Byleth...mi querida Byleth.

Pasamos hermosos momentos juntos, siempre admiré tu fuerza y destreza.

Por más sumida en la oscuridad que estuvieras siempre sonreías y tenías una palabra de aliento para los de a tu alrededor.

Admito que tuve envidia de ese brillo, pero luego ese brillo iluminó mi camino y fuiste una de las pocas personas que significó tanto para mí.

Recuerdo que la primera vez que nos reunimos eras una niña y te había dicho que eras inútil y que no tendrías un buen futuro.

Pensé que ibas a llorar como los demás mocosos pero no...te quedaste mirándome fijamente hasta que saltaste encima de mi para arrancarme el cabello y me gritabas que ibas a lograr tu meta.

Me quedó doliendo la cabeza por días gracias a tus mordidas y que me hayas arrancado varios mechones.

Eras una mocosa tranquila y educada pero cuando te hacían enojar eras el mismísimo demonio.

Y no cambiaste con el pasar de los años.

Te convertiste en una bella mujer pero esa niña amable y rebelde seguía en tu interior.

Me hiciste ver que el destino se puede cambiar.

Tenías un cuerpo débil pero con el pasar del tiempo te convertiste en la mejor espadachín del imperio y fuiste nombrada sucesora de tu casa.

Te nombraron capitana del escuadrón Raven.

En la noche, luego de tu nombramiento, corriste hacia mi habitación y me empezaste a golpear con una almohada gritando feliz que habías logrado tu meta, lograste hacer que me tragará mis palabras.

Estabas orgullosa por tu logró.

Ni siquiera me temias ya que nadie jamás se había atrevido a golpearme tanto en esos años que te conocía.

Pero...eso me llamó la atención.

Por fuera eras alguien frágil pero portaba un alma invencible.

Hasta que...fuiste al campo de batalla y cuando te volví a ver estabas cubierta de pétalos carmesí y tus párpados habían ocultado para siempre tus bellos ojos.

Te había perdido, otra vez perdí a alguien que amaba.

Y no pude hacer nada.

Pero...luego de años nos volvimos a reunir.

Y ahora, sin importar que deba ir contra todas las leyes del mundo, voy a protegerte y no dejaré que nadie te aparte de mi lado.

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