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nature boy.

Yeonjun estaba furioso.

El motivo: un chisme circulaba por la universidad que volvía en una completa burla su reputación de playboy. Y, todos esos rumores estaban siendo esparcidos por su ultima "conquista" o mejor dicho, su último polvo.

Choi Beomgyu.

—Ese niño raro —mazculló mientras daba pisotones hasta llegar a la facultad del menor; la de biología, situada a un lado de la suya especializada en medicina.

Con respeto y algo de miedo los alumnos se hicieron a un lado y lo dejaron pasar. Intimidados por la expresión de «si te interpones te fusilo».

Él no se había follado a media universidad para que viniera un ratito a poner en duda sus habilidades en la cama. Sobre todo cuando no habían pasado ni dos días de que Beomgyu y él se revolcaran en la última fiesta a la que asistió.

Okay, Yeonjun no recordaba muy bien esa jodida, había tomado bastante, y no disfrutó del momento como quería, pero tener en cuenta eso no lo hacía estar menos molesto.

Porque sí, Yeonjun llevaba bastante tiempo queriendo follarse a Beomgyu. El jodido chico raro de primer semestre que la mayoría del tiempo se veía más extravagante que sexy. Con sus pantalones gitanos, sus tops, y sus muñequeras, la esquina de los ojos pintada con colores tribales y el cabello castaño enmarañado con ramitas.

Con solo verlo, sabrías a qué carrera pertenecía.

Yeonjun en realidad no estaba interesado en él hasta que en una de las muchas fiestas que sus amigos organizaban los fines de semana vio a Beomgyu desvestirse y lanzarse a la piscina.

Todos quedaron impresionados con la figura que había debajo de toda esa rareza; la piel pálida y las curvas delicadas. Sobre todo los chicos gay con gustos por los twinks.

Yeonjun no formaba parte de ese grupo. Ciertamente, su bisexualidad le abría el camino para admirar el cuerpo de los hombres, pero en su mayoría prefería tirarse a chicas con pechos grandes y largas cabelleras.

Su prototipo ideal no eran los chicos delgados con personalidades extrañas.

Exactamente lo que Beomgyu era.

Pero joder que se atragantó con su cerveza cuando el castaño se sacó el top y sus pezones y cintura se mostraron ante todos los cursos. Lo ignoró por un rato, bebió más, pero no pudo seguir fingiendo desinterés cuando el chico salió del agua, empapado y apetecible para cualquiera con un mínimo de deseo sexual.

Desde entonces Yeonjun empezó a prestarle más atención al cruzarse con él en los pasillos. Cómo caminaba, cómo se reía, la forma en la que hablaba.

Esa ocasión en que Beomgyu discutió con la cocinera de la cafetería por la cantidad de carne que se desperdiciaba y pudría.

—¡Esos animales fueron sacrificados! —gritó con impotencia el castaño, dando un golpe sobre la barra que dividía las mesas de la cocina—. ¡Ustedes se están burlando de su dolor!

Así fue como todos se enteraron de que era vegano y un defensor aficionado de los derechos de los animales.

Una situación parecida se dio el día que un grupo de alumnos de medicina se tomó un rato libre y se pusieron a jugar fútbol en el jardín.

—¡No jueguen allí! —corrió a echarlos a todos con cara de pánico—. ¡Están matando todas la flores!

A la primera no quisieron hacerle caso al flacucho exagerado.

Debieron hacerlo.

Quizás si se hubieran instalado en otro lado Beomgyu no los habría mojado con una manguera para correrlos.

A parte de esos dos accidentes con los que la facultad empezó a agarrarle idea, también se sumaron los comentarios de sus compañeros de clase, que decían que era una persona muy ingenua y con unos ideales fantasiosos. También que tenía costumbres particulares, como echarse agua de rosas en las mejillas, cantarle a los arboles, y sentarse de piernas cruzadas en los pupitres, o a veces, incluso sobre las mesas.

Meses después lo que menos le sorprendía al mundo es que al chico le gustara andar descalzo a todos lados y bailara bajo la lluvia.

Incluso tuvo novio por un lapso corto de tiempo, y Yeonjun tuvo la oportunidad de hablar con él.

Kang Taehyun también pertenecía a la facultad de medicina, y después de terminar su relación con Beomgyu comentó algunas cosas de su ex al salón de practicas.

Habló con mucho cariño. Eso fue un poco impactante a la vez que tierno.

—Beomgyu es bastante detallista, nunca me dio regalos vacíos, a pesar de que duramos solo dos meses.

Yeonjun tuvo la necesidad de hacer una pregunta luego de esa declaración.

—¿Cómo empezaron a salir?

—Tengo una serpiente de mascota —mencionó el rubio—. En casi ningún veterinario quieren atenderla. Una vez escuché a alguien de su salón decir que él trataba con cualquier animal, y se me ocurrió preguntarle si sabía algo de serpientes.

—¿Te dijo que sí?

Taehyun asintió.

—Él la curó, y yo estaba tan agradecido que bromee diciendo que podría casarme con él —dejó salir una risita— él dijo que no sería posible, pero que podíamos ser novios un tiempo.

Más confundido que lucido, Yeonjun agregó otra pregunta.

—¿Por qué terminaron?

—Oh... —Taehyun sonrió y soltó un suspiro—. Dos meses era el limite. La verdad me hubiera gustado que fueran más.

Otra persona en el aula resopló.

—¿Y te lo tiraste?

Taehyun hizo una mueca que Yeonjun no se perdió.

—Yo no lo llamaría tirar —corrigió—. Con él fue alucinante, como ninguna experiencia en mi vida.

Y después de esa declaración todos abrieron sus ojos como platos. Empezaron a cuchichear sobre la certeza en esas palabras.

Yeonjun solo tuvo más curiosidad.

Le hubiera gustado decir que no se sentía sexualmente frustrado por no poder tocar al niño raro. Pero sería mentir, porque cada vez que lo veía recostarse sobre las mesas de la cafetería se le secaba la boca, y un deseo de posesión voraz le entumecía las manos. Quería poder ir y volver al chico ridículo un manojo de gemidos y gritos frente a todo el alumnado.

Su oportunidad de aliviarse se dio dos semanas después de haber hablado con Taehyun, en la fiesta de Hwang Hyunjin, uno de los alumnos más destacados de la universidad, y con un grado de popularidad bastante alto.

Yeonjun no esperó que Beomgyu fuera, porque supuestamente los de biología habían pagado un viaje al bosque ese fin de semana.

—Al parecer lo dejaron por fuera —dijo su mejor amigo Soobin mientras bebían en el mini bar.

Yeonjun observó a Beomgyu perderse entre la gente y dirigirse a la pista de baile. Bebió lo último que quedaba en su vaso y de ahí en adelante no recordaba nada más. Solo haber despertado en un cuarto solitario con las sabanas enredadas hasta el torso.

Pudo tratarse de cualquier otra persona, pero Yeonjun tuvo la certeza de que se había metido con Beomgyu cuando encontró la ramita de trigo que Beomgyu siempre llevaba tras su oreja descansando en una de las almohadas.

Y si su frustración era mucha, solo aumentó al no poder recordar nada. Y empeoró más si cabía, cuando un día después Soobin le trajo una desagradable noticia.

—Al parecer Beomgyu dijo que tuvo el peor sexo de su vida el fin de semana, y bro, todos saben que estuvo contigo.

Después de eso se empezó a esparcir esa estupidez por toda la universidad, y cuando Yeonjun hizo la prueba de invitar a una chica a salir a beber para quitarse la irritación, esta ahogó una risita y lo rechazó antes de ir a reírse con sus amigas.

Motivos tenía de sobra para ir a moler el delicado cuerpo del castaño mentiroso a golpes.

—¿Dónde está Choi Beomgyu? —bramó entrando al laboratorio de biología.

—E-en el jardín —logró responderle una chica con rulos cafés y gafas redondas.

Quizás si no estuviera tan molesto Yeonjun la abría mirado más de dos segundos, y abría admirado lo bonita que era. Incluso, con un mejor humor, preguntaría su nombre. Pero, su objetivo estaba en Beomgyu y nadie más, por lo que cerró de golpe la puerta y corrió al jardín oculto detrás del edificio, encontrando al niño raro de rodillas en el suelo regando un arbusto de margaritas, silbando una agradable canción.

—¡Tu! —Yeonjun dio zancadas hasta llegar a él—. ¿Qué demonios crees que le estas contando a todo el mundo sobre mi?

Beomgyu ni siquiera lo miró, solo dejó de silbar.

—¡Responde!

—No he comentado nada sobre ti —dijo apacible.

—¡Y una mierda!

Poniéndose en cuclillas cogió al castaño por los hombros y lo zarandeó para que lo mirara. Sus ojos calmos hicieron contacto con los suyos en llamas.

—¿Cómo es eso de que tuviste el peor sexo de tu vida?

—Oh —Beomgyu ladeó su cabeza, sin reparar en el fuerte agarré de Yeonjun—. Solo se lo dije a Yeji y Yuqi.

—¡Ellas fueron...!

—Ni siquiera les dije tu nombre, no las culpes... —Beomgyu entrecerró sus ojos—... ¿Cuál es tu nombre?

—Qué- ¡¿cómo no vas a saber?!

—N-no me lo dijiste.

Cierto, él no lo había hecho.

¿No?

En realidad no lo recordaba.

—Ese no es el problema, soy Choi Yeonjun niño raro, mirame bien —Yeonjun pronunció con rudeza—. ¿Qué demonios es eso de que fui tu peor polvo?

Beomgyu se encogió de hombros con sus mejillas volviéndose rosáceas. Yeonjun tragó saliva porque una pizca de reconocimiento rondó es su mente al detallar esa expresión.

—No fue exactamente malo —trató de explicar sin verlo a los ojos—... Pero si tuviera que hacer una lista de mi peor relación sexual a la más satisfactoria, te pondría en el último lugar.

Una patada hubiera sido más fácil de llevar que ese comentario lleno de eufemismo.

—Imposible —Yeonjun gruñó— Todas las chicas y chicos con los que he estado han quedado satisfechos, puedes preguntarles.

—Bien, Choi Yeonjun, la cosa es que yo no quiero preguntarles —Beomgyu fruncio su ceño— no tengo la necesidad. Si he dado un golpe en tu ego, o incluso en tu masculinidad frágil, lo lamento, pero es la verdad.

Yeonjun no sabía si quería romperle el cuello, o ahogarlo con su polla a ver si podía seguir hablando estupideces.

—Esto es ridículo —por fin soltó los hombros de Beomgyu— si yo no recuerdo nada, probablemente tu tampoco.

—Recuerdo todo —afirmó enseguida— no bebo alcohol.

¿Cómo no se esperó eso? ¡el chico era un completo extraterrestre!

—¿Sí? Dime entonces qué fue lo que tanto te disgustó de acostarte conmigo.

Yeonjun quería corroborar los eventos de esa noche, y que mejor que escucharlo de la maldita boca se ese loco.

—Pues, no fue mucho —Beomgyu se sentó cruzando sus piernas— no acostumbro a tener sexo casual, solo me dieron ganas de probar cuando empezaste a besarme el cuello mientras bailabamos.

—¿Yo hice eso?

Beomgyu asintió.

—Después fuimos a una de las habitaciones del segundo piso —suspiró—. No hubo mucho juego previo, me pediste que me pusiera en cuatro y solo me follaste.

—¿Cuánto duró?

—No fue poco.

—¿Cuántos orgasmos tuviste?

—Dos.

—¿Entonces por qué dijiste que fue el peor? —su tono ofendido era bastante chistoso. Beomgyu sonrió.

Porque para Yeonjun el sexo era solo eso; el tiempo y las corridas. Mientras que para Beomgyu se trataba de algo que iba mucho más allá.

—Como te dije, no soy de sexo casual —remarcó— involucro mucho los sentimientos, y además me gusta tener algo de control. ¡Y me gusta el juego previo! Es mi parte favorita.

La sonrisita con la que Beomgyu le confesó eso fue abrumadora. En parte porque se escuchaba como alguien que sabía exactamente lo que le gustaba en la cama, y eso implicaba cierta experiencia.

En la cabeza de Yeonjun era difícil conciliar esas expresiones tan tiernas con un sujeto que sabía del sexo más de lo justo, y que fuera verídica esa ternura. También estaba el hecho de que desde que despertó solo en casa de Hyunjin, Yeonjun empezó a codiciar el cuerpo de Beomgyu con obsesión, queriendo estar lo suficientemente cuerdo como para tocarlo de nuevo y recordar cada detalle.

La boca rosada estaba ahí hablando casualmente, y Yeonjun no paraba de mirarla y preguntarse cuál era su maldito sabor.

—Repitamoslo.

—¿Eh?

—Tengamos sexo de nuevo, y dejame ser el mejor.

Beomgyu arqueó sus cejas y trató de rechazar la oferta directamente, pero negó y en cambio dijo:

—No puedes ser el mejor solo en la cama Yeonjun.

—¿A qué te refieres? —sinceramente estaba empezando a sentirse ansioso. Sus manos picaban y tuvo que restregarlas en su pantalón.

—A que el mejor sexo de mi vida lo tuve con mi primer amor —declaró con una expresión llena de nostalgia—. ¿Y sabes por qué?

—¿Por qué?

Beomgyu rodó los ojos por lo lento que era Yeonjun.

—Porque lo amaba, y el sexo siempre es mejor cuando tienes sentimientos sinceros por la otra persona.

En ese momento Yeonjun cayó en cuenta de a lo que el castaño se refería.

Le estaba diciendo que para poder cambiar su opinión sobre el sexo con él, debían estar enamorados. Quería decir que no era personal, simplemente no tuvo una conexión y por eso no se sintió bien.

De acuerdo. Yeonjun peinó hacia atrás sus cabellos azabaches. Podía hacer solo dos cosas.

Sentirse aliviado porque al final se trataba de que Beomgyu era demisexual, irse por las buenas, y reconstruir su reputación.

La otra alternativa era sacarse la picazón del cuerpo haciendo lo que Beomgyu decía; ganarse otra oportunidad para complacerlo adecuadamente, y a la vez saciar su curiosidad por tener sexo con el chico extravagante de nuevo, estando sobrio.

—Entonces, para repetirlo solo debo hacer que te enamores de mi.

—Lo haces sonar como si fuera fácil...

Yeonjun dejó relucir una cínica sonrisa.

—Podría serlo.

—Entonces estarías privándote de tener buen sexo conmigo —puchereó— si no me quieres, nunca tendrás la experiencia completa.

—Eso no importa —le quitó importancia— ¿aceptas o no?

Beomgyu asintió dubitativo.

Yeonjun se fue luego de acordar un encuentro fuera de la universidad. Una cita.

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1/5

Las actualizaciones de esta historia corta van a ser una cuenta regresiva hasta el comeback si me lo permite el internet, serán cuatro caps y un epílogo

Espero que disfruten su peculiaridad ^^

Y escuchen a AURORA, es una diosa <3

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