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9

El timbre suena anunciando que las clases inician, por lo que el gran grupo de animales entran a la escuela. En la cartelera de la entrada están las nuevas noticias de la institución junto a los talleres nuevos que inician en la temporada, los cuales taparon viejos notificados y dos carteles de alumnos desaparecidos.

—¿Qué taller vas a elegir? —pregunta su mejor amiga al atraparla mirando los folletos y carteles.

—No lo sé, hay muchas opciones —responde mientras pasea su vista hasta detenerse en el cartel más descuidado, el cual tiene una caligrafía desordenada—. Mira Fara.

—¿Taller de agricultura? Debe ser una broma —comenta al tomar el cartel y lo arroja al tacho de basura.

Ambas corren a su salón al ver que el profesor ya está en camino y cuando inicia la clase el tema principal son los talleres, el adulto les explica lo importante que es elegir uno para fortalecer habilidades que ya tienen. Pero en un momento la clase se interrumpe porque otro profesor golpea la puerta. 

Clío y Fara son llamadas ya que alguien las acusó de vandalismo. Entonces son llevadas frente a la coordinadora de los talleres. Temblando, se abrazan a sí mismas al no entender muy bien lo que sucede. La bobina ante ellas les pide que se relajen, pero aún mantiene su ceño fruncido. 

—¿Por qué nos llamaron? —pregunta Clío cuando luego de armarse de valor.

—Nos avisaron que Fara quitó el cartel de un taller y que tú no la detuviste —responde la coordinadora al cruzarse de brazos—. ¿Tratan de incentivar la discriminación? 

—No fui yo, fue Clío —dice Fara en su defensa.

—¿Que? No, no, ¿discriminación? —responde la pequeña y temblorosa oveja—. Creímos que era una broma, l-la letra es...

—¿Mi letra qué? —le interrumpe una voz masculina. Ambas miran hacia la puerta y quedan paralizadas al ver a un carnívoro.

—Es un maldito lobo —susurra Fara y sólo Clío llega a escucharla. 

—Yo hice el cartel, es mi taller y no tendré miembros por su culpa —continúa mientras da unos pasos dentro de la habitación.

—N-No... yo no... —Clío trata de disculparse pero ser utilizada como escudo por Fara la pone muy nerviosa.

—Le deben una disculpa y como castigo se unirán al taller de agricultura y buscarán más miembros —les ordena la coordinadora. Por lo que, al término de las clases, ambas deben esperar a que el líder del taller las guíe.

—¿En qué nos metimos, Clío? 

—Es tu culpa por quitar el cartel.

—Tú lo señalaste y por esa letra horrible pensé que-

Alguien aclara su garganta detrás de ellas, haciendo que tiemblen y giren lentamente. El lobo las mira con desprecio mientras rasca su cuello, entonces les hace una seña para que lo sigan.

—Dejando de lado mi caligrafía, la que voy a mejorar, queda presentarnos —comenta mientras las lleva fuera de la escuela. Fara toma la mano de su amiga para detener, cosa que llama la atención de la oveja.

—No hay nadie más cerca, el lobo nos destrozará.

—No es cierto, es muy educado y-

—Oh, ¿qué sucede? —Él voltea, encontrando a las dos murmurando—. Bueno...

—Es que nos preguntábamos por qué debemos salir de la escuela —murmura Clío, ya que Fara no ha hablado con él y no pretende hacerlo.

—Taller de agricultura, necesitamos tierra para cultivar —responde, haciendo que se forme un incómodo silencio. Luego de eso lo siguen sin otra interrupción, descubriendo que hay otro taller junto al de ellos.

—Jardinería, mira las flores. —Fara deja de lado el miedo al ver a otros alumnos allí, de hecho su amor platónico resulta ser el líder. Un pura sangre llamado Kai, alto y atractivo, incluso para hembras de otras especies.

—¿El taller de agricultura tiene miembros? —pregunta éste al acercarse—. Ese lobo enano lo consiguió.

El nombrado simplemente los ignoran, pero Clío ve sus orejas agachadas. Al girar hacia Fara la ve muy entusiasmada, no duda en acercarse a Kai y decirle que quiere estar en su taller. Por su parte la pequeña oveja acomoda su uniforme y continúa su camino.

—Puedes irte con ellos, no me importa —le dice al escuchar sus pasos detrás de él. 

—Me llamo Clío y creo que el taller de agricultura es mejor, las flores no son muy nutritivas —comenta mientras juega con sus pezuñas.

