Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Dónde estás?

Cuando a la mañana siguiente desperté, seguía estando en la cabaña, tumbado en el suelo de esta, y tapado con la manta, tal y como me había quedado dormido la noche anterior. Todo seguía igual, excepto por un detalle: estaba solo. Cuando fui a buscar a Hakyeon con la mano, esperando encontrarlo a mi lado, me sorprendí notando sólo el duro suelo de madera. Me incorporé como accionado por un resorte, asustado, preguntándome dónde podría estar. Eché un vistazo a la cabaña, descubriendo que tan solo estaba mi ropa allí; todo lo de él había desaparecido también.

De pronto, sentí una fuerte punzada en la cadera, lo que me hizo fruncir el ceño y llevarme la mano a esta. ¿Había sido todo un sueño? No podía ser, el dolor era demasiado real, así como el olor que aún estaba presente en mi cuerpo de la mezcla de sudor y fluidos corporales. También la manta olía a él, y esa era la última prueba de que había estado allí con él, y que ambos habíamos pasado la noche juntos. Entonces, ¿por qué no estaba allí? ¿Había sido usado? Pensaba que esas cosas sólo pasaban en las películas, que era todo ficción, y de ello me había reído tantas veces. Cruel destino, ahora lo estaba viviendo yo en carne y hueso. Al menos, no se me ocurría otra explicación.

Me revolví el pelo con rabia, chasqueando la lengua al tiempo que alargaba el brazo para coger mi ropa y vestirme. Tenía que salir de allí rápidamente antes de que el socorriste llegase. No tenía ganas de inventar una buena excusa que explicase mi presencia allí, y más, estando desnudo como estaba. No tenía ni idea de a qué hora comenzaban las clases de surf de Hongbin y los demás, pero con tal de ver a Hakyeon y pedirle una explicación, esperara lo que fuera necesario. Con ese pensamiento rondando mi mente, salí de la caseta y elegí un buen sitio a la sombra para sentarme y esperar.

Fue a las pocas horas cuando la playa empezó a llenarse de gente que parecía estar en una competición para ver quién conseguía coger primero las mejores hamacas de la primera línea, cerca de la orilla del mar, donde rompían las olas. Entre toda esa gente, pude divisar a mi hermana con sus amigas, y entre ellas, a un par de chicos, a los cuales ya tenía fichados: Hongbin y Jaehwan. Iban ambos vestidos con el traje de neopreno, y cargaban bajo el brazo las tablas de surf, lo que significaba que en ese momento era posible que tuvieran clase de surf. Tenía suerte al menos. No perdí más el tiempo y me puse en marcha, dispuesto a preguntarlos a ambos la duda que tenía.

ㅡ ¡Oppa! ¿Dónde has estado? Esta mañana no te he visto por casa, y la abuela está preocupada también... ㅡ Me asaltó mi hermana en mil y una preguntas en cuanto me vio, a las cuales yo tan solo respondí con una sonrisa y pequeño pellizco de su mejilla.

ㅡ No te preocupes, fui a dar un paseo y volví tarde, pero no podía dormir, así que salí a correr un poco, tranquila, princesa. ㅡ Ante mis palabras, un poco más relajada, vi a mi hermana sonreír antes de abrazarme a la altura de la cintura, ya que era dónde le llegaban los brazos al ser mucho más bajita que yo, y yo, a su vez, rodeé con los míos sus hombros, frotando con cuidado el que quedaba más alejado de mí, además de dejar un suave beso en el nacimiento de su pelo.

Noté cómo sus amigas nos miraban bastante sorprendidas, y con cierta envidia. La verdad es que, cualquiera que nos viera y no nos conociera, pensaría que éramos pareja, ya que mi hermana aparentaba más edad de la que en verdad tenía. La confusión además venía porque éramos muy cariñosos el uno con el otro, desde que éramos pequeños, nos pasábamos el día abrazados, siempre que no estuviéramos picándonos como buenos hermanos. Para ser sinceros, yo no era muy lanzado a la hora de mostrar afecto de una manera física a nadie que no fuera de mi familia, o mi pareja. Eso me hizo recordar algo. Alcé la mirada hacia Hongbin, que, junto con las amigas de mi hermana, me miraba sorprendido y curioso.

