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Mientras todo el mundo está revolucionado por la aparición del cuerpo del humano y todos sus tesoros, surgen representantes de los animales marinos en la tierra, aves marinas, cocodrilos y leones marinos son los mensajeros del océano. Ya que, mientras los terrestres están intentando ocultar la noticia o hacerla pasar como falsa, estos mensajeros llevan al continente mucha más información acerca de los humanos.
—¡Esto es ridículo! Las ballenas no pueden traducir el lenguaje humano, ¿cómo podrían? —dice un gran búho. Los animales gobernantes de las ciudades más importantes están reunidos para decidir qué hacer.
—Al igual que en la tierra, en los mares hay rastros de su civilización, vehículos, esculturas, objetos, entre otras cosas que las ballenas han estudiado por siglos. Así aprendieron a descifrar su lenguaje —les explica el león marino, quien se presentó junto con un alvatros como portavoces. Ambos se presentaron como Ludo y Dio respectivamente.
—Es de conocimiento general que los humanos eran monstruos, tal vez ni siquiera sabían hablar. Deberíamos eliminar todo rastros de ellos —propone una elefante.
—Su tecnología podría ser de mucha ayuda, a pesar de ser antigua es mucho más avanzada que la nuestra actualmente —protesta una tortuga, quien representa a los reptiles en la reunión.
—Si trabajamos en conjunto con los marinos podemos saber cómo era su estilo de vida. El hombre parecía muy civilizado, guardando muchos libros y conocimiento que ahora nos pertenece. No podemos ignorar lo similar que nosotros somos a los humanos —declara Ludo, mirando el rostro de sorpresa y espanto en todos los presentes. Ya no puede arrepentirse de sus palabras pero está seguro que no lo hará.
La junta discute por unas horas más, en las cuales el resto de los animales esperan impacientes por la decisión, todos pegados a las pantallas de sus televisores, excepto un felino que está más ocupado en acercarse y mimar a su novia.
Que incómodo, se dice Teo quien también mira la tele en la sala. Pero puede escuchar al león en la cocina inventando cientos de excusas.
—Ayer estuvimos todo el día juntos —lo regaña Efer mientras se cruza de brazos.
—No me canso de ti, ¿te cansaste de mí? —murmura al bajar sus orejas.
—Claro que no, pero fue innecesario porque sabías que no iba a irme. Todo mi cuerpo está marcado ahora —comenta al mirar sus brazos, también tiene notables marcas rojas en la cara interna de sus muslos.
—Está bien, me pasé un poco con las mordidas. ¿Que tal unos mimos para compensarlo?
—¡Vayan al cuarto! —grita Teo al arrojarle una almohada al felino, quien la esquiva con agilidad.
—Lo siento —le dice Efer para acercarse—. Pero yo también me sentí incómoda cuando veías a las ositas leñadoras.
—¡Eh! ¡¿No estabas dormida?!
—Eras muy ruidoso. —Él ya no puede mirar a los ojos a ninguno, siente su rostro muy caliente y está seguro que está rojo de la vergüenza.
—Eh Teo, ¿quieres ir a una fiesta con nosotros? —habla Mirrey mientras mira la pantalla de su celular—. Tal vez conozcas a una linda osita de peluche.
—¿Fiesta?
—Ser no pierde tiempo, su desfile ya está listo y es mañana al medio día —comenta al enseñarles la invitación que le envió el pavo real.
—¿Mañana? Las marcas no desaparecen de un día al otro. —Efer hace un puchero, lo que provoca que Mirrey le ofrezca su cuerpo para que también lo muerda todo lo que quiera—. No es igual, tu pelaje las ocultaría —murmura al cruzarse de brazos nuevamente.
—No sabemos si no lo intentas.
—¡Gato mañoso! —lo maldice Teo en sus pensamientos mientras protege a Efer.
Al día siguiente la fiesta de Ser es muy concurrida, pero no por los animales de la alta sociedad. Esta vez se aseguró de invitar a especies muy especiales, como híbridos, parejas y familias peculiares pero sobre todo invitó a familias de simios libres. Después de todos ellos serían sus clientes a partir de ahora.
Ser recibe a cada invitado, quienes se sorprenden de no ver a sus simios sirvientes, los cuales siempre están al servicio. Como de costumbre Rya se acerca a él con pasos elegantes.
—¿Hiciste recorte de personal?
—Nunca te pierdes mis fiestas, ¿verdad? ¿Por qué? —le pregunta al momento de girar hacia el pavo blanco.
—Analizo a mi competencia —responde al retroceder un paso.
—También en todo momento estás a mi lado, como ahora. Ya me di cuenta, sabes —murmura en un tono bajo. Rya mira a un lado en ese momento, ocultando su rostro con el ala, un segundo después recupera su postura luego de tomar una profunda respiración.
—No me importa que se lo digas a todos. Mi orientación no define nada.
—Rya, no pienso decir nada y me siento halagado —Ser suelta una risa corta al ver la expresión de su par, ciertamente no esperaba eso de su parte.
—Tú no eres Ser, ¿qué hiciste con él? Devuélvemelo —sus palabras hacen reír nuevamente al ave azulada, esa risa hace que Rya se sienta extraño.
—Soy yo, tonto. Me alegro que hayas venido, este es un antes y un después en la moda. —Ser le sonríe para luego saludar a los otros invitados, se muestra genuinamente alegre cuando ve a la pareja que esperaba con ansias-. Familia Salva, bienvenidos.
—Yo no quería venir —responde el gran felino para luego recibir un golpe de su esposa.
—Está de mal humor porque quería dormir su siesta.
—No es por eso Fon, no quería exponer a nuestros hijos —dice en su defensa—. Este pajarraco seguramente pretende exhibirlos o algo parecido.
—Para nada, estoy seguro que sus cachorros son adorables... —El ave azulada queda un poco descolocado al ver a los hijos de la pareja—. ¿Felinos? No hay problema pasen por favor.
Los invitados continúan llegando y comienzan a hablar entre ellos, no se conocen entre sí pero se llevan muy bien al tener cosas en común o pertenecer a la misma especie. Entre la multitud el joven oso alcanza a distinguir la melena corta y las manchas del híbrido, por lo que se apresura a acercarse para saludarlo.
—Señor Raz, es usted —dice al tomar su pata para sacudirla con energía.
—Hey Teodoro —responde con la misma felicidad—. Veo que encontraste lo que estabas buscando —comenta al ver a Efer detrás del oso.
—Si, ella es mi hermana Efer —la presenta con una gran sonrisa.
—¿Hermanos? Que adorable —habla Fon mientras saluda a ambos y a Mirrey—. Yo soy la esposa de Raz, él me habló mucho de ti —agrega mientras ve a Teo.
—¿Esposa? —repite éste sorprendido.
—Debo hacer valer la vida que me diste —murmura Raz sólo para sí mismo entonces llama a sus pequeños para presentarlos—. Ele y Nenú, nuestros hijos.
El ciervo mira a los demás con el ceño levemente fruncido mientras que su hermano está sobre sus hombros, también con esa expresión. Es la misma mirada que tiene Raz.
—Si, ya veo el parecido —comenta Mirrey, aunque no de forma irónica.
—¿Qué eres? ¿Por qué no tienes melena? —le pregunta Ele mientras ladea la cabeza.
—¿Qué te dije sobre hacer preguntas incómodas? —lo regaña Fon al cruzarse de brazos.
—Perdón mamá.
—Escuchen, él es Teo, el oso del cual les hablé y ella es su hermana mayor —les cuenta Raz al señalar a cada unos.
—¿Hermanos? ¿Cómo nosotros? —Nenú ahora se muestra más interesado en la charla, preguntando cómo se conocieron y demás—. ¿Qué hay del león raro?
—El león raro es novio de Efer —dice Mirrey mientras mueve su cola de un lado al otro, claramente molesto. Ella entonces levanta su mano para rascar su mentón y calmarlo.
—Así es pero para evitar problemas aquí él es mi amo —responde al guiñar un ojo, aunque el león toma su mano con delicadeza.
—Ya no será necesario. No me importa aparentar más Efer —habla al acercarse, sin importarle que puedan llamar la atención. En ese momento él da unas profundas respiraciones al comenzar a sentir un olor familiar. Ella nota esto, por lo que levanta su mirada hacia él.
—¿Qué tienes?
—Nada, solo... —Mirrey continúa olfateando el aire para asegurarse, entonces niega—. Voy a tomar un poco de aire, ya vuelvo.
El felino se hace lugar entre la multitud, a pasos lento sale al balcón con vista al jardín. El aire fresco lo tranquiliza un poco, aunque vuelve a sentir ese perfume un poco empalagoso mezclado con tabaco.
Él escucha pasos acercarse, sin embargo no se voltea. Ella toca su hombro y baja por el brazo, diciéndole que ya no huya.
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