8
Al ser un león su especie y vivir en la ciudad, Lavi se siente en el deber imponer su presencia a cada ser vivo que se atraviesa en su camino. Así fue desde niño, su padre se lo enseñó. Prácticamente es una tradición familiar y ahora, al llegar a la adultez, nadie puede negarle nada. De lo contrario serán aplastados.
Mientras él prueba una deliciosa carne asada, uno de sus seguidores golpea la puerta entonces golpea la mesa con sus puños. Todos ellos saben muy bien que no le agrada las interrupciones, mucho menos cuando está comiendo.
—¡¿Qué quieres?! —pregunta al alzar la voz, haciendo que la pantera detrás de la puerta trague saliva antes de hablar.
—Es un nuevo cliente.
—Ja, hagan el trabajo ustedes. Ahora estoy muy ocupado.
—No, quiere que usted se encargue personalmente —responde para luego quedar paralizado al tener al gigantesco león a sólo unos pasos de la puerta.
—¿En serio? Haz pasar al cliente —Lavi regresa a su asiento, ya más tranquilo. Porque es realmente raro que un cliente quiera que él haga el trabajo con sus propias manos. Eso le molesta, sin embargo puede pedir una gran cantidad de dinero o algún favor importante a cambio.
Mientras espera se pregunta qué clase de animal querrá su servicios y, unos minutos después, levanta sus orejas al ver a una pequeña felina entrar a la habitación, siendo escoltada por sus seguidores.
—¿Qué es esto? ¿Qué hace una doméstica en un lugar como este? —pregunta al tenerla sentada en la silla del otro lado de la mesa. Su mirada le resulta muy misteriosa e inquietante porque no transmite miedo alguno. Eso le molesta.
La gata mantiene una actitud tranquila y relajada a pesar de estar rodeada de depredadores muchos más grandes que ella. Sus iris dorados se mantiene fijos en el gran león, el cual desprende un aura de liderazgo, seguridad y amenaza. No esperaba menos del llamado "rey de las bestias", el cual viste con las mejores ropas y lleva con orgullo esa melena, la cual posee un par de trenzas a un lado.
—No me llames doméstica —responde, provocando que Lavi ruja por lo bajo.
—Tu mirada no me gusta y esa actitud tampoco. —Él clava el cuchillo en la carne, haciendo saltar todo lo demás en la mesa. Pero ni siquiera logró asustar a la gata.
En cambio ella da un salto sobre la mesa, ya que debía mantener la cabeza en alto para mirar al león debido a su pequeño tamaño.
—Es porque le tengo miedo a otra cosa. Te pagaré lo que sea cuando el trabajo está hecho, elimínala.
—¿De qué se trata? —cuestiona al ladear la cabeza, ahora sí notó ese temor en sus ojos por lo que tiene toda su intención e interés.
A pesar de no tener todavía la paga, él va junto a sus seguidores con la gata. En el auto ella le explica que debe atacar a la criatura en cuanto la vea, no debe dudar ni por un segundo.
—Hay algo que todavía no me dijiste. Por tus palabras diría que quieres que devore a otra bestia —comenta, sin embargo nota que ella está muy sorprendida mirando el auto por lo que deduce que no ha estado en uno anteriormente—. ¡Eh, te estoy hablando!
—Ah, claro. —La gata mira por la ventanilla para luego agregar para sí misma—. En realidad es un monstruo.
Al llegar al lugar citado, un mercado bastante animado y pintoresco, Lavi sale del auto y su sola presencia hace que todos volteen hacia él. Ya los conocen a él y a su banda, por lo que abandonan sus puestos y mercaderías de inmediato.
—Mmm, entonces... —Lavi rápidamente identifica al objetivo, un pequeño ser el cual se encuentra frente a un puesto de frutas. El único animal que no ha huido—. Esto será muy rápido —se dice en sus pensamientos mientras da los primeros pasos hacia la criatura.
—Todos se fueron —la escucha decir, reconociendo una voz femenina.
—Ya lo entiendo. —Él se detiene cuando sólo está a un paso de ella—. Las hembras, de todas las especies, son sádicas en verdad —comenta al quitar la capucha que la criatura llevaba en su cabeza, es entonces cuando se sorprende al ver que no se trata de otra gata. El rostro sin pelo ni bigotes le causa mucho desagrado.
—Dices cosas sin sentido —señala ella mientras da unos paso hacia atrás.
