Una película de mi vida
El crucero había dejado atrás Tailandia y se dirigía a su siguiente destino. La luz del sol caía sobre el océano, y su reflejo en la superficie del agua destellaba como brillantina.
En uno de los camarotes, una rubia y una pelimorada despertaban tras una noche de sueño.
- Buenos días, Elicchi.
- Buenos días, Nozomi -dijo Eli lanzando un profundo bostezo.
- ¿Cómo amaneció mi chica favorita? -preguntó la pelimorada mientras abrazaba a su esposa y le daba un beso en los labios.
- Bien..., dentro de lo posible.
- ¿Cómo es eso?
- Después de lo que pasó en el restorán en Tailandia, creo que vas a dedicarte a solucionar las cosas entre Nico y Nishikino. Se suponía que este viaje era por nuestra luna de miel, no para que hagas de casamentera.
- No lo haré, Elicchi.
Lo dicho por Nozomi sorprendió a la rubia.
- ¿Acaso escuché mal, Nozomi? ¿No lo harás?
- Eso dije. Este es un asunto que Nicocchi debe resolver sola; ella fue la que actuó de mala manera y es ella la que debe disculparse con Maki-chan, sin intermediarios.
Eli esbozó una mueca de sonrisa.
- Así que hoy soy solo de Elicchi.
Esas palabras, esas simples palabras fueron como un bálsamo para el corazón de la rubia, quien instintivamente se lanzó sobre Nozomi y la besó de una manera muy pasional.
- Parece que Elicchi tiene muchas ganas -dijo en un tono sugerente tras separar los labios.
- ... ¿Y qué si eso es verdad? -preguntó la rubia en tono tímido-. Hace días que quería tenerte solo para mí.
- Elicchi pervertida.
- Mira quién lo dice.
Nozomi emitió una risilla. Si no fuera porque había un horario para el desayuno, perfectamente la pelimorada habría dejado que la situación subiera de tono; el estómago de ambas les dio a entender que necesitaban llenarlo.
- Parece que alguien tiene hambre.
- Lo mismo puedo decir de ti.
Las chicas se levantaron de la cama.
- Voy primero a la ducha -dijo Eli.
- Bien, Elicchi. Mientras tanto, prepararé mi ropa.
La rubia se dirigió al baño con una gran sonrisa en su rostro. En tanto, Nozomi se puso a pensar en lo acontecido en Ko Samui.
- Maki-chan, ojalá no pienses mal de Nicocchi. Lamento no poder ayudarte en esta ocasión, pero es ella la que debe arreglar las cosas contigo. Además, también he descuidado un poco a Elicchi y quiero pasar más tiempo con ella.
Después de que ambas chicas se bañaron y arreglaron, salieron de su camarote en dirección al comedor.
- Por cierto, Elicchi..., tal vez no desayunamos como querías..., pero eso no significa que no podamos cenar así -dijo Nozomi moviendo las cejas. La reacción de Eli fue ponerse roja como tomate.
- N-N-Nozomi, no tan alto.
- ¿Sabes qué? Si fueras un poco menos celosa, la gente se daría cuenta de la hermosa persona que eres en verdad, y no lo digo solo por tu cara o tu cuerpo.
- ... Ya sabes las circunstancias por las que pasé; tú las viviste conmigo. No permitiré que ninguna otra mujer te aparte de mí.
La pelimorada agachó la mirada con un poco de tristeza.
- Pero ahora no quiero discutir. Ojalá todavía queden panecillos de chocolate -dijo Eli tratando de enfocarse en el desayuno.
- Elicchi, sabes que te amo; pero me gustaría que cambiaras un poquito, ¿sí? -pensó Nozomi mientras veía de reojo a su esposa.
(...)
En el comedor, ya había varias pasajeras reunidas. Una de ellas era Tsubasa, la cual, a pesar de su peluca rubia, seguía siendo reconocible para Honoka, quien se acercó a atenderla.
- ¡Tsubasa-chan!
- Buenos días, Honoka.
- Me alegra verte. ¿Qué te vas a servir?
- Quiero un té y unos panecillos de miel.
- Enseguida.
