DOS
La oscuridad era absoluta. Ningún resplandor iluminaba la casa, y el aire, ya frío de por sí, se volvía casi tangible, como si pudiera tocarse. Jimin y Jungkook se quedaron inmóviles en la puerta de la habitación, incapaces de avanzar. La cámara seguía grabando, su luz parpadeante era lo único que les daba alguna sensación de normalidad, pero no podían ignorar la creciente presión en sus mentes.
—Jungkook, ¿por qué se apagaron las luces? —preguntó Jimin, su voz temblando mientras intentaba calmar su respiración.
Jungkook, con la cámara en una mano, la otra sostenida en la puerta, no respondía. Solo miraba el pasillo oscuro más allá de la habitación. El crujido de la madera bajo sus pies era lo único que se escuchaba. Su mente se debatía entre la lógica y el miedo irracional, pero una parte de él, esa voz diminuta en su interior, le decía que algo no estaba bien. El extraño brillo en la pared, la figura que se deslizaba entre las sombras, todo parecía tan real, tan cercano. Era como si la casa misma estuviera viva, observándolos, esperando algo.
—Jungkook, ¿nos vamos? —Jimin dio un paso hacia atrás, pero al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que el pasillo parecía alargarse más de lo normal. Las paredes que antes estaban cerca ahora se sentían distantes, como si la casa misma estuviera cambiando a su alrededor.
—No... no podemos dejarlo así. Aún tenemos que conseguir las vistas, —dijo Jungkook, con la voz más grave que de costumbre, como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo. Pero no podía ocultar el miedo que lo invadía. Su respiración se hacía más irregular, sus ojos oscilaban entre la cámara y la sombra al fondo del pasillo.
De repente, un fuerte golpe resonó a lo lejos, como si algo pesado hubiera caído. Ambos se giraron, alarmados, pero no vieron nada. Solo el eco del sonido permaneció, retumbando en sus oídos.
—¡¿Qué fue eso?! —dijo Jimin, sin poder disimular el pánico en su voz.
—Probablemente el viento, mantén la calma —respondió Jungkook, aunque las palabras sonaron vacías. Sabía que no lo creía, pero necesitaba mantener la fachada para Jimin, para sus seguidores. No podían dar el espectáculo de miedo que se esperaba de ellos si mostraban debilidad.
Sin embargo, cuando miró nuevamente hacia el pasillo, la figura sombría que había visto antes apareció otra vez, esta vez mucho más cerca. No era una sombra normal. La silueta, vagamente humana, se desplazaba lentamente, como si estuviera flotando a través de las paredes. Sus contornos eran difusos, como si no perteneciera a este mundo. El miedo se apoderó de Jungkook cuando sus ojos encontraron los del espectro. Un par de ojos brillantes lo observaban fijamente, como si fueran dos pozos sin fondo.
—¡Jimin! — gritó Jungkook, avanzando rápidamente hacia él. —¡No mires! ¡Tenemos que salir de aquí!
Pero cuando Jimin levantó la cámara para grabar, la figura desapareció de su vista, como si se desvaneciera en el aire. La habitación estaba nuevamente vacía, la oscuridad era la misma de antes.
—¿Lo viste? —Jimin susurró, su rostro pálido mientras miraba a su alrededor, tratando de encontrar algo, cualquier cosa, que explicara lo que acababa de suceder.
—No sé qué demonios era esa cosa —respondió Jungkook, con voz temblorosa. Se giró para mirar la cámara y vio que el chat de la transmisión estaba desbordado. Los comentarios pasaban a una velocidad increíble, la mayoría en mayúsculas, gritando advertencias o comentarios desconcertantes. No estaba seguro de si eso lo aterrorizaba más o menos.
Pero algo extraño sucedió. El chat dejó de inundarse con mensajes. En su lugar, apareció un solo comentario que se repetía una y otra vez:
“NO ESTÁN SOLOS.”
Ambos miraron la pantalla, confundidos, mientras la presión en sus mentes crecía. No era posible que alguien hubiera escrito eso. Nadie en el chat podía escribir tan rápido, y de repente, las letras parecían moverse como si tuvieran vida propia.
“NO ESTÁN SOLOS.”
La voz en sus cabezas era la misma que el susurro que habían escuchado antes, la misma que parecía provenir de las paredes. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de ambos, y Jimin dio un paso atrás, mirando a Jungkook como si buscara una respuesta que no podía encontrar.
—Tenemos que salir, Jungkook... esto no está bien. No sé qué está pasando, pero... no es normal. ¡NO ES NORMAL! —Jimin estaba al borde del pánico, sus ojos buscando la salida, pero todo lo que podía ver era la oscuridad que parecía engullir el pasillo. Cada rincón de la casa estaba ahora lleno de presencias invisibles, de voces que susurraban en sus oídos.
De repente, las luces volvieron a encenderse, pero todo estaba diferente. La habitación que antes estaba vacía, ahora estaba llena de figuras sentadas alrededor del círculo de sillas rotas. Jimin y Jungkook no podían moverse. Las figuras, de rostro distorsionado, los miraban fijamente, sin parpadear, sin moverse. Una risa baja, casi imperceptible, resonó en sus oídos.
—¿Qué quieren? ¡¿QUÉ QUIEREN DE NOSOTROS?! —Jimin intentó preguntar, pero las palabras se ahogaron en su garganta.
Las figuras se levantaron lentamente, una a una, y la risa se convirtió en un murmullo ensordecedor.
De repente, un grito desgarrador atravesó la casa, resonando desde lo más profundo de las paredes. El sonido hizo que la cámara cayera al suelo, pero siguió grabando. Los dos streamers se taparon los oídos, pero el grito continuó, cada vez más fuerte, más cercano.
Los susurros, los murmullos, la risa, todo se entrelazaba en una cacofonía aterradora, hasta que la casa misma parecía vibrar con los gritos.
Jungkook intentó correr, pero algo invisible lo detenía. Sentía como si la casa estuviera aplastándolo, como si estuviera siendo absorbido por las sombras que lo rodeaban.
Jimin gritó, extendiendo la mano hacia él. Pero antes de que pudiera llegar a su lado, la figura oscura apareció nuevamente entre ellos, bloqueando su camino. Jimin, paralizado, no pudo más que mirar, los ojos fijos en la criatura que avanzaba hacia él.
Y entonces, todo se apagó.
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