5
Jet es un repartidor que todos los días recorre las montañas y valles debido a sus rutas, en este caso vuela hacia una gran cueva, donde encuentra una casa hecho completamente de piedra, aunque con detalles elegantes y grandes ventanales. Al detenerse frente a la puerta, él golpea dos veces con su pico.
—¡Hola, les traigo su pedido! —alza la voz y en pocos minutos abren la puerta, aunque él ladea la cabeza al no ver a nadie.
—Aquí arriba —lo llaman, haciendo que levante la mirada para ver a una señora murciélago. Ella le sonríe, pero al estar colgada de cabeza parece una mueca.
—Oh, aquí está su ensalada de frutas familiar —dice Jet al devolver la sonrisa, entonces se quita su mochila donde tiene el pedido.
—¿Necesitas ayuda cariño? —le pregunta, ya que las aves no tienen manos, sino alas.
—Está bien —responde mientras sube el cierre nuevamente—. Mientras tenga mi pico y patas puedo arreglármelas.
—Gracias. —Ella se suelta de las agarraderas del techo y recibe el pedido, la señora le pide que aguarde un momento mientras ella va por el dinero. Jet espera unos minutos, notando que el techo de la casa está llena de esas agarraderas, además ve pasar a algunos integrantes de la familia.
—Aquí está tu paga, muchas gracias por esperar —dice ella luego de regresar. Con su trabajo hecho, Jet vuela de regreso a la base porque tiene muchos más pedidos que entregar.
Él sobrevuela los bosques, el viento fresco acaricia todas sus plumas, siempre le agrada esa sensación de libertad al volar. Por desgracias debe bajar ya que ha llegado al restaurante donde trabaja.
—Hey Jet, ¿cómo estuvo la entrega? —le pregunta su compañero halcón.
—Bien, vi una casa de murciélagos. Están colgados de cabeza casi todo el tiempo.
—Eso es porque sus patas son muy débiles para soportar el peso de sus cuerpos, sus alas de piel estorban y de cabeza pueden moverse más fácilmente —comenta Vaia, es una lechuza que siempre cree saberlo todo y se entromete en las conversaciones de los demás.
—Ajam, si —habla el águila luego de rodar los ojos.
—¡Jet, un nuevo pedido!
—Me gustaría quedarme a charlar pero el trabajo me llama —él se excusa rápidamente, dejando a su compañero con el ceño fruncido y solo con Vaia.
El águila camina hacia la encargada animadamente, pero su cuerpo se detiene al percibir el olor a carne. Más precisamente a la carne de zorro, él no tiene problemas con esto, no se comerá el pedido ni nada por el estilo, sino que transportar carne es muy peligroso.
—Ten cuidado. —Ella le desea suerte al verlo colocarse la mochila especial con el pedido dentro.
—Lo tendré —responde antes de alzar vuelo. Jet sabe a dónde ir, en otras ocasiones ya había transportado estos tipos de pedidos y la última vez acabó con una cicatriz cerca del ojo. No volverán a tomarlo por sorpresa.
Pasan 30 minutos desde que el águila se marchó, por lo que la encargada empieza a ponerse nerviosa.
—Ya debería haber llegado, algo le pasó. Iré a buscarlo —dice mientras se prepara, los demás a siguen para preguntarle qué sucede pero todo el revuelo se calma cuando encuentran a Jet en la entrada del negocio.
—El pedido fue entregado —habla con una sonrisa, a pesar de tener múltiples heridas en todo su cuerpo.
—¡Por todos los cielos! ¿Qué te pasó? —exclama mientras lo ayudan a levantarse.
—Me atacaron en pleno vuelo, pero alguien me ayudó.
Una gran águila cruzando los cielos no pasaba desapercibida para las demás aves del bosque, mucho menos con ese cargamento, el cual esparcía un agradable aroma para todos los carnívoros.
Jet rápidamente se percató de la presencia de tres cuervos detrás de él, esas aves oscuras se precipitaron con sus garras hacia el frente. El águila dio un giro en el aire antes de que toquen la mochila.
—¡Dejen de atacarme, saben lo que les pasará! —les advirtió con esperanza de que se detengan.
—¡No queremos comerte a ti!
—¡Danos la comida! —los cuervos graznaron tan fuerte que aturdieron a Jet. En ese momento él comenzó a volar bajo para perderlos entre los árboles, sin embargo, al ser más pequeño, los cuervos esquivaron las ramas con precisión. Jet soltó un grito cuando rasgaron una de sus alas, además acabó chocando contra una rama. Él se precipitó hacia el suelo, pero protegió la mochila en todo momento.
Al abrir los ojos vio la mochila a unos metros de él, pero al intentar moverse siente el daño en su cuerpo, principalmente en sus alas. La mayor parte de sus plumas fueron arrancadas y había una rama atravesando su ala derecha.
—M-Mierda —murmuró y comenzó a arrastrarse—. Conozco este lugar, e-estoy ce-cerca.
—¡El águila cayó, jajaja! —los cuervos bajaron frente a él y se acercaron dando unos saltos.
—¡Cayó!
—Esto ahora es nuestro.
—Nos diste la ventaja al volar bajo, íbamos a presionarte para que bajaras pero ni siquiera tuvimos que hacerlo —ellos se burlan mientras toman la mochila, deberán unir fuerzas para llevar esa carga, sin embargo, antes de que pudieran alzar vuelo, una red cayó sobre los tres y los atrapó.
Jet quedó paralizado al notar que algo los estaba acechando, finalmente consiguió ver a la criatura con su aguda visión, la cual se movía hacia los cuervos.
—¡No lo hagas! —exclamó al ver que tenía una rama puntiaguda como arma—. Yo estoy bien, gracias —le dijo a la simio ante él.
—No ayudaba, son mi almuerzo.
—Van a asesinarte, ¿ya lo olvidaste las leyes? —sus palabras hicieron que ella bajara la lanza, entonces liberó a los cuervos, quienes se apresuraron a huir—. Menos ma-mal.
Un profundo silencio se instaló a su alrededor, entonces un gruñido lo rompió, era el estómago de ella.
Jet la vio caminar hacia la mochila y creyó que ya perdió el pedido, sin embargo ella la tomó para acercarla a él. Ya más tranquilo, el águila inspeccionó sus heridas y sacó la rama con su pico de un fuerte jalón.
—¿A dónde te diriges? —preguntó curiosa, aunque su tono siempre era neutral.
—Llevo un pedido a una familia de coyotes, viven cerca de aquí —respondió al señalar el camino con su cabeza.
La simio miró esa dirección, entonces se inclinó frente a Jey y extendió su brazo.
—Te llevaré.
—¿S-Segura? —Él no tenía duda de que pudiera llevarlo, después de todo ella era más grande en tamaño pero no tenía claro sus intenciones—. ¿Por qué me ayudas?
—Hablaré con los coyotes para que compartan su comida —contestó mientras mantenía su postura.
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