ㅡ ¿Hakyeon? ㅡ Tras haberle preguntado yo por el paradero de su profesor de surf, se miró unos instantes con Jaehwan, con una expresión que hablaba por sí sola. ¿Había pasado algo malo? Antes de que pudiera hacer la pregunta que rondaba mi cabeza en voz alta, volvió a mirarme, y como primera respuesta, simplemente se encogió de hombros, añadiendo después unas palabras.ㅡ No lo sé, me llamó esta mañana diciendo que no se encontraba bien, así que se suspendía la clase de hoy. Pasé por su casa por si necesitaba algo, pero no estaba.

ㅡ ¿Y si no tenéis clase hoy, qué hacéis por aquí? ㅡ Pregunté a continuación, por pura curiosidad.

ㅡ Queríamos practicar un poco por nuestra cuenta. ¿Quieres acompañarnos? Puede ser divertido. ㅡ Sacó entonces a relucir esa sonrisa suya que tantos corazones derretía, era muy complicado negarse cuando pedía algo de esa forma, pero en ese momento no podía pensar en otra cosa que no fuera el moreno de cabello azules. Confiaba en Hongbin, y por ese motivo dejé a mi hermana bajo su vigilancia, aunque eso no significaba que no me costase hacerlo, pero no tenía otra opción que dejarla asegurada con alguien antes de irme en busca del moreno. Me preocupaba que hubiese pasado algo malo de verdad. A lo mejor se arrepentía de lo que había pasado entre nosotros y se sentía culpable. No quería que cometiese un error. Pregunté a los chicos dónde se encontraba la casa de Hakyeon, y cuando tuve clara la dirección y el camino que debía seguir para llegar, salí corriendo, no sin antes despedirme de mi hermana, la cual ya estaba más interesada en los surfista que en su hermano.

La casa de Hakyeon estaba en la otra punta del pueblo. Era una pequeña casa de una sola planta, hecha de piedra y adobe, tejado de paja, y decorada con todo tipo de conchas y detalles del mar. En la puerta había aparcada una pequeña moto deportiva de un color naranja intenso, y apoyada a la derecha del marco estaba su tabla de surf, blanca con un tribal en negro dibujado en la parte del final, además de unas runas que no conseguía identificar, pero que sí había visto en algún lugar, aunque no recordaba cuál exactamente. Si estaba todas esas cosas allí, podía significar una sola cosa: que el chico estaba en casa. Por ello, avancé varios pasos hasta que llegué a estar frente a la puerta. Elevé el puño con toda la intención de tocar, pero antes de hacerlo, me quedé quieto.

Lo que me había hecho frenarme había sido que había escuchado un ruido muy característico proveniente del interior de la casa: un cristal rompiéndose. Podría haber sido un simple accidente, o podía significar algo más grave; en ese momento, en lugar de guiarme por el sentido común, que me decía que no era nada para preocuparme en exceso, me dejé llevar por las emociones y por ese diablillo llamado paranoia dentro de mi cabeza, que abogaba por esa segunda opción. Tras el ruido, comencé a golpear la puerta con intensidad.

ㅡ ¡Hakyeon! ¡Hakyeon! ¿Estás ahí? Ábreme, soy Wonsik.

Para mi sorpresa, la puerta, al cabo de unos golpes más, acabó cediendo y abriéndose por sí sola. No le di mayor importancia a ese detalle, ya que estaba más pendiente de otra cosa. Entré volando, a toda prisa, en el interior de la casa. Volví a escuchar entonces otro objeto cayendo al suelo y rompiéndose, y por ello me paré en medio de la entrada de la casa, mirando de un lado a otro hasta identificar de dónde provenía. Al final no me hizo falta guiarme por el oído, ya que en cuanto avancé unos pasos pude encontrar en mi camino restos de jarrones rotos, con flores desperdigadas por el suelo y el agua empapando la alfombra, llegando a mojar el suelo de madera que se suponía que estas protegían. Chasqueé la lengua de frustración y apreté el paso, deseando encontrar cuanto antes al chico. En mi camino, no solo pude encontrar más jarrones rotos, sino también lámparas, libros, y un sinfín de objetos tirados por el suelo sin orden ni concierto. Era como si un animal salvaje se hubiese colado en la casa y la hubiese revuelto entera. Seguí el rastro hasta que comencé a escuchar ruidos procedentes de la cocina. Hakyeon no aparecía por ninguna parte, y esa era la única parte de la casa que no había mirando, así que recé porque fuese él quien estaba haciendo todo ese ruido, rompiendo y tirando todo lo que encontraba a su paso. Si era él ¿cuál sería su motivo? Cada vez me estaba poniendo más nervioso.

