36
—Llegamos. —Yem pasa su brazo sobre los hombros de Ciel y luego miran las grandes letras de la entrada dándoles la bienvenida. El oso toma aire profundamente, preparándose mentalmente para lo que viene.
—Puedes esperarme aquí, sólo tardaré unos minutos —le dice ella, buscando calmar su ansiedad.
—No, iré. Sólo dame un segundo...
—¿Por qué tiene tanto miedo? —le pregunta Efer, ladeando un poco la cabeza.
—Es el agua y no tengo miedo —habla para comenzar a caminar hacia la entrada—. ¡Ya estoy listo!
—¿Y tú? —Efer gira sobre sus talones para mirar al león.
—Soy un felino pero me gusta el agua —responde para luego seguir a la pareja de osos. Mirrey toma un folleto que están entregando unas fragatas, pero al momento de sonreírle en forma de agradecimiento ellas salen volando rápidamente.
—Lo siento —les dice y baja su vista al folleto, este está traducido en diferentes idiomas.
"Los acuarios son construcciones enormes cerca del océano que están bajo el nivel del mar con el fin de exhibir y educar sobre la vida marina a los demás animales. Al ser considerada el origen de la vida y la evolución por muchos expertos, poco se sabe de cómo está formada la sociedad de los animales acuáticos o cómo se comunican. Aquí intentaremos dar respuestas a algunos de estos interrogantes".
Efer lee esto en voz alta mientras una escalera eléctrica los hace descender, a su lado hay otra que lleva a otros los visitantes hacia la salida.
—¿Hasta dónde irá esto? —se pregunta Yem, también es un poco claustrofóbico y no ve el final de dicha escalera. A su alrededor hay un gran túnel donde se encuentran carteles e imágenes que les explica más sobre la vida marina, las clases de peces y sus hábitats. Junto a estos también están las reglas que deben seguir, como no tocar las paredes de cristales y más.
Luego de descender por 15 minutos, Ciel felicita a su novio y le enseña dónde están ahora. Tanto Efer como Mirrey miran a su alrededor con asombro. Se encuentran bajo el agua, los peces nadan en su hábitat natural, hay algas y los rayos del sol que entran desde la superficie iluminan el lugar.
Ellos siguen el recorrido, caminando por el gran túnel, donde los peces nadan sobre ellos. En ese momento oyen a una pingüino guiar a un grupo de cachorros por el acuario. Ellos también la siguen mientras escuchan la historia del lugar.
—Este acuario representa la alianza que los animales marinos tienen con los terrestres, fue el primero en construirse teniendo el permiso de las orcas que viven en esta zona del océano. ¿Alguien tiene una pregunta? —Casi todos los cachorros de la clase levantan sus patas rápidamente.
—¿Cómo son sus casas? —pregunta un pequeño tigre.
—No tiene hogares fijos como nosotros, son nómadas que se mueven por todo el mar.
—Disculpe, ¿cuál es el nivel de inteligencia de los peces? —cuestiona Efer mientras observa una mantarraya nadar cerca.
—Ellos no razonan, siguen sus instintos. No evolucionaron como nosotros porque con el instinto es suficiente para sobrevivir, es igual para los insectos, moluscos y anfibios muy pequeños —le explica, sintiéndose cómoda por hablar de algo tan complejo que su clase seguro no entendería.
—Pero Baikal es famoso y es un pez —protesta uno de los pequeños. Está hablando de un acróbata que hace sus rutinas en el agua.
—No, él es un delfín. Un mamífero pero con aletas —comenta sonriendo.
—Es muy difícil, no entiendo —se queja el cachorro.
—Estás muy pensativa —murmura Mirrey en el oído de Efer, ambos dejan que el grupo se adelante un poco para hablar a solas.
—Este lugar es muy bello.
—Lo sé, este paisaje es único —comenta al acercarse más a ella—. Es mil veces mejor a lo que imaginé.
—Es hermoso. Pero también hay depredadores en el mar, es lógico pensar que sean nómadas. Deben huir constantemente, su mundo sigue siendo salvaje —responde mientras mantiene su vista en las aguas.
—No es tan malo, los delfines y orcas son depredadores —Él se encuentra leyendo el folleto disimuladamente—, también se mueven en manadas y... y se protegen unos a los otros.
—El océano también es complejo y sus seres vivos son increíbles —comenta, mostrando la misma emoción que él siente.
—Dicen que su idioma se oyen como cantos bajo el agua, quisiera poder escucharlo.
Efer entonces busca a algún guía para preguntarle dónde podrían escuchar el canto de las ballenas o delfines, sin embargo estos se encuentran ocupados debido a una importante reunión.
—Los visitantes no pueden pasar por aquí hasta que la reunión termine —les dice una foca. Aunque todos pueden ver y escuchar lo que sucede.
—Es enorme —susurra Mirrey al ver a la orca, de unos 9 metros de largo, a través de los cristales, el lugar parece una gran ventana donde el dueño del acuario, una morsa, tiene esa audiencia con el animal marino. También hay cámaras porque es un suceso muy importante.
Cuando la orca comienza a hablar oyen ese extraño canto, tan diferente como extraño y misterioso. Al mismo tiempo un traductor se encarga de hacer llegar su mensaje, la voz es mecánica ya que se trata de una computadora.
—Quiero una respuesta a mi petición ahora. Los cardúmenes de peces han reducido su número en los últimos años por su sobreexplotación.
—Entendemos eso, pero el pescado y los mariscos es un recurso vital para nosotros. Los depredadores los necesitan mientras dejan su gusto por la carne —responde la morsa y la computadora también lo traduce para el cetáceo.
—Considero que tienen más que suficiente para alimentarse, sabemos que los números de la población de conejos están por las nubes así como las de otros roedores y herbívoros.
—¿Qué está insinuando?
—Nosotros no podemos cultivar granjas de algas en el océano, es antinatural como lo que pretenden. Pero por un segundo imaginaremos que es posible, todos los animales se convierten en herbívoros.
—Eso sería maravilloso en verdad, todos viviendo en paz y armonía.
—¿Cómo alimentarán a toda esa población en constante crecimiento? No había cultivos suficiente y toda la flora terrestre y acuática desaparecería, sin plantas no hay oxígeno, sin oxígeno no hay vida. Oh, pero todavía tendrían su paz y armonía.
Todo el acuario se sumergen en un silencio sepulcral mientras los medios hacen todo lo posible por censurar el discurso de la orca inmediatamente. La morsa está atónita.
—¡No puede decir algo semejante! Debe retractarse, sólo un depredador piensa así.
—¡Aléjense de nuestros océanos! ¡Cualquier barco pesquero será hundido inmediatamente a partir de este momento! —sentencia la orca para luego nadar lejos. El ambiente que queda es de extrema incomodidad, además los cachorros comienzan a hacer miles de preguntas a la pingüino respecto a lo que vieron.
De repente escuchan un fuerte estruendo y apenas tienen tiempo de reaccionar. La orca sólo toma carrera para luego estamparse contra los cristales del acuario, los cuales cedieron ante la descomunal fuerza.
—¡Efer! —exclama Mirrey al voltear hacia ella. Pero la fuerte presión del agua los golpea, al igual que a los otros animales. La chica siente como todo a su alrededor gira y recibe varios golpes en su cuerpo.
Por otro lado Mirrey fue expulsado al mar, cuando mira a su alrededor ve como los animales nadadores se apresuran para salvar a los terrestres de ahogarse. Él ve a unos cachorros luchando contra la corriente y no duda en ayudarlo a llegar a la superficie.
—Gracias, gracias —le dice la pingüino, ella reúne a su clase en la orilla y se ve desesperada a pesar de tener a todos los cachorros a salvo. Algo como eso jamás había pasado antes.
—¡Efer! ¡¿Dónde está Efer?! —Él recorre la orilla pero no está, no aparece—. ¿Vieron a Efer? —le pregunta a la pareja de osos, quienes recuperan el aliento y se abrazan.
—No, no la vimos.
—¡Debe seguir en el agua! —exclama para luego lanzarse, ignorando los gritos de los demás y el peligro que corre—. Esto es mi culpa, es mi culpa. ¡No puedo perderla!
Mirrey nada hacia el acuario, viendo los cristales rotos y parte de la estructura con su pobre visión. Allí distingue la figura de Efer, está de pie mientras su cabello danza con la corriente de manera suave al igual que las algas a su alrededor.
La sangre del agua hace que reaccione, aunque no es de ella sino de la gran orca. Su cuerpo se halla dentro del acuario destrozado.
Efer levanta la mirada hacia el felino y nada rápidamente hacia él. En segundos los lleva a la superficie por oxígeno para luego nadar a la orilla. Él ya no quiere soltarla, menos al ver los moretones en sus brazos y piernas.
—Tuve mucho miedo —confiesa mientras se aferra a ella.
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