31
Efer despierta debido a sacudidas y fuertes gruñidos, encontrándose en la calle junto a ambos felinos peleando. Mirrey inmoviliza y mantiene al tigre contra el suelo debido a su experiencia en batallas.
—Te cortaré la cola y las orejas —le dice cuando envuelve la cola rayada alrededor de su pata para comenzar a jalar—. No... ¡Mejor la arrancaré!
—¡Ahg! ¡Suéltame!
—Mirrey, basta —le ordena. Aunque él está muy enojado y no sabe la razón. Su ira y mirada son las mismas que tenía la primera vez que cortó su melena.
—Este desperdicio de la naturaleza va a morir —contestes al hacerlo sangrar un poco con sus garras.
—Que lo sueltes. —Efer salta sobre el león y consigue derribarlo. El tigre aprovecha esto para huir lejos ante los gritos fúricos de Mirrey, ella lo contiene para que no lo persiga—. ¿Por qué estás tan molesto? Cálmate.
Él continúa gruñendo mientras forcejean, en poco tiempo queda sin aliento y se detiene. Efer oye su respiración agitada junto a sus fuertes latidos, aunque en unos minutos consigue tranquilizarse. Gracias a la pelea los echaron del autobús y ahora están en medio de la nada.
—Lo lamento —susurra en voz baja cuando deja caer su cabeza atrás.
—No me lastimaste a mí, no te disculpes —contesta al sentarse sobre su estómago y cruzarse de brazos-. ¿Qué sucedió mientras dormía?
Él guarda silencio por un momento sin dirigirle la mirada, cosa que la preocupa más. Mirrey se toma un momento y aclara su garganta antes de responder, ahora siente asco al tener la sangre del tigre en sus patas.
—Quería comprarte. Siguió insistiendo hasta hartarme —susurra cabizbajo luego de haberse sentado, dejando a la chica sobre su regazo—. Muchos compran simios para tenerlos de sirvientes, pocos pueden conseguir su libertad y formar una familia libre.
—Lo suponía —comenta pensativa para luego frotar sus brazos, quitando la tierra de su pelaje—. ¿Por qué no lo hiciste? Yo hubiera escapado luego y tendríamos más dinero.
—N-No pensé en eso... ni por un momento. El dinero no es problema, tengo mucho que ahorré con mi trabajo —habla en un tono serio, entonces siente como ella toma sus patas para limpiar la sangre.
—¿Te lastimaron de nuevo? —pregunta, a lo que él niega con la cabeza.
—Ese tigre era un gatito mimado —dice entre dientes. Efer asiente en silencio mientras escucha sus quejas y termina de limpiarlo. Luego de esto comienzan a caminar para llegar a la siguiente ciudad, según él hay muchos simios allí porque es una ciudad muy grande y hay diversidad de especies.
¿Por qué querrá ir con los simios?, se pregunta en sus pensamientos. Luego de esa charla caminaron en silencio hacia la próxima parada, la cual quedaba a un par de kilómetros. Él no puede contener los bostezos, cosa que le llama la atención a ella.
Efer se sienta a su lado para decirle que cuando el autobús llegue, cuidará de las cosas mientras duerme. Él sólo asiente en respuesta mientras apoya su cabeza en su hombro.
—Cuando lleguemos a esa ciudad habrá muchos idiotas como ese tigre —murmura en voz baja—. Para ellos yo soy tu amo, me molesta.
—No quiero llamar la atención pero también me molesta —contesta al apretar los puños.
—Dijiste que de donde vienes todos son iguales —le recuerda a lo que ella asiente.
—Si, mismas capacidades y facultades como individuo. Lo único que cambia es el sexo pero no define nada.
—Eso es algo imposible en este mundo —dice el felino—. Nuestra naturaleza e instintos hacen que sea imposible, todo sería mucho más fácil.
—Tal vez... —Efer guarda silencio nuevamente, apenas tiene recuerdos de su vida anterior y nada es de valor para ella. Al contrario las experiencias vividas luego de despertar fueron mucho más enriquecedoras, los paisajes y las otras formas de vidas son tan diversas como únicas. Ni hablar de las relaciones que existen.
Con la llegada del vehículo ambos suben y Mirrey tiene un merecido descanso. Al apoyar su cabeza en el regazo de Efer quedó dormido al instante. Por su parte ella lo cubrió con una manta para que la luz no lo moleste y observa disimuladamente a los otros pasajeros, hay parejas de la misma especie mientras otros están solos. En un momento hace contacto visual con un pequeño lémur que viaja junto a su madre.
El cachorro le saca la lengua, no le agrada los simios. Aunque ella no aparta la mirada, sus ojos se mantienen fijos en él. Debido a esto comienza a sentirse un poco asustado, empieza a llorar y abraza a su madre, quien lo consuelo y busca al responsable.
—¿Qué le hiciste a mi hijo? —dice al enfrentarla.
—¿Disculpe?
—Lo hiciste llorar y no lo permitiré.
—Sólo lo observaba, me sacó la lengua y pensé que estaba enfermo —responde en un tono amable.
—¿Qué? Lo siento mucho —Ella mira a su pequeño con el ceño fruncido y él responde que sólo hacía lo que hacen sus amigos cuando ven un simio—. Eso está mal, discúlpate con ella ahora.
—Pero-
—Ya —ordena al cruzarse de brazos.
—P-Perdón s-señora —balbucea mientras tiene lágrimas en sus ojitos.
—Está bien —responde Efer para luego sonreír—. Usted es una buena madre.
—Eso intento. Ninguno de mis hijos le faltará el respeto a los demás —habla cuando toma un pañuelo para limpiarle el rostro al pequeño lémur—. ¿Tú estás viajando sola?
—No.
—Oh, aquí bajamos. Adiós —se despiden y el cachorro saluda a Efer con su pata al dejar el autobús.
También en esa parada suben más animales que ocupan los asientos. Entonces una osa muy coqueta se le acerca.
—Tus cosas están ocupando todos los asientos aquí atrás, como si te pertenecieran —le dice, haciendo que todos los presentes voltéen curiosos hacia ambas.
—Lo siento.
—No quiero tus disculpas, danos los asientos. Muchos están de pie por tu culpa —la acusa, entonces otros animales se unen a la discusión y apoyan a la osa.
—No puedo hacer eso —responde al utilizar un tono amable.
—¿Que? Muévete de una vez. —Ella toma a Efer del brazo para levantarla, pero la chica se mantiene firme en su lugar.
—Mirrey duerme, está cansado —les dice a todos. Pero el movimiento provoca que el león despierte. Él le pregunta qué son esos gritos con una voz grave y ronca al mismo tiempo que quita la manta sobre su cabeza.
La osa da unos pasos atrás al igual que los demás, asustados y sorprendidos, se preguntan quién es ese el león. Todos piensan que debe tratarse de alguien muy importante al tener una simio como fiel acompañante.
—¿Por qué la molestan? —pregunta él al mirarlos, sus ojos se detienen en la osa. Ella tiembla y se muestra bastante nerviosa.
—Mis d-disculpas. No sabía que descansaba, yo-
—Discúlpate con Efer, no conmigo —dice Mirrey en un tono serio, por lo que la osa rápidamente le pide perdón—. Vámonos.
Él toma a la chica y sus cosas para bajar del autobús, ignorando a todos los animales del lugar. Al bajar ella nota los grandes edificios y la multitud, hasta ahora sólo había conocido pequeñas ciudades o poblados dispersos sin demasiados animales.
—No te alejes mucho Efer, no quiero perderte. —Mirrey la nota muy pensativa, entonces sacude la pata frente a su rostro. Ella parpadea para luego mirar al león.
—¿Me estabas hablando?
—Te lo advertí, aquí todos son idiotas. No estés tristes, ¿si? —murmura al acariciar su cabeza.
—Estaba pensando en lo diferentes que son sus personalidades. La de la madre, la osa o la tuya —contesta mientras mantiene la vista abajo—. Detente, cargas mi cabello con estática —le dice al apartar su pata. Él se disculpa y controla su risa al ver el peinado de Efer completamente de punta.
—¿A qué te refieres? —le pregunta mientras comienzan a caminar. Planea llevarla a comer y luego buscar un hotel para hospedarse.
—La lémur era educada y estricta, mientras que la osa autoritaria. Tú eres leal y cariñoso conmigo. Mi personalidad es igual al de las otras humanas —le explica al caminar junto a él, diciendo la última frase en voz muy baja.
—No puedo creer eso... ¿Dices que soy cariñoso? Yo sólo cuido de mi líder.
—No soy la líder de nadie, eres libre de hacer lo que quieras —le recuerda al rodar los ojos.
—Entonces elijo estar contigo.
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