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26

La noche cae y ni siquiera llegaron a salir de esa ciudad como lo habían planeado, pero Mirrey se siente aliviado porque realmente está muy cansado. Ha estado bostezando a cada momento y ya irritó a Mia.

—Este parece un buen lugar —dice Ella cuando se detienen en otro motel.

—Está horrible —comenta la gata al cruzarse de brazos. Aunque no le extraña que la simio eligiera dicho lugar ya que sólo se quedarán una noche.

—Una cama es una cama. —El león entra al edificio a pasos pesados y le pide dos habitaciones al encargado. Este es un zorro que busca las llaves con gusto, pero al levantar la mirada ve a sus acompañantes y queda muy sorprendido—. Gracias —dice Mirrey al tomar las llaves y dejar el dinero sobre la mesa. 

El grupo se instala en sus habitaciones, mientras Ella se prepara para dormir ve al león quitarse el bolso de viaje para luego sentarse en el borde de la cama. De nuevo bosteza profundamente, abriendo grande su boca y dejándola ver sus colmillos.

—Gracias Mirrey, ahora sé a dónde debemos ir —habla, haciendo que él voltee a verla.

—No es nada, te lo debo —contesta al recostarse.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo estoy, aahhhww... un poco cansado —bosteza en medio de la frase. No consigue mantener su ojos abiertos y los cierra por un momento, aunque recuerda que todavía no se acomodó como debería en la cama.

Al abrir un poco sus párpados distingue una figura sobre él, por lo que abre los ojos de par en par al notar que se trata de Ella. La simio la mira fijamente mientras está sobre su pecho.

—Ammm, e-esto...            

—Cuando respiras me levantas suavemente —comenta al apoyar su cabeza—. También siento tu corazón. ¿Por qué late tan rápido?

—Me asustaste —contesta de inmediato para luego levantarse, aunque ella no se molesta en alejarse, incluso continúa sobre él cuando se acomoda correctamente en el colchón—. ¿Qué haces? 

Al principio creyó que ella se había cansado de esperar, pero no le está quitando la ropa o se deshace de la suya, sólo se queda allí.

—Me acostumbro al contacto físico —murmura. Está apoyando su pequeño mentón en el pecho del felino, siente el pelaje suave y cálido pero lo que más le agrada es como la respiración de éste la mueve o como se oye su palpitar.

Mirrey sólo asiente y cierra nuevamente los ojos, ya que nada más lo perturba rápidamente se queda dormido. Ella sonríe y en minutos también se duerme. Sin embargo en la otra habitación Mia continúa muy despierta debido a que la cama es muy pequeña, haciendo que ella deba estar demasiado cerca de Izaro. 

¿Ya está dormido? ¿Cómo puede estar tan tranquilo?, piensa y entonces un nudo se forma en su garganta. Ya imaginaba que él no siente lo mismo que ella, todavía la sigue viendo sólo como una amiga y eso explicaría su comportamiento normal. Izaro sólo está más atento a ella para calmarla en sus ataques de ansiedad.

La gata deja de darle la espalda para mirar su rostro, él duerme tranquilamente, sus facciones relajadas hacen que quiera tocarlo. Lentamente acerca su pata, aunque queda paralizada cuando suelta un suspiro. Creyó que despertaría, pero se tranquiliza al oír unos suaves ronquidos. 

—¿Cómo no me di cuenta antes? —se pregunta mientras toca sus orejas puntiagudas. Ella recuerda el día que se conocieron cuando eran cachorros. 

Estaba aprendiendo a caminar en dos patas en el jardín de su casa, su madre la estaba grabando mientras que su padre estaba allí para ayudarla cuando pierda el equilibrio.

—¡Puedo sola! —le gritaba cada vez que él acercaba sus patas para sostenerla.

—No quiero que te caigas, garrita —respondió mientras soltaba una risa. 

—Ya camino sola, ya soy grande —dijo al levantar sus brazos. Su mamá le propuso comer unas galletas para festejar, pero Mia prefirió seguir practicando para caminar correctamente. Mientras ellos entraron a la casa pasó unos minutos caminando, su cola le causaba más problemas porque la desestabilizaba constantemente.

—Hola —escuchó a alguien entre los arbustos, por lo que se acercó a investigar. Al apartar unas ramas vio una cabeza asomarse por debajo de la cerca. 

—P-Pe-Pe... ¡Perro! —exclamó y comenzó a correr.

