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Aloha a ti

La última vez que subí un capítulo, quedó claro cuál sería el siguiente destino. Llegó el momento de que ese destino se convierta en el nuevo escenario.


El crucero se acercaba a su nuevo destino. El sol en lo alto auspiciaba un excelente día para las pasajeras, y no era para menos: uno de los lugares más populares del mundo, sobre todo para los japoneses, tildado como un paraíso sobre la tierra, sería la siguiente parada.

—¿Has estado en Hawái, Honoka? —le preguntó Maki a la pelijengibre durante el desayuno.

—Un par de veces. No hay nada mejor que la playa, el sol, el mar, la vegetación... Diría también las chicas, pero aunque he visto muchas bonitas, ninguna me ha llamado tanto la atención como para que me enamore.

—¿En serio?

—Sí... ¡Lo que si me gusta mucho son los trajes! ¡A veces me gustaría conseguir uno y bailar hula con él! ¡Se ve muy divertido!

Maki no sabía cómo reaccionar a la revelación de Honoka. Sentía ganas de reír por segundos, pero también había un poco de vergüenza ajena de su parte.

—Si no fuera porque tengo que trabajar, bajaría dar una vuelta —suspiró un tanto triste—. Envidio a las chicas que trabajan poco, como Nico-chan.

—Pues discúlpame por trabajar tan poco.

—¡¿Nico-chan?!

La pelinegra se hizo presente en el comedor. Parecía deseosa de algo.

—Ah, estás aquí, Maki-chan. Supongo que darás una vuelta por Honolulu.

—Por supuesto que sí, Nico-chan. —La pelirroja quiso ver si la cantante podría acompañarla—. ¿Tú...?

—Eh, Nico-chan, ¿qué haces aquí a esta hora? —interrumpió Honoka—. Normalmente vienes temprano... Bueno, ya viniste más temprano. Lo que quiero decir es que no sueles aparecerte mucho por aquí, en especial después de comer.

—¿Acaso no puedo hacer una excepción? —Una mirada violeta y otra azul se posaron sobre ella—. Bien, bien, quiero que me preparen un jugo de frutas. Voy a necesitarlo para el paseo.

—Así que vas a bajar también —señaló Maki—. ¿Qué te parece si recorremos juntas la ciudad? Digo, no es como si quisiera pasar el día contigo y disfrutar de tu compañía. —Desvió la mirada, a la vez que sus mejillas se teñían de rojo.

—¿Por qué razón pasearía con una chica tan odiosa durante el tiempo que estemos en tierra? ¿Acaso crees que me divertí cuando estuvimos en Australia?

—Nico-chan, tú me dijiste que sí —reveló Honoka. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la pelinegra.

—¡Por supuesto que no! —exclamó esta de manera poco convincente.

—Vaya, pero si son Nicocchi, Maki-chan y Honoka-chan —dijo Nozomi, quien venía acompañada de su celosa esposa Eli—. ¿Listas para un día inolvidable?

—Yo no. Tengo que trabajar —respondió Honoka, haciendo un puchero.

—Yo sí. —Fue la respuesta de Maki.

—Yo también —la secundó Nico.

El grupo dejó el comedor, se despidió de Honoka y se dirigió a la cubierta principal. Nico jugueteaba con la botella de jugo que le entregó la pelijengibre, cosa que Maki notó.

—¿Cómo están, chicas?

—Qué gusto verlas, nya.

Dos parejas aparecieron en el camino: la de Kotori y Umi y la de Rin y Hanayo.

—Hola a todas. ¿Listas para descender? —preguntó Nozomi.

—¡Por supuesto que sí! —contestó Kotori—. ¡Umi-chan y yo estamos más que listas! —Comenzó a frotar la mejilla de su novia como solía hacerlo.

—¡Kotori, aquí no!

—Pero, Umi-chan, tengo que aprovechar. No todos los días puedo disfrutar el tenerte así.

Las chicas se percataron de que la peliazul llevaba un sombrero de paja en la cabeza, una camisa de manga corta abierta y unos pantalones cortos; pero lo más sorprendente de todo el conjunto era que se podía apreciar la parte superior de un bikini.