La artista comenzó a ojear el ambiente que la rodeaba tan pronto la pelijengibre se dirigió a la cocina. Mujeres de todas las edades se veían en las mesas, aunque en su mayoría eran chicas jóvenes: algunas alimentaban a otras en ademán romántico, otras simplemente conversaban en plan de amigas y otras, como ella, estaban solas, metidas en sus propios asuntos.
- Justamente porque estoy sola es que me convencieron de abordar este barco.
Tsubasa era la líder de A-RISE, una de las bandas más conocidas de Japón en ese momento. Seguidas por una gran fanaticada, las tres integrantes del grupo, Tsubasa Kira, Anju Yuuki y Erena Toudou, solían ser la comidilla de la prensa rosa que, siguiendo la tónica, trataba de emparejar a las chicas con hombres del espectáculo que casi nunca conocían en persona.
La realidad era otra, muy, muy distinta.
Anju y Erena tenían una relación desde hacía tiempo; de hecho, ya estaban saliendo antes de que el grupo se formara. La disquera dejó que ambas siguieran siendo novias con la única condición de que aquello no se hiciera público. Tsubasa, por otra parte, tenía la misma orientación que sus amigas, solo que no tenía ningún compromiso. Sabía que si los fans se enteraban, podría tener problemas, pero aun así deseaba que el amor le sonriera como a Anju y a Erena. Fueron ellas las que le sugirieron abordar el crucero en busca de una potencial pareja, aunque, por supuesto, empacó algunas cosas para ocultar su identidad; que Honoka la descubriera fue algo fortuito, y agradecía que ella fuera la única persona en el barco que sabía la verdad.
- Qué suerte tienen ellas de que nadie las conozca en Italia. No necesitan usar disfraz en vacaciones..., a diferencia de mí -pensó.
- Aquí está tu orden, Tsubasa-chan. -La pelijengibre apareció con el té y los panecillos.
- Gracias, Honoka.
La aludida sonrió.
- Por cierto, tú y yo quedamos con una conversación pendiente. Ibas a contarme cómo fue que terminaste trabajando aquí... Claro, si no estás muy ocupada ahora.
Honoka echó un vistazo a las mesas y determinó que las demás meseras podrían manejar la situación sin problemas.
- Creo que puedo quedarme contigo por un minuto o dos, je, je.
La ojiazul se sentó para conversar con Tsubasa.
- Mi familia es dueña de una tienda de dulces. Ellos esperaban que cuando creciera, me hiciera cargo del negocio; pero yo quería algo diferente para mi vida.
Honoka habló también sobre su hermana menor, una chica un tanto enojona pero cariñosa en el fondo. Según su relato, era ella la que estaba realmente interesada en heredar la tienda, cosa que a la pelijengibre le venía de maravilla.
- Aparte de todo eso, había un cliente que estaba interesado en mí. Siempre hacía comentarios halagándome y tratando de llamar mi atención. Obviamente, como a mí no me gustan los hombres, nunca le hice caso y traté de rechazar sus avances de la manera más amable posible; pero él insistía... En verdad estaba obsesionado conmigo.
Oír aquello le causó algo de molestia a Tsubasa.
- Debiste haber sufrido mucho.
- Tranquila, las cosas no escalaron mucho más.
A pesar de que el incidente se escuchaba desagradable, Honoka no parecía especialmente afectada.
- Un día, se me presentó la oportunidad de trabajar en este crucero. Estaban buscando personal que se hiciera cargo del comedor. Como quería alejarme de ese chico y porque quería hacer algo interesante, fui a ver si me aceptaban. Supongo que me consideraron apta para el puesto, porque ahora estoy aquí, je, je -dijo rascándose la nuca.
- ¿Y... qué opinaron tus padres sobre eso?
- Mi papá protestó un poco, pero mi mamá decidió dejar que tuviera esta experiencia... Admito que los extraño, a ellos y a mi hermana, pero sé que los veré pronto. Además, con lo que gano aquí puedo ayudarlos económicamente, así que no pueden decir que me ha ido mal.
Tsubasa escuchaba atentamente todo lo que Honoka decía. Mientras más avanzaba la conversación, más interés adquiría en conocer a la inquieta chica. Desde aquel encuentro fortuito en la cubierta, la relación entre ambas se había hecho más cercana; no por nada la castaña le regaló un amuleto de protección tailandés.