—Soy Lars —murmura mientras camina hacia el cobertizo. Clío no sabe qué hacer exactamente y sólo observa a su alrededor. El taller de jardinería se encuentra a un lado de ellos y puede ver los grandes arbustos llenos de flores. Al contrario el taller de Lars sólo está cercado y es tierra desolada.

—¿Por qué no hay nada?

—El taller es nuevo, yo pertenecía al de jardinería —responde al darle el rastrillo—. Haz surcos en la tierra para las semillas —le indica luego de ver la mirada perdida de la ovejita.

—Si, si —asiente rápidamente.

Lars arquea una ceja al verla mover el rastrillo lentamente, como acariciando la tierra. Eso lo desespera, aún así no la critica y busca algo qué hacer. 

Las semillas viejas no crecerán, piensa al verlas en su pata. A pesar de estar desanimado, su mirada se levanta hacia el pomposo cuerpo de Clío. Al verla esforzarse decide que también lo hará.

—Lars, lo siento. No era a propósito eso del cartel —comenta ella cuando hace una pausa del trabajo. Él le ofrece un vaso de agua fresca mientras descansan bajo la sombra del cobertizo.

—No importa, no esperaba que alguien quiera unirse después de todo. 

—¿Piensas eso porque eres un carnívoro? —pregunta con cautela.

—Tal vez. 

Luego de esa corta charla Lars sólo se dedicó a comentar los planes que tiene para el taller y cosas relacionadas con los cultivos. Entonces ambos plantaron las primeras semillas antes de despedirse, esperando que para la mañana ya hayan germinado. 

Al día siguiente la oveja despierta con mucho ánimo, incluso ve una gran sonrisa mientras ordena su lana frente al espejo. No sabe muy bien la razón de su buen humor, así que mira su rostro con más detenimiento. Las manchas negras alrededor de sus ojos siguen allí y aveces le gusta compararse a las exóticas pandas. Por otro lado su lana de tono marrón claro que cubre su cuerpo sigue igual.

Sin encontrar respuesta olvida eso para bajar a desayunar e ir a la escuela, Fara la encuentra en la entrada y la cabra nota la diferencia al verla. Tan radiante como a ella.

—Clío, mira mi sonrisa, mira la tuya —comenta mientras se toman de las pezuñas—. Es lo que causa Kai. 

—¿Eh?

—Quitar ese feo cartel fue lo mejor que pude hacer en mi vida, ya quiero que terminen las clases para ir con él —agrega.

Clío sólo roda los ojos y el resto del día debe soportar decir a su amiga lo maravilloso que es el pura sangre, atlético, bien parecidos, amable y educado. Ella no niega que Kai sea todo lo que las demás dicen, pero escuchar a Fara hablar todo el tiempo de él sólo provoca que, al terminar las clases, desee alejarse inmediatamente.

Fara hizo lo mismo y corrió hacia el taller de jardinería, dejando a Clío un poco indignada. Sabía que ese día llegaría algún día, ambas sabían que iban a enamorarse pero se prometieron no dejar de lado a la otra.

—Yo fui la única que lo prometió de corazón —murmura para sí misma y luego voltea.

Al llegar a la entrada su taller ve a más animales, cosa que la sorprende un poco pero al mismo tiempo hace que sonría. Se acerca dando saltitos para felicitar a Lars, quien es el centro de la atención aunque no en la manera en la que cree.

—¿Qué tratas de hacer? —El grupo está formado por alumnos del diferentes años y son liderados por una oveja de grandes cuernos. A pesar de ser un herbívoro, su tamaño es mayor al de Lars—. Pensé que el taller de agricultura sería interesante y encontramos un lobo.

—Soy el líder-

—Es ridículo, eres carnívoro.

—Es el lobo enano del que todos hablan, jaja. 

—Vamos a ver si le gustan los vegetales —comenta su compañero al tomar las sobras de su almuerzo y obligar a Lars a comérselas. Él hace una mueca, sin embargo abre su boca. Sus colmillos hacen temblar a los herbívoros y de un par de mordidas acaba con las sobras.

—Les falta sal —murmura y quita la pezuña que sostenía su uniforme—. ¿Quieren algo más?

—Vámonos.

El grupo se aleja rápidamente mientras sigue al líder y, como si ya no hubieran hecho el daño suficiente, pisaron gran parte de los pequeños brotes que empezaban a crecer. 

Clío se acerca lentamente a Lars, quien mantiene sus orejas agachadas, pero al momento de verla le da bienvenida. Le dice que deben ser rápidos para salvar a los brotes. En todo ese tiempo él no comentó nada de lo que pasó con los demás herbívoros, por eso, al momento de tomar un descanso, ella a clara la garganta para llamar su atención.