La verdad es que me estaba costando cada vez más llegar por culpa de que tenía que ir esquivando todo si no quería acabar en el hospital con toda la planta del pie llena de cristales. En uno de mis cautelosos pasos, pisé un trozo de madera que crujió bajo mi pie, y entonces, debido a ese ruido, todo el jaleo de la cocina se detuvo súbitamente.

ㅡ ¿Hakyeon? ㅡ Volvi a llamar, y de pronto, se oyó el sonido de una ventana rompiéndose y un golpe seco, como el de un gran cuerpo cayendo al suelo. En ese momento me dio igual si algo e me clavaba en el pie. Mi preocupación era correr y ver si estaba bien el chico, ya que seguía creyendo que estaba allí dentro.

Cuando llegué y abrí la puerta de la cocina, la persona que me encontré no se parecía en nada a la que esperaba ver. Era más bajito que yo, de pelo negro, y la cara oculta, tapada con una máscara de plástico con el dibujo de un famoso personaje infantil de televisión. Vestía de negro entero, pantalón largo, jersey de cuello alto y manga también larga, además de unas botas altas hasta la espinilla, del mismo color. Estaba claro que su intención era no dejar que nadie le reconociese.

ㅡ ¡Eh, tú! ¿¡Quién eres!? ㅡLe grité. ㅡ ¿Dónde está Hakyeon?

El misterioso asaltante tenía medio cuerpo fuera de la casa cuando le hice esa pregunta. Trataba de escapar por la ventana que él mismo había roto minutos antes, seguramente al haber notado que no estaba solo en la casa. Me miró unos instantes antes de saltar al jardín trasero con la agilidad de un felino. Para cuando quise reaccionar e ir tras él, ya había saltado la tapia que delimitaba el jardín, huyendo fuera de mi alcance.

Lancé una patada al aire por la rabia, haciendo que saltase parte del césped por ello. Me llevé una mano al pelo, agarrando este con cierta fuerza, como si así descargase parte de la frustración que sentía en ese momento. Hakyeon no estaba en la casa, ya que la había recorrido de punta a punta y no había rastro de él, y había dejado escapar, en mi infinita torpeza, a la única persona que podía decirme algo de su paradero, y que, para colmo, parecía estar saqueando la casa. Si algo le pasaba al chico, debido a ese error, me sentiría yo el principal culpable. Debido a que estaba pensando en todas esas cosas, no me di cuenta de que algo se acercaba por detrás de mí hasta que no fue demasiado tarde. Noté como algo me golpeaba a la altura de la nuca, con un objeto contundente. No pude ver quién había sido el autor del golpe, porque al segundo siguiente de ser atacado, me desplomé en el jardín, perdiendo el conocimiento justo después. Todo frente a mis ojos se volvió negro.

ㅡ Ya que desconocemos el momento en el que recibió el golpe, no podemos estar seguros de cuándo despertará. ㅡ Me llegó una voz masculina desconocida, lejana.

ㅡ ¿Es muy grave, doctor? ㅡ Esa sí la conocía, ese tono femenino, suave, agudo, con un matiz de preocupación bastante claro. Era mi hermana. Intenté alargar la mano para alcanzarla, a ciegas, pues no había abierto los ojos, pero me encontré con las fuerzas suficientes para tan solo mover un par de dedos. Ni siquiera era capaz de abrir los ojos, al menos en los primeros momentos de conciencia. Por lo que pude saber, mi hermana estaba hablando con un ... ¿médico? ¿Estaba en un hospital?

ㅡ ¡Eh! ¡Está despertando! ㅡ Había una tercera persona en la habitación, y a esa también la conocía.

ㅡ Hongbin... ㅡ Musité casi sin voz.