- ¿Ellos saben de tu sexualidad?
- Sí, sí saben. También están al tanto de que este es un crucero de lesbianas. A papá le ha costado un poco aceptar que me gustan las chicas, eso sí. Casi se desmayó cuando mi hermana salió del clóset, un poco después de mí.
- ¿Tu hermana? ¿Ella también...?
- Sí, ella también. Sé que a papá se le ha hecho un tanto difícil digerir todo, pero por lo menos trata de entenderlo. Con mamá las cosas fueron más fáciles.
Tsubasa quería seguir conversando, pero cada vez llegaban más pasajeras al comedor; Honoka tendría que retomar su labor.
- Lo siento, Tsubasa-chan. Me gustó mucho hablar contigo, pero debo volver a trabajar.
- Tranquila, lo entiendo.
- Ya hablaremos en otro momento.
La ojiazul dejó su asiento y se acercó a otra mesa. Entre tanto, la artista la veía a la distancia.
- Quizás sea algo loca, pero es linda y es agradable estar con ella... Creo que me atrae un poco.
(...)
Decidida a dejar atrás el trago amargo de lo ocurrido con Nico, Maki abandonó su camarote con dirección al comedor. Estaba segura que después de que un buen desayuno, tendría un mejor sabor de boca, literalmente.
- Ya pasó... Ya pasó. Todo lo que debo hacer ahora es seguir adelante. Quizás haya alguna otra chica más adecuada para mí... Solo quizás.
Mientras pensaba en si dar vuelta o no la página con Nico, una figura de cabello magenta se le acercó por detrás.
- Buenos días, Maki-san.
La pelirroja se vio sorprendida.
- ¿Ah? ¿Ah?... Eras tú. Buenos días, Saeko-san.
- ¿Qué te pasa? Te ves distraída.
No hubo respuesta.
- ¿Tiene que ver con lo que pasó ayer?
El nerviosismo se hizo más patente en la pelirroja: ese tema era algo de lo que no quería hablar.
- No sé cuáles fueron los hechos, pero lo que sea que te esté afectando ahora, no hubiera pasado si hubieses recorrido la isla conmigo.
- En aquel momento, eso era lo que menos quería -pensó desanimada.
- Como sea, ¿ya te sientes mejor?
- Sí..., supongo.
- Excelente. ¿Ahora vas al comedor?
- Sí.
- Genial, yo también iba para allá. Vayamos juntas.
Saeko tomó del brazo a Maki y ambas se dirigieron al comedor para desayunar.
(...)
- ¡Kotori-chan, Umi-chan, buenos días!
- Buenos días, Honoka-chan.
- Buen día, Honoka.
- Me alegra verlas, chicas. Vengan, las llevaré a una mesa.
Resulta que la pelijengibre no solo había hecho buenas migas con Tsubasa y con Maki: Kotori y Umi también se habían convertido en pasajeras con las que le gustaba hablar. Fue fácil hacerse amiga de la peligris, pero con la peliazul las cosas no resultaron tan simples; a esta no le agradaba mucho que Honoka se comportara tan despreocupadamente. De todas formas, no podía decir que no le había llegado a agradar.
- Anoche no las vi. ¿Cómo estuvo el paseo por la isla?
- Estuvo muy bueno. Lo único que no me gustó mucho fue la pelea de muay thai que fuimos a ver, pero Umi-chan también tenía derecho a divertirse, je, je -respondió Kotori.
- No puedo negar que lo pasamos bien, pero Kotori ha insistido en que use un indecente bikini en nuestra próxima parada.
- ¿En serio? Yo creo que no se te vería mal, Umi-chan -opinó Honoka.
- ¡¿Qué?! ¿La estás apoyando con eso?
- Sip. Tienes un buen cuerpo, Umi-chan, así que no veo por qué no quieres usar bikini.
- ¡No puedo creer que estén hablando tantas indecencias!
Honoka y Kotori solo atinaron a reír.
- Ahora dice esas cosas, pero no pasa lo mismo en las noches -dijo la peligris con un tono juguetón. Su novia quedó al borde del colapso.
