Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Movimiento de aquí para allá

Sé que habrá gente a la que quizás no le guste tanto este episodio por... cierto personaje, pero es necesario para que avance la historia.


Saeko siguió al grupo de chicas por todos los rincones de Honolulu donde estuvieron. Con ojos y oídos atentos, vigilaba como un espía cada movimiento y escuchaba cada conversación en busca de detalles que pudieran serle de interés. Tras acumular algunos elementos importantes en su cabeza, regresó al crucero y anotó lo crucial en una pequeña agenda que llevaba consigo, procurando no olvidar ningún dato.

«Necesitaré más..., pero no importa. Solo es cuestión de tiempo para que su grupo de protección se rompa; mejor dicho, para que yo lo rompa».

(...)

El día anterior había sido tan raro para Maki que lo único que quería en ese momento era un poco de orden en su cabeza. Mientras se dirigía al comedor, sacó su celular y vio una foto: ahí estaba el origen de todo el embrollo, algo que le provocaba alegría pero que también la turbaba. No sabía cómo seguiría la relación con Nico tras eso.

«Espero que la conversación diaria con Honoka me suba el ánimo... Sí que estoy alterada para desear hablar con ella», pensó.

Cuando llegó se sentó en una mesa vacía. Sin embargo, no fue su mesera recurrente quien la atendió en esa ocasión, puesto que ella ya estaba ocupada con otra persona.

«Así que está con la rubia... Por lo menos alguien parece feliz».

—Buenos días, señorita. Yo seré su camarera el día de hoy.

—Buenos días.

—¿Qué va a querer?

—Un café y unas medialunas, por favor.

—Como diga, ya vuelvo.

Una vez sola, Maki vio lo enérgica que lucía Honoka mientras atendía a su pasajera favorita. No podía culparla; se notaba a leguas que le gustaba, y eso lo advertía hasta ella, una experta en no darse cuenta de esas cosas.

—Aquí tiene. Buen provecho.

—Gracias.

La pelirroja estaba a punto de comer cuando una figura conocida hizo su aparición.

—¡Maki-chan, buenos días, nya!

—Rin...

La chica de la muletilla felina se sentó en la misma mesa que su amiga.

—¿Puedo tomar una medialuna?

—Eh..., claro.

Mientras comía, Maki le dijo sin tapujos:

—¿Y Hanayo? Ustedes normalmente están juntas.

—... No es como si estuviéramos unidas por la cadera, nya —respondió con tristeza.

—¿Pasó algo entre ustedes?

—Es que... después de la parada en Hawái... Mejor te cuento todo desde el principio.

A pesar de aquellas palabras, Rin se notaba nerviosa. Para aumentar dichos nervios, se vio interrumpida dos veces, una por la mesera pidiendo su orden y otra por el ingreso de Saeko, quien saludó a Maki antes de sentarse en una mesa cercana.

—No me agrada ella, nya.

—No es tan mala. Sí, tiene un carácter un poco complicado, pero ya se disculpó conmigo y me dijo que tratará de controlarse.

—... Si tú crees eso, Maki-chan...

Tras recibir su desayuno, Rin se centró en lo importante.

—Retomando, lo que pasó con Kayo-chin fue...

(...)

La noche anterior

El paseo por Hawái despertó algunos temores dormidos en Rin. Aquella imagen de Hanayo sonrojada tras ser salvada por el fotógrafo se le había grabado en el cerebro y le molestaba mucho. Era casi como una víbora mordiéndole una y otra vez.

—¿Qué te pareció el paseo, Rin-chan? ¿Eh? ¿Rin-chan? ¿Por qué estás haciendo un puchero?

—Kayo-chin..., dime qué pensaste de ese fotógrafo.

—¿Qué? ¿Por qué lo preguntas?

Rin no respondió, limitándose a emitir gruñidos.

—Yo... pensé que era un chico guapo, pero solo eso. No me enamoré de él ni nada así.

—¿Segura?

—Segura.

—Pero... yo vi que... te sonrojaste con él.

—... Fue por la vergüenza. Tú sabes que nunca antes lo había visto y dudo que lo volvamos a ver otra vez. Rin-chan —le tomó las manos—, no voy a dejarte sin una respuesta. Te lo prometo.

