TRES
El aire estaba denso, casi pegajoso, como si la casa misma estuviera exhalando. Jimin y Jungkook, atrapados en la oscuridad, se miraban el uno al otro con una mezcla de incredulidad y terror. La cámara, que aún seguía grabando en el suelo, se había apagado, pero la transmisión no se detuvo. Aunque la conexión Wi-Fi era inestable, la pantalla parpadeaba con mensajes de los seguidores que no dejaban de escribir.
“¿Por qué no se van?”
“ESTÁN EN PELIGRO.”
“¿QUIÉNES SON ESOS?”
El sonido del viento que se colaba por las rendijas de la casa ya no les parecía natural, como si fuera más que una corriente de aire. Los susurros se hacían cada vez más audibles, pero esta vez no provenían de las paredes. Eran voces bajas, pero claras, y las palabras que decían eran incomprensibles. Las sombras que antes solo se deslizaban por el pasillo, ahora estaban en cada rincón, acechando.
Jungkook intentó moverse, pero un peso invisible lo mantenía clavado al suelo. No podía dar un solo paso, como si las sombras lo estuvieran atrapando. Miró a Jimin, que temblaba violentamente, los ojos abiertos en una expresión de puro terror.
—¿Por qué no puedes moverte? —Jimin susurró, intentando mantener la calma, pero su voz traicionaba el miedo que sentía. —Jungkook, tenemos que salir de aquí. ¡Ahora!
La habitación que antes parecía un simple cuarto desordenado ahora parecía mucho más grande. Las paredes se alargaban hasta el infinito, y la puerta, que antes estaba a unos pocos pasos, ahora se encontraba a kilómetros de distancia. El pasillo que se extendía delante de ellos parecía una serpiente que se retorcía en la oscuridad. Pero lo peor de todo era el sonido de algo arrastrándose, algo que caminaba con ellos, siguiéndolos.
Unos pasos. Lentos. Largos. Arrastrando algo pesado.
—Jimin… —Jungkook intentó hablar, pero su voz no salió como esperaba. Estaba bloqueado, incapaz de articular más que susurros. El terror lo había paralizado por completo.
Jimin, por otro lado, sintió como si su cuerpo estuviera en llamas, pero la frialdad de la casa lo mantenía helado. Algo estaba cambiando dentro de él. Su respiración se volvía cada vez más difícil, y sus ojos, que antes brillaban con la luz del streaming, ahora se estaban oscureciendo, como si el miedo mismo se estuviera apoderando de su alma.
—¿¡QUÉ ES ESO!? ¡JUNGKOOK, MÍRALO! —Jimin señaló hacia el rincón de la habitación.
Jungkook, con dificultad, giró su cabeza, y lo que vio le heló la sangre. Allí, en la esquina más oscura de la habitación, se encontraba una figura. Era baja, casi como si estuviera arrastrándose. Su cuerpo era delgado, pero extremadamente retorcido, como si los huesos estuvieran mal alineados, con una piel grisácea que brillaba débilmente bajo la luz de la luna que se colaba por las ventanas rotas.
La figura tenía los ojos completamente negros, sin pupilas, como dos pozos sin fondo. Pero lo más aterrador era su boca. Su sonrisa se extendía de oreja a oreja, de una manera que no era humana. Cada diente estaba afilado, y parecía que la criatura disfrutaba del miedo que emanaba de ellos.
—¡NO TE ACERQUES MÁS! —Jimin gritó, saltando hacia atrás, pero el suelo debajo de él crujió, haciendo que cayera al suelo. Cuando levantó la vista, la figura ya estaba más cerca, acercándose lentamente hacia ellos.
El aire se volvía más denso con cada segundo que pasaba. La casa estaba viva, respirando. El sonido de sus respiraciones y de los latidos de sus corazones se mezclaba con el sonido del arrastre de la figura. Era como si las paredes mismas los estuvieran asfixiando, los estuvieran atrayendo hacia algo más.
—¡VAMOS! ¡SALGAMOS DE AQUÍ! —Jungkook gritó, finalmente recuperando algo de movilidad, pero su voz sonaba débil y lejana, como si algo lo estuviera ahogando. Pero antes de que pudiera moverse, una risa profunda y gutural resonó por toda la casa, deteniéndolo en seco.
La criatura, ahora frente a ellos, comenzó a reír. No era una risa humana, sino un sonido que parecía haber sido arrancado de las entrañas mismas de la tierra. La risa era tan intensa que el suelo temblaba bajo sus pies, y los muebles de la habitación comenzaron a moverse, como si la casa misma estuviera cobrando vida.
El chat en la transmisión explotó de comentarios, pero sus voces eran borrosas, como si estuvieran siendo suprimidas por algo mucho más grande. Sin embargo, una serie de palabras sobresalió entre el ruido:
“CORRAN. YA ES DEMASIADO TARDE.”
Jimin intentó gritar, pero su garganta estaba cerrada. Todo se volvía cada vez más oscuro, y la figura frente a ellos comenzó a retorcerse, como si se estuviera desintegrando y reconstruyendo al mismo tiempo. De repente, la criatura dejó de reír y se quedó inmóvil, observándolos con esos ojos vacíos, como si estuviera esperando algo.
—¿Qué quieres de nosotros? —Jimin murmuró, su voz apenas audible.
La criatura hizo un ruido bajo, como un suspiro. Su sonrisa se amplió aún más, si eso era posible.
—Sus corazones —dijo la criatura, con una voz tan suave como un susurro, pero que cortó el aire como un cuchillo. —Todo lo que han alimentado, todo lo que han buscado. Me lo darán.
De repente, las luces parpadearon y la casa pareció respirar más fuerte, más profundamente, como si estuviera inhalando aire a través de las grietas y las rendijas. Jimin y Jungkook, sin poder reaccionar, sintieron cómo el miedo se apoderaba de sus cuerpos, los inmovilizaba. El tiempo se detuvo por un segundo, y todo lo que podían hacer era mirar a la figura, que ahora parecía completamente parte de la oscuridad.
En ese momento, el suelo se abrió debajo de ellos, y antes de que pudieran gritar, todo se desmoronó.
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