ㅡ Kim Wonsik-sshi, ¿puede oírme? ㅡ La primera voz ahora sonaba más cercana, tanto, que podía afirmar con seguridad que se encontraba encima de mí. Separó mis párpados con un par de dedos, y encima de mis ojos encendió una linterna que movió a ambos lados, y que yo inconscientemente seguí con la mirada. Asentí lentamente, lo que pude, antes de que un fuerte dolor asaltara mi cabeza, y por el cual, arrugué la expresión, gruñendo a continuación, molesto. ㅡ Por favor, no haga esfuerzos, descanse un poco más... Ha recibido un golpe muy fuerte, y aún no sabemos si tiene alguna lesión interna.

¿Un golpe? ¿De qué estaba hablando?

ㅡ ¿Qué es lo que ha pasado...? ㅡ Pregunté, cuando conseguí abrir los ojos por fin, mirando tanto a mi hermana, la cual sonreía aliviada al verme consciente, aunque con los ojos brillantes aún de la preocupación; como a Hongbin. Si alguien sabía qué había ocurrido, sin duda alguna serían ellos dos.

ㅡ Eso deberíamos preguntar nosotros... ¿No te acuerdas de nada? ㅡ A su pregunta, me quedé en silencio nos instantes. Parecía que efectivamente había pasado algo, pero que yo no podía recordar. Lo intenté, pero en cuanto hice el más mínimo esfuerzo, las punzadas de dolor regresaron, ante lo cual el médico volvió a intervenir, recomendándome una vez más que guardara reposo durante más tiempo. ㅡ Ya veo que no... Yo tampoco tengo ni idea de qué ha podido pasar. Solo sé que Hakyeon te encontró inconsciente en su jardín y te trajo hasta mi casa, pidiéndome que te llevara a un hospital.

¿Por qué nombraba a ese chico? ¿Qué hacía yo en su casa? Cuanto más trataba de recordar, más me dolía la cabeza, así que, por una vez, decidí hacer caso al médico y me recosté un poco para descansar. Seguramente después tendría la mente más clara y a lo mejor conseguía recordar algo. Mi hermana suspiró antes de decirme que ella se iría para dejarme descansar, alegando, además, que tenía que estar con mi abuela para cuidarla, ya que, siendo tan mayor como era, no podía salir de casa y tampoco se la podía dejar sola. Hongbin también decidió irse, diciendo que había quedado con los chicos para entrenar un poco más. A ambos les dediqué una sonrisa tranquilizadora para que pudieran irse sin preocuparse en exceso por mí, ya que, quitando el dolor de cabeza, el resto de mi cuerpo se encontraba en perfecto estado.

Desperté un par de horas después. Seguía en la cama del hospital, la habitación estaba inundada por una luz anaranjada intensa, lo que indicaba que el sol estaba escondiéndose tras el horizonte. No había nadie sentado en las sillas reservadas para las visitas, en uno de los laterales de la habitación, pero aún así, no era correcto decir que estuviese solo, porque no lo estaba. Eso era lo que me había despertado. Sentado en mi regazo, mirándome con unos ojos oscuros como el fondo del mar, sacudiendo con elegancia la cola a su espalda, había un gato negro. Pero no uno cualquiera: era el gato negro de aquella noche.

ㅡ Hey, amigo... Nos volvemos a ver. ¿Por dónde has entrado?

Tal y como era lógico, el gato no me respondió, al menos no con palabras, porque sí soltó un corto maullido. Me incorporé lo suficiente para que pudiese apoyar la espalda en la almohada, y al mismo tiempo que yo me movía, él lo hizo, trepando para quedar de nuevo apoyado sobre el hueso de mi cadera. Alargué una mano hacia él, y en lugar de alejarse, acercó él mismo la cabecita, como pidiendo así que lo acariciase. Parecía que era un gato doméstico, acostumbrado a la presencia humana, porque si no, de otra forma, no se habría dejado tocar tan fácilmente por mí. Le rasqué entre las orejas y bajo el morro, viendo cómo cerraba los ojos y ronroneaba, encantado con todas las atenciones que estaba recibiendo. Por ello, sonreí enternecido.

ㅡ Eres tan guapo... ¿Sabes? Ahora que te miro bien, me recuerdas a un amigo. Me recuerdas a...

