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39

Tengo hambre... Mi estómago no deja de rugir, ya me duelen las entrañas. Cada olor se ha vuelto agradable. Tengo miedo, no tengo dinero, ¡lo gasté todo! No sé c-cuánto tiempo p-podré resistir. 

Tercer día.

—¿Mirrey? —Efer asoma su cabeza por la puerta de la habitación, él se encuentra con el torso descubierto frente al espejo mientras sostiene sus tijeras—. Yo puedo ayudarte —le dice al ver que comienza a cortar su melena.

—Debo aprender a hacerlo yo mismo —responde y regresa su mirada al reflejo. 

Ya se resignó, piensa al sonreír. Para ella es mejor así, él no se preocupará tanto y podrán disfrutar plenamente del tiempo que les queda juntos. 

En ese momento el celular de Mirrey comienza a sonar, ella atiende y del otro lado de la línea está el escritor que conocieron en la fiesta de Ser. Quien le pide si pueden ir al hotel en dónde se hospeda para hablar sobre el libro que escribirá de ellos. Efer acepta ir, mientras que el león se apresura a cortar su melena. 

20 minutos tardan en llegar a la dirección que él les dio por teléfono, entonces llaman a la puerta de la habitación. Aunque el híbrido no los recibe, sino que lo hace una tigresa o al menos eso parece. 

—Deben ser a quienes Raz espera, pasen por favor. Yo soy su esposa Fon —habla mientras los guía hacia la sala. El hotel y la habitación son de cinco estrellas, por lo que Mirrey se dice que hizo un buen trato con el extraño escritor.

Raz le da las gracias a su esposa y les pide que se sienten en el sillón, sin dar tantos rodeos saca una libreta para comenzar a hacerle preguntas sobre su relación. 

—Quiero hacer esto rápido —murmura para luego mirar al león—. ¿Realmente eres un híbrido también?

—No, sólo corto mi melena porque me estorba, tengo calor y es muy difícil secarla luego del baño —responde al cruzarse de brazos.

—Interesante... —susurra cuando anota varias cosas que ellos no alcanzan a ver—. ¿Cómo se conocieron? 

—Mirrey me atacó, fue un accidente —comenta Efer al enseñarle sus marcas—. Pero luego también se rasgó el brazo —agrega.

—Entiendo, como símbolo de su arrepentimiento. ¿Cómo se enamoraron? 

—Ah, bueno... Sólo sucedió —dice el felino para luego pensar, realmente nunca se hizo esa pregunta, ni cómo o por qué se enamoró de Efer. 

—Fue la química, sentimos atracción y nos mantiene felices cuando estamos juntos —responde la chica, haciendo sonreír al león.

—Hablando de atracción —comienza Raz mientras una sonrisa de lado aparece en su rostro—. ¿Ustedes ya intimaron? —Mirrey iba a responder, pero ella se le adelanta.

—Si, 16 veces hasta ahora.

Un profundo silencio los envuelve en ese momento, el león quiere ser tragado por la tierra, Efer está como si nada mientras que Raz anota la información rápidamente. También le divierte ver la vergüenza del otro felino.

—¿Puedes darme detalles de sus encuentros, querida?

—Si.

—¡No! Eso es privado Efer —le dice Mirrey con las orejas hacia atrás. 

—Tranquilo, sólo bromeo. —Raz suelta una carcajada por su comportamiento penoso. Entonces deja la libreta de lado y toma una actitud más seria—. En realidad no los llamé para esto. 

—¿Ah no? —cuestiona el menor al fruncir el ceño.

—Efer, yo había oído ese nombre antes y cuando regresé aquí lo recordé —murmura al mirar a la chica—. Hace tiempo conocí a un oso que estaba buscando a alguien con ese nombre.

—Teodoro.

—Lo conoces, ¿lo has visto? —Ella niega con la cabeza—. Debe estar perdido, dijo que estaba rastreando tu olor y que debía encontrarte.

—Debe estar perdido —dice, demostrando miedo por primera vez. Raz se levanta de su asiento de inmediato para salir de la sala y regresar a los pocos minutos con un saco gris en su pata.

—Él olvidó esto, todavía tiene su olor. 

—Yo lo rastrearé. —Mirrey se pone de pie para tomar la ropa—. No te preocupes, encontraremos a ese oso.

A pesar de no querer relacionarse con otros animales importantes como él, Raz usa sus contactos por primera vez para decirles que busca a un oso y también les da una descripción detallada del grisly. Gracias a esto, en unos minutos, le envían un mensaje diciendo que vieron a un oso desalineado vagar por cierta zona de esa ciudad. 

Con la esperanza que sea él, Mirrey y Efer van a dicha zona, donde el león huele la chaqueta para rastrear su olor. Ella lo ve cerrar los ojos mientras camina por la acera, lo hace en cuatro patas y trata de reconocer el olor entre otros cientos. En ese momento algo llama la atención de la chica, ve a unos animales quejándose porque alguien destruyó los árboles jóvenes de sus jardines.

—¡Lo encontré! —grita él, haciendo que voltee y corra con Mirrey tras el rastro—. Está muy cerca.

Al cruzar un par de calles él se detiene de golpe y cubre su nariz ya que no puede soportar el hedor. En eso ven a una grotesca y sucia criatura excavar en un jardín. Su víctima es un árbol al cual le come sus raíces.

—Teo —dice al acercarse lentamente.

—¿Efer...? —responde mientras muerde una gran raíz, al voltear hacia ella sus ojos se llenan de lágrimas—. Si, eres tú. 

Quiere abalanzarse para abrazarla pero se detiene ya que está cubierto de tierra, además huele fatal. Ella le quita la raíz de la boca, diciendo que eso no es higiénico y también seca la humedad de su rostro.

—Finalmente te encontré.

—De hecho nosotros te encontramos —comenta Mirrey mientras arquea una ceja.

—¡Un león! Quédate detrás de mí mientras hablo con él —le dice a Efer para luego caminar hacia el felino. 

—No te acerques, por favor, no quiero perder mi olfato —habla mientras tapa su nariz—. Oye, ¿qué eres de Efer? 

—¿Yo? —Teo voltea para mirarla, entonces responde con seguridad—. Soy su hermano oso, mis padres la adoptaron y crecimos juntos en las montañas del norte. 

—Hermano... —susurra la chica pensativa—. Vamos al departamento, allí podrás comer y tomar un baño —agrega al tomarlo de la pata para guiarlo. Teo asiente y la sigue, aunque mantiene muy bien vigilado al león. 

En todo el camino hizo preguntas, sin embargo ella esperó a llegar para contarle lo que pasó. Cuando ya está limpio, con ropa nueva, come un filete y de postre una gran tarta de frutos rojos. A pesar de no consumir carne, ahora debe hacerlo para que su cuerpo se recupere de la desnutrición.

—Si que tenías hambre —comenta Mirrey sonriendo. 

—Pasé días sin probar algo, por un momento creí que me volvería loco y atacaría a alguien —confiesa mientras agacha la cabeza. 

—Pero tú no eres así. Ya pasó, lo hiciste bien —lo consuela Efer, entonces es abrazada por el oso. Él todavía piensa que es un sueño, pero la siente, es cálida y está entre sus brazos.

—Ajam —el felino aclara su garganta porque el abrazo está durando demasiado para él. Entonces se acerca para colocar sus patas en los hombros de Efer. 

—¿Quién eres tú? —cuestiona Teo al fruncir el ceño.

—Mirrey Llarquia, su novio —responde, dejando atónito al pardo.

—¡¿Qué?! No puedes, ella no-

—Ya lo sabe Teo —lo interrumpe ella con una sonrisa leve—. ¿Novios? —murmura para sí misma.

—¿Él también lo sabe? —cuestiona el león al rascar su nuca, según se lo había explicado sólo convivió con el oso una semana.

—Mi transbordador, como un meteorito, destrozó su cabaña. No había excusa para eso —se defiende mientras le tiende una servilleta a Teo—. Tú... ¿Por qué estabas buscándome? Jamás habías salido del pueblo —ahora se dirige al pardo y se cruza de brazos.

—Sólo desapareciste y... me acostumbré a ti en esos días, a tu presencia. Creí que también te sentirías sola y que tendrías problemas para adaptarte en este mundo —él da una pausa para luego soltar una risa—. Pero tú me encontraste, me rescataste Efer.

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