—¡No me miren! —exclamó esta—. Kotori me convenció de usar esto.

—¡Pues te ves muy bien, nya! —afirmó Rin—. ¿Qué opinas tú, Kayo-chin?

—Eh... Yo opino igual que tú, Rin-chan —respondió la chica de lentes, agachando la mirada tímidamente.

—¿No se supone que tenemos que descender? —preguntó Eli con cierta molestia—. ¿O acaso quieren pasar todo el día en el barco?

Nozomi tomó el rostro de su esposa con delicadeza.

—No hay necesidad de alterarse, Elicchi. Ya nos vamos.

—¿Con todas ellas?

—Entre más seamos, mejor.

Eli bufó. Le molestaba tener a Maki en el grupo, pero había chicas que sí le agradaban. Solo para no arruinar el ambiente decidió que mantendría la boca cerrada.

—Bien, como digas.

Para cuando llegaron a la escalinata que llevaba al puerto, había varias mujeres descendiendo. Ellas hicieron lo mismo. Unas chicas vestidas con ropa hawaiana las recibieron, colocándoles un lei, el típico collar de flores, y dándoles un beso en las mejillas, una a cada lado. Ninguna hizo escándalo, aunque Eli sí miró con disgusto a las chicas cuando besaron a Nozomi, por lo que apenas reaccionó cuando fue su turno.

Atrás de ellas, estaba alguien que se veía demasiado agitada. Saeko había perdido otra oportunidad de pasear a solas con Maki. No aceptó ni el lei ni los besos, tratando de alejarse lo antes posible del barco para no perderle pisada al grupo.

«No puedo dejar que Maki-san se olvide de mí. Mucho menos que se junte con esa preescolar», pensó furiosa mientras le lanzaba dardos mentales a Nico.

En ocasiones anteriores, las chicas iban con su respectiva pareja y paseaban por donde querían. En esta, no obstante, decidieron mantenerse juntas. Había que hacer notar que unas cuantas interactuaban por primera vez con Nico, viéndola por fin fuera de su faceta de cantante del crucero.

—¿Cómo estás, Nico-chan? Yo soy Rin y ella es mi amiga Hanayo, aunque yo la llamo Kayo-chin de cariño, nya.

—¿Qué tal? —saludó la castaña.

—Yo soy Kotori y ella es mi novia, Umi-chan.

—Mucho gusto —dijo la peliazul.

—Hola a todas —habló Nico.

—Es curioso que una de las empleadas del barco salga a divertirse con un grupo de pasajeras. ¿Hay algún motivo? —preguntó Umi.

—Soy amiga de Nozomi y Eli —respondió la cantante.

—Es verdad que Nicocchi y yo somos amigas desde hace tiempo, compañeras de clase inclusive, pero no es por mí ni por Elicchi que está con nosotras hoy. Alguien más la invitó. ¿No es así, Maki-chan?

La pelirroja estuvo a nada de atragantarse con su propia saliva. La habían pillado con la guardia baja y necesitó que Kotori le palmeara la espalda para recuperarse.

«Espero que el día sea bueno», pensó mientras veía de reojo a Nico.

(...)

—Bien, las pasajeras ya deben haber bajado. Hora de limpiar los manteles.

Honoka comenzó a asear. Mientras lo hacía, tarareaba una melodía bastante movida. Sin embargo, una persona a la que no esperaba entró de improviso, acabando con su faena por el momento.

—Honoka, ¿quieres que te traiga algo de mi paseo?

—¡Tsu-chan! ¿Sigues aquí? Pensé que ya habías bajado.

—Tuve que atender algunos asuntos antes.

Como era la tónica, Tsubasa tenía puesta su peluca rubia. Aquello se complementaba con unos lentes de sol y ropa sumamente veraniega.

—Volviendo a mi pregunta, ¿quieres que te traiga algún recuerdo?

Honoka sonrió un poco. Sus mejillas, teñidas ligeramente de carmín, complementaban ese breve momento de timidez.

—... Cualquier cosa que me des estará bien.

—Trataré de comprarte algo bonito.

Aprovechando que la ojiazul estaba con la guardia baja, Tsubasa le dio un beso en la mejilla, sorprendiéndola.