En ese mismo momento, una pelirroja y una pelimagenta ingresaron al comedor.
- Muy bien, Maki-san, ya llegamos. Ahora a buscar una mesa disponible.
Las chicas continuaron su andar y fue entonces que dos chicas reconocieron a la doctora.
- ¡Maki-chan!
- Pero si es Maki-chan.
La aludida escuchó su nombre y volteó la cabeza, encontrándose con Honoka y Kotori.
- Vaya, son ustedes.
Por todas sus charlas con la pelijengibre, Maki recordaba su nombre. No pasaba lo mismo, eso sí, con la peligris. De lo que sí se acordaba era que ella y la peliazul sentada a su lado eran novias.
- Honoka y... y...
- Kotori, Kotori Minami. No te culpo por olvidar mi nombre; solo hemos hablado una vez -dijo la peligris con mucha calma-. ¿Recuerdas a mi novia, Umi-chan?
- Sí, sí la recuerdo.
- Umi Sonoda, eso por si lo habías olvidado.
Ni Maki ni las demás chicas se habían percatado, pero cierta pelimagenta tenía el rostro verde en ese momento, casi como el del Grinch, y con la misma actitud aguafiestas.
- ¡¿Quién les dijo que podían ser tan casuales con ella?! ¡Solo yo tengo ese derecho! -pensó con ira.
- Oye, Maki-chan, ¿qué te parece si desayunas con nosotras? Así podemos conversar para conocernos mejor -sugirió Kotori.
- Lo siento, pero ella y yo comeremos en una mesa diferente -dijo Saeko sin darle a Maki la posibilidad de responder. No solo eso: la tomó del brazo dispuesta a llevársela lejos.
- ¡Saeko-san, suéltame!
- No, no quiero que gente confianzuda se aproveche de ti. Ah, no queremos que nos atiendes. Que lo haga otra camarera. -Eso se lo dijo a Honoka.
- Creo que Maki-chan puede elegir con quién desayunar o no, ¿cierto? -comentó una nueva voz. La dueña de esta era la chica pelimorada que tantos malos ratos le hacía pasar a Saeko. Para su compañera pelirroja, en cambio, fue agradable verla.
- Si ella quiere comer con estas chicas, puede hacerlo. ¿O tú opinas algo diferente..., Sa-e-ko-chan?
El tono que usó Nozomi, separando su nombre en sílabas y usando el honorífico chan, fue como una patada en el estómago para la ojiverde. Viendo la escena desde una mesa a unos metros de distancia estaba Eli, atenta a cualquier cosa que pudieran hacerle a su mujer.
- ¡¿Cómo te...?!
- Saeko-san, cálmate.
- ¡Pero ella...!
- ¡Eres tú, Maki-chan, nya!
Dos nuevas chicas hacían su aparición en el comedor.
- ... Buenos días, Maki-chan.
Para Saeko, aquello era una pesadilla. Varias chicas aparecieron como un enjambre de langostas, acercándose a «su» pelirroja con toda confianza y saludándola de manera muy natural. Lo peor, según ella, era que esta no parecía molesta.
- Buenos días, Rin. Buenos días, Hanayo.
- ¡Recordaste mi nombre, nya!
- Suficiente. Maki-san, ven conmigo para que desayunemos.
- De hecho, voy a quedarme en esta mesa con Kotori y Umi.
- ¡¿Qué?!
- Si quieres, puedes acompañarnos.
Llena de ira, pero no queriendo que la ojimorada pensara mal de ella, Saeko declinó la oferta poniendo la cara más neutra que pudo.
- Yo desayunaré en otra mesa. Con permiso.
Tras la retirada de la pelimagenta, comenzaron las presentaciones entre todas. Alrededor de Maki se había reunido un grupo de chicas bastante variopinto y, a pesar de que tenían personalidades diferentes, había indicios de que lograrían llevarse bien entre sí.
- Bueno, ¿qué les traigo? -preguntó Honoka a las que estaban más cerca de ella.
Mientras Saeko masticaba la rabia como pronto masticaría el pan que pensaba pedir, Tsubasa veía la escena desde lejos y sonreía al ver a la mesera pelijengibre tan animada.