A pesar de la afirmación de Hanayo, la pelinaranja se fue a dormir con muchas dudas. No quería que su amiga se enamorara de un hombre; habría significado no solo un corazón roto, sino también tiempo perdido. Un lagrimeo silencioso precedió al sueño, que se vio salpicado por vívidas pesadillas.

(...)

—... Entonces eso pasó.

—¡No quiero perder a Kayo-chin! ¡No quiero darme cuenta de que la esperé en vano, nya!

—Mira, no digo que tu situación sea fácil, pero creo que lo del fotógrafo es hacer una tormenta en un vaso de agua.

—... ¿En serio crees que estoy exagerando, nya? —preguntó con timidez.

—Lo creo. En todo caso, no soy nadie para juzgarte por lo que hagas o dejes de hacer.

—¡Rin-chan! ¿Por qué te fuiste sin mí?

Hanayo se veía un tanto confundida. No entendía por qué su querida amiga la dejaría atrás.

—Yo... Discúlpame, Kayo-chin. —La respuesta quedaría en el misterio para la de lentes.

—Acepto tus disculpas, Rin-chan. ¡Ah! Buenos días, Maki-chan.

—Buenos días, Hanayo.

La castaña se sentó con sus amigas y pidió su desayuno. Maki esperaba que eventualmente la situación entre ellas se solucionara, pero aquello dependía solo de las dos.

(...)

En otra mesa del comedor, las cosas también estaban algo agitadas, aunque por motivos completamente diferentes.

—¿Te gustó el desayuno, Tsu-chan?

—Estaba delicioso, como siempre. Dale mis felicitaciones a la cocinera.

—Lo haré en tu nombre.

—Solo... sé discreta con eso. Ya sabes por qué.

—Por ti, lo seré, Tsu-chan.

Honoka colocó su mano sobre la de Tsubasa, acariciándole la piel con la yema de los dedos.

—No sabes las ganas que tengo de revelarle al mundo quién soy, de poder caminar de la mano con una chica por la calle, pero... también amo mi carrera. He luchado mucho por llegar a donde estoy... y si revelo que soy lesbiana... Sonaré egoísta, pero quiero tener ambas cosas: mi éxito y la libertad de mostrar mi verdadero yo.

La mano de Tsubasa tiritaba levemente.

—¿Qué piensas tú, Honoka?

—Tsu-chan..., quizás yo no estoy tan al tanto de tu carrera, pero pienso que el tuyo es un deseo natural. No estás pidiendo nada raro para mí. Además, tú eres una buena persona y mereces que te pasen cosas buenas. Es posible que haya gente a la que no le guste que seas lesbiana, pero te lo digo por experiencia propia, es mucho mejor estar fuera del armario.

—... Me encantaría que todo fuera tan fácil. Dudo que mi disquera lo acepte, pero... gracias por conversar de esto conmigo, Honoka. —Tsubasa rozó la mano de la pelijengibre con su pulgar.

—No hay de qué, Tsu-chan, je, je.

—¡Kousaka, vuelve a trabajar! —gritó alguien a lo lejos.

Un escalofrío recorrió la columna de la mesera.

—Es mi jefa. Tengo que irme. Después seguimos hablando.

Honoka se marchó, dejando a Tsubasa sola. Ella se palpó la mano que la ojiazul le había tocado, sonrojándose de paso.

«Ojalá algún día...».

(...)

La conversación con Rin hizo que Maki se pusiera especialmente reflexiva. El tema de los celos había sido recurrente en el barco, o por lo menos en su entorno cercano. Ella ya había experimentado aquello en carne propia, sobre todo con Eli y sus miradas agudas de lanza; aunque insistiera en que no estaba interesada en Nozomi, no había forma de quitarle esa idea de la cabeza a la rubia.

«Quizás con Rin pase lo mismo, solo que de una manera menos... ¿seria? ¿Evidente? No sé cómo describirlo», pensó apoyada en la baranda del barco, con las gaviotas y el mar como ruido de fondo.

—Maki-san, qué bueno que te encuentro.

—Saeko-san.

La pelimagenta se ubicó al lado de la doctora.

—¿Molesto?

—Oh, no. Solo pensaba en... algunas cosas.

—¿Puedo saber qué?

—Nada realmente importante.

