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Octavo día.

—¡Chicos, es hora de levantarse! —dice Jet desde la cocina—. ¡Debe ir a la escuela!

—Si, si —Mia despierta cansada y estira todo su cuerpo. A su lado nota a Izaro tapado con las sábanas—. Otra vez vino a mi cuarto —murmura, no puede evitar sonreír ante esto mientras aparta el pelo de su rostro suavemente.

—N-No quiero ir a la escuela —susurra él al fruncir el ceño.

—¡Mia, Izaro! ¡El desayuno ya está listo!

—Jet se esfuerza mucho, se lo debemos —dice la gata al levantarse de la cama—. ¿Todavía sigues enojado con él?

—Debió decirnos, no pude despedirme de Ella o Efer —se lamenta.

—No es su culpa, además él no conoce la verdadera naturaleza de Efer. De igual manera separarnos fue la mejor decisión.

Izaro simplemente asiente para luego levantarse de la cama, también se disculpa por haberla molestado. Le dice que anoche tuvo una pesadilla, además ya esta acostumbrado a dormir con alguien más.

—No lo volveré a hacer.

—Está bien, no me molesta —responde rápidamente, no quería que se sintiera como un estorbo o molestia.

Mientras desayunan Jet habla sobre lo que le comentó la profesora de ambos. Al estar en Avellaneda la mayoría de los habitantes son aves y la profesora estaba impresionada que unos domésticos como ellos estén al nivel de los otros estudiantes.

—Me sorprende la ignorancia de estas aves —dice en un tono avergonzado.

—No eres como ellas, ¿por qué? —le pregunta el canino, su relación con Jet es bastante inestable pero hace un esfuerzo por conocerlo más.

—No nací en esta ciudad, sino en un pueblo pequeño cerca de las montañas. Crecí entre animales de diferentes especies y luego me mudé aquí —le explica con una sonrisa que se apaga poco a poco—. No era exactamente como imaginaba pero llegaron ustedes y fue el mejor regalo de la vida.

—Si, regalo. Mirrey nos "vendió" —corrige Izaro mientras mira a un lado.

—¿Estás seguro? —Jet se levanta de la mesa para tomar un papel, el cual vale mucho, y se los enseña.

—Es un certificado de... ¿adopción?

—El trámite fue difícil pero lo hice, son mis hijos ahora, no sirvientes. —Jet creyó que la noticia iba a ser muy bien recibida pero ve a Izaro romper en llanto—. ¿Por qué lloras? ¿Hice algo que te molestó?

—No, sólo... —él trata de limpiar su rostro, pero las lágrimas son incontrolables.

—Está bien, suelta esa tristeza —murmura el águila mientras lo consuela junto con Mia.

—Esto es nuevo para él —le susurra la felina, Jet sonríe al comprender y los rodea con sus alas, al menos hasta dónde alcanza.

Izaro siente la calidez de las alas, esta nueva sensación lo asusta un poco ya que nunca había recibido un abrazo como ese anteriormente. Corresponde poco a poco hasta que logra controlarse.

—Gracias... gracias —murmura cuando Jet se aleja.

—Se hace tarde, deben ir a la escuela —les recuerda mientras se aleja para limpiar sus propias lágrimas.

Jet, debes controlarte. Eres el adulto aquí, se dice con determinación. 

Mientras se preparan, la televisión está encendida, entonces Mia mueve sus orejas al oír algo que llama su atención. Los noticieros hablan desesperados sobre un hecho inédito. 

—¿Qué pasa? —le pregunta Izaro para luego mirar la pantalla, también queda paralizado ya que hablan de la la existencia de un humano entre ellos. La discusión es intensa sobre qué debería hacer la población al respecto o qué harán los gobernantes.

Unas horas antes Teo terminaba de colocar llave a todas las puertas para que así Efer no escape del departamento. Sacude sus patas cuando el trabajo está hecho, entonces escucha al león desde la sala.

—Eso no funcionará.

—Al menos intento hacer algo, ayer estuviste encerrado todo el día en la habitación mientras Efer estaba no sé dónde —cuestiona al cruzar sus brazos.

—Ella estaba conmigo —contesta al acomodarse en el sillón—. Me encargué de marcar su piel completamente —lo último susurra para sí mismo.

En ese momento escuchan unos golpes provenientes de la habitación y de repente Efer destroza los seguros de la puerta. Ella mira a ambos con el ceño fruncido, Mirrey rápidamente señala al oso como el responsable.

—Me quedé dormida, debía hacer esto a las 12:00 en punto —habla mientras camina hacia la salida.

—¡No Efer, si no puedo detenerte por las buenas será por las malas! —exclama al interponerse en su camino.

—Intentalo —responde. Ella no piensa detenerse y a pesar que él la sujeta de los hombros, a cada paso lo hace retroceder, no importa si clava sus garras en la alfombra para mantenerse firme.

—¡Basta! Hay miles de animales en la tierra pero una sola Efer. 

—Teo, apártate. No quiero lastimarte —le advierte.

—Ya me estás lastimando —contesta mientras cierra los ojos con fuerza—. Por favor... por favor...

—Ya era hora —comenta Mirrey, haciendo que ambos lo miren. Él está mirando la televisión donde una noticias es dada a toda la población—. No te molestes Efer, ya lo hice por ti.

—¡¿Qué?! —exclama atónito el oso—. ¿Por qué hiciste de eso?  

Es como escuchan, esta no es una noticia falsa. Todas las cadenas de comunicación recibieron información de una fuente anónima que asegura haber descubierto a un humano. También presentaron pruebas que nuestros mejores científicos están analizando. Pero todo apuntaría a que dichas pruebas y análisis son reales. El ADN encontrado es muy similar al de los simios pero no se trata de uno, sino de una especie diferente —explica el periodista mientras muchos todavía están escépticos al respecto, creer que se trata de un plan de los animales del gobierno para desviar la atención de los problemas graves que está teniendo la sociedad.  

—¿Qué hiciste Mirrey? —Efer camina hacia él, mostrándose bastante confundida.

—Bueno... —El león la atrae hacia él para rodearla con sus brazos—. Sólo recordé que no eres la única humana del planeta.

—Eso no es-

—Encontramos un búnker bajo tierra en la ciudad Avellaneda con el cuerpo de un hombre. Preferí sacrificarlo a él, sus artefactos y conocimiento —le explica a ambos, viendo por primera vez a Efer muy expresiva, asombrada ante la noticia.

—Te habías rendido... tú... —murmura mientras Mirrey aprieta sus mejillas con cuidado. Al mismo tiempo contempla las marcas de mordidas que dejó en su cuello, incluso hay una en su mejilla derecha.     

—Ya no es necesario que te expongas, ¿okey? —le dice sonriendo mientras toma sus manos—. Gracias por confiar en mí.

—¡Por eso estabas tan tranquilo! Méndigo león, ¿por qué no lo dijiste antes? —dice Teo luego de soltar aire, al igual que todo el estrés que tenía acumulado los últimos días.

Él les explica que no sabía si realmente creerían que el cuerpo es de un humano, por lo que hizo esos análisis de ADN, todo desde las sombras. Los animales que contrató no saben quien es y él tampoco los conoce personalmente. También les dice que justo en este momento ya deberían estar desenterrando dicho búnker con unas máquinas excavadoras. 

—Ya no es necesario que rebeles quién eres, además no tenemos garantía que eso detenga la guerra o elimine el problema de la carne, ¿verdad Efer? —dice al acariciar su cabeza—. Que un problema que lleva siglos desaparezca por algo como esto es muy improbable, va en contra de la lógica.

—Tal vez tengas razón.

—Además tú lo dijiste, los problemas que tengamos los resolveremos nosotros mismos. No te necesitamos. —Teo también se une a la conversación, mostrando un lado bastante agresivo con sus palabras. No es de extrañar ya que hará todo lo posible para quitarle esa idea de la cabeza y utilizará cualquier método a su disposición.

—Es cierto, no pertenezco a la Tierra. Mi decisión pasaba sobre todos ustedes, como si no fueran capaces de encontrar una respuesta, una solución —dice Efer mientras se mantiene pensativa—. Mirrey acaba de demostrarlo. Yo... realmente estaba muy triste.

—¡No quise hablarte así, perdóname! —chilla el oso mientras la abraza. Él también atrae al león para casi asfixiarlo—. Lo lograste, Efer ya está a salvo.

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