—Yo tampoco sé lo que sucede exactamente —responde mientras le da una sonrisa, con la cual le enseña sus grandes colmillos. Lavi se lanza hacia ella sin embargo sólo muerde el aire, sus ojos buscan la presa rápidamente y la ve escabullirse por debajo de las mesas y estanterías.
Él arroja las mesas, haciendo volar toda comida o producto por los aires. Se sorprende por lo rápida que es, aunque logra desgarrar parte de su brazo. El olor a sangre lo incentiva más a atacar, pero se detiene un momento al ver que ya no huye. Esos ojos no les gustan.
—Me lastimaste... lo que voy a hacer ahora es en defensa propia —comenta mientras rompe parte de su ropa para vendar su herida.
—¿Ah si? —responde de forma burlona al lamer la sangre de sus garras, entonces se sorprende una vez más cuando la ve correr hacia él. Sin importarle en absoluto que pueda asesinarla de su sólo mordisco o zarpazo.
Lavi corre a su encuentro, entonces trata de cerrar los ojos cuando ella le arroja lo que parece ser arena. De repente sus ojos se irritan y su nariz igual.
—¡Ahh, ¿qué mierda es esto?! —exclama mientras sostiene su rostro—. ¡Arde!
La simio aprovecha esa distracción para tomar un cuchillo, el cual estaba clavado sobre una gran calabaza. Lavi suelta unos rugidos al sentir los cortes, hasta que finalmente su vista se aclara gracias a las lágrimas. Ella está justo frente a él, en su línea de ataque.
—Maldita —ruge por lo bajo, pero al intentar moverse sus tendones le causan un dolor insoportable. Tanto los tendones de sus piernas y brazos fueron cortados, dejándolo completamente inmóvil—. Estas heridas no me matarán.
—Ya lo sé —responde al pisar su cabeza—. Ahora no te muevas, quiero hacer un corte limpio.
—¿Q-Que? —Lavi tiene el impulso de gritarle a sus seguidores que lo ayuden, aunque se muerde la lengua y acepta lo que pasará. Al igual que los otros grandes felinos, quienes presencian todo desde lejos pero tienen la orden de no interferir—. Al menos moriré en manos de alguien digno.
—¿Quién te envió? Son caza recompensas —cuestiona ella mientras se sienta sobre la espalda del león.
—No importa. ¡Termina ya! —exclama cuando jala de su melena con fuerza.
—Yo me tomo mi tiempo —comenta para luego soltarlo—. ¿Quién te envió? Tengo toda la noche pero tú no.
—Fue una gata... gris, orejas oscuras y ojos dorados.
—La conozco bien —la escucha decir, entonces cierra los ojos en espera, espera que el cuchillo corte su piel y carne, desgarrarla hasta que su vida se drene al igual que su sangre a través de la herida. Sin embargo deja de sentir el peso sobre él, además nota su cabeza mucho más ligera.
Lavi levanta la mirada rápidamente, encontrando a esta guardando restos de su melena dentro de una bolsa.
—¿Que? ¡¿Q-Qué me hiciste?! —grita al llevar con dificultad sus patas a la cabeza.
—Es mi trofeo —murmura mientras acaricia la melena trenzada, luego le enseña lo que parece ser un colmillo de lobo el cual usa como un collar—. Esto era de un animal parecido a ti y le rompí la mandíbula.
—Carajo, esto es... humillante —susurra al bajar la cabeza, aunque se tranquiliza al saber que todo terminará pronto.
Él escucha unos pasos, siendo la gata y sus seguidores quienes se acercan. Asombrados y asustados por el estado de su jefe, ninguno se atreve a pelear ya que el más fuerte de ellos fue vencido sin más.
—Bien mi rey, este es el trato —dice la gata mientras se detiene junto a la simio—. Nos darán dinero y un poco de carne, ahora.
—Esta vez cruzaste la línea —responde la otra al fruncir el ceño—. ¿De verdad pensaste en eliminarme?
—Claro que no, necesitamos dinero y comida. Además no conseguimos trabajo —habla al apartar la mirada.
—Yo si, pero huyeron al ver al león... vámonos.
—¿Que? —Lavi las ve alejarse a pesar de las protestas de la gata—. ¡Regresen! ¡Todavía sigo vivo! —grita hasta lastimar su garganta, no quiere seguir luego de la humillación ante sus seguidores y algunos testigos, quienes veían al rey sin melena.
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