Cosas en Ko Samui
- ¿Aló, papá?
- Aló, hija. ¿Cómo has estado?
- Pues... bien dentro de lo posible.
- ¿Dentro de lo posible? ¿Cómo así?
- Han pasado algunas cosas..., pero nada muy importante.
- Espero que me estés diciendo la verdad.
- Sí, sí, no te preocupes de más.
- Bueno, te creeré. Cambiando de tema, ¿cómo ves a las chicas? ¿Alguna que haya captado tu atención?
- ... No sé si puede decirse eso. Hay algunas lindas, pero...
Maki no quiso seguir dando más detalles.
- Bien, hija, respetaré tu decisión de no hablar, al menos por ahora.
La chica sintió un poco de vergüenza por las palabras de su padre.
- Por cierto, ¿dónde estás ahora?
Ella respondió con fuerza:
- En Tailandia.
(...)
La isla de Ko Samui, la segunda más turística del reino de Tailandia, solo por detrás de la más conocida Phuket, era el primer destino del crucero. Para Maki, significaba una gran oportunidad de conocer a Nico, la cantante que tanto la había cautivado y que también se tomaría un descanso allí, al menos de acuerdo a Nozomi. Eso sí, existía un problema del que tenía que encargarse: Saeko. Si la pelimagenta se enteraba de sus intenciones, de seguro haría un escándalo; recordaba cómo había tratado a la pobre Honoka hacía unos días por algo realmente insignificante.
- Menos mal me las arreglé para evitar encontrarme con ella esta mañana.
Maki se había escapado de su camarote nada más llegar a tierra. Mientras hablaba por teléfono con su padre, aprovechaba de recorrer el lugar a solas. La visión de las playas la reconfortaba; no tenían nada que ver con las de Japón.
En medio de su ensimismamiento, recibió un mensaje de texto. Al ver el número, se dio cuenta de que se trataba de Nozomi.
«Maki-chan, Nicocchi se desocupará a la hora del almuerzo. Busca un lugar en el que nos podamos juntar».
El corazón de la pelirroja comenzaba a latir con fuerza. Sus latidos se sentían como el galope de un caballo desbocado. No podía creerlo; cada vez estaba más cerca del ansiado encuentro.
El punto era qué hacer en el entretiempo. Por suerte, había cambiado algunos dólares y yenes por bahts nada más bajar del crucero, así que decidió subirse a un songthaew, un vehículo local. No fue la única, eso sí, que tuvo la misma idea.
- ¡Maki-chan, espéranos, nya!
- ¡Que alguien me ayude!
Rin y Hanayo corrían desesperadas tratando de abordar el mismo vehículo que la ojimorada. Ella las reconoció.
- Son ustedes..., eh... Eh...
- Qué mala eres, Maki-chan. Nosotras sí nos acordamos de tu nombre. ¿Verdad, Kayo-chin?
- Eso creo, Rin-chan -respondió Hanayo, frotándose la muñeca que la pelinaranja había sujetado sin mucha delicadeza al correr.
- ¡Somos Rin Hoshizora y Hanayo Koizumi, nya!
- Rin... Hanayo... Procuraré no olvidarlo. Disculpen mi mala memoria.
- Estás disculpada. No podría enojarme con la persona que me salvó la vida, nya.
Las tres abordaron el sangthaew y se dispusieron a recorrer la isla.
- ¿Alguna idea de qué hacer? -preguntó la doctora.
- En el barco escuché que había una estatua gigante de Buda que puede visitarse a cualquier hora y es la atracción turística más visitada de Ko Samui -respondió Hanayo.
- No sé si me interese eso -dijo Rin-. Lo que yo quiero es nadar un poco; no vamos a estar mucho tiempo aquí.
- Creo que Kotori-chan y Umi-chan iban a ir a la playa.
- Kotori... Umi... Ah, ya recuerdo. Son las chicas que aparecieron después de que te rescaté de la piscina.
- Exacto, Maki-chan. Después del incidente, hemos estado conversando. Son muy simpáticas, nya.
Maki se dio cuenta al observarlas más cuidadosamente que Rin era alocada y espontánea, mientras que Hanayo era tímida y tranquila; y aun así se llevaban bien entre ellas. No solo eso, también era fácil hablar con ellas, en especial con Rin, mucho más locuaz que su compañera de viaje.
- Tengo una pregunta: ¿ustedes son novias?
Mientras la pelinaranja ponía una mueca de incomodidad acompañada de un leve sonrojo, la castaña agachaba la mirada casi con vergüenza. Ese tema era uno que evitaban conversar con otras personas.
- No, no... Somos amigas, solo amigas -respondió Hanayo.
Amigas. Aquella palabra había sido del gusto de Rin durante mucho tiempo, pero ahora era algo que le dolía. Ya no quería seguir siendo la amiga de la chica de lentes: quería más. Pero aunque trataba insistentemente de demostrar que sus sentimientos ya no eran los mismos, no había logrado cruzar la línea porque no se lo permitían.
- Sí... Solo somos amigas -repitió Rin con un dejo de tristeza en la voz-. Pero mejor cambiemos el tema. Queremos saber más de ti, nya -dijo tratando de sonar más alegre.
Maki no vio nada extraño en el repentino cambio de comportamiento de la chica de cabello corto y decidió contarles un poco de su vida. Temas como su trabajo, cómo les reveló su sexualidad a sus padres y cosas por el estilo salieron a la luz. Ni ella misma se daba cuenta, pero de a poco se estaba abriendo a personas ajenas de su familia, cosa impensada unas semanas antes.
- Es su turno. Es lo justo, ¿no?
Rin fue la primera en hablar. Entre las cosas que contó estaban el hecho de que era profesora de educación física en una escuela primaria y que sus padres aceptaban su lesbianismo sin problemas. En lo que respectaba a Hanayo, era columnista de una revista de espectáculos y acompañaba a Rin en el viaje por ser su mejor amiga. Lo de descubrir su sexualidad, eso sí, lo dejó en reserva.
- ¿Qué hay de ti? ¿Tienes novia, nya?
- No, no tengo.
- Esa chica que estaba contigo la otra vez... Tú dijiste que era una conocida, ¿cierto? -preguntó Hanayo.
- ¿Saeko-san? Sí. La conocí en el barco.
- Esa chica da algo de miedo, no sé por qué -pensó la castaña.
- Pero no hablemos de ella ahora.
Maki quería concentrarse en otras cosas mientras estuviera en Ko Samui, y la número uno tenía que ver con cierta cantante de cabellos negros. En el entretiempo, disfrutaría de los paisajes que la isla tenía para ofrecer.
(...)
- Umi-chan, insisto en que debiste usar el traje de baño que te compré.
- ¡No pienso usar ropa tan indecente, Kotori! Con este estoy conforme.
- Buu, Umi-chan.
Kotori y Umi disfrutaban de una de las playas más populares de Ko Samui. Más bien, era Kotori la que lo hacía; Umi no dejaría que su pajarita se convirtiera en el centro de las miradas por usar bikini, así que actuaba tanto de madre regañona por la «indecencia» de su vestuario como de comando lista para la acción con cualquiera que intentara pasarse de listo.
- ¡Ven, vamos a nadar! -exclamó la peligris mientras sonreía. Había visto a su amada ojeándola de tanto en tanto y la notaba un tanto embobada por su delicado cuerpo.
A pesar de que no le gustaba que Kotori se exhibiera mucho, Umi no podía sentirse más feliz por tenerla a su lado. No entendía por qué su familia era incapaz de aceptar su felicidad; ellos sabían que la ojiámbar era una buena chica, dulce como pocas e incapaz de dañar gratuitamente a alguien, y aun así no eran capaces de tratarla como lo que era: su novia, ya no una simple amiga.
- ¡Ya voy, ya voy!
Kotori recibió a Umi con juguetonas salpicaduras de agua, y si bien la peliazul se quejó por la sorpresiva mojada, en el fondo disfrutaba aquello. Ver tan contenta a la peligris la ponía contenta a ella también; no era fácil tratar con una personalidad tan fuerte como la suya, pero para Kotori, eso era solo parte del encanto, y no tenía ningún problema con ello, pues sabía cómo calmarla.
- Umi-chan...
- ¿Sí?
Aprovechando la distracción del agua, Kotori se acercó a su novia y le dio un romántico beso en los labios; y aunque al principio Umi quedó pasmada, lentamente cedió ante la muestra de afecto de su amada, cerrando los ojos y aumentando la intensidad.
- Te amo mucho, Umi-chan -dijo la ojiámbar en cuanto se separaron.
- Yo también te amo, Kotori.
Fue entonces que la peliazul recordó que la playa era un lugar público. Resultado: el rostro se le puso rojo por la vergüenza.
- ¡Ah, te besé enfrente de todos! ¡Eso es indecente!
- Entonces quiero más indecencia -dijo la pajarita volviendo a abalanzarse sobre los labios de Umi.
Aunque no lo admitiera abiertamente, la ojimarrón habría aceptado que las cosas subieran de tono, eso si no estuviesen a la intemperie. Además, no quería tener problemas con la ley en un país extranjero.
- ¿Sabes, Umi-chan? Me has hecho muy feliz trayéndome a la playa, así que antes de irnos, visitaremos un lugar que tú quieras.
- ¿En serio? ¿Cualquier lugar?
- Sí. Tú solo di uno.
Umi lo pensó un poco. Finalmente, puso una cara de determinación: ya había elegido algo.
- Tengo en mente un sitio..., pero no sé si te gustará.
- Yo estaré bien con lo que elijas, Umi-chan. Tú siempre tratas de complacerme en todo; ahora es mi turno de hacerlo.
- Entonces... -Hizo una pausa- quiero ir a...
(...)
- ¡De verdad que es grande, nya!
- Mucho..., Rin... chan...
Maki, Rin y Hanayo se encontraban frente al gran Buda de Ko Samui, una de las principales atracciones turísticas de la isla. Debido a que habían tenido que subir una enorme escalera para llegar a la estatua, la pelirroja y la chica de lentes estaban cansadas y trataban de recuperar el aire. Rin, por otra parte, lucía fresca como lechuga.
- ¿Por... qué... subiste... las escaleras... corriendo...? -preguntó Maki en medio de su agotamiento.
- Me gusta entrenar cuando tengo oportunidad. Recuerda, soy profesora de educación física, nya.
- ... Y aun así... casi te ahogas...
- ¡Oye, eso dolió!
Un detalle importante a mencionar era que las tres estaban descalzas en ese momento. Por reglas del templo, estaba prohibido usar zapatos en la zona del Buda.
- En verdad es una estatua enorme -pensó la pelirroja alzando la mirada.
Aunque no era una persona religiosa, Maki pensó que no estaba de más pedir un poco de ayuda espiritual. Cerró los ojos y pidió que todo le saliera bien en su encuentro con Nico.
- Maki-chan, ¿qué haces? -preguntó Rin.
- ¿Eh? Nada, nada, tonterías mías -respondió la aludida mientras jugaba con un mechón de su cabello. Por lo demás, ya lucía más recuperada.
En ese mismo momento, se escuchó el sonido de un celular. Las tres chicas reaccionaron a él; resultó ser el de Maki. No era una llamada, eso sí, sino un mensaje enviado por Nozomi.
«Maki-chan, Nicocchi acaba de quedar libre. ¿Dónde nos juntamos?».
- Cierto, no se me ha ocurrido un lugar de reunión aún. ¿Dónde podría ser?
Había restaurantes en el sector, pero la doctora no se sentía muy cómoda de almorzar en un lugar donde las estaba mirando un Buda. Entonces, recordó que en la playa había algunos locales que se veían buenos; en alguno de ellos se llevaría a cabo la reunión.
«Veámonos en la playa, cerca de donde está el crucero. Llegaré en un rato».
- Maki-chan, ¿estás hablando con alguien, nya?
- ... Algo así. Voy a reunirme con una chica, así que debo irme.
- ¿Quieres que te acompañemos? -preguntó Rin.
- No será necesario.
- Pero...
Hanayo le hizo un gesto a su amiga que la hizo desistir.
- Muy bien, entonces nos veremos en el crucero, nya.
- Sí, nos vemos en unas horas. Adiós, chicas.
- Adiós, Maki-chan.
- Adiós, Maki-chan, nya.
La ojimorada dejó el templo, no sin antes volver a ponerse su calzado. Posteriormente tomó un taxi para dirigirse a la playa.
- To the beach, please -le dijo al conductor en inglés, pues no sabía tailandés.
(...)
De vuelta al lugar del Buda, Rin y Hanayo planeaban sus siguientes pasos.
- ¿Y ahora qué hacemos, Rin-chan?
- Supongo que comer. Ya me está dando hambre.
Las chicas eligieron un local en el área y esperaron a que las atendieran. Cuando finalmente llegó el mesero, tuvieron que valerse de un rudimentario inglés para hacerse entender. El almuerzo elegido: fideos y arroz al estilo thai.
- Buen provecho -dijeron ambas al unísono.
Mientras ambas degustaban su comida, Hanayo vio a unos cuantos monjes budistas caminar por ahí. Después le echó un vistazo rápido a su amiga Rin y empezó a pensar que entre aquellos hombres y la pelinaranja había cierta similitud: para los budistas, la paz, la serenidad y la paciencia eran valores que debían cultivar; y si bien Rin no era especialmente serena, sí había tenido que ser paciente con algo específico: la respuesta de Hanayo a sus sentimientos. La castaña seguía dándole vueltas al asunto; no quería darle falsas esperanzas a la chica de la muletilla, pero tampoco quería decirle que no a la ligera; debía darse cuenta pronto si era gay o no, porque muchas cosas estaban en juego.
- Señor Buda, ¿podría darme una mano? -pensó mirando en dirección al templo.
En una tienda cercana, una chica compraba un amuleto. Bajo su rubia melena, se asomaban unos cuantos mechones castaños.
(...)
- Sí, mamá, ahora estoy en Tailandia... Sí, estoy bien, ¿y tú?... ¿Y mis hermanos?... Mamá, sabes que tardaré mucho en volver. No me siento cómoda en Japón después de todo lo que pasó... Sí, sí... Cambiando de tema, ¿has estado recibiendo el dinero que te envío?... ¿Sí?... Excelente... Sí, sí, claro que sé cuidarme... Sí, yo también te quiero mucho. Adiós, saluda a mis hermanos por mí.
- Y Nicocchi, ¿cómo está tu madre?
- Está bien. Trabajando bastante, pero bien. Por suerte sí le está llegando el dinero que le envío y eso me tranquiliza.
- Tu madre no es la única que trabaja mucho. Tú también deberías tomar un descanso -dijo Eli.
- Eso es lo que voy a hacer ahora.
- Me refiero a que de verdad te tomes un descanso, lejos del crucero y de alta mar.
- Me niego rotundamente -replicó Nico con sequedad-. Ahora estoy muy bien; puedo hacer lo que amo, conocer lugares exóticos... Estar lejos de mi familia es de lo único que podría quejarme, pero de lo demás... -Hizo un sonido similar a una trompetilla.
Nozomi y Eli la miraron de reojo y luego lo hicieron entre sí.
- No sigamos hablando de eso. Ahora mismo estamos en Ko Samui y no pienso dejar que el día se me pase así como así.
- ¿Qué tal si vamos a comer? Ya es la hora del almuerzo, después de todo -señaló Nozomi.
- Me parece buena idea.
- ¿Y a qué local iremos? -preguntó Eli.
- Me gustaría uno en la playa. Me apetece comida marina.
Lo que Nico no sabía era que su amiga pelimorada se había contactado en secreto con cierta doctora pelirroja mientras hablaba con su madre. El encuentro entre ambas se aproximaba.
- Como quieras..., pero te daré mi plato a ti si se exceden con lo agridulce, ¿oíste?
- Vaya, vaya, así que Nicocchi está preocupada por mi alimentación. Quiere darme de su comida. ¿No es tierno, Elicchi?
La cantante lanzó un bufido, mientras que su rubia amiga hacía una mueca de sonrisa.
- Solo espera un poco más, Maki-chan -pensó Nozomi.
(...)
- Thank you -le agradeció Maki al taxista, tras lo cual le dio algunos bahts.
El viaje no había sido muy largo, algo que agradecía. Ahí estaba, en la playa en la que comenzó su estadía en Tailandia. Había muchos locales para escoger, pero al final optó por uno que, aunque no era muy grande, parecía de buena categoría. Por suerte, había letreros en inglés en medio de los escritos en tailandés, así que algo podía entender.
Ya elegido el sitio, le envió un mensaje a Nozomi para que se reunieran.
Al entrar, pudo ver que no había nadie más. Algunas decoraciones típicas del país adornaban paredes y rincones. Además, había unas cuantas mesas que no eran exactamente las que se encontrarían en un restorán de lujo.
Un cuadro en particular captó la atención de Maki. En él salían dos estatuas femeninas con ropas de soldados antiguos. Abajo, escrito con letras latinas, estaba la palabra Phuket.
- Buenas tardes, señorita -saludó una cascada voz masculina en inglés.
- Eh..., buenas tardes -respondió ella en el mismo idioma. Al parecer, se habían dado cuenta de que era extranjera.
- ¿Va a ordenar algo?
- Sí, sí. Pero estoy esperando a más gente.
- No hay problema. Venga, la llevaré a una mesa.
Una vez ubicada, la pelirroja comenzó a revisar la carta.
- Disculpe la intromisión, pero ¿usted viene en ese crucero que llegó hoy?
- ... Eh...
Maki no sabía qué responder. Si decía la respuesta equivocada, el viejo podría molestarse.
- ¿Por qué lo pregunta?
- Por nada en especial. Es solo que muchas mujeres que viajan en los cruceros de esa compañía suelen venir a comer aquí, y varias de ellas se enfocan en esa foto que usted estaba viendo.
La pelirroja se sintió descubierta.
- Tranquila, no tengo nada contra ustedes. Solo le digo que tenga cuidado mientras esté en este país; muchos consideran a Tailandia como un paraíso para los homosexuales, pero todavía hay mucha discriminación. Téngalo presente.
- ... Lo haré.
Entonces, la conversación pasó a otro tema.
- Por cierto, señor, ¿qué tiene de especial esa foto que mencionó?
- Ah, sí. En ella aparece el monumento a Chan y Mook, que está en la isla de Phuket.
- ¿Chan y Mook?
- Sí. De acuerdo a la tradición, ambas eran hermanas y vivieron en una época en la que el país estaba en guerra con los birmanos. Chan era la esposa del gobernador de Phuket, pero enviudó en ese período, por lo que los birmanos intentaron hacerse con el control de la isla. Fue entonces que Chan y Mook, disfrazadas de hombres, les hicieron frente liderando a las tropas locales. Disfrazaron también a las demás mujeres de Phuket para darles una falsa impresión a los birmanos, y tras cinco semanas de lucha, obtuvieron la victoria.
- Es increíble -señaló Maki.
- Para nosotros los tailandeses, ellas son figuras que inspiran mucho respeto. Por eso tengo esa foto aquí.
Dándole vueltas a la historia, la chica japonesa comenzó a encontrar similitudes con lo acontecido en su propia vida; no era exactamente un calco, pero al igual que las hermanas, ella también había tenido sus luchas y había salido airosa; y suponía que no era la única en el barco con vivencias similares.
- ¿Qué tal, Maki-chan?
La voz de Nozomi se hizo presente en el local, sorprendiendo a la ojimorada; su esposa Eli sujetaba fuertemente su mano mientras miraba a la doctora con ojos de puñal; y detrás de ambas, estaba ella, la chica que esperaba. Al verla más de cerca, Maki comprobó que Nico era más baja de lo que aparentaba. Por lo mismo, se despertaban en ella ganas de abrazarla y protegerla.
- Nozomi, ¿quién es ella? -preguntó la cantante.
- Ella es Maki-chan, una amiga que conocí en el barco.
Maki lucía algo nerviosa al finalmente tenerla tan cerca. Nico, por otra parte, no parecía mostrar interés alguno.
- ¿Ellas son las personas que esperaba? -preguntó el dueño del local repentinamente.
- ¿Eh? Sí, sí, sí -respondió la pelirroja viéndose sorprendida.
- Señoritas, siéntense por favor. Enseguida las atiendo.
Nozomi fue la única que lo entendió. Eli y Nico, por otra parte, solo atinaron a mover la cabeza confundidas.
No pasó mucho para que las cuatro terminaran con platos de pescado al estilo thai frente a ellas.
- Me sorprende que Eli te haya dejado acercarte a una chica desconocida, Nozomi -señaló Nico. La mirada de la rubia, eso sí, señalaba lo molesta que estaba con todo; no quería hablar únicamente para evitar un escándalo.
- La convencí de que no era una amenaza.
- Acercarse a Nishikino ahora es peligroso. Esa perra de Masuko podría estar en cualquier parte, y lo último que quiero es que Nozomi salga lastimada. Que esto se dé rápido para terminar pronto.
Maki no sabía qué decir. Sentía cómo los nervios se la comían viva, pero quería dejar una buena impresión.
- M-Mi nombre es Maki Nishikino. Es un placer conocerte -dijo haciendo acopio de valor.
- Soy Nico Yazawa, la cantante principal del crucero y amiga de este par. -Señaló a Eli y Nozomi.
Al parecer, las cosas habían empezado con el pie derecho.
(...)
- Umi-chan, me siento fuera de lugar.
- Prometiste que vendríamos a un sitio al que quisiera ir, Kotori. Si tienes miedo, aférrate a mí; no dejaré que nada malo te pase.
Kotori y Umi se encontraban en un estadio de muay thai viendo un combate. La peliazul practicaba artes marciales desde muy niña y era muy hábil en varios estilos, sobre todo en el kendo. Por lo mismo, tenía ganas de ver la forma de combate tailandesa por excelencia en vivo y en directo.
- Esto estaría lleno si estuviésemos en Bangkok -hizo notar al ver que había tribunas vacías.
Eran un poco pasadas las seis de la tarde y no quedaba mucho para que el crucero zarpara, por lo que no podrían quedarse a ver el evento principal. A pesar de eso, el combate que se estaba llevando a cabo despertaba el alma de guerrera de Umi, quien se veía muy entusiasmada. Kotori, por otra parte, se abrazaba a su novia. Había algo en el ambiente que la inquietaba; quizás el hecho de que se hiciesen apuestas legales e ilegales de la pelea, algo muy común en Tailandia; quizás la gente de apariencia sospechosa que estaba en el público (la chica sabía muy bien que el país tenía problemas con el tráfico de drogas y la prostitución). Sea lo que fuere, prefería estar abrazada a Umi.
- ¡Mira ese rodillazo! ¡Puede ser clave! -señaló Umi mientras veía a uno de los peleadores tambalearse.
- Umi-chan, ¿cuánto queda de esto?
- Si la pelea sigue a este ritmo, no mucho.
En efecto, el luchador cayó a la lona y no pudo continuar.
- Fue una pelea muy interesante. ¿Qué opinas, Kotori?
- Pues... supongo que sí -respondió un poco nerviosa.
La peliazul sonrió, tomó la mano de su amada y ambas dejaron el recinto.
- Kotori...
- ¿Sí, Umi-chan?
- No necesitas decir cosas solo para agradarme.
La peligris bajó la mirada y se sonrojó.
- Sé que no le prestaste atención a la pelea.
- ... No me gustan esas cosas.
Tras verificar que estaban solas, Umi tomó el rostro de Kotori y le dio un largo beso en la boca.
- Gracias por venir conmigo a pesar de todo.
El sonrojo de Kotori se hizo más notorio.
- Vamos, hay que volver al crucero.
- Umi-chan...
- ¿Sí?
- Te amo.
- Yo también te amo.
- En nuestra próxima parada, ¿podrías... usar el bikini que te compré?
- No abuses, Kotori.
- Onegai.
- ...
(...)
- Muchas gracias, Tsubasa-chan.
- No hay de qué, Honoka.
En el comedor del crucero, Tsubasa y Honoka conversaban sobre las vivencias de ese día. Para entonces, ya había anochecido.
- Es una lástima que no hayas podido salir del barco. Había cosas muy interesantes para ver.
- La gente de cocina siempre está muy ocupada. No podemos tomar pausas muy largas, porque no habría comida para las personas a bordo.
- Sí, lo supuse... Trabajar en un crucero de verdad es muy demandante.
- Lo es, pero a mí me gusta. Conocer gente, viajar gratis, comer comida que no podrías encontrar en tu casa... Todo eso es algo que disfruto mucho.
- Puedo percibirlo.
La pelijengibre sonrió.
- Por cierto, ¿cómo fue que terminaste trabajando aquí? No es que quiera ser indiscreta, pero tengo curiosidad.
Honoka iba a responder, pero la llegada de más chicas la obligó a enfocarse en su trabajo y no pudo seguir conversando con Tsubasa.
- Lo siento, Tsubasa-chan, pero debo atender gente. Ya te contaré todo en otro momento.
- Claro, lo entiendo. Nos vemos después.
- Nos vemos, y otra vez gracias por el amuleto.
Honoka se alejó de la mesa de la artista y fue a atender a las recién llegadas. En medio de su andar, se llevó la mano al bolsillo; allí estaba un amuleto de la buena suerte que Tsubasa había comprado para ella en el templo del Buda gigante.
- Tsubasa-chan es una buena chica. Y yo que pensaba que los artistas eran personas distantes -pensó con una enorme sensación de alegría en su interior.
(...)
Maki regresó sola al crucero. El que se vislumbraba como su día soñado terminó dejándole un mal sabor de boca.
- Esa enana resultó ser más desagradable de lo que pensaba.
Lo único que quería era encerrarse en su camarote y dormir hasta la mañana siguiente.
(...)
Horas antes
- M-Mi nombre es Maki Nishikino. Es un placer conocerte -dijo haciendo acopio de valor.
- Soy Nico Yazawa, la cantante principal del crucero y amiga de este par. -Señaló a Eli y Nozomi.
- ¿Sabes, Nicocchi? A Maki-chan le gustó mucho tu forma de cantar. Ha visto tus dos actuaciones y le causaste una gran impresión -reveló Nozomi haciendo que la pelirroja tuviera el mismo color en su cara.
La réplica, eso sí, no fue lo que la doctora esperaba.
- Por supuesto que esa reacción es la que debió haber tenido. Soy una artista excepcional, después de todo.
Aquel tono presuntuoso comenzó a hacerle ruido a Maki. La Nico del escenario lucía como una chica delicada y que requería protección, pero la que estaba viendo no se asemejaba en nada a aquella.
- Que esté trabajando en un crucero fue algo que se dio por circunstancias que yo no busqué. Mi destino es estar en los grandes escenarios con miles de admiradores aclamándome. Las luces, la fama, eso es lo que me espera... y lo lograré algún día -aseguró con una impresionante arrogancia.
- Pues con esa actitud tienes suerte de no estar cantando en la calle -dijo Maki con dureza.
La pelinegra quedó pasmada.
- ¡¿Quién te crees tú para hablarme así?! ¡¿Acaso sabes algo de música?!
- ¡Más que tú! ¡Para tu información, sé tocar piano y he participado en competencias! ¡Apuesto a que tú ni siquiera has ido de público a eventos así!
Nico se puso a la defensiva.
- Ya entiendo. De seguro eres una niña rica y mimada que lo tiene todo. Debí imaginármelo por tu apellido. Nishikino, ¿verdad? Tienes relación con el hospital, ¿no es así?
Maki no respondió. El desconcierto le impedía hablar.
- El silencio es una respuesta en este caso.
- Nicocchi, ¿no crees que te estás pasando? Elicchi, ayúdame.
- Nozomi, si a Nico no le agrada Nishikino, no hay nada que podamos hacer. Lo mejor es que dejemos el asunto hasta aquí.
- Elicchi...
- Tú nunca entenderás las cosas. Nunca -dijo Nico para terminar.
No podía afirmarlo, pero para la doctora, las últimas palabras de la cantante cargaban mucha rabia y dolor.
El resto del almuerzo fue bastante incómodo. Al terminar, las tres amigas se fueron por su lado, mientras que Maki se quedó sola.
- Me disculpo por los problemas que te causó Nicocchi, Maki-chan. Hablaremos luego -dijo Nozomi antes de irse, haciendo una reverencia al dejar de hablar.
(...)
Presente
- Y tan tranquila que se veía.
Si había una palabra para describir la situación completa, esa era caos. Todo se dio muy rápido y sin previo aviso, incluso podría describir la situación como casi irreal.
- ¡Maki-san!
La voz de Saeko se dejó oír en la cubierta, haciendo que Maki detuviera su andar.
- Maki-san, prometiste que tú y yo estaríamos juntas el día de hoy. ¿Por qué te fuiste por tu cuenta?
- ... Ahora no quiero hablar.
- ¡Dímelo! -exclamó haciendo un puchero.
Como ya estaba alterada, la respuesta de la doctora no fue amable.
- ¡Cállate! ¡Lo menos que quiero ahora es hablar! ¡Además, nunca te prometí pasar el día contigo! ¡Eso tú lo pensaste!
Antes de dejar a la pelimagenta sola, Maki dijo:
- No tengo ganas de ver a nadie en este momento, así que no me molestes.
Saeko se quedó anonadada mientras veía a la pelirroja alejarse y dirigirse a su camarote.
(...)
- Nicocchi, no fuiste nada amable con Maki-chan. Ella no te conoce, no sabe nada de ti... De seguro le diste una mala impresión -dijo Nozomi con calma pero claramente reprochando a su amiga.
- Que piense lo que quiera de mí, no quiero ser amiga de nadie. Me basta con ustedes dos.
- Nozomi, ya escuchaste. Desde que conociste a Nishikino, no hemos podido disfrutar apropiadamente nuestra luna de miel. Lo mejor será que acabes con esto y nos enfoquemos en nosotras -comentó Eli.
- Elicchi...
- Sé que eres una persona que se preocupa de los otros más que de sí misma, pero por una vez piensa más en ti. ¿Recuerdas acaso cómo te trató...?
- Elicchi, no toquemos ese tema por ahora.
- Pero...
- Vayamos a nuestro camarote. Hay cosas en las que tengo que pensar. Ah, y Nicocchi, tú también deberías pensar en cómo trataste a Maki-chan. Creo que le debes una disculpa.
Eli y Nozomi dejaron el camarote de Nico, quien se sentó en la cama con la mirada gacha. A su mente llegaron imágenes que no quería revivir, pero fue inevitable hacerlo.
- ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Cómo pudiste? -preguntaba una desconsolada pelinegra en un vívido recuerdo.
La arrogancia y el dolor le habían jugado una mala pasada ese día.
Si tienen alguna idea para los siguientes capítulos, háganmela saber.
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