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38

Esa noche Mirrey no pudo dormir y mantuvo a Efer en sus brazos en todo momento. El miedo de que ella se vaya, rompiendo su promesa no le deja conciliar el sueño. Por otro lado, la chica descansó cómodamente, envuelta por la calidez de siempre. Ella sabe muy bien que no hay otra manera de resolver los graves problemas que enfrentan.

Quería tener más experiencias con él, se dice al despertar. Lo primero que ve es al felino jugando con su cabello. Mirrey le sonríe, haciendo que su corazón lata con rapidez.

—Buenos días —lo saluda para luego dejar un beso en su nariz.

—¿Qué haces? —pregunta curioso, ese gesto le parece tanto tierno como extraño.

—Es un beso —responde al dejar más en su rostro.

—¿En serio? Así se besa. —Él se inclina y lame sus mejillas, haciendo que cierre los ojos. Efer se queja que su lengua es rasposa, entonces lo hace con más cuidado para pasar a su cuello.

Lo nota más cariñoso de lo normal y entiende que quiera aprovechar el tiempo que le quedan juntos. Sin embargo él se levanta de la cama para buscar uno de sus trajes en el armario.

—¿A dónde iremos? —pregunta cuando deja un conjunto para ella a los pies de la cama.

—Es el pavo real, necesita nuestra ayuda para hacer su línea de ropa —contesta mientras comienza a vestirse con esa ropa de etiqueta—. No quiero ir pero si ese pajarraco no gana dinero nosotros tampoco.

—Está bien, le serviré a mi amo como se debe —responde, provocando un sonrojo fuerte en Mirrey.

Ellos son llevados a la casa del pavo real gracias a un auto que él mismo envió para que los recogiera. Ser espera impacientemente y al verlos sale a recibirlos con alegría. El joven león lo saluda con educación al igual que Efer, entonces los deja pasar a su mansión.

Mientras caminan hacia el taller del ave, él le explica los problemas que tiene. Necesita ana modelo para su ropa y pensó en utilizar a la simio del león para el trabajo.

—Debo superar las expectativas y necesito que ella use los vestidos que ya hice. —Ser le entrega varias vestimentas a la chica para que se las pruebe, aunque ve con horror que todo es muy pequeño—. ¡Rompiste mi vestido! ¡Simio inútil!

—Señor Ser —lo llama el felino en un tono grave—. Sé tratar con simios y los gritos no harán que cooperen para nada, además esas ropas son demasiado pequeñas para ella. Usted tiene simios pequeños a su servicio.

—Sugieres que también use a esas criaturas para portar mis creaciones, es impensable —dice al apartar la mirada de manera despectiva.

—Lamento ser tan honesto pero con ese pensamiento no alcanzará el éxito —habla el felino mientras coloca su saco sobre los hombros de Efer—. Según entiendo tiene muchos simios a su servicio, de diferentes especies, tamaños y pelaje.

—Así es.

—Son modelos señor, úselos para hacer una línea excepcional. Si lo pide con amabilidad, sin gritos o golpes, ellos harán lo que les pida —comenta, haciendo que el ave mire a los simios que los están atendiendo con bocadillos y bebidas.

—Ustedes dos, dejen eso y corran a vestirse —ordena al entregarles ropa a cada uno-. Por favor —agrega. Entonces los simios van a los vestidores, mientras tanto Mirrey se excusa diciendo que necesita tomar un poco de aire y sale un momento al balcón. Desde allí hay una gran vista del jardín de la mansión.

—Me siento horrible al enseñarle cómo adiestrar a otros animales —le dice a Efer, quien lo acompañó hasta el balcón.

—Lo adiestramos a él —señala mientras le sonríe.

—No conocía este lado tuyo, me gusta. —Él quiere abrazarla y lamer su piel en ese instante, sin embargo los demás animales los están mirando. Aunque usa su cola para acariciarla.

Desde el taller escuchan a pavo elogiar a sus sirvientes, con algunos arreglos a sus creaciones Ser rápidamente se hace una idea de cómo hacer ropa para simios. Quita las mangas o las hace más angostas, también descubre que la pieza puede ser ajustada al cuerpo.

—¡Joven Llarquia! Mire esto por favor —lo llama con un voz melodiosa.

—Oh, maravilloso —comenta al ver a los nuevos modelos. Ambos son hermano y hermana y Ser diseñó un conjunto que luego llevará para que sus trabajadores los preparan en masa. Pero sin perder su calidad.

—Gracias, gracias -habla para luego mirar a los simios—. ¿Está bien? ¿No les molesta en su cola o en las mangas? —le pregunta a ambos.

—E-Está bien señor —responden en un tono bajo.

—¡Perfecto! ¡Estoy inspirado, podría vestir a cualquier simio! —exclama mientras extiende las plumas de su cola como un abanico—. Otra revelación... nadie esperaría que...

—¿Qué murmura?

—Será una sorpresa joven, deberá esperar al desfile. Por favor, me gustaría que se quedaran a almorzar en mi hogar.

—No queremos molestarlo-

—Insisto, nada más me haría feliz que usted me acompañe.

¡Ese pajarraco! Quería pasar tiempo con Efer y luego tomar una larga siesta. Mirrey le da una sonrisa, aceptando su invitación.

Una hora después, luego de enseñarle su mansión, Ser y sus invitados llegan al gran comedor. Los sirvientes ya colocaron la mesa y los platillos. En ese momento uno de los pequeños simios se acerca a Efer.

—Debes comer con nosotros en la cocina —le dice en un tono bajo.

—Ella no-

—Estaré bien, amo —interrumpe al león, entonces le da una sonrisa. El felino asiente, ya había visto esa mirada antes, por lo que la deja acompañar a los otros simios.

Al llegar a la cocina Efer ve que ellos prepararon su propia mesa en la cocina, allí se reúnen la mayoría de los simios. Ella reconoce a diferentes especies como orangutanes, gorilas y monos arañas.

—¡¿Qué les pasa, por qué están usando eso?! —exclama la ama de llaves al ver a los hermanos—. Es la ropa del amo Ser.

—Somos sus modelos ahora, nos ha colocado cientos de vestuarios bonitos —responde con una gran sonrisa.

—Fue gracias al amo de ella —agrega la simio al señalar a Efer.

—¿Modelos? Eso es...

—Mi nombre es Efer, ¿cómo se llaman ustedes? —dice la chica al tomar asiento.

—Soy Day y ella es mi hermana Sil —contesta él mientras mueve su cola de un lado al otro, entonces presenta a los demás—. Zac, Louis y Seu son parte del personal de seguridad, están descansando. Ada, Léan, Rita se encargan de la limpieza y Avis es la ama de llaves, supervisa a todos nosotros.

—Es un gusto conocerlos —saluda a cada uno con un apretón de manos mientras piensa lo mucho que se parecen, aunque cada especie tiene características especiales. Cuando comen ella observa disimuladamente a los presentes y hace notas mentales, los gorilas tienen una contextura física más grande y fuerte, mientras los monos arañas tienen las extremidades más largas y una cola prensil muy hábil.

Por esto paso desapercibida, yo sólo no tengo pelaje o cola como ellos.

—Debe ser muy difícil servir a un depredador tan grande —habla Avis al mirarla—. ¿Acaso no tienes miedo de que te devore?

—Para nada —responde, y en su mente agrega un "lo hace de otra manera", lo que provoca un ligero sonrojo en sus mejillas.

—No finjas, vi las cicatrices de su brazo. Sabemos cómo son los carnívoros y su naturaleza. —La orangután toma su brazo para bajar la manga y enseñarle a todos los presentes las marcas de garras.

—El amo Mirrey sólo estaba pasando por un momento difícil. Se disculpó conmigo por esto.

Al mismo tiempo, en el gran salón Ser disfruta de un gran banquete de insectos con vegetales mientras habla de él sin cesar. El gran felino tiene que hacer un gran esfuerzo para comer de su plato, siente mucho asco al ver cómo el ave se devora cucarachas, saltamontes, entre otros insectos. Perdió el apetito por completo pero no quiere ser grosero.

—¿Qué hay de tí, joven Llarquia?

—¿Hum?

—¿Quiénes son tus padres? Me gustaría conocerlos —dice Ser sonriendo.

—Mis padres... Ellos fallecieron hace unos años y heredé la fortuna familiar.

—Oh, no tenía idea. Lo siento mucho —comenta el pavo al notar su cambio de ánimo—. ¿Qué has estado haciendo luego de eso?

—Bueno, viajar. Sólo tengo a Efer sirviéndome, en realidad nunca me gustaron los lujos ostentosos -murmura mientras mantiene su mirada en el plato—. Ella es todo lo que necesito.

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