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Extra 2: Fuertes

Raz ha pensado muy bien en la posibilidad y ya decidió qué hacer con sus hijos. Ambos son adolescentes, sin embargo todo el tiempo están en casa y no van a la escuela porque él los educa. El problema es que no han tenido contacto con otros animales de su especie, Nenú no se comportan como ciervo y hasta lo escucho intentando ronronear. Por otro lado Ele es muy dependiente de su hermano.

—¿Vamos a ir a un internado? —dice el joven ciervo al fruncir el ceño.

—¿Nos van a separar? —pregunta la serpiente.

—No es un internado, sino un club privado. Irán el fin de semana y volverán el lunes. Hay actividades recreativas muy interesante —les explica el felino mientras se cruza de brazos—. Y si, estarán separados por secciones. Nenú irá al ala de los ciervos mientras tú estarás con los otros reptiles. 

—¿Por qué papá? —Ele mira a un lado cuando no recibe respuesta.

Ese mismo fin de semana los hermanos son llevados a dicho club. Raz ya preparó todo, incluso les compró el uniforme para que sean igual al resto de los integrantes.

Ele está bastante molesto, odia tener que moverse al ras del suelo, aunque encuentra a otras serpientes en ese lugar. Una víbora de cascabel se le acerca para darle la bienvenida.

—Hola. Eres Ele Salva, ¿no? —le dice mientras le pasa la punta de su cola como saludo—. ¿Estás bien? ¿Por qué no le levantas?

—Eh, bueno... No aprendí a moverme como tú —confiesa al sentirse muy avergonzado.

—No te preocupes, yo te ayudaré, después de todo soy tu guía —dice él para levantar la cabeza de Ele—. Al principio será difícil pero ya te acostumbraras —agrega para tranquilizarlo.

Ele asiente y trata de mantenerse derecho con ayuda de las paredes. Él no está acostumbrado a esto porque Nenú siempre lo lleva sobre sus hombros casi todo el tiempo, sólo ahora se da cuenta de su dependencia. 

Al mismo tiempo Nenú camina con seguridad por los pasillos, allí ve carteles con diferentes talleres los cuales son gastronomía, arte, música, etc. Aunque no puede concentrarse en buscar uno que le agrade ya que recibe muchas miradas. Las hembras murmuran cosas y se alejan, mientras que los machos se ríen de él sin siquiera disimular. 

—Cuarto seis —murmura al llegar a su habitación, allí dormirá en las noches. Sin embargo compartirá el cuarto con otros dos ciervos.

—Mira, es el nuevo —comenta uno de ellos cuando codea a su amigo.

—Su cara es horrible, podemos estar tranquilos porque las hembras ni se le acercarán —responde el otro para luego soltar una risa. Nenú sólo guarda silencio mientras acomoda sus pertenencias y prepara su cama.

Recuerda las palabras de su madre, ya que antes de venir ella le explicó lo básico del comportamiento de los ciervos. Los machos compiten constantemente por la atención de las hembras y pueden ser muy agresivos, mucho más en la adolescencia.

Una vez establecido sale de la habitación para explorar el lugar, mientras recorre los pasillos ve al resto de animales, todos son ciervos rojos, cola blanca, praxis entre otros.      
Ele no está conmigo, ahora soy igual al resto de ciervos, se dice mientras decide visitar el taller de gastronomía debido a que comenzó a sentir un poco de hambre. Cuando toca la puerta esta se abre, sin embargo no ve a nadie allí.

—Aquí abajo —escucha una voz femenina, haciendo que baje la mirada a lo que parece ser un ciervo también.

—¡Que pequeña! —exclama debido a su asombro, él no es muy alto, tiene la estatura normal para su especie y edad pero ella apenas llega a alcanzar su cintura.

—Eso me ofende —responde para luego darle una patada a su pierna—. Soy un ciervo ratón.

—¡Ay! —suelta debido al dolor, entonces se inclina para hablar cara a cara—. Lo sient-

—¡Ahh, es horrible! —dice al señalar su rostro. Él roda los ojos para luego extender su pezuña hacia la pequeña hembra.

—Estamos igual... Me llamo Nenú Salva, soy nuevo aquí —se presenta al momento de darle una sonrisa, aunque cierra su boca rápidamente.

—Trish Cruces, y-yo creí que estabas lastimado... —dice en un tono bajo mientras quita los restos de harina de su delantal—. ¿Te interesa gastronomía? Es raro porque los machos prefieren los deportes y la competencia.

—La verdad es que tengo hambre —contesta, siendo honesto como lo es su padre—. Eso huele muy bien —agrega al señalar lo que se cocina dentro de un horno eléctrico.

—¿Si? Es una nueva receta de semillas que estoy probando —habla al momento de subir, con ayuda de un banco, para sentarse sobre la mesada—. Si me ayudas puedes comer todo lo que quieras.

—Suena bien.

—Entonces empieza ordenando las bolsas de harina, yo soy pequeña y débil. —Trish le enseña sus delgados brazos y los sacude. En realidad nadie suele mover las bolsas y solo sacan lo que necesitan con una tasa de metal, ella siempre se divierte al ver cómo todos intenta moverlas—. Tu nombre es muy raro, ¿por qué te llamaron así? —pregunta curiosa mientras lo ve caminar por la cocina.

—Viene de nenúfar, es el nombre de unas flores acuáticas. Me gusta nadar —responde, entonces levanta una de las bolsas de harina con mucha facilidad. Trish queda sorprendida.

—¿Cómo hiciste eso?

—No es nada, mi hermano Ele es mucho más pesado —comenta al estirar sus brazos sobre su cabeza—. Siempre lo alzo sobre mis hombros.

—Eso es muy tierno —asiente Trish, entonces escuchan el sonido del horno. El tiempo de cocción de las galletas ya acabó y como lo prometió le da unas cuantas a Nenú.     

—Están bien —murmura mientras llena sus mejillas.

—Sé honesto por favor.

—La masa es dura y el sabor es amargo en vez de dulce pero son comestibles. —Trish suelta un suspiro cuando baja las orejas.

—¿Por qué comes así? —le pregunta debido a que cubre su boca cada vez que da un mordisco.

—¿Hum? Oh... Es costumbre —contesta con la boca llena.

—Dijiste que te gusta nadar, puedo llevarte al lago, allí hacen natación —propone ella al bajar de la mesada—. Pero con una condición.

—¿Cuál?

—Puedes ayudarme a mejorar las recetas. Los demás simplemente me dicen que están deliciosas y ya. ¿Estás de acuerdo? —Ella extiende su pezuña hacia él mientras sonríe.

—Claro —contesta al cerrar el trato y luego come más galletas. 

Cuando el fin de semana termina, ambos hermanos se encuentran en las puertas de entrada mientras esperan a que sus padres los recojan. 

—¿Cómo te fue? —le pregunta Nenú curioso. Le sorprendió que él no subiera a sus hombros inmediatamente al verlo, además ahora mantiene una postura derecha, llegando a la altura de la cintura de su hermano.

—Muy bien, había más anacondas como yo y creo que hice un amigo. Es una víbora de cascabel —responde en un tono animado—. ¿Y tú?

—Estoy en un taller de natación y conocí a una hembra hiperactiva —comenta con una sonrisa—. Se llama Trish y quiere conocer a mi hermano, siempre me pregunta por qué no estás con el resto de los ciervos.

—¿En serio? También le hable a Naz de ti. Ya me imagino sus caras cuando nos conozcan. —Ambos hermanos ríen al imaginar las reacciones de sus nuevos amigos, mientras Raz los observa desde lejos con una sonrisa.

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