32
Esta ciudad es más concurrida, hay muchos peatones y vehículos, se dice ella mientras recorre el lugar junto con Mirrey. Todo lo que ve es nuevo, aunque no puede mostrarse tan interesada porque llamaría la atención.
Mirrey deja de escuchar sus pasos detrás de él, por lo que voltea rápidamente. Teme haberla perdido pero está de pie a unos pasos de distancia. Efer quedó paralizada viendo a un simio que acompaña a un pavo real. El ave camina orgullosa por la acera mientras su acompañante lleva sus compras.
—Se... parece... a... mí... —susurra sin poder dejar de observarlo. Sus anatomías son similares, tiene cabello también, aunque él es más pequeño y tiene una cola negra.
—Efer, espera —le dice Mirrey luego de verla correr hacia esa criatura.
—Necesito verlo más de cerca.
Ella se acerca rápidamente para detener al simio, lo asusta con su mirada y además da un par de vueltas a su alrededor. El pavo real hace una mueca para luego detenerse y voltear.
—¿Por qué molestas a mi simio? ¿Dónde está tu dueño?
—¿Qué edad tienes? ¿Cuál es tu especie? ¿Esa cola es prensil? —le pregunta para luego disculparse—. Perdona, debí empezar por tu nombre.
—¿M-Mi nombre...?
—¡No me ignores, mono! —exclama el ave al levantar su pata para golpearla, pero ella lo detiene de un rápido movimiento—. ¡¿Que?!
—Interrumpir una conversación es de mala educación —le dice al apretar su agarre. La criatura frente a ella es muy frágil, podría romper su pata como si fuera una rama. En ese momento escucha a Mirrey llegar y se disculpa con el pavo.
—Lo lamento señor, Efer suele ser muy curiosa. —Ella suelta al ave, quien se encuentra furioso.
—Me tocó, más le vale que tenga todas sus vacunas —le dice al león mientras lo señala con su ala. Mirrey aprieta con fuerza su mandíbula, entonces se inclina hacia el más bajo, intimidando en el proceso.
—Le aseguro que cuido muy bien de ella.
—N-No lo dudo, pero deberías disciplinarla —contesta con la voz temblorosa, después de todo estar frente a un gran depredador lo pone muy nervioso.
—Mala Efer, eso no se hace —se dirige a ella y ésta asiente con la cabeza.
—¡¿Qué clase de castigo es ese?!
—Bueno, debemos continuar —el felino se excusa para luego alejarse con la chica. Cuando cruzan la calle él frota su rostro y mira a Efer—. No querías llamar la atención, ¿recuerdas? Esa gallina es un diseñador muy famoso, espero que no nos dé problemas —comenta al señalar un cartel donde aparece el pavo real promocionando su ropa para aves.
—No soy impulsiva, eso también me sorprendió. —Ella mira a su alrededor para asegurarse que nadie esté cerca, entonces le hace una seña a Mirrey para que se incline un poco—. Pero ver a ese otro simio confirmó mi hipótesis, evolucionaron como pensaba y son otra raza de humanos.
—¿O-Otr-tra r-raza? ¿Estás segura?
—Sólo basta con verme, los primates tenemos características morfológicas similares y...
—Son palabras muy técnicas para mí, no entiendo —confiesa Mirrey mientras rasca su nuca.
En ese momento alguien aclara su garganta detrás de ambos, al voltear encuentran al simio con una tarjeta. Él les dice que su amo invitó al león a una fiesta para demostrar que no está molesto. Mirrey trata de tomar la carta pero hace temblar al más pequeño, entonces deja que Efer lo haga. El simio se retira cuando cumple con su trabajo y regresa con su amo.
—¿Qué es fiesta? —le pregunta mientras comienzan a caminar nuevamente.
—Un evento social donde un grupo se reúne para divertirse —contesta, felicitándose a sí mismo por sonar como ella—. Seguramente el pavo pensó que soy alguien importante, a ese tipo de animales les gusta los chismes y si vamos seremos la novedad.
—Me gustaría asistir —murmura con una sonrisa—. ¿Podemos ir ya?
—No, no, no. Todavía no es hora y debemos prepararnos. —Él le explica que primero deben buscar ropa elegante, mientras más cara mejor. Por ello buscan un centro comercial y entran a una tienda de ropa exclusiva para grandes felinos.
La vestimenta debe tener características especiales para cada especie, dedicarse a crearlas debe traer muchas ganancias, piensa mientras ve los trajes que Mirrey eligió.
—Las telas son muy suaves, a nosotros nos gusta eso. ¿Qué ropa te gusta más? —le pregunta, haciendo que salga de sus pensamientos.
—Cualquier ropa cumple la función de proteger el cuerpo.
—Me refería a la calidad... no tienes cola así que nada de aquí te servirá —comenta al caminar hacia la caja para pagar sus trajes. Al salir busca ropa para ella, encuentra una tienda de sombreros pero estos tienen hoyos para las orejas o los cuernos—. Esto es más difícil de lo que pensé.
Efer le señala otra tienda, la cual tiene al pavo real como imagen en sus carteles de promoción. Ella camina hacia el lugar, aunque el león está seguro que no encontrarán nada que sirva. La garza encargada hace una mueca al ver a la inusual pareja entrar a su tienda, siente rechazo al ver a una simio tocar los vestidos de diseñador.
Rápidamente le hace una seña a sus empleados para que los echen del lugar. Otra garza con el uniforme de la tienda se acerca al león y aclara su garganta.
—Disculpen, si están perdidos los ayudaré a encontrar la salid-
—Estamos mirando la ropa —responde Mirrey con una sonrisa de lado.
—Pero n-no son aves...
—Vi muchos vestidos y túnicas parecidas en Avellaneda —al oír el nombre de dicha ciudad los empleados y la propia dueña se miran entre sí.
—¿Cómo? ¿Vienen de esa ciudad?
El león ignora a las garzas para acompañar a Efer a los probadores, ella tomó un vestido azul oscuro. Este es muy elegante y de fiesta pero es para aves, las telas de encajes les gusta y todo suelto para que nada incomode sus plumas.
En un par de minutos ella sale usando el vestido, éste es largo y tiene una cola que se arrastra y acompaña a las largas plumas de su propietaria. Pero Efer es más grande y alta, haciendo que el largo de la tela quede a la mitad de sus piernas. Las mangas son anchas y cubren sus manos, ella piensa que parecen alas.
—¡Se ve horrible!
—La belleza del vestido se pierde sin plumas.
—Lo compro —dice Mirrey luego de ver a Efer asentir. La ropa cumple en comodidad para ella y el precio es muy elevado, eran los requisitos que estaba buscando.
—¿Que? —la garza cree que se trata de una broma pesada, pero él le entrega el valor del vestido en efectivo—. Se lo guardaré para llevar, joven.
Al salir de la tienda y alejarse, él suelta una risa y niega con la cabeza. Le pareció muy divertida la expresión que pusieron las garzas al ver el dinero. Pero también le molestó la forma en la que fueron tratados, a pesar de que ya debería estar acostumbrado.
Supongo que pasar mucho tiempo con Efer me hizo olvidar las jerarquías. Un león con esta melena no puede pertenecer a la élite, piensa mientras dirige su mirada hacia ella.
—¿En las fiestas hay comidas?
—Si, pero... —ya la imagina devorándose los bocados gourmet en medio de la fiesta, siendo el centro de atención y provocando indignación en los presentes—. ¿Quieres ir a comer algo? Ya me dio hambre —sugiere al darle una sonrisa, si ella tiene el estómago lleno no hará nada que la exponga.
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