—¡Tsu-chan!

—Te veré más tarde, Honoka —dijo la castaña antes de salir corriendo como gacela.

Aún anonadada, la pelijengibre se llevó la mano al lugar del beso. No sabía cómo reaccionar, aunque su corazón latiente parecía haber reaccionado por ella.

—... Mejor vuelvo a trabajar —habló al cabo de unos minutos.

(...)

—¡Sí, estamos en la playa!

—¡Hora de bañarse, nya!

El grupo de chicas ya se encontraba en su primer destino: la playa de Waikiki. Kotori y Rin, las más animadas, fueron a paso veloz al mar, bajo la atenta mirada y los reclamos de Umi y Hanayo, respectivamente.

—Maki-chan, ¿habías estado aquí antes? —preguntó Nico de repente—. Digo, tú eres millonaria y todo eso. De seguro conoces muchos lugares exóticos.

—He estado en algunos, pero es mi primera vez en este lugar.

Por su parte, Eli, algo alejada del resto, veía la playa con una expresión neutra. En el fondo, lo único que quería pasar el resto del día solo con Nozomi. Lo lamentaba por sus amigas, pero creía que con Maki cerca no podría disfrutar.

—¿Eh? ¿Nozomi? ¿Qué pasa?

—Elicchi..., no me gusta este sitio —respondió la pelimorada, aferrándose a su esposa y ocultándose tras ella.

La rubia se fijó en la gente presente, notando que había algunos surfistas en la costa, muy similares a los que las acosaron en Australia. Al parecer, el evento había dejado más secuelas de las que se evidenciaron en un principio.

—Ya veo... No importa, te protegeré sin importar qué.

—Nozomi, ¿te pasa algo? —preguntó Maki al verla.

—No es de tu incumbencia —le respondió Eli.

—Oye, Eli, Maki-chan solo hizo una pregunta inofensiva —comentó Nico.

—Es cierto. He notado que tú y Maki no tienen una buena relación. ¿Por qué? —preguntó Umi.

—... Simplemente no me agrada.

—... No creo que sea saludable estar molesta en vacaciones —señaló Hanayo, sacando un poco la voz.

—Pero es que...

—Elicchi...

Con varios ojos cuestionándola, Eli decidió ceder un poco. Solo un poco.

—Bien, trataré de fingir que no estás —le dijo a Maki—. Vamos, Nozomi. Si sientes algo de miedo, avísame.

Para la pelirroja, que la rubia decidiera ignorarla aunque fuese por unas horas, era casi un triunfo.

Las chicas se pusieron a caminar por las arenas de la playa. La mayoría lo hacía por la mojada por el mar, lo que ayudaba a refrescar los pies. A lo lejos, como un coloso de piedra, se apreciaba al cono Diamond Head.

—¡A que no me alcanzas, Umi-chan! —exclamó Kotori antes de echarse a correr.

—Kotori, no somos niñas chiquitas como para jugar a esas cosas.

—Buu, Umi-chan, qué aburrida eres.

—Por favor, Kotori, no digas eso.

La peligris, al ver el semblante sombrío de la peliazul, se acercó a ella y la besó, disculpándose de paso. Sin embargo, su idea de juguetear en la playa fue tomada por alguien más.

—¡Atrápame, Kayo-chin, nya!

—¡R-Rin-chan! ¡No corras tanto! ¡Te vas a caer!

Yendo con Maki y Nico, estas iban a su ritmo, con Eli y Nozomi detrás.

—¿Por qué le caes tan mal a Eli?

—Cree que le quiero robar a Nozomi.

La pelinegra bufó como si fuera a reírse.

—Típico de ella. No te preocupes, ella es así desde que la conozco. No eres la única que ha sufrido sus celos.

—... Algo va a tener que hacer con eso.

—Sí... Nozomi tiene una paciencia de santa para aguantarla.

Se produjo un breve alto.

—Eso sí, no significa que Eli no tenga sus puntos buenos. Cuando llegas a conocerla bien, te das cuenta de que debajo de esa capa de hielo, se esconde un corazón, aunque muy, muy, muy en el fondo.

