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Tormentas internas

Gente, sí, han pasado tres años desde la última actualización de este fic. La verdad es que a veces me cuesta continuarlo, no por falta de ganas, sino por tratar de contar los eventos sin que se sienta pesado. Además, los hechos de la vida tampoco ayudan. Pero bueno, basta de quejas. Finalmente les traigo algo nuevo, así que los dejo y nos vemos abajo.


Maki no recordaba una noche en la que hubiese dormido mejor.

La charla con Nico le devolvió el alma al cuerpo. Todavía no sentía que las cosas con ella estuvieran cien por ciento solucionadas, pero definitivamente la buena relación se había recobrado. Con nuevos ánimos, se levantó y fue a ducharse, tarareando una alegre melodía durante su trayecto al baño y también en ese lugar.

El agua de la ducha acarició con suavidad su piel desnuda. Se imaginó que el toque de la pelinegra debía ser similar.

«¡Cómo puedo pensar en esas cosas!», pensó entre avergonzada y pícara.

Una vez lista, salió de su camarote dispuesta a desayunar. No se esperaba, eso sí, que Saeko la sorprendiera a mitad del camino.

—¡Maki-san!

—Oh... Saeko-san.

—Qué buena suerte el encontrarme contigo. Dime, ¿cómo te sientes?

—¿Yo? Eh, bien. Sí, bien —aseguró la pelirroja—. Lamento si hice que te preocuparas ayer.

—Descuida, todos tenemos momentos malos —dijo la pelimagenta, con una sonrisa—. Y ahora, ¿vas a desayunar?

—Sí.

—¿Quieres que te acompañe?

Maki sintió los ojos verdes de Saeko como dos piedras aplastantes.

—En realidad, quisiera comer sola esta vez.

—¿Segura?

—Sí. Disculpa.

La pelirroja hizo una reverencia y retomó el rumbo. Saeko se despidió con una aparente calma, pero una vez sola, soltó un bufido de exasperación.

«Debiste decir que querías comer conmigo. ¡¿Cómo se supone que vas a ser mía entonces?!».

Una chica pasó cerca de la pelimagenta y se le quedó mirando, extrañada por su semblante.

—¡¿QUÉ DEMONIOS MIRAS?! —rugió, espantando a la pobre testigo y haciendo que huyera despavorida.

(...)

—Aquí tienes, Maki-chan. Buen provecho.

—Gracias, Honoka.

La pelijengibre, como en ocasiones anteriores, era la mesera de Maki. Ese día en particular lucía bastante feliz.

—¿Pasó algo bueno?

—¿Tú crees? —Desvió la vista, haciéndose la tonta—. Bueno, no tiene nada que ver con cierta chica a la que me gusta atender...

La ojimorada la miró con suspicacia.

—¿Acaso es esa chica de cabello largo y rubio?

—Mmm... Podría ser.

Por supuesto, Maki no sabía que aquello era una peluca.

—Supongo que puedo contarte un poco solo porque me agradas, Maki-chan. —Se acercó y bajó la voz—. Ella —evitó decir su nombre para protegerla— me invitó a una cita en la cubierta esta noche.

Honoka se notaba sonriente.

—Tienes mucha suerte. Solo trata de no abrumarla.

—No lo creo. Dice que le encanta mi personalidad, je, je. Bueno, te dejo por ahora. Tengo otras mesas que atender y no quiero que mi jefa me grite.

—Nos vemos entonces.

Maki no pudo evitar sentir un poco de envidia por la mesera. A ella las cosas le estaban saliendo mucho más fáciles con la chica que capturaba su atención. En cambio, Nico resultó un objetivo de conquista complejo, dado su estatus dentro del crucero y lo esquiva que actuaba en ocasiones.

«Pero ahora que arreglamos las cosas, puede que nuestra relación cambie... Eso espero».

Tan absorta estaba la pelirroja en sus pensamientos que no se percató de que dos chicas entraron en el salón comedor hasta que sonó una voz cerca de su oído:

—¡Qué tal, Maki-chan, nya!

—... ¡Eh! ¡Oh! ¡Rin!

—Buenos días, Maki-chan.

—Buenos días, Hanayo. Hace mucho que no nos veíamos.

—Tienes razón.

—¡Hay que compensar el tiempo perdido, nya! —exclamó Rin, abrazando a la doctora.

—Eh... Sí, supongo —respondió esta última, tratando de no lucir incómoda.

Las recién llegadas se sentaron en la misma mesa, apareciendo Honoka poco después para atenderlas.

—¿Qué tal están, chicas? ¿Qué van a querer?

—Mmm... Creo que me gustaría un desayuno estilo japonés —dijo Hanayo.

—¡Yo pediré un café y unas medialunas, nya!