(...)
En su camarote, Nico desayunaba sola. Había ido al comedor más temprano que la mayoría de las pasajeras y Honoka le entregó algunas cosas para comer en una bandeja. Lo que más le gustaba a la pequeña cantante eran las cosas dulces, por lo que muchos pastelillos estaban a su disposición... Quizás comiendo podría hacer desaparecer esa sensación molesta que le quedó después de la escala en Tailandia.
- Ojalá no vea más a esa chica en lo que resta de viaje. Solo espero que Nozomi no siga interviniendo en esto.
Nico estaba tan metida en sus pensamientos que no se daba cuenta de qué clase de pastelillo mordía. Eso cambió cuando el sabor de uno en particular comenzó a sentirse en su lengua: estaba espolvoreado con café, tan amargo como la sensación que tenía en ese momento.
- ¡Puaj, qué desagradable! Honoka debería fijarse en los pasteles que me da.
La joven inmediatamente empezó a comer un pastelillo de crema para quitarse el mal sabor de boca. Lástima que la amargura en su corazón no era tan fácil de eliminar.
- Se suponía que debía olvidarme de esas cosas en este viaje..., pero ahora las recuerdo con más fuerza. ¡Maldición!
De pura rabia, se echó a la boca dos pasteles más. Casi se ahogó.
No queriendo sufrir más, se echó en su cama. Tal vez podría dormir una hora o dos para que el sinsabor desapareciera, o al menos eso esperaba.
- Nozomi, lo que me está pasando ahora es tu culpa.
(...)
- ¿Saben, chicas? Me enteré de que después del almuerzo exhibirán películas en los salones de cine -informó Kotori.
- ¿Hay salones de cine en este barco? -preguntó Maki.
En aquella mesa, además de las nombradas, estaban Umi, Hanayo y Rin. Nozomi y Eli, quienes querían tener un momento para ellas, se encontraban en otra, coqueteando de tanto en tanto. En cuanto a Saeko, se dedicaba tanto a beber su café como su frustración en una mesa en un rincón apartado, vigilando cada movimiento de Maki.
- Sí, dos. Darán películas diferentes en cada una. Umi-chan y yo queremos ver una, pero no hemos podido decidir cuál.
- Es que no quisiera ver cosas que sean muy vergonzosas.
- Je, je, a Umi-chan no le gustan mucho las escenas de besos. Recuerdo que una vez estábamos viendo una película y cuando la pareja protagonista iba a besarse, tomó el control remoto y apagó la televisión -La peliazul se cubrió los ojos de vergüenza mientras su novia contaba la anécdota con total normalidad-. Eso sí, a mí me besa mucho.
- ¡Kotori, no comentes esas cosas con otras personas!
- Tranquila, son nuestras amigas.
- ¡Genial, yo también quiero ver una película, nya! -exclamó Rin retomando el tema principal-. ¿Qué dices, Kayo-chin?
- Pues... no se oye mal.
- ¡Yo sabía que dirías que sí, Kayo-chin! -La pelinaranja abrazó a su amiga con efusividad, haciendo que esta se pusiera más nerviosa-. ¿Qué hay de ti, Maki-chan? ¿Irás?
Cuatro pares de ojos se posaron sobre la pelirroja.
- Yo... no lo sé. Ahora no me siento muy bien anímicamente.
- ¡Vamos, Maki-chan, será divertido! -dijeron Kotori y Rin al unísono mientras la veían fijamente. El nerviosismo comenzó a notarse en la doctora.
- Pues...
- Maki-chan..., onegai.
La táctica no funcionó.
- No entiendo cómo pudiste resistirte a eso -comentó Umi, sorprendida.
- Supongo que es porque no soy la novia.
- ¡Maki-chan!
La táctica de Rin fue distinta: simplemente abrazó con fuerza a la pelirroja y comenzó a restregar su mejilla con la de ella.
- ¡Di que sí!
- ¡Rin-chan, no creo que eso le guste!
Solo había una forma de acabar con el suplicio.
- ¡Está bien, está bien, está bien, iré con ustedes!
Rin y Kotori levantaron los brazos en señal de victoria.
- Entonces, ¿cuáles son las películas que podemos ver?