—¿Corre? ¡Jugaremos a las atrapadas! —dijo el cachorro cuando se escabulló por el pozo. Una vez dentro del jardín corrió a Mia de un lado al otro hasta alcanzarla, la derribó al saltar sobre ella—. ¡Te atrapé! Ahora es tu turno.

—¡Ah, Mia!

—¡Suéltala! 

Él agachó las orejas al escuchar a los adultos y verlos correr hacia su dirección. Ambos ayudaron a su hija y vieron al cachorro muy asustado debido a los gritos, tanto que se ensució y estaba temblando. 

Los adultos entendieron de inmediato que el cachorro no era ningún peligro a pesar de tener un aspecto tenebroso y se disculparon inmediatamente. Mia vio como lo invitaron a casa para darle ropa, eso fue suficiente para odiar al perro.  

—Llamaremos a tus padres, ¿recuerdas su número? —le preguntó la felina, entonces él agachó la cabeza.

—N-No... y están trabajando. Yo puedo volver solito —respondió para luego sonreír.

—Eres adorable.

—Encontré unos shorts que ya no me quedan —dijo su esposo y se lo dio al cachorro, ambos le dijeron dónde quedaba el baño para que pueda cambiarse. 

—Jaja, te mojaste como un bebé —se burló Mia al tener su habitación frente a la puerta del baño, obviamente se aseguró que sus padres no la escucharan.

—No soy un bebé —respondió serio y luego cerró la puerta.

Mientras tanto la gatita corrió con sus padres para decirles que ya no la quieren porque ayudaron al perro que la asustó y por su culpa terminó llena de tierra. Entonces el cachorro salió del baño para darles las gracias.

—Ya está limpio, que se vaya a su casa —ordenó seria. Pero oyeron el gruñido de su estómago y todos miraron al pequeño.

—¿Quieres algo de comer? —le preguntó su madre a lo que él asintió con la cabeza—. Estaba haciendo estas.

—¡Mamá, son mis galletas! —protestó Mia mientras se colgaba de su falda. Molesta se sentó en la mesa y vio comer al perro sus galletas desesperadamente, además hizo un desastre con las migas y la leche. 

—¿No tienes hambre? —preguntó él al ver que no tocó su porción. 

—No.

Él se abalanzó a su plato luego de escucharla y también se encargó de limpiarlo todo con su lengua. Mia quedó asqueada por sus modales, definitivamente todavía era un bebé para ella.          

—¿Cómo te llamas? —le preguntó mientras lamía su boca—. Soy Izaro.

—Mia... ¡Ya vete a tu casa! 

—¿Podemos seguir jugando? Por favor.

—¡Quiero que te vayas!

—Basta Mia —la regañó su padre, cansado de sus chillidos—. Él es muy amigable, ¿puedes jugar con él? Por favor garrita.

Ella aceptó de mala gana y desde ese momento Izaro volvía a su casa a la misma hora para jugar. Siempre tenía ese apetito voraz, aunque creían que era porque estaba creciendo.

—¿Por qué no dijiste algo? Mis padres te hubieran ayudado, ellos quedaron encantados al conocerte. 

Izaro despierta al escuchar unos extraños sonidos y encuentra a Mia llorando. Inmediatamente la abraza para decirle que todo está bien, cree que está así debido a una pesadilla.

—Estoy aquí, ya pasó —susurra en un tono dulce. Ella en lugar de calmarse llora con más intensidad—. Mia, despierta. 

Izaro la sacude suavemente para despertarla y recibe una mirada llena de lágrimas. Los ojos amarillos de ella están muy brillosos y se ve muy adorable, aunque triste.

—E-Estoy... b-bie... bien... —su voz se quiebra al intentar hablar mientras trata de limpiar su rostro. Mia ve cómo los labios de Izaro tiemblan y agacha las orejas, también comienza a llorar—. S-Siempre s-sueles sonreír.

—Lloro p-porque llo-ras... No estés triste —responde apenas.

—Sólo n-necesitaba desahogarme. No quise despertarte. —Ella sorbe su nariz y piensa que debe verse muy mal con mocos y el pelaje húmedo. Al levantar la mirada ve a Izaro con un pañuelo, el cual usa para comenzar a limpiarla con cuidado. Ella sonríe ante esto y levanta sus patas para secarle también las lágrimas. Consigue que la mueca de Izaro cambie, incluso ve su cola sacudirse.     

—¿Te sientes mejor? 

—Si, vamos a dormir —le pide al acostarse, aunque esta vez no le da la espalda.

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