—Anotado. Enseguida vuelvo con su comida.

No pasó mucho para el regreso de la mesera; el amor le daba nuevos bríos.

—Honoka-chan parece especialmente animada hoy —advirtió la de lentes.

—Y eso es mucho decir —agregó Maki.

Rin miró a la pelijengibre y después discretamente a su amiga: tenía algo de envidia. Honoka se asemejaba a ella cuando descubrió sus sentimientos por Hanayo, pero ahora estos se habían teñido de confusión e incertidumbre; aunque quería, no era capaz de deshacerse del todo del temor de que la chica de sus sueños se fuera con un hombre.

—¿Te ocurre algo, Rin? —preguntó la pelirroja al ver el rostro de su compañera de mesa.

—¿Ah? No, no me pasa nada.

En eso, aparecieron más caras conocidas.

—¡Maki-chan! ¡Rin-chan! ¡Hanayo-chan! ¡Hola!

—Kotori, Umi...

—Hola a todas —saludó la peliazul.

La pareja se sentó con las demás.

—¿Y, Maki-chan? ¿Cómo has estado? —le preguntó la ojiámbar.

—Pues... bien. ¿Por qué lo preguntas?

—Es que recordé lo que pasó ayer, cuando cantaste conmigo y con Umi-chan...

—¡¿En serio cantaste con ellas?! No sabía que te gustara eso, nya.

—... ¡Amo la música, ¿sí?! —exclamó un tanto avergonzada, luciendo un poco como una niña pequeña—. Pero tampoco es como si fuese algo tan importante ahora.

—Creo que sí lo es. No pudimos entender lo que cantaste, pero la forma en que lo hiciste era... algo triste. No lo dije en su momento, pero ahora lo quiero mencionar.

Maki se sorprendió.

—¡Kotori! —le reclamó su novia.

—Lo siento, Umi-chan, pero si Maki-chan tiene algún problema, me gustaría que lo compartiera con nosotras. Somos sus amigas, ¿verdad?

—Bueno..., sí, eso creo. Pero descuiden, no tengo ningún problema en este momento.

—... Mejor hablemos de la música, nya. ¿A ustedes les gusta? A mí sí. Y a Kayo-chin también.

—¿Qué clase de música te gusta, Hanayo? —preguntó Umi.

—... Me gusta... la música de las idols.

—¿De verdad? ¡Eso es genial! —exclamó Kotori—. ¡A Umi-chan...!

La aludida le tapó la boca antes de que pudiera soltar algo más.

—Me gusta música de todo tipo. Eso es lo que Kotori iba a decir.

Cuando la peligris se vio libre, decidió contar un acontecimiento sorprendente.

—Hace un tiempo, me encargué de confeccionar los vestidos de un grupo idol muy famoso. ¿Conocen a las A-RISE?

A Hanayo se le abrieron grandes los ojos.

—¡Por supuesto que sí! ¡Soy una gran fanática de ellas! ¡Tengo todos sus discos y he comprado casi toda la mercancía que tienen disponible!

—Confirmo, nya.

—Pero... ¿no hay ciertos rumores sobre ese grupo ahora mismo? —preguntó Maki—. Ya saben de qué hablo.

—Cierto. Se especula sobre la relación entre dos de las integrantes.

—Sea verdad o mentira, eso corresponde a su vida privada —opinó Umi, seria—. Si quieren hablar, que sea por propia voluntad y no por la presión de los medios.

Ninguna lo sabía, pero justamente la integrante que faltaba pasó junto a ellas, alcanzando a escuchar un poco de la conversación. Tiritó un poco, incluso sintiendo escalofríos en las puntas de su peluca.

«Están hablando de Anju y Erena... Ojalá no se topen con ningún japonés en su viaje o las cosas podrían complicarse».

Presurosa, se sentó en una mesa algo alejada, con una animada pelijengibre dispuesta a atenderla.

(...)

Tras desayunar, Tsubasa se dirigió a cubierta y se ubicó al lado de la baranda, mirando al océano. Necesitaba un poco de calma luego de escuchar por casualidad la conversación del grupo de Maki.

Era verdad que la homosexualidad era mucho más aceptada que hacía algunos años, pero Japón no era exactamente un paraíso para las personas como ella. Seguía siendo un país conservador, en el que los «errores» de los artistas no se toleraban, condenándolos muchas veces al ostracismo.

A pesar de ello, la castaña no quería irse: Japón era su país, su tierra, donde había alcanzado la fama. Marcharse a otro lugar sería fácil, pero se sentiría ajena. Además, por difícil que fuese la vida para un homosexual en su nación, al menos no era un infierno como en otras más cerradas. Siempre habría personas que la aceptarían aun si no tenían la misma orientación que ella, y no terminaría en la cárcel o ejecutada por amar a alguien de su mismo sexo: peor hubiese sido nacer en Arabia Saudita, Irán, Uganda o Rusia.