La peligris sacó un folleto y comenzó a discutir con las demás sobre las opciones disponibles. Por su parte, en una mesa alejada, una pelimagenta ardía de celos: no le gustó para nada que cierta chica de cabello corto abrazara con tanta confianza a Maki.
(...)
- Nozomi, ¿escuchaste lo que estaban conversando en la mesa cerca de la nuestra?
- ¿Lo de las películas? Sí, lo escuché. ¿Por qué? ¿Acaso mi pequeña Elicchi está interesada?
A pesar de sus celos recurrentes, Eli era una romántica empedernida, del tipo que lloraba con las historias de amor sin importar si eran hetero u homosexuales. Nozomi recordaba que su esposa estuvo llorando un largo rato la primera vez que vieron Titanic, casi como una plañidera de la Antigüedad tras la muerte de Jack.
- Bueno..., ya sabes -respondió con cierta timidez y un sonrojo en sus mejillas-. Yo sé que el romance no es tu género favorito, pero me gustaría que me acompañaras.
- Tranquila, veré una película contigo. Te prometí que pasaríamos todo el día juntas, ¿cierto? ¿Qué mejor manera que viendo algo empalagoso con mi hermosa y cursi Elicchi?
- No soy cursi -se defendió la rubia haciendo un pequeño puchero.
- Sí, claro. Y Nicocchi mide dos metros -respondió la pelimorada picando la mejilla de su mujer.
- ¡Nozomi, no te burles de mí!
La aludida besó los labios de su mujer para calmarla.
- ¿Ya estás mejor, Elicchi?
- ... Sí... Eso creo.
- Excelente.
Por primera vez en días, parecía no haber tensiones en la pareja.
- Y entonces, ¿cuál película quieres ver?
- La de la sala en donde Nishikino no estará.
Nozomi rió ligeramente.
- Ya intuía que elegirías esa.
- ¿Alguna objeción?
- Ninguna. Además -Sacó una carta del tarot de entre sus ropas que le mostró a Eli-, lo mejor que podemos hacer es no entrar en esa sala; algo interesante ocurrirá ahí.
La rubia sonrió: tendría a su esposa solo para ella y vería una película romántica al mismo tiempo.
- Doble premio para mí.
(...)
Al igual que en el desayuno, Nico almorzó en su habitación; se había escabullido hasta el comedor y le pidió a Honoka una bandeja con el almuerzo del día. De ahí había regresado a su refugio para comer tranquilamente.
De todas maneras, sabía que no podía seguir encerrada todo el viaje; todavía quedaban destinos por visitar y ella tenía presentaciones que realizar.
- Ya me estoy aburriendo de estar aquí.
Otro factor a tener en cuenta.
Recordó entonces que habría una exhibición de películas en las salas de cine del barco. Si quería algo de distracción, ese panorama parecía ser el ideal.
- Creo que me servirá.
Terminó de comer, llevó la bandeja al comedor y se dirigió a los salones. Ahí vería qué película iba a escoger.
(...)
- Y aquí estamos, listas para una tarde de cine.
Una emocionada Kotori guiaba a un grupo de chicas no tan entusiastas, salvo por Rin, pero sí con ganas de ver una película. La cinta elegida para la ocasión: Saving Face.
- Entremos.
Las cinco ingresaron al lugar. No era muy grande, pero tenía todo lo necesario: suficientes asientos para varias espectadoras y una pantalla de buen tamaño como para que la imagen se apreciara bien.
- ¡Genial, nya!
Las chicas se ubicaron en pares, con las parejas sentándose juntas. En cuanto a Maki, se sentó enfrente de sus amigas, con dos asientos libres a cada lado.
- Espero que la película sea buena -dijo Umi.
- Hola, Maki-san -saludó una nueva voz de improviso.
- Saeko-san...
- Qué coincidencia que nos encontremos en un lugar como este.
Aquella era una verdad a medias: Saeko no escuchó que la ojimorada y sus amigas habían acordado ver una película durante el desayuno, pero sí decidió seguir al grupo tras el almuerzo. Eso la guio al salón de cine.
- ¿Te molesta si me siento a tu lado?