Maki se hubiera reído si no fuera porque la ojiazul estaba a unos metros de ella.

—Tú eres igual.

—¿Qué estás tratando de decir?

—Que también hay un corazón debajo de esas capas de divismo tuyas.

—... Cállate.

A pesar de las pesadeces que se decían, el ambiente era bastante ameno.

—Retomando el tema, Eli tiene una hermana menor. Ella y Nozomi son las únicas personas a las que les demuestra genuino cariño.

—¿Qué hay de ti?

—La nuestra es una relación cordial.

Mientras más conversaba con Nico, más se daba cuenta Maki de los paralelismos entre ella y Eli, con la diferencia de que la pelinegra era presumida y la rubia, una celosa empedernida. Quizás con el tiempo podría entender mejor a la segunda, pero por el momento, se concentraría en la enana que la volvía loca.

Le echó un último vistazo al Diamond Head, imponente a lo lejos. Deseaba un poco de esa fortaleza que le apreciaba.

(...)

—¡Hora de comer, nya!

Tras el paseo a la playa, las chicas fueron a un restorán en donde servían especialidades locales. En la mesa había platos como cerdo kalua, poke, piña y, por supuesto, poi. Todas degustaron las distintas preparaciones, salvo Rin, a la cual no le gustaba el pescado, por lo que no tocó el poke. En cambio, se aficionó por alguna extraña razón al poi.

—¡Esto está delicioso!

—Rin-chan, ¿segura que no quieres probar el poke? Se parece mucho al sashimi —dijo Hanayo.

—¡No me gusta el pescado, menos si está crudo, nya!

—Hace poco leí que este plato es de origen japonés —mencionó Umi—. Por eso el parecido.

—¿En serio, Umi-chan? No lo sabía —habló Kotori.

—El poke no está mal, pero yo prefiero el cerdo. No sé cómo lo prepararon, pero sabe muy bien —opinó Nozomi—. ¿Qué me dices tú, Elicchi? ¿Te gustó?

—Sí. El sabor es muy particular, pero es agradable.

Nico, por su parte, se deleitaba con los trozos de piña.

—Oye, Maki-chan, ¿quieres un poco?

—Claro.

—Nicocchi, ¿por qué no le das directamente en la boca? —preguntó Nozomi en un tono burlón.

—Ni que fuera mi novia.

«Eso dolió», pensó la pelirroja.

Lo que hizo la pelinegra fue alcanzarle unos pedazos de fruta, que comió con celeridad.

—Ya que estamos aquí, ¿por qué no conversamos? Así nos podemos conocer mejor —sugirió Kotori—. Sé que ya hemos hablado antes un par de veces, pero nunca está de más. ¿No creen?

—Kotori-chan tiene razón. ¿Quieres empezar, Maki-chan? —preguntó Nozomi.

—¿Yo?

—No veo a ninguna otra Maki-chan por aquí.

—Bien...

La pelirroja contó a grandes rasgos sobre su labor en el hospital.

—Hablando de hospitales, ¿sabían que Hawái tiene anécdotas en cuanto a historia médica? En el siglo XIX en la isla Molokai se estableció una colonia de...

Iba a continuar, pero se detuvo de golpe. Si hubiese dicho «colonia de leprosos», podría haber causado vómitos en los estómagos más sensibles; no era una conversación adecuada para la mesa.

—¿Colonia de qué, Maki-chan, nya?

—... Tal vez se los diga después.

La plática tocó otros temas, desviándose de los asuntos de salud.

—¿Adónde iremos después? —preguntó Umi—. ¿Algún panorama?

—¿Qué tal el antiguo palacio real? —opinó Eli—. No sé si lo saben, pero estas islas fueron un reino independiente antes de que llegaran los estadounidenses.

Varios pares de ojos curiosos se posaron sobre la rubia, aunque ella ignoró adrede los de color morado.

—Hawái... Tanta historia detrás. Solo hay que recordar lo de Pearl Harbor —habló Maki, tratando de que Eli cambiara su expresión. Logró el efecto, pero también con varias de las chicas, quienes se pusieron pálidas por la sola mención de ese lugar.

—¿Qué sucede? ¿Por qué parece como si les hubiesen quitado el alma, nya?

—No entiendo nada —dijo Nico.

—R-Rin-chan... ¿en serio no lo sabes? —preguntó Hanayo, sorprendida de que su amiga no estuviera al tanto de algo trascendental en la historia japonesa.

—Nico-chan, eso es conocimiento básico —la reprendió Maki.

—Nunca fui buena en la escuela, ¿sí?

—Me sorprende que te hayas graduado.

La pelinegra y la pelirroja comenzaron a discutir, aunque lo suyo no fue más que una escaramuza.

—Elicchi y yo la ayudábamos —aclaró Nozomi—; aunque Maki-chan tiene razón para reaccionar como lo hizo: lo de Pearl Harbor es algo que todos los japoneses debemos saber.

—¿Y qué pasó, nya? —preguntó Rin, todavía sin entender.

—Digamos que fue el motivo para que los estadounidenses lanzaran... los petardos más grandes de la historia sobre Hiroshima y Nagasaki —repuso Kotori, tratando de suavizar los hechos.

Por suerte para todas, las cosas tomaron un rumbo más amable después. Terminaron de comer y dejaron el restorán, ya con un nuevo panorama en mente.

(...)

Las horas pasaban y no quedaba mucho para que las pasajeras del crucero tuvieran que volver. Eso sí, todavía les quedaba algo de tiempo a las chicas para disfrutar de las bondades de Honolulu. Visitaron el antiguo palacio real, tal como habían acordado, en donde fueron recibidas por la estatua del rey Kamehameha I, unificador del reino de Hawái. Por su nombre, Rin hizo una pose de una técnica de un personaje de cierto anime, haciendo reír a Hanayo y a Kotori.

—Rin-chan, eres muy divertida —opinó la peligris.

—Gracias, nya.

Luego de eso, fueron a una tienda de recuerdos. Volcanes de Hawái como el Mauna Loa, el Mauna Kea y el Kilauea estaban en muchas de las postales que tenían a la venta, así como también la playa de Waikiki, ya conocida por ellas.

—¿Algo interesante, Maki-chan? —preguntó Nico.

—No lo sé. Estaba viendo las postales, pero tal vez esta figurita con forma de tiki podría ser un buen regalo para mis padres.

—¿Un tiki? Mmm... No lo sé. No se ve muy bonito para mí.

—Aquí les decimos ki'i —les informó la vendedora desde detrás del mostrador.

Ki'i...

La mirada morada de Maki no se limitó al pequeño tiki, También se concentró en varias ilustraciones de coloridas aves.

—¿Le gustan, señorita? Todas ellas se extinguieron cuando los europeos llegaron a las islas —dijo la vendedora de una forma por lo demás peculiar. Tanto Maki como Nico sintieron que el aire a su alrededor se ponía más denso.

Eventualmente, la pelirroja acabó comprando tanto el tiki como un par de ilustraciones. El resto del grupo también hizo sus respectivas compras, tras lo cual abandonaron el lugar.

—Esa vendedora era rara —señaló Maki—. Parecía alegre de mencionar que esos pájaros se extinguieron.

—Hay de todo en este mundo —dijo Nico—. Si supieras la cantidad de mujeres raras con las que he lidiado en el crucero.

Oyendo la conversación de sus amigas, Nozomi se volteó un poco y sonrió con picardía.

—Y fuera del crucero también —agregó.

—Hablando de rarezas... —Maki indicó con la cabeza a Umi—, ¿qué piensas de lo que compró Umi?

—Prefiero no opinar, aunque Kotori dice que a ella le encanta todo lo que tenga que ver con artes marciales y armas.

Lo que consiguió la peliazul fue un leiomano, un garrote tradicional hawaiano con dientes de tiburón. A Rin y a Hanayo les asustó, pero a Kotori no pareció molestarle; tenían una colección de armas de combate en casa, mayormente de origen japonés.

—¡Chicas, miren! ¿No les parece romántico?

Justamente fue la peligris quien gritó. Apuntaba a lo que parecía ser una tarima con palmeras de fantasía y un decorado estilo luau (si no fuera por el tiempo, habrían ido a uno de verdad). Un fotógrafo se encargaba de retratar a las parejas que se colocaban ahí, sin importar si eran hetero u homosexuales.

—¡Vamos, Umi-chan, quiero tomarme una foto contigo!

—Perdón, Kotori, pero estoy algo cansada y quiero tomar un respiro.

—Umi-chan, no tendrán otra oportunidad. Nos iremos en unas horas —señaló Nozomi.

—Nozomi tiene razón. Es ahora o nunca —afirmó Eli.

—Pero...

Onegai.

Ahí estaba, la palabra a la que no podía resistirse.

—... Bien.

—¡Sí!

La foto fue de las que causaría vergüenza en Umi y alegría en Kotori, con esta última siendo particularmente melosa.

—Se ve divertido. Vamos a sacarnos una también, Kayo-chin, nya.

—No lo sé, Rin-chan... Nosotras no somos una pareja.

A pesar de las palabras de Hanayo, la pelinaranja la arrastró a la tarima.

—¡Qué alguien me ayude!

Sin embargo, cuando la chica de lentes puso un pie en ella, se resbaló. De no ser por el fotógrafo, que alcanzó a atraparla, pudo haberse lastimado.

—... Gracias.

—No hay de qué.

Ambos se miraron de una manera incómoda, e inclusive Hanayo se sonrojó un poco, cosa que Rin notó.

«No me gusta esto».

La foto fue una bastante normal, aunque en los ojos de la chica de muletilla felina se apreciaba cierto velo de temor.

Las siguientes en subir fueron Nozomi y Eli. La rubia no tardó en mostrarle a Maki que la pelimorada era su esposa, abrazándola con fuerza y dedicándole una mirada como queriendo decir «Ella es mía». Incluso le sonrió de forma maliciosa.

«No te la voy a quitar, perseguida», pensó la doctora.

Con la fotografía en la mano, Nozomi dio sus impresiones:

—Te ves hermosa, Elicchi.

—Oye, yo iba a decir lo mismo de ti.

—Eso sí, para la próxima, si vas a abrazarme, que sea con un poco menos de fuerza.

—Eso... eso fue un impulso.

—Bueno, estoy acostumbrada a esos impulsos —dijo Nozomi, tratando de aligerar el ambiente.

Solo quedaba una pareja por retratarse.

—¿Qué hay de ustedes? ¿No se van a fotografiar? —preguntó Kotori.

—¡Sí, nya! ¡Es su turno!

Maki y Nico se miraron de reojo.

—Ella y yo no somos nada. Bueno, amigas sí, pero nada más allá de eso —afirmó la más baja.

—Eso es cierto —la apoyó Maki, aunque le desagradó decir aquello.

—Nico-chan, Maki-chan, puede que sea verdad, pero... —Nozomi hizo un alto mientras su cara adquiría un semblante burlón— Rin-chan y Hanayo-chan tampoco lo son y aun así se tomaron una foto. Vamos, no sean aguafiestas y háganlo.

Maki quería, pero temía la reacción de Nico. Era esta última la más reacia.

—¿Hace cuánto que se conocen ustedes? —preguntó la pelinegra, apuntando a la pareja de amigas.

—D-Desde que éramos niñas —respondió una tímida Hanayo.

—Nosotras recién nos conocimos en este viaje. No es lo mismo. —Nico se reenfocó en Nozomi—. Además...

—Vaya, parece que alguien quiere que tome otras medidas —la interrumpió la pelimorada, moviendo las manos de forma amenazante.

—¡No! ¡Cualquier cosa menos eso! —exclamó la ojirrubí, cubriéndose el pecho con los brazos—. ¡Vamos, Maki-chan, tenemos que tomarnos una foto!

Nico agarró la muñeca de la pelirroja, quien se sonrojó con el mero contacto.

«Una foto con Nico-chan... Una foto con Nico-chan», pensaba esta última, con su corazón a punto de salir del pecho.

—Vaya, así que otra pareja de chicas —dijo el fotógrafo en cuanto las vio llegar—. ¿Acaso vinieron con las demás?

—Sí... —Maki no alcanzó a terminar porque Nico la interrumpió.

—Pero nosotras solo somos amigas. Ellas no.

Un suspiro tenue se dejó oír, aunque cierta persona de baja estatura no lo escuchó.

—Bien, colóquense en posición y busquen una pose que les sea cómoda.

Las chicas se ubicaron en la tarima rodeada por el decorado. Al ver ese pequeño cuerpo al lado del suyo, Maki sintió ganas de abrazarla, pero pensó que sería muy descarado de su parte hacerlo.

«¿Y si rodeo sus hombros?... No, eso también podría ser demasiado. ¡Agh, no sé qué hacer! ¡Quiero acercarme más a ella!».

Algo envolvió su cintura como una serpiente. El sonrojo en su cara fue mayor que el de hacía un rato.

—Hagamos esto rápido, ¿sí? No quiero que Nozomi manosee mis pobres pechos.

—No se muevan, por favor —les dijo el fotógrafo, aunque Maki no lo habría hecho aunque pudiese; estaba paralizada.

Los flashes de la cámara no se hicieron esperar. Al cabo de unos minutos, ya tenían sus propios retratos en las manos.

—No está mal, aunque claro, no puede esperarse menos de la gran Nico Nii.

—Deja de presumir. Sales igual que siempre.

—¡¿Qué intentas decir?!

—Nada.

Fue entonces que a Maki se le ocurrió una idea.

—Oye, Nico-chan.

—¿Qué?

Sin pensárselo mucho más, la pelirroja sacó su celular, rodeó los hombros de la pelinegra con su brazo y tomó una selfi de ambas.

—Maki-chan...

—Fue un impulso.

Nico lo dejó pasar, pero Maki no. Protegería aquella imagen como un tesoro invaluable. Eso sí, había una persona con la que quería compartir dicho tesoro.

(...)

En Tokio, una doctora con cabello rojo oscuro recibió un mensaje de LINE. Al verla, sonrió: era de una chica joven muy parecida a ella acompañada de una pelinegra de pequeña estatura.

«Tengo que mostrarle esto».

La mujer se dirigió al ascensor y llegó a la oficina del director, su esposo.

—Cariño, Maki me acaba de enviar una foto... y parece estar muy bien acompañada.

—Esa voz me agrada —dijo él, sonriendo—. A ver, muéstramela.

Así lo hizo la señora Nishikino, pero en cuanto su marido vio la imagen, su rostro fue de confusión y hasta de molestia, aunque muy leve.

—Un momento, se suponía que el crucero era para mujeres mayores de edad. No quiero ver a mi hija presa por propasarse con una niñita.

—No, no. —La doctora se rio con ganas—. Ella me dijo por LINE que es la cantante del barco y que es mayor de edad.

—Pues no lo parece.

El doctor Nishikino suspiró.

—Bien, si a Maki le gusta esa chica, pues será. Sin embargo, ya veré en el futuro si es digna de mi hija.

Por supuesto, primero tendría que darse una relación entre ambas, y hasta ese momento, solo había una parte interesada.

(...)

El sol se ponía sobre el mar, por lo que era momento de que el crucero retomara su marcha. Apoyada en la baranda del barco, afuera de la cocina, descansaba Honoka.

«Ya están llegando las pasajeras. Me pregunto si Tsu-chan regresó».

—¿Esperaba a alguien, señorita?

—¡Tsu-chan!

Ataviada con su peluca rubia, Tsubasa se acercó a la camarera.

—¿Cómo estuvo el paseo?

—Muy bueno. Vi muchas cosas muy interesantes, aunque... creo que habría disfrutado más todo con una buena compañía.

La mirada que le dedicó la cantante hizo que Honoka se sonrojara.

—Por cierto, te traje un regalo. Me recordó mucho a ti.

De su bolso sacó una figurita de una bailarina de hula. Salvo por el color de piel y de cabello, era prácticamente igual a la ojiazul.

—Qué linda es. Muchas gracias, Tsu-chan.

—Espera. Tengo algo más que darte.

Tsubasa se sacó el lei en su cuello y se lo colocó a Honoka con extrema delicadeza.

—Te ves hermosa.

La pelijengibre no se esperaba el halago, pero lo aceptó de buena gana.

—Muchas gracias, Tsu-chan; y también gracias por los objetos.

—Me alegro de que te gustara todo. Ojalá algún día te dejen bajar para que me acompañes.

—Eso espero.

(...)

El grupo de chicas ya se encontraba en cubierta. Todas se despidieron de las otras y se dirigieron a sus respectivos cuartos. Solo quedaron Nico y Maki al final.

—Entonces, ¿qué te pareció el paseo? —preguntó la pelirroja.

—... Supongo que estuvo bien.

El aire a su alrededor era un poco denso y ninguna de las dos se animaba a decir algo más.

—Discúlpame por lo de la selfi.

—Olvídalo.

—Y... ¿volverás a acompañarme en la siguiente escala?

La pelinegra miró a su amiga con detención.

—Supongo.

Nico desvió la vista al cielo oscuro.

—Ya es tarde y estoy cansada. Me voy a mi camarote.

Maki quería seguir con la conversación, pero no era capaz de mantener el hilo.

—Buenas noches, Maki-chan.

—... Buenas noches, Nico-chan.

Por momentos, la pelirroja se sentía en una montaña rusa con respecto a Nico: había días buenos, malos y regulares. No sabía cómo describir ese en particular.

—Creo que yo también me iré a acostar. No tengo nada más que hacer aquí.

Mientras regresaba a su camarote, unos ojos verdes y fríos la acechaban a la distancia.

—Hubo un par de cosas interesantes de las que me enteré el día de hoy. Hora de moverse.

Saeko sonrió con malicia.

—Pronto serás mía, Maki-san.


Creo que notaron que los párrafos están más pulidos que en capítulos pasados. Pretendo que así sea de aquí hasta que el fic termine.

Como ocurrió con las dos paradas anteriores, esta tiene varias referencias culturales. Expliquémoslas un poco.

- Todos los platos que consumieron las chicas son tradicionales de la cultura hawaiana, siendo el poi un alimento básico por allá. En palabras simples, este es una pasta de raíz de taro. Puede ser más líquido o más espeso; queda a gusto del consumidor.

- La colonia de leprosos de Molokai se estableció después de que la enfermedad llegara a las islas. Dos misioneros conocidos que se dedicaron a cuidarlos fueron el Padre Damián y la hermana Mariana Cope. Él murió de lepra, mientras que ella nunca se contagió y vivió varios años.

- Lo de Pearl Harbor es historia conocida. El ataque a esa base estadounidense provocó el ingreso de aquel país a la Segunda Guerra Mundial y derivó en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

- El rey Kamehameha I fue el que unificó las islas de Hawái en un solo reino, convirtiéndose él en el primer gobernante. Su dinastía se mantuvo en el poder hasta 1872. El reino como tal duró hasta 1893, cuando Estados Unidos se hizo con el control de las islas. Hasta el día de hoy, algunos pobladores consideran que el lugar es una nación ocupada ilegalmente.

- Los volcanes Mauna Loa, Mauna Kea y Kilauea están entre los más conocidos. Este último es uno de los más activos del mundo. Por cierto, acá en Chile han hecho un par de chistes con el nombre XD.

- Los tiki son estatuas con forma humana. Suelen tener relación con lugares sagrados.

- El leiomano es, como se dijo en el capítulo, un garrote con dientes de tiburón. La especie más usada para quitarle los dientes era el tiburón tigre.

- Muchas especies autóctonas de Hawái se extinguieron por la actividad humana, y unas cuantas más están en peligro en la actualidad. Si jugaron Pokémon Sol y Luna, la relación entre Raticate y Gumshoos es similar a lo que ocurrió cuando llegaron las ratas. Para controlarlas, se introdujeron mangostas, y la fauna local lo resintió. Especies invasoras, destrucción de hábitat y cacería fueron algunos de los factores de extinción.

Yendo nuevamente con la historia en sí, haré que pasen algunas cosas más antes de que toquen tierra otra vez.

Por cierto, ya superamos los 1000 likes en esta historia. Muchas gracias a todos los lectores.

https://youtu.be/eo9ooWAOQic

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