«Aun así... Aun así...».

No podía adivinar la reacción de sus fanáticos si se enteraban de que las integrantes de A-RISE eran lesbianas y que dos de ellas eran pareja. Quizás había seguidoras en el barco, pero eso no significaba que revelaría su identidad, al contrario, mantendría las precauciones; la información podría filtrarse.

Solo una persona había sido digna de saber de su presencia en el crucero.

«Pero ella no me reconoció al principio. Tardó en darse cuenta de mi identidad. Aunque...».

Aquel era el punto: Honoka no era una seguidora. Por lo mismo, aunque se sorprendió al principio, no hizo ningún escándalo y la trató como a una igual.

El solo pensarlo hizo que se sonrojara.

Las olas golpeando suavemente la embarcación la calmaron por el momento. Pasara lo que pasara, ya fuera con su fanaticada o con la mesera que le atraía, debía prepararse.

(...)

Tras despedirse de Kotori y Umi, Maki se fue del comedor con Rin y Hanayo.

—¿Qué opinan de lo que dijo Umi-chan, nya? Sobre los tiempos para salir del clóset.

—Concuerdo con ella. Cada uno debe hacerlo cuando sienta que es correcto. Algunas personas incluso se demoran en darse cuenta de lo que son, así que tiene sentido para mí.

Aquello resonó con fuerza en la cabeza de Hanayo.

—... ¿Y... cómo fue en tu caso, Maki-chan? ¿Cuándo te diste cuenta de que eras lesbiana?

La pelirroja agachó la mirada.

—Creo que nos contó algo cuando estuvimos en Tailandia, Rin-chan.

—... No tengo problema en hablar de eso otra vez. Además, en esa ocasión omití algunos detalles.

—¿De verdad?

—Hablé de cuándo, pero no de cómo.

La doctora suspiró.

—Yo... me di cuenta en secundaria, en mis últimos años. Había una chica con la que tenía cierta cercanía... Podría considerarse lo más parecido a una amiga que tenía en ese entonces.

—¿De verdad? Debió ser duro no tener a nadie más, nya.

—No soy una persona fácil de tratar, y de adolescente era peor que ahora —señaló—. En todo caso, tampoco es como si me importara mucho; estaba más interesada en otros asuntos. Pero volviendo al tema, estaba esta chica, Mako...

—¿Mako? ¿Maki? ¡Sus nombres se parecen, nya!

—¡Por favor, no me interrumpas, Rin!... Como decía, con el tiempo y las interacciones, me fui sintiendo... atraída por ella, aunque al principio lo negué. Me decía que no podía enamorarme de Mako porque era alguien con quien me llevaba relativamente bien y porque ambas éramos mujeres, pero haciendo una búsqueda por internet, me di cuenta de que mis sentimientos no eran solo de amistad. Quería que ella me correspondiera, pero...

La pelirroja guardó silencio.

—¿Qué pasó, Maki-chan? —le preguntó Hanayo.

—Nunca me atreví a confesarme. No quería perder la buena relación que teníamos. Eventualmente, nos graduamos y fuimos a preparatorias diferentes. Perdimos el contacto hasta hace un tiempo.

—¿O sea que volvieron a hablar? —dijo Rin.

—Sí, y ella sigue igual, tanto físicamente como en personalidad —respondió con una sonrisa—. De todas formas, no habría podido darse nada entre nosotras: Mako es hetero.

—¿Ella sabe que eres lesbiana?

—Sí, lo sabe. No tiene problema con ello. Eso sí, nunca le dije que me gustaba.

Hizo un breve alto.

—Ya en preparatoria, hubo otras chicas que me atrajeron, pero con ellas no pasó lo mismo que con Mako. Siempre me costó acercarme a la gente...

—¿Pero cómo lo hiciste con Mako, nya?

—¡Ella se acercó a mí! —exclamó Maki, un tanto molesta por las continuas interrupciones de Rin—. No sé por qué, pero supongo que algo de mí le llamó la atención, aunque no de forma romántica. Regresando al punto... —enfatizó las palabras—, me costaba acercarme a la gente. Aparte, me enfoqué demasiado en mis estudios, por lo que solo vi a las chicas que me gustaban a la distancia.

—Suena un poco triste.

—Quizás lo fue, Hanayo, pero el tiempo no se puede retroceder —indicó—. Aunque no todo fue malo: salí del clóset con mi familia por esa época. —Su rostro adquirió un cariz melancólico—. Creo que, después de todo lo vivido desde hacía algunos años, era momento de que supieran mi verdad, aun con el riesgo de que me rechazaran. —Sonrió—. Tuve mucha suerte. Sabía que mi mamá me aceptaría, pero jamás pensé que mi papá lo haría también.