—¿Puedo hacerte una pregunta personal? —Lars la mira fijamente y no puede descifrar si su curiosidad lo molesta o no. 

—Claro, si dejas que haga lo mismo —propone luego de un corto silencio. 

—Bien... —ella hace una pausa para pensar bien en sus palabras—. ¿Por qué dejas que te traten así? —Él suelta una risa mientras niega con la cabeza, entonces suspira.

—Si tratara de defenderme dirían que los ataqué, es mejor no hacer nada —contesta al recostarse por el cobertizo—. Mi turno, ¿por qué ya no me tienes miedo?

—Ah eso... creo que estaba siendo sugestionada por mi amiga. Además no eres aterrador y hablar contigo es como hacerlo con otro herbívoro. —Clío sonríe y es su turno en preguntar—. ¿Te sientes acomplejado por tu tamaño?

—¿Que? Soy más alto que tú.

—Quiero decir... n-no es por ofenderte pero —el sentido común de Clío le dice que cierre la boca de una vez, había comenzado muy bien, pero como es costumbre siempre mete la pata—. Los o-otros lobos son más grandes y tu color d-de pelaje e-es diferente.

—Canino equivocado, soy un coyote y soy más alto que el promedio de mi especie —le explica, haciendo que ella suelta una risa nerviosa.

—Oh, por eso no te importa.

—Al decirme lobo enano ellos quedan como ignorantes —comenta al subir y bajar los hombros—. Bueno... Yo creía que todas las ovejas eran blancas, ¿tiñes tu lana?

Clío hace una mueca ante esa pregunta, la ofende un poco pero sonríe para sí misma porque también hizo lo mismo con Lars.

—No, son naturales. Hay muchas clases de ovejas y no todas son blancas —habla mientras tiene la atención de Lars, él se pierde por un momento en las manchas negras que la oveja tiene en su rostro, no sabe dónde están exactamente sus ojos y se inclina hacia ella poco a poco—. Eh, ¿pasa algo?

—¿La lana es tan suave como dicen? ¿Puedo tocarte?

—No lo sé-

—¡Cuidado! —gritan desde el otro lado de la cerca, entonces sobre Lars cae una gran cantidad de lodo que también mancha a Clío.

Ambos quedan paralizados mientras se miran, sus uniformes se arruinaron y deben tomar un baño de inmediato. En eso ven a Kai, quien se acerca y hace una mueca al verlos.

—Les dije que tuvieran cuidado.

—Clío, oh no. Estás sucia. —Fara la toma del brazo rápidamente y la lleva a los vestidores de los deportistas—. Puedes ponerte mi ropa para ir a casa, traje un repuesto —le dice al darle el cambio.

—Gracias, pero lo que hicieron no fue muy amable. Ese caballo fue tan cínico.

—No hables así de Kai. Te rescatamos —responde Fara cuando lleva su pezuña al pecho—. Estaba muy cerca de ti, puede ser enano pero no deja de ser un lobo.

—Coyote, Lars es un coyote —la corrige con firmeza.

—Es lo mismo, todos comen carne. No quiero verte como su cena y no entiendo por qué lo defiendes...

—¿Que? ¿Qué estás pensando? —cuestiona Clío al verla tener diferentes expresiones en su rostro, primero sorpresa, luego un poco de asco y finalmente burla.

—¿Te enamoraste de él? —suelta para luego sostener su estómago y comenzar a reír.

—No... ¡No! —repite al sentir que su primera respuesta sonaba más como una pregunta—. ¡N-No puedes juzgarme! A ti te gusta el pura sangre y eres una cabra.

—Es muy diferente, estamos hablando Kai.

—No creo que él te correspondiera de todos modos —dice cuando la discusión se intensifica.

—¡Cállate! Querrás decir que nunca se fijaría en ti por gorda.

—Me iré a casa. —murmura la oveja al devolverle el cambio de ropa. Fara mantiene el ceño fruncido mientras la ve caminar hacia la salida.

—¡Bien, seguramente mi ropa no te hubiera quedado!

Clío sale corriendo de la escuela, un par de cuadras más adelante se detiene y va caminando mientras su corazón desbocado retumba en sus oídos. Cuando recupera su aliento intenta alejarse de las miradas curiosas de los otros animales, incluso otras ovejas hacen una mueca al ver su lana y ropa sucias.

A pesar de la vergüenza que siente, un pensamiento viene a su mente, haciendo que todo malestar desaparezca.

—¿Lars y yo?

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Clío antes y después de cortar su lana

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