ayudaré.
Tzuyu se emocionó.
──¿De verdad?── Nayeon asistió── Bien, muchas gracias. Y no te preocupes, tu rostro no se verá, nadie podrá reconocerte y te daré una parte de lo que se gane ese día.
La coreana negó.
── No, no. Es tu dinero, tú quédate con él.
──Pero Nay, tú estarás ahí trabajando también. Yo no podré cogerme sola──hizo un puchero.
Nayeon río y la atrajo hacía ella- Admito que me calienta saber que habrán tantos deseándote pero sólo verán como yo te puedo tener- la besó profundo. Tzuyu agarró la mano que descansaba en su cintura y la llevó hacía su entrepierna. Sintió los dedos de la mujer apretarse contra su caliente centro y gimió en su oído- Ya estás mojada, qué rico Tzuyu.
──Se supone que hoy es mi día libre, pero quisiera darle una sorpresa a mi audiencia── le besó la mandíbula.
Nayeon retiró los dedos de la entrepierna de Tzuyu y los acercó a la boca de la pelinegra, quien gustosa la abrió para meterse los dedos y chuparlos lentamente, todo esto sin apartar la vista de la otra.
──Vamos le mostramos lo rico que te cojo.
Ambas mujeres se pararon. Nayeon dejó un billete de cincuenta dólares sin importarle que seguro se gastaron menos, tomó su chaqueta y la mano de Tzuyu para salir rápidamente del sitio.
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