No pude terminar la frase, y tampoco hacía falta terminarla, estaba claro lo que iba a decir. Alcé la vista del animal. Había caído en un detalle que había sido el detonante para recordar todo lo que había olvidado con el golpe.


Recordaba el ataque, recordaba el lugar donde estaba en ese momento, y también recordaba por qué había ido allí, pero era incapaz de recordar quién había sido el atacante, por el simple motivo de que no había logrado verlo. Me llevé la mano a la zona donde me habían golpeado, y descubrí que estaba vendada. La venda daba la vuelta a mi cabeza, aplastando mi pelo, y dándome, seguramente, una apariencia bastante cómica.

ㅡ Hakyeon... ㅡ Musité. El gato pareció entender por qué nombraba al chico, porque maulló, pero no presté atención, ya que estaba más ocupado buscando mi ropa para vestirme y salir de allí en cuanto pudiese.

En mi carrera hacia la salida del hospital, me crucé con el médico que me había estado atendiendo. No parecía muy conforme con que estuviese fuera de la cama sin una orden previa suya, y así me lo dio a entender con sus palabras, palabras que no pude escuchar bien, pues yo seguía corriendo en dirección a la puerta. Si Hakyeon me había encontrado en su jardín, eso significaba que había pasado por casa y, con suerte, allí seguiría. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaba en el hospital. No llevaba reloj, y el móvil lo había dejado en casa, así que desconocía la hora que era. Tan solo podía adivinar que estaba cerca de la noche porque el cielo tenía ese color ocre y púrpura tan común del atardecer. A medida que avanzaba hacia la casa del moreno, rezaba porque de verdad siguiese allí. Tenía tantas cosas que preguntarle, que era incapaz de poner en orden mi cabeza.

A lo lejos, en la puerta de la casa, vi a una persona parada frente a la puerta. Era una silueta oscura, pero estaba claro que era humano y, concretamente un hombre, por su complexión. Cuantos más pasos daba en su dirección, más detalles conseguía captar del desconocido. ¿Podía ser el que había visto en la casa horas antes? No... Este era de misma estatura, y tenía el pelo claro. Caminaba con cautela, ligeramente agachado, y siempre controlando algún lugar donde pudiese esconderme en caso de que el contrario me viera. Pero eso no fue necesario, porque en cuanto estuve más cerca, descubrí quién era.

ㅡ ¿Jaehwan? ㅡ El apelado giró la cabeza, pegando, al mismo tiempo, un pequeño bote en el sitio, por la sorpresa.

ㅡ Ah, Wonsik... Eres tú, menudo susto me has dado. ㅡ Sus acciones completaban sus palabras, pues se le veía con la mano puesta a la altura del corazón, gesto común cuando alguien se sorprendía, o se asustaba. Una vez me reconoció, se tiró encima de mí prácticamente, con una expresión de preocupación y temor. ㅡ Tienes que ayudarnos.... Hakyeon ha desaparecido.

ㅡ ¿¡Qué!? ㅡ Abrí los ojos hasta que casi se salieron de sus órbitas de la sorpresa. Era lo último que quería escuchar en ese momento. Tal y como temía, mis peores temores se habían hecho realidad. Agarré al contrario de los brazos, sacudiéndolo mientras hablaba en un tono de voz más alto de lo normal por culpa de los nervios que se habían apoderado de mi cuerpo. ㅡ ¿Qué narices ha pasado?

ㅡ N-no lo sé... Nos mandó un mensaje diciendo que se iba a ir unos días, y cuando le preguntamos dónde, nos respondió dándonos largas. Hemos venido a buscarlo, pero no aparece.... Sus cosas están aquí, pero de él no hay ni rastro... Ayúdanos, por favor.

No hacía falta que me lo pidiese, estaba dispuesto a recorrer el mundo entero si era necesario para encontrarlo. Era increíble lo mucho que me estaba preocupado por un chico que acababa de conocer y que no era si quiera mi pareja ni parte de mi familia, pero me había calado muy hondo. El momento que habíamos coincidido había sido uno de los mejores de mi vida, algo que no olvidaría tan fácilmente. Estaba comenzando a sentir algo por él que nunca había sentido por nadie. ¿Sería esto lo que llamaban "amor"?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro