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Círculo de hierro

Gente, han pasado muchos meses sin publicar un nuevo capítulo, pero finalmente los astros se alinearon y, tras la larga espera, el viaje en crucero continúa.


Para Maki, aquel amanecer lucía más brillante que todos los demás. Quizás fuera por el gran día que tuvo en Sídney, o quizás tuviera que ver con algo relacionado: que Nico finalmente bajara sus defensas y le dijera «Maki-chan» por primera vez en lo que llevaban de viaje. Prueba de eso era la sonrisa de tonta que tenía en ese momento y que hacía de forma inconsciente.

Tan llena de energía se sentía que se levantó más temprano de lo usual.

- Me pregunto si veré de nuevo a Nico-chan el día de hoy. No es como si quisiera conversar más con ella, pero... –pensaba mientras se dirigía al comedor.

No se dio cuenta cuándo llegó a su lugar de destino; estaba tan perdida en sus pensamientos que sus pies la guiaron solos. Solo volvió en sí cuando una aguda voz la saludó:

- ¡Buenos días, Maki-chan!

- ¡¿Qué?! Yo..., digo..., eh... Buenos días, Honoka.

- Parecías distraída. ¿Qué pasó? ¿Algo bueno?

- Pues... –Desvió la mirada, ligeramente sonrojada.

- ¿Cómo estuvo el paseo por Sídney?

- ... Estuvo bueno –respondió tratando de no sonar demasiado emocionada.

- Tsu... Una de las pasajeras me contó que lo pasó muy bien. Mira, incluso me regaló esto –dijo la pelijengibre mientras sacaba un llavero con un canguro en él. Por un descuido, casi reveló que había una superestrella a bordo.

- Es muy bonito.

- ¡Sí! Ella tiene muy buen gusto –afirmó Honoka–. Ya me dio un regalo cuando nos detuvimos en Tailandia. Lo guardé en mi camarote.

A Maki, aquella información le causó curiosidad.

- Honoka...

- ¿Sí, Maki-chan?

- ¿No crees que, quizás, le gustes a esa chica?

La ojiazul se sonrojó un poco.

- ¡¿Qué?! ¡Claro que no! Apenas nos conocemos. Además, dudo que alguien como ella se fije en una camarera de barco como yo.

Justo en ese momento, una chica pelinegra hizo ingreso al salón.

- Ah, Nico-chan, llegas justo a tiempo. Tu desayuno ya está listo.

- Genial, ahora voy a...

Antes de que Nico pudiera seguir hablando, se encontró con la mirada violácea de Maki. Esta la veía con curiosidad; no esperaba topársela tan temprano.

- ... Buenos días, Maki-chan.

- Buenos días..., Nico-chan –respondió torpemente la pelirroja.

- ¿Qué haces aquí a esta hora? Las pasajeras suelen venir a desayunar más tarde.

- Podría preguntarte lo mismo –dijo mientras jugueteaba con un mechón de su cabello.

- Yo siempre me levanto temprano para desayunar. Trato de no interactuar mucho con las pasajeras, así que vengo todas las mañanas a buscar la bandeja con mi comida y como en mi camarote.

Maki no quería que la conversación muriera en ese punto. Ver a Nico fuera del escenario era algo a lo que no estaba muy habituada. Si quería profundizar su relación con ella, debía actuar.

- Eh, Nico-chan... ¿por qué no desayunamos juntas? No es como si tuviera otras intenciones. Solo... quiero comer con alguien más –dijo con un ligero sonrojo e intensificando la velocidad con la que jugaba con su cabello.

- Lo siento, pero no quiero que las demás pasajeras me vean.

- Pero...

- No voy a cambiar de opinión respecto a eso –habló Nico con firmeza.

La respuesta de la ojirrubí entristeció a la pelirroja. Por un momento pensó que lo avanzado en Australia había sufrido un brusco revés, pero las palabras que Nico dijo a continuación le dieron algo de esperanza:

- ¿Por qué no nos juntamos en la proa del barco en la noche? No tengo presentación hoy, así que voy a estar libre.

- ¿Lo dices en serio? –preguntó Maki casi como impulsada por un resorte.

- Yo siempre hablo en serio –respondió Nico con un dejo de arrogancia–. Si quieres conversar conmigo, podemos hacerlo cuando nadie más esté cerca y a una hora en la que no nos molesten.

La idea era demasiado tentadora para Maki. Al parecer, la opinión de Nico sobre ella finalmente estaba empezando a cambiar; no podía desaprovechar la ocasión.

- De acuerdo, pero no es como si ansiara conversar contigo.

La pelinegra sonrió de una manera pícara.

- Entonces te veré en unas horas más.

Dicho eso, la chica tomó la bandeja con su desayuno y dejó el comedor.

- Maki-chan, ¿por qué estás sonriendo?

- ¡¿Eh?! ¡¿Qué?!... No, no estoy sonriendo.

La doctora estaba tan absorta en Nico que se le había olvidado que estaba hablando con Honoka hacía unos momentos.

- No sabía que eras amiga de Nico-chan. Ella no suele hablar con nadie a bordo a menos que sea del personal.

- ... No somos precisamente amigas –dijo Maki en voz baja–. Solo coincidimos en una actividad y ahí empezamos a hablar.

- ¡KOUSAKA, PONTE A TRABAJAR! –bramó una voz femenina desde lejos, interrumpiendo la conversación y causando que Honoka sintiera cómo un escalofrío recorría su espina dorsal.

- ¡Sí, ya voy! –respondió haciendo un puchero–. Creo que me distraje hablando contigo, Maki-chan, je, je. ¿Por qué no te sientas? De inmediato te traeré la carta.

La pelirroja se sentó en una mesa mientras esperaba que Honoka viniera con el menú. Cuando llegó, era la única pasajera en el comedor. Pasó un rato más o menos largo antes de que llegaran más mujeres, entre ellas la pareja que se había comprometido en la noche dedicada a estas, las cuales entraron derramando miel.

- Quizás les pasó algo bueno –pensó Maki en cuanto las vio. Ella era ignorante de todo lo vivido por ellas.

No transcurrió mucho tiempo para que entrara otra pareja melosa al salón.

- Umi-chan...

- ¿Sí? ¿Pasa algo, Kotori?

- No, solo quería decir tu nombre, je, je.

La peligris se aferraba al brazo de su novia mientras apoyaba su cabeza en su hombro. Maki las vio, y estas, a su vez, hicieron lo mismo, por lo que se acercaron.

- Buenos días, Maki-chan.

- Buenos días, Maki.

- Buenos días, Umi y Kotori.

- ¿Podemos acompañarte? –preguntó la ojiámbar.

- Adelante.

Las chicas se sentaron junto a la pelirroja. Honoka las distinguió y se acercó a la mesa con el menú para Maki en las manos.

- ¡Umi-chan, Kotori-chan, buenos días!

- Buenos días, Honoka-chan.

- Buenos días, Honoka.

- Me alegra verlas hoy. ¿Cómo estuvo el paseo por Sídney?

Kotori abrazó a Umi como si fuera un koala, causándole un violento sonrojo.

- No pudo haber sido mejor.

- Kotori..., no en público...

Honoka emitió una risita.

- Enseguida les traigo la carta a ustedes. No me tardo.

En cuanto las tres chicas quedaron solas, comenzaron a conversar. El tema principal fue el paseo del día anterior, siendo la visita de la pareja al zoológico lo más interesante.

- ¿Y qué hay de ti, Maki-chan? ¿Te pasó algo interesante?

- ... Algo así.

Trató de evitar los detalles más relevantes, pero igualmente les dio a conocer que había tenido una no cita con Nico, la cantante del crucero.

- ¡¿En serio saliste con la cantante?! ¿Cómo fue que pasó?

- El cómo se dio fue bastante raro. Eso es todo lo que diré.

Un destello amarillo pasó junto a la mesa antes de que Kotori pudiera sacarle algo más de información a Maki. Al mismo tiempo, Honoka regresaba de la cocina con los menús.

- ¿Eli? –dijo Umi en voz alta. La rubia se veía algo agitada y no parecía de humor para hablar.

- Disculpa...

Eli captó la atención de Honoka.

- Eli-chan, ¿qué pasa?

- Quisiera una bandeja con el desayuno de hoy.

Aunque extrañada por la petición, la pelijengibre no quiso hacer preguntas al respecto.

- Como quieras. Primero déjame terminar con las chicas.

Al mencionar a las chicas, la de ascendencia rusa se volteó y se encontró con Umi, Kotori y Maki en la mesa.

- Umi, Kotori, son ustedes. –Ignoró a Maki adrede, aunque la pelirroja ya se lo esperaba.

- Eli-chan, ¿te pasó algo? Luces un poco agitada.

- A mí no... A Nozomi.

Las tres se colocaron en posición de escucha.

- Tuvimos un incidente en Sídney con unos imbéciles y Nozomi quedó muy afectada. Ahora mismo no quiere salir del camarote, así que voy a llevarle algo para que coma.

- No pensé que Nozomi fuera tan sensible –comentó Maki. No tuvo respuesta de Eli.

- ¿Y ahora está muy mal? –preguntó Kotori con genuina preocupación.

- Está mejor que ayer, pero todavía necesita de mi apoyo.

Casi como si aquellas palabras fuesen la señal para su entrada en escena, Honoka volvió con una bandeja repleta de alimentos.

- Recuerda traer la bandeja y la vajilla en cuanto terminen, Eli-chan.

- Lo haré. Gracias por el desayuno.

Antes de dejar el salón, la ojiazul se despidió de Umi y de Kotori, ignorando olímpicamente a Maki.

- ¿Qué habrá pasado para que Nozomi haya quedado tan afectada? –preguntó la pelirroja.

- Si es por culpa de imbéciles, bien podría ser un caso de homofobia –comentó Umi–. Como si el que nos gustara el mismo sexo fuese algo que pudiésemos elegir –dijo entre dientes–. Esto no es como cambiarse la ropa, no es tan simple.

Las chicas asintieron, incluyendo Honoka. En las palabras de la peliazul, podía percibirse un dejo de resentimiento, todo a causa de su propia experiencia.

- Cambiando de tema, ¿por qué Eli-chan tiene esa actitud contigo, Maki-chan? ¿Pasó algo entre ustedes? –preguntó Kotori.

- Nada importante. Ella piensa que le quiero quitar a Nozomi.

La peligris y su novia se miraron. Por cómo se comportaba la pelimorada, era muy poco probable que abandonara a su esposa, en especial por una chica que acababa de conocer.

- Sí, yo también he visto que Eli-chan es un poco complicada, pero se ve que es una buena chica –comentó Honoka. Iba a decir algo más, pero la entrada de una joven con cabello largo y rubio cambió sus planes.

- Discúlpenme, tengo que ir a atender a más gente. Hablamos después.

Al ver el rumbo que tomó Honoka, y después al notar lo animada que se veía al conversar con la recién llegada, Maki supuso que ella era la persona que le había hecho los regalos.

- Honoka parece feliz.

La que no parecía feliz era una pelimagenta que veía a Maki compartir con sus amigas a lo lejos. Ella esperaba encontrársela para que desayunaran juntas, casi como si se hubiese ganado el derecho, y se vio desplazada por la pareja. Molesta, se fue del comedor sin consumir nada.

(...)

- Nozomi, traje el desayuno.

Eli entró al camarote que compartían cargando la bandeja con comida. Sobre la cama, Nozomi abrazaba la almohada. No sentía asco ni miedo, pero la experiencia vivida no había sido agradable, y todavía se sentía un poco temerosa.

- Nozomi... ¿estás bien?

- ... Quisiera estar mejor, Elicchi.

Eli dejó la bandeja sobre el velador y comenzó a acariciar el cabello de su esposa con cariño. Había algo que no pensaba hacer, y era dejarla a su suerte en una situación así.

- Nozomi, tranquila. Esos imbéciles se quedaron muy lejos y nunca más los volveremos a ver. Tienen envidia –dijo con una ligera sonrisa–, envidia de que una chica tan linda como tú esté con otra persona, y creen que cualquier mujer se interesará en ellos solo por tener músculos grandes; ni las heterosexuales son tan tontas.

La rubia lanzó un suspiro.

- Bueno..., algunas sí; pero nosotras estamos muy claras de qué es lo que queremos, y si sus cerebros de maní no lo pueden entender, allá ellos.

Nozomi clavó sus ojos en Eli.

- Que no te afecten esos imbéciles. No valen la pena.

Tomó la mano de su esposa delicadamente y le besó el dorso con el mayor cariño posible. Aquel gesto causó que la pelimorada por fin comenzara a ceder, relajando sus tensos músculos y dejándose llevar por los mimos de Eli.

- Elicchi... ¿puedes besarme?

- ... Por supuesto.

La rubia tomó el rostro de la pelimorada y besó sus labios, al principio de forma suave, para después intensificar el gesto, con juego de lenguas incluido.

- Elicchi...

- Nozomi...

- Muéstrame que soy tuya... y que tú eres mía.

Esa mañana, el desayuno terminó siendo lo último en el menú de ambas.

(...)

Maki pasó gran parte de la mañana leyendo un libro en el salón del barco. Más bien, releyendo un libro que había traído consigo y cuyos párrafos ya podía recitar. Pasado el mediodía, su estómago le pidió comida, por lo que decidió ir al comedor para almorzar.

- ¡Maki-chan, nos volvemos a ver! Ven, te llevaré a una mesa.

- Gracias, Honoka.

Originalmente, la pelirroja iba a sentarse en una mesa vacía. Sin embargo, una voz estridente la llamó:

- ¡Maki-chan, ven con nosotras, nya!

Rin y Hanayo estaban comiendo su almuerzo. Como no le pareció mala idea estar con gente que ya conocía, se sentó en la misma mesa que ellas.

- Buenas tardes, Maki-chan –la saludó la castaña.

- Buenas tardes a ambas.

- Espera un poco, te traeré un menú. –Y Honoka se dirigió a la cocina.

- ¿Qué nos cuentas, Maki-chan? ¿Algo interesante en Australia? –preguntó Rin.

La aludida se sonrojó y desvió la mirada.

- ¡Parece que sí, nya! A Kayo-chin y a mí también nos pasó algo muy interesante.

La pelinaranja comenzó a contar sobre su encuentro con los gais y sobre los sellos postales que les compró, avergonzando un poco a Hanayo.

- ¡Rin-chan!...

- Pero ya es suficiente sobre nosotras. ¿Por qué no nos comentas sobre tu día, nya?

Maki no quiso contar que había pasado el día con Nico, en parte porque no quería repetir la historia una y otra vez, y en parte porque no quería que la pelinaranja hiciera un escándalo; pero sí habló sobre su visita a la Casa de la Ópera. La narración causó algo de interés en Hanayo, pero pareció aburrir a Rin, quien no sabía nada de ópera.

- Y luego... Parece que mi historia no es interesante para ti.

- ¡Oh, no! Es muy interesaaaaaawn. –Dio un largo bostezo.

La pelirroja prefirió no decir nada al respecto.

- Vaya, pero si son Maki-chan, Rin-chan y Hanayo-chan.

Nozomi había entrado en compañía de Eli. Después de la conversación con su esposa y de su sesión de sexo, se la veía muchísimo más repuesta. Con una sonrisa, las saludó a todas, en tanto Eli hizo lo propio solo con las dos amigas.

- Si no me saludó en la mañana, menos lo haría ahora –pensó Maki.

- ¡Nozomi-chan, nya!

- Veo que ya están almorzando. Buen provecho.

- Gracias, Nozomi-chan –dijo Hanayo.

- Nozomi... –Maki tomó aire, y le daba igual lo que Eli le hiciera o dijera–, ¿cómo te encuentras? En la mañana nos comentaron que habías tenido un problema en Sídney.

La pelimorada no parecía muy dispuesta a hablar del incidente, pero la dura respuesta de Eli dejó en claro todo:

- ¡Está mejor, gracias!

A eso le agregó una mirada de odio.

- ¡Elicchi...!

La rubia desvió la mirada algo avergonzada. Maki todavía le generaba serias dudas y, dadas sus interacciones, no podía confiar en ella.

- Elicchi, eso no fue nada cortés.

- ... Nozomi, ya sabes lo que me provoca esta tipa. No puedo evitarlo.

- Nozomi..., deja que piense lo que quiera de mí. Sabes que no tengo intenciones de romper su matrimonio –dijo Maki con mucha seguridad. Como respuesta, Eli lanzó un bufido.

- Perdón por la demora, Maki-chan –habló Honoka, apareciendo de repente–. Mi jefa me estuvo regañando por... cosas que prefiero no decir, je, je. Pero eso ahora no importa. Ten, aquí está el menú.

De ahí la pelijengibre se enfocó en Eli y Nozomi.

- ¡Nozomi-chan! Eli-chan me contó lo que pasó. ¿Cómo estás ahora?

- Mejor. Gracias por preguntar, Honoka-chan.

- Vengan, chicas, las llevaré a una mesa.

- A mí me gustaría esta. Está vacía y cerca de las chicas. No hay problema, ¿cierto? –preguntó la pelimorada.

- Por supuesto que no –respondió una sonriente Honoka–. Adelante, tomen asiento.

Eli hubiese protestado si no fuera porque no quería ver decaída a su esposa otra vez; sentarse cerca de Maki era casi como sentarse en la silla eléctrica, según su opinión.

Otra pareja se hizo presente después en el comedor, ayudando a alivianar un poco el ambiente.

- Hola a todas –saludó Kotori.

- Buenas tardes –la secundó Umi.

Hubo respuesta general.

- Kotori-chan, Umi-chan, ¿por qué no se sientan con nosotras para que conversemos? –preguntó Nozomi.

- ¡Nozomi-chan! –exclamó la peligris–. ¿Cómo estás? Nos contaron lo de tu incidente.

- Ya estoy mejor. Gracias por la preocupación.

- ¿Homofobia? –preguntó Umi sin anestesia.

La ojiturquesa tiritó un poco.

- ... Sí.

- ¡No es momento de hablar de cosas tristes, nya! ¡Comamos y pasemos un buen rato!

Mientras Honoka les tomaba la orden, una pelimagenta hacía su ingreso. Vio a la pelirroja sexy que le alborotaba las hormonas, pero como esta estaba rodeada de otras chicas, concretamente de aquellas que detestaba, decidió sentarse lejos de ellas, vigilándolas como lo haría un halcón.

A lo único que podía limitarse en el entretiempo era a rechinar los dientes de rabia.

(...)

Maki había tenido un día bastante tranquilo en general. Ni siquiera las miradas de puñal de Eli pudieron acabar con su ánimo; ya estaba acostumbrada a ello.

Al anochecer, se dirigió a la proa del barco. Inconscientemente, la velocidad de sus pasos aumentaba; y aunque tratara de negárselo a sí misma, lo único que quería en ese momento era ver a Nico.

- No, no actúes demasiado ansiosa... No estás taaaan interesada en ella.

En medio de su discusión mental, Maki llegó a la proa. Casi al instante, su ánimo cayó a cero al ver que nadie estaba ahí.

- ¿Y Nico-chan?

Por un momento, pensó que la pelinegra la había engañado para que no fastidiara más; pero por suerte para ella, la chica arribó después, haciendo que su temor se disipara.

- Menos mal llegaste. Por un momento pensé que lo de la junta era un engaño –dijo la ojimorada tratando de sonar seria.

- ¿Me estás tratando de mentirosa? –preguntó Nico con molestia. Por suerte para Maki, eso se le pasó rápido.

- Bueno..., ya estás aquí. Supongo que tendré que darte crédito por haber venido.

Dicho eso, se apoyó en la baranda.

- Y bien, ¿de qué quieres hablar, Nico-chan?

- No lo sé. ¿Tienes algún tema en mente?

- Creo que te conté los pormenores más importantes de mi vida cuando estuvimos en Australia, así que... ¿por qué no me hablas de ti?

- No quiero darte más detalles de los que ya te dije.

- ¡Eso es injusto! ¡Yo te conté sobre mí! ¡¿Por qué no puedes hacer lo mismo?! –protestó Maki.

- No tengo por qué hacerlo. Hay cosas que prefiero reservarme.

La doctora desvió la mirada con los ojos algo humedecidos. Por alguna razón se sentía en desventaja.

- ¿Comida favorita?

- ... ¿Eh?

- ¿Cuál es tu comida favorita, Maki-chan?

- ... Los tomates.

- ¿Los tomates?... No me extraña. Tu cabeza se parece a uno –se burló Nico.

- ¡Cállate, enana insoportable! ¡No me extrañaría que tu comida favorita fueran los canapés, los huevos de codorniz o cualquier cosa de tamaño microscópico!

- ¡Deja de burlarte de mi tamaño, ricachona sabelotodo! –exclamó la cantante antes de soltar un resoplido–. A mí... me gustan los dulces.

- ¿Dulces?

- Sí. Además me encanta hacerlos. No es por presumir, pero puedo hacer pasteles exquisitos.

- ¿En serio cocinas? –preguntó una escéptica Maki.

- ¡Por supuesto! Supongo que tú no.

- Nunca necesité cocinar. En casa teníamos un chef, y ahora que vivo sola, compro bento para el almuerzo.

- Oh, tal parece que Maki-chan no es buena ama de casa, ¿eh? –dijo Nico mientras le picaba la mejilla de forma burlona–. Lástima que estemos en el mar, porque si no podría demostrarte lo deliciosa que es mi comida.

- ... Cállate.

A pesar de lo ridículo de la situación, la doctora parecía disfrutarla. Discretamente sonreía, y no hacía nada para que Nico la dejara de fastidiar.

- Mira, ya dejaste atrás esas lágrimas, Maki-chan.

Quien no disfrutaba para nada la escena era otra persona que vigilaba escondida en un rincón.

- No... No puede ser...

Saeko podía apreciar el intento de ambas por establecer complicidad, y eso le hizo hervir la sangre. Fue entonces que comenzó a recordar la actitud de Maki en días anteriores, y ahí, finalmente, ató los cabos.

- ¡¿Cómo puede gustarle esa... esa... esa...?! ¡Solo mírenla! ¡Parece una preescolar! ¡Yo sí soy una mujer hecha y derecha! ¡Nada más hay que mirarme!

Su furia se enfocó después en las demás chicas. Sabía que se llevaban bien con Maki y la acompañaban en distintas actividades: eso era algo que no podía tolerar. Si había una chica que debía pasar tiempo con la pelirroja, era ella.

Estaba decidida: acabaría con el círculo de protección de Maki para poder llegar a su corazón. Ya después se encargaría del microbio.


Si antes consideraban a Saeko una latosa, les acabo de dar más motivos para odiarla. ¿Qué tramará para llegar a Maki? Eso se verá después.

Ahora, pasando a Eli, no quiero que escriban comentarios como "Eli no es tan celosa", "Eli es demasiado tóxica" o similares. Si la hice así en la historia, es porque la necesito así. Llegado el momento lo comprenderán.

Por último, no puedo prometerles una actualización rápida. Mi cabeza se llena constantemente de historias y necesito escribir unas cuantas para liberarme de ellas. Ojalá lo entiendan.

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