Un breve silencio, interrumpido por los sonidos del ambiente, se hizo presente entre las dos chicas.

—Saeko-san, ¿alguna vez te has sentido celosa?

—¡¿Yo?! Bueno..., admito que me molestaba que se te acercaran mucho, pero eso quedó en el pasado.

—Hablo en el sentido romántico —la interrumpió Maki.

—No, no —negó Saeko con vehemencia—. Tuve una novia hace tiempo, pero... jamás sentí celos por ella. Es que tampoco era de muchas amistades.

La doctora miró a su interlocutora. Esta última se mantuvo serena.

—¿A qué viene la pregunta? ¿Acaso te has sentido celosa alguna vez?

—¿Quién, yo? Por supuesto que no.

Saeko sonrió y clavó sus ojos verdes en el océano frente a ella.

—En todo caso, no creo que los celos sean tan malos como la gente dice. Uno siempre quiere proteger lo suyo, ¿verdad?

—No puedo darte una respuesta. Supongo que tendría que sentirlos para decirte algo.

—Mejor hablemos de temas más... agradables. Por ejemplo, ¿cómo lo has pasado en este viaje? ¿Has conocido a alguien agradable, aparte de tu servidora?

—... Prefiero no hablar. Hay cosas que prefiero reservarme por ahora.

—Pero...

—Por favor.

La pelimagenta se dio cuenta de que si presionaba a Maki, no podría seguir interactuando con ella.

—Como quieras. Supongo que sería bueno que te deje sola por un rato. Pero, si no te molesta, me gustaría almorzar contigo. ¿Qué dices? ¿Aceptas?

—Sí, supongo que sí —respondió la ojimorada, jugando con un mechón de su cabello.

Saeko se despidió de ella y tomó rumbo desconocido.

«Celos... El tema es demasiado complejo. ¿Qué pasaría si...?».

A su cabeza vinieron imágenes de Nico yéndose con otra mujer. Inmediatamente la sacudió en un intento por evitar malos sentimientos. Ya le bastaba con la ambigua relación que tenían.

«Solo espero que no esté molesta conmigo».

(...)

A la hora del almuerzo, Maki y Saeko volvieron a reunirse. Honoka estuvo a punto de atender la mesa de la pelirroja, pero al ver quién era su acompañante, se hizo a un lado y dejó que una de sus colegas se encargara.

«No quiero enfrentarme a Saeko-chan otra vez».

—¿Sabe bien, Maki-san?

—Pues... no me puedo quejar.

A medida que pasaban los minutos, más pasajeras entraban al comedor, incluyendo a las amigas de la pelirroja. Adrede, evitaron acercarse a la mesa de esta, intimidadas por la chica de cabello magenta. Sin embargo, hubo un rostro ligeramente feliz.

«Así se aleja de Nozomi».

Las que más cerca se ubicaron fueron Kotori y Umi, quienes hablaron al respecto.

—Maki-chan con esa chica... Temo que algo malo le pase.

—Ojalá te equivoques, Kotori, pero los hechos pesan más. —La peliazul resopló—. Lamentablemente, no podemos hacer nada si Maki quiere pasar tiempo con ella, pero eso no significa que no debamos mantenernos atentas por si algo pasa.

—Hola, chicas, ¿ya saben qué van a pedir? —preguntó Honoka, interrumpiendo su conversación.

La pareja ordenó sus platos. Tras eso, la pelijengibre miró la mesa de Maki y Saeko.

—No me gusta que Maki-chan esté con esa chica. Me da mala espina.

—¿A quién no? Después de los escándalos en los que ha estado envuelta, es la reacción más común —la apoyó Umi.

—Me gustaría creer que Saeko-chan no es tan mala, pero... —Kotori no pudo continuar.

—Creo que hay alguien mejor para Maki-chan en el barco. Alguien...

La mesera se calló de repente.

—Mejor voy por su comida. No quiero que mi jefa me vuelva a regañar.

Aunque Honoka se fue, dejó con la duda a las dos muchachas.

Por lo demás, la mesa de Kotori y Umi no era la única en la que el tema de la doctora se tocaba:

—¡¿Por qué Maki-chan está con esa antipática, nya?!

—¡Rin-chan, baja la voz, te van a escuchar!