La pelimagenta puso cara de perrito regañado. Por pura vergüenza, Maki, con la cara tan roja como su cabello, le dijo:
- Haz lo que quieras.
Saeko se sentó a la derecha de la doctora.
- Oye, Maki-chan, ¿ella no es...?
La pregunta de Rin murió en sus labios antes de que pudiera hacerla. La venenosa mirada de soslayo de aquellos ojos verdes la obligó a callar; en realidad, ninguna dio señales de decir algo a causa del miedo. Solo Umi hizo el gesto de desafiarla.
- Te estaré vigilando -Pareció comunicar con su ceño fruncido y una mirada fría.
Saeko decidió ignorarla. Volteó su cabeza y se aferró al brazo de Maki mientras las luces se apagaban.
- No entiendo a Saeko-san. A veces es muy agradable y a veces es muy... difícil. Como sea, vengo a ver una película y eso es lo único de lo que debo preocuparme ahora -pensó la pelirroja.
Mientras toda la secuencia de presentación se mostraba en pantalla, se abrió la puerta. Como todo se dio muy rápido, Maki no pudo ver la cara de quien entró, pero sí se dio cuenta de que se había sentado en el asiento vacío junto a ella. No solo eso, sus manos tuvieron un ligero contacto en el apoyabrazos, provocándole nerviosismo.
- Qué piel tan suave...
Aquel roce se sintió infinitamente mejor que el agarre de brazo de Saeko.
La película dio inició. A medida que las escenas se sucedían, Maki comenzó a notar algunas similitudes con su propia vida: la protagonista era una cirujana lesbiana que se enamoraba de una bailarina, así como ella, otra doctora que se había interesado en una artista, en su caso, la cantante del crucero. Además, no todos habían reaccionado de la misma manera cuando salió del clóset, algo esperable dado el ambiente en el que se movía.
Mientras analizaba la película en profundidad, Maki desvió un poco la mirada hacia su izquierda; aunque estaba oscuro, el resplandor de la pantalla le permitió distinguir en parte un rostro, y no cualquier rostro.
- ¡Es ella!
En efecto, Nico era quien estaba ahí, totalmente concentrada en la película y sin tener idea de quién estaba a su lado.
- No puedo creer que haya venido. Pero... Pero aun así...
Ya no quería ilusionarse. De todas maneras, en su corazón se había formado un torbellino de emociones; todo lo demás en el salón había pasado a segundo plano con la presencia de la pelinegra junto a ella.
- Recuerda, Maki, ella es una engreída, una grosera, una peleonera... Pero al mismo tiempo es tan bonita... ¡Ah, no sé qué pensar!
Sus ojos pasaban de la pantalla a su acompañante; no pudo evitarlo. Saeko, todavía aferrada a su brazo, notó pequeños temblores, pero no les dio mayor importancia.
- Con que se sienta a gusto conmigo basta.
Una vez que la película terminó, Nico se fue sin decir nada aprovechando que las luces no acababan de encenderse. En cuanto a Maki, toda la situación la había dejado muy confundida.
- ¡Qué buena película, nya! ¿Qué opinas, Kayo-chin?
- Fue interesante.
- Opino igual -comentó Umi-. Aunque hubo un par de indecencias que no debieron haber filmado.
- Umi-chan, no fueron cosas tan graves. Solo unos besos y una escena de sexo bastante suave -afirmó Kotori-. Maki-chan, ¿algo que decir? La protagonista era doctora como tú.
La pelirroja no respondió. Tenía muchos sentimientos encontrados en ese momento.
- Maki-san... Maki-san, reacciona...
Lo único a lo que atinó Maki fue a liberarse del agarre de Saeko y salir del salón.
- Disculpen, chicas. -Se le escuchó decir antes de irse.
(...)
- Parece que no podré librarme de ella en lo que resta de viaje.
La doctora había regresado a su camarote. Se encontraba tendida en la cama para dejar que sus emociones se calmaran un poco.
- ¿Qué debo hacer? ¿Insistir con ella o dejar esto hasta aquí?
Sin duda alguna tenía mucho en qué pensar.
Este es el tráiler de la película que vieron las chicas. También se la conoce como Guardando las apariencias.
https://youtu.be/7n14xF5tIKc
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