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35

Los constantes y molestos sonidos de su celular hacen que despierte, como antes es una llamada de Mia. Sin embargo corta, ellos ya le habían enviado un mensaje diciendo que estaban bien, que no se preocuparan más que en ellos y que obedezcan a Jet. Eso le resulta muy extraño viniendo de parte de la gata.

—¿Qué es esto? —se pregunta luego de dejar el celular, su brazo se encuentra envuelto por cabello oscuro. Entonces recuerda lo sucedido al ver a Efer acurrucada a su lado como siempre. Él levanta un poco las sábanas que la cubren, no están usando ropa y logra distinguir el vestido rasgado en el suelo, definitivamente no fue un sueño y sigue con vida.  

El felino suelta un quejido al tocar sus brazos, ahora tiene moretones producto del fuerte agarre de Efer anoche. Con sumo cuidado sale de la cama para ir al baño a hacer sus necesidades, mientras cepilla sus colmillos él todavía siente sus pequeñas patas, o manos, acariciando su pelaje. Esta es la primera vez que no le desagrada sentir algo hacia otra criatura. 

—Su olor sigue en mí a pesar que tomamos una ducha —piensa en voz alta. Él limpia su rostro con un poco de agua fría y luego lo seca con una toalla, espera despertarse completamente con esto. 

Al salir del baño ve a Efer sentada en la cama, mirándolo fijamente. Parece molesta, pero él no duda en correr y saltar a su lado.

—Buenos días —saluda al lamer su mejilla—. ¿Cómo te sientes?

—Adolorida, después de todo mi cuerpo no había hecho algo parecido antes. También siento todo muy suave, cada toque de las sábanas o la brisa del lugar. Manché un poco las sábanas con sangre. -Al mirar la cama ve sábanas limpiar porque él ya se ocupó de cambiarlas. 

—Bueno-

—No duró mucho, tenía entendido que las relaciones tenían una duración de 30 minutos o más —comenta pensativa, viendo luego al león con las orejas agachadas y un semblante decaído. 

—E-Entiendo —murmura al rascar su nuca, él guarda silencio por un momento en donde piensa qué decir—. No lo volveremos a hacer entonces.

—No me expliqué bien, fue una experiencia muy extraña pero agradable —lo interrumpe—. Sé que me lastimó un poco pero quiero volver a vivirla, ¿está mal?

—No, no tiene nada de malo —le asegura mientras sonríe—. Cuando te acostumbres ya no sentirás dolor —agrega al unir sus frentes. 

—Entiendo, ¿qué hay de ti? ¿Fue una experiencia buena? 

—Fue muy agradable —su respuesta la hace sonreír. Efer toca su brazo, entonces se aleja y hace una mueca, descubrió sus moretones.

—¿Yo hice eso? Utilicé mucha fuerza —su sonrisa se borra en un instante.

—Estoy bien, sólo...  

—Iré por hielo para bajar la inflamación. —Efer sale de la habitación para correr a la cocina mientras Mirrey va detrás de ella diciéndole que se ponga algo de ropa. La mañana es fresca y debido a su falta de pelo puede llegar a enfermarse. 

Sólo cuando está vestida deja que atienda sus moretones con el hielo. Ambos se encuentran en la cocina, el silencio es tranquilo, es todo lo que él necesita para sentirse feliz. Su vista se posa en ese delgado cuello, por lo que lentamente avanza para hacer presión con sus dientes. Al alejarse ve la notable marca que dejó, como lo supuso. Tal cosa es difícil de hacer con otra hembra debido a que el pelaje lo oculta.

—Si piensas comerme, antes convertiré tus huesos en polvo —le advierta ella, malinterpretando su acción por completo.

—Quería dejar una marca, me gusta tu piel —responde rápidamente al mismo tiempo que le da su espacio—. No te devoraría, no de esa manera —murmura lo último para sí mismo, aunque ella logró escucharlo.

—Hablas del sexo —indica.

—Si, pero ser muy directo arruina el ambiente. —Mirrey debe apartar la mirada al sentirse avergonzado, al mismo tiempo no puede evitar sonreír.

—¿Ambiente?

—Con las otras hembras sólo buscaba sexo, ellas igual. Contigo es diferente y creas ese ambiente —Efer le pide que se explique mejor, entonces piensa rápido en una respuesta, utiliza lo que están haciendo ahora como ejemplo—. Cuando cura mis heridas me siento bien, seguro. Aunque no lo digas sé que importo y que te preocupas por mí. 

—¿Entonces por qué lloras? —murmura, haciendo que sea consciente de sus lágrimas. Él las quita con su pata al mismo tiempo que sonríe, eso la confunde completamente.

—El polvo del aire.

—Los sentimientos son más complejos de lo que pensaba. —Ella se acerca para darle un abrazo y hace su mayor esfuerzo por rodearlo con sus brazos pero su tamaño lo supera. Mirrey ve esto como algo muy adorable.

—¿Y ahora qué haremos? 

—Mmm... Ya me integré a la sociedad aunque no de la manera que tenía planeada. Creí que ya estaría muerta para entonces pero el siguiente paso es estudiar este planeta, soy una exploradora después de todo y eso hago -habla rápidamente para luego mirar al león—. ¿Cómo lo haremos sin viajar? 

—Con la televisión —responde al señalar el aparato que está fijo en la pared de la sala—. Puedes buscar lo que quieras ver, hay muchos documentales y programas de viajes —agrega al recordar que hay un ganso canadiense llamada Ref, muy famosa, que graba sus viajes recorriendo el mundo.

—¿En serio?

—También estamos muy cerca del mar y verás la vida marina. Yo siempre quise visitar un acuario de niño.

—¿Te gusta el mar? —pregunta, guiada por su curiosidad.

—Si, mucho. —Efer asiente y dice que irán al acuario luego del almuerzo, esto hace que Mirrey la mire con los ojos muy brillosos. Le da las gracias, aunque es él quien debe guiarla en esa ciudad. 

Mientras comen ella se pregunta si los peces tienen la misma inteligencia que las especies terrestres y también imagina cómo son sus ciudades bajo el mar. Esta vez Mirrey no puede responder sus preguntas y ambos deberán investigar. Sin perder mucho tiempo él guarda un poco de dinero, toma unos abrigos para ambos y se asegura de cerrar muy bien el departamento.

Mientras caminan por las calles en busca del autobús que lleva al acuario, los animales pequeños se alejan al ver al gran felino. Aunque él sólo necesita a Efer a su lado, todo a su alrededor se desvanece.

Al momento de abordar el vehículo pagan su pasaje y toman los últimos asientos. Junto a ellos ha una pareja de grisly, a quienes Efer mira fijamente hasta el punto de ponerlos incómodos.

—¿Pasa algo? —le pregunta, sacándola de sus pensamientos.

—Hum, no. Lo siento.

la pareja acepta sus disculpas y comienzan a hablar, presentándose como Ciel y Yem. Resulta que ellos están de vacaciones en la ciudad y les dijeron que el acuario es uno de los puntos turístico más visitados.

—¿También están de vacaciones? —les pregunta Ciel curiosa.

—No, vivimos aquí —responde el león, sintiéndose un poco extraño. La pareja no ignora a Efer y hablan con ella de igual a igual, conocer a otros animales como él es muy gratificante.

—¿Ustedes son pareja? 

—Amor, es una pregunta muy personal —la regaña Yem—. Acabamos de conocerlos.

—Es que se ven muy tiernos, ella es tan pequeñita. Seguro él da su vida por protegerla —comenta, avergonzando al león, mientras que Efer sólo tiene un ligero sonrojo.

En realidad no hace falta que lo haga, piensa el felino. Entonces siente la mirada de la chica sobre él, está esperando su respuesta.

—Así es —dice hacia los osos pardos.  

—¿En serio? Creí que los leones sólo se interesaban en leonas —habla Yem estando bastante impresionado—. Y que su melena es lo más preciado que tenían, ¿por qué cortas la tuya?

—No todos son iguales —murmura Ciel al palmear la cabeza de su pareja, él también hace preguntas muy personales—. Todos los pardos sabemos nadar pero tú odias el agua.

—No hacía falta que les dijeras eso —refunfuña mientras la abraza y oculta su rostro por la pena.

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