—¡Pero, Kayo-chin, esa chica es peligrosa! ¡Maki-chan piensa que ella puede cambiar, pero yo no lo creo, nya!

—¿Por qué no le damos el beneficio de la duda?

Hubo una mesa, no obstante, en la que las opiniones eran divididas.

—Entre odiosas se entenderán.

—Elicchi, no seas tan grosera. Maki-chan no ha hecho nada malo y tampoco te ha dado motivos reales para que estés celosa.

—¿Que no? ¿Y esas veces que se ha acercado a ti de forma insinuante?

—¿Cuándo ha pasado eso?

Eli no respondió; no quería pasar vergüenza.

—¿Por qué no mejor no me echas una mano para que Maki-chan y Nicocchi pasen más tiempo juntas?

—Ni de chiste. Hacerlo haría que ella también pase más tiempo contigo. No insistas con cosas imposibles. Además, solo mírala, está haciendo buenas migas con esa tipa; son tal para cual.

Los ojos de todas las involucradas, salvo Maki, se movían de aquí para allá. Para más remate, la última que faltaba entró con una cara de molestia, frotándose el estómago.

—¡Nico-chan! —exclamó Honoka al notarla.

—Honoka, tengo hambre. Quiero el menú del día y que sea para llevar.

—Enseguida.

Todas sus conocidas la saludaron, algunas levantando las manos y otras moviendo la cabeza. Nico correspondió los gestos, pero cuando vio a Maki, a unos metros de ella, desvió la mirada ligeramente.

«¿Nico-chan?», pensó la pelirroja.

—¿Maki-san? ¿Maki-san, qué estás viendo?

Saeko miró a la ojirrubí; no le dio importancia; la veía como una rival inferior.

—Aquí está tu comida, Nico-chan —dijo Honoka, acercándose a ella con una bandeja.

—Gracias.

—¡Oye, Nicocchi, ven a comer con nosotras! —exclamó Nozomi desde su asiento. La pelinegra lanzó un chillido de sorpresa.

—¡En otra ocasión! —se excusó.

Nico se fue con la bandeja en las manos. Todas las que antes estaban atentas a ella volvieron a enfocarse en sus platos, No obstante, Maki parecía abstraída en sus pensamientos.

«¿Qué pasará con nosotras ahora?».

Saeko se dio cuenta de la expresión de la pelirroja. Instintivamente se mordió el labio con molestia. Por fortuna para ella, nadie se dio cuenta de dicha acción.

(...)

—El almuerzo no estuvo mal..., pero pudo haber sido mejor —afirmó la ojiverde.

—Sí, supongo.

Maki y Saeko dejaron el comedor, con la pelirroja aún con cara de confusión.

—Maki-san, algo me dice que hoy estás en otra parte. ¿Ocurre algo?

—... Son solo cosas mías. Nada que deba preocuparte.

«Es obvio que tiene que ver con esa enana infernal».

A pesar de lo furiosa que estaba, la pelimagenta no exteriorizó su sentir.

—Mmm, ya sé qué podría ayudarte. Ven conmigo.

Le agarró la mano y la arrastró con ella.

—¿Adónde me llevas? —preguntó Maki, inquieta.

—A un lugar muy divertido.

La pelirroja movió los pies por inercia, mientras Saeko la guiaba a donde quería.

(...)

—No sabía que este barco tenía un salón de bolos.

—¿En serio nunca habías venido? Es la mejor forma de liberar tensiones.

Saeko tomó una bola y la lanzó. Esta se deslizó en línea recta por la canaleta, haciendo una chuza.

—¡Excelente!

—Bien por ti.

La clave de la jugada de la ojiverde: pensó que Nico era cada uno de esos pinos.

—¿Por qué no lo intentas? Es muy divertido.

—Eh..., prefiero verte tirar.

—Bien, pero avísame si cambias de opinión.

Saeko se fue a jugar nuevamente, pero Maki prefirió distraerse con todo lo que ocurría en su cabeza; intuía que sería una larga jornada de bolos.

«Nico-chan...».


Creo que este el capítulo en el que más melancólica se ha visto a Maki, o por lo menos entra en una lista. Por cierto, como adelanto les cuento que ese día en el crucero no ha terminado, así que todavía faltan eventos por ocurrir. Eso se verá en la próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro