30
Luego de analizar los pro y los contras, finalmente se decide sacar a todos por su propia cuenta. Si las aves descubren ese lugar podrían destruirlo todo al ver que se trata de algo humano. Aunque también ella no podría analizar nada y aprender del pasado.
Si no protejo este lugar no habrá nada para analizar luego, se dijo a sí misma. Por lo que salieron de la bóveda y la cerraron como estaba antes. Con ayuda de Mirrey regresan por el camino de donde vinieron y comienza a cavar, con rapidez mueve grandes rocas y mucha tierra, trazando un camino que sube hacia la superficie. Izaro se une a ella para ayudarla y luego de una hora agobiante de excavación consigue sacar su mano a la superficie.
Efer abre el camino para que los demás puedan salir. Sucios y cansado, respiran el aire fresco rápidamente para purificar sus pulmones.
—Lo logramos —dice el león, aunque sienten como el suelo comienza a moverse bajo ellos. En un instante se alejan para ver como su vía de escape termina completamente sepultada, junto a sus secretos.
—¡Ah! ¡Mi ángel! —Jet vuela sobre ellos y baja al verlos sanos y salvos—. Estaba muy preocupado, desaparecieron por horas.
—Estamos bien. Respira —contesta ella al verlo bastante agitado.
—Busqué ayuda pero las otras aves están muy ocupadas y-
—¡Parece que tus amigos están bien! —dicen las arpías reales mientras vuelan en círculos sobre ellos—. ¡Tengan más cuidado la próxima vez!
—Gracias por nada —responde el león, sin miedo a que lo escuchen.
—Esto es mi culpa, yo... yo...
—Basta Jet, caímos en una cueva pero colapsó cuando cavamos. No es tu culpa que este lugar sea inestable —le dice la chica para calmarlo—. De hecho puedes advertirle a las demás aves que este lugar debe ser rellenado con más tierra.
—¿En serio? Podría hacerlo —dice pensativo, entonces les pide que vuelvan a su casa para que se limpien y descansen.
El águila les prepara la cena mientras cada uno se baña y cambia su ropa. Mirrey ríe cuando Efer sale con el cabello alborotado debido a la secadora de cuerpo completo que Jet tiene en su baño.
Mientras cenas el anfitrión nota que sus invitados están bastante callados, sobre todo los domésticos.
—Es una lástima, quería enseñarles la ciudad pero mañana se irán —murmura al bajar la mirada.
—La próxima será —lo consuela ella con una sonrisa.
—Nosotros ya nos acostamos. —Mia se levanta de la mesa e Izaro la sigue, prometiéndole a los otros que hará todo lo que pueda para convencer a la felina. Por otro lado Efer llama a Jet para decirle algo en voz baja.
Él la mira confundido por un momento pero luego asiente. Mirrey ve todo esto muy sospechoso.
—¿Y esas señas?
—Me iré esta noche. —La respuesta le quita el apetito por completo, él golpea la mesa con su pata y niega.
—Nos iremos.
—Está bien... Jet cuidará de esos dos. Todavía son adolescentes —comenta mientras sonríe levemente.
—Te daré dinero suficiente para mejorar este lugar y también... —Mirrey le pide una hoja y pluma para escribir, redactando un documento donde dice que él entrega a sus supuestos sirvientes domésticos a Jet. De esta manera se asegura que nadie intente quitárselo o lo acusen de algo. Para terminar firma junto con el águila—. Ahora eres el ángel de esos dos —murmura cuando le entrega el papel.
—Les prometo que estarán bien, haré que vuelvan a la escuela también —les dice, sintiéndose honrado que le confíen una tarea tan importante.
—No lo dudo. —Efer le da un abrazo, agradeciéndole por todo.
Unas horas después, luego de asegurarse que Mia e Izaro esté profundamente dormidos. Ambos parten de la ciudad para dirigirse a la siguiente. Avellaneda es igual de activa por la noche, con aves nocturnas yendo y viniendo, tal vez van a sus trabajos o sólo dan un paseo.
Efer camina junto al león, el cual lleva la mochila de viaje. Se pregunta si fue una buena decisión dejar a sus acompañantes de esa manera. Le hubiera gustado despedirse pero sabe muy bien que Izaro no la iba a dejar ir y eso iba a provocar que él y Mia pelen.
—¿Jet sabe que eres humana? —pregunta Mirrey, sacándola de sus pensamientos.
—Baja la voz y no. Si lo supiera tal vez no querría ayudarnos.
—¿Por qué no? Le salvaste la vida —le recuerda.
—Ya está hecho.
En unas horas ellos atraviesan la ciudad para toparse con otra entrada parecida a la que vieron al llegar, aquí hay una parada de autobús que comunica con el siguiente poblado. Otro par de avestruces miran la identificación que les entrega el león y los despiden.
Mientras esperan el autobús Efer se abraza a sí misma debido a que siente frío, no esperaba ese cambio de temperatura por la noche, entonces se acerca a Mirrey para acurrucarse a su lado.
—Seguro ya no quieres tener contacto conmigo, pero eres muy cálido —le dice mientras tiembla un poco.
—Está bien —responde al pasar el brazo sobre sus hombros. Él comienza a buscar un abrigo para ella dentro de la gran mochila, tiene cuidado de no desordenar más de lo debido—. Listo, abrigada —comenta cuando le coloca un saco de lana rojo con capucha.
—No lo había visto antes —susurra, el abrigo es nuevo. "De Izaro para Ella", está escrito en la etiqueta que tiene el el cuello.
—Un regalo... ¿Tu cumpleaños está cerca? —pregunta Mirrey al ladear la cabeza.
—No, de hecho no tengo idea qué edad tengo ahora —comenta, haciendo que él se pregunta cómo es posible—. Cuando viajas por el espacio debes sumergirte en un sueño, una hibernación que evita que envejezcas o que mueras en el viaje.
—¿Morir? ¿Cuánto duran esos viajes?
—Depende, yo debía explorar la luna de un planeta cercano y terraformarla. Eran 100 años de viaje pero desperté en este planeta —le explica, aunque no está segura que él entienda.
—¡¿Qué?! Es mucho tiempo, significa que... No te ves como una anciana —Ella frunce el ceño ante su comentario, entonces el león se disculpa rápidamente, cosa que la hace reír.
—No me molesta, aunque no debería estar aquí. Mi viaje debió durar más y no sé por qué mi cabello creció —comenta al tocar su trenza.
—¿Qué quieres decir?
—Recuerdo que mi cabeza estaba completamente rapada y al despertar ya tenía esto. —Sacude su cabello para luego lanzarlo detrás de su espalda. Mirrey sólo asiente ya que no sabe qué decir realmente.
Unos minutos después llega el autobús, ambos dejan la charla para subir y tomar los últimos asientos. El felino se acomoda al igual que ella, entonces le dice que descanse ya que hizo un gran esfuerzo al excavar, incluso se lastimó sus uñas.
Al principio se negó, pero al estar recostada por él se durmió en segundos. Estaba más cansada de lo que pensaba. Entonces la acomoda mejor en su pecho, así la mantiene cerca y no caerá al suelo cuando el vehículo se sacuda. Por su parte Mirrey mira por la ventana, ve pasar cientos de pequeñas casas, la oscuridad parece infinita y las estrellas brillan en el firmamento. También está cansado pero se mantiene despierto, alguien puede robarles y no lo permitirá.
Cuando el sol comienza a salir, los rayos molestan sus ojos, aunque también lo despiertan para que continúe alerta. Para entonces hay varios animales en el autobús, los cuales irán a trabajar a la ciudad. Un tigre de su edad sube en la siguiente parada y camina directamente hacia él para tomar uno de los asientos de atrás.
—Que alocada fiesta, ¿verdad? —Él se encuentra bastante desalineado, huele a alcohol y también tiene el olor de diferentes hembras.
—Te divertiste mucho —responde al estar aburrido, el tigre lo confundió con otro invitado de dicha fiesta.
—Si... No es cierto, ¿tienes un simio? ¿Cómo lo conseguiste? —El tigre se muestra demasiado interesado en Efer—. Dicen que son muy serviciales.
—Es mi amiga. —El otro felino suelta una carcajada al escucharlo y palmea su hombro.
—Jaja, eres muy divertido, amigo. ¡Jajaja! —se toma un momento para calmarse y recuperar aire—. Entonces es hembra. ¿Quieres venderla? No me importa que esté usada.
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