—Dijiste que era muy severo —rememoró la de lentes.

—Lo es, pero tampoco es una persona irrazonable. Tanto él como mi mamá saben que sigo siendo la misma de siempre, y en cuanto a mi trabajo, no se pueden quejar... Bueno, se quejan de que trabajo demasiado y por eso me obligaron a abordar este crucero.

—Eres una chica muy afortunada, nya.

—No creas.

Maki se adelantó un poco y se acercó a la baranda del barco para contemplar el mar.

—¿Te ocurre algo, Maki-chan?

—Nada. Es solo que, gracias a mi tiempo en este crucero, me he dado cuenta de que no soy tan afortunada como la gente cree. Tal vez la razón por la que trabajo tanto es para no tener que pensar en ciertas cosas. —Sonrió con algo de pena mezclada—. Me autoconvencí de que estaba bien viviendo como lo hacía, que no necesitaba a nadie aparte de mi familia... Supongo que en el fondo eran excusas por mi falta de sociabilidad. Quién sabe, pude haber tenido una novia en la escuela si no hubiese sido tan terca.

—Maki-chan —Hanayo se le acercó—, no creo que pase nada malo contigo. No toda la gente se da cuenta de sus necesidades al mismo tiempo. Tampoco creo que esté mal que hayas estado soltera hasta hoy. Quizás esas chicas simplemente no eran para ti.

—¿Tú crees?

La castaña asintió.

—Piensa además que muchas personas jamás encuentran una pareja y se sienten mejor solas, y eso también está bien. Todos buscamos aquello que sea lo mejor para nosotros, pero a veces cuesta mucho.

—¡Qué lista eres, Kayo-chin! —la alabó Rin.

—Son cosas en las que he pensado mucho en el último tiempo, Rin-chan.

En eso, la chica de lentes agachó la mirada.

—... Sí, cuesta mucho. Yo lo sé bien.

—Kayo-chin —la pelinaranja se percató de adónde quería dirigir la conversación—, ¿estás segura de que quieres hablar de eso?

—Maki-chan abrió su corazón con nosotras, Rin-chan. Creo que es justo que ella también sepa.

La pelirroja las miró con cara de pregunta.

—¿Qué pasa? No entiendo.

—Maki-chan, vine a este crucero a aclarar dudas sobre mí.

—¿Cómo así?

—Yo... no sé si soy lesbiana. He luchado por años tratando de encontrar qué me gusta. A veces pienso que los hombres. A veces, las mujeres. A veces, ambos.

—¿Segura de que no eres asexual? —preguntó la doctora.

—¿A... sex... qué? —Rin lucía confundida.

—Una persona que no siente atracción sexual por nadie —explicó la pelirroja.

—¿Eso existe?

—Sí, aunque no es algo común.

Maki se reenfocó en Hanayo.

—¿Entonces?

—No es el caso... Sí siento atracción... o algo parecido... por la gente. Ojalá cuando el viaje termine, pueda tener las respuestas que busco.

La ojimorada miró de reojo a Rin, quien cerró los ojos y movió la cabeza.

«El amor es algo bastante complicado».

A pesar de aquel pensamiento, Maki le sonrió a la castaña.

—Hanayo..., sé que no nos conocemos desde hace mucho, pero te agradezco por la confianza.

—... No hay de qué, Maki-chan. Solo voy a pedirte un favor: no se lo cuentes a las demás chicas.

—Tranquila, no le diré a nadie.

Tras unos minutos más de plática, la doctora se despidió de sus acompañantes y comenzó a caminar por la cubierta. Todo aquello le había dado mucho en qué pensar.

(...)

En su camarote, Nico practicaba su canto para una próxima presentación. No sabía por qué, pero sentía que su ánimo estaba renovado y su voz salía con más facilidad.

«¿Qué me está pasando? ¿Acaso ocurrió un milagro o algo así?... Bueno, no importa. Me viene mejor para mi show».

Creyó por un momento ver algo rojo en su mente, pero no le dio mayor importancia y siguió con lo suyo.


Afortunadamente, en esta ocasión sí tengo elementos para continuar. Todo dependerá de mi tiempo.

Sobre Mako, muchos probablemente no la conozcan. Es un personaje que aparece en la novela de Maki, siendo su única amiga antes de entrar a Otonokizaka. Volviendo al fic, al principio mencioné que la pelirroja no tenía ninguna amiga previa al crucero, por lo que Mako pasó a ser solo algo similar, ni tan cercana ni tan lejana.

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