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22

Las dos noches que se quedarían en el hotel debe extenderse a más días debido a las heridas del león. Mia regañó a la chica por ello ya que se supone que evitarían los problemas, de hecho no les dijo lo del ataque a los leones mafiosos porque sería mucho peor.

—¿Cómo te llamas? Quiero tu nombre real, ¿qué edad tienes? Pareces una hembra pero tal vez seas un macho por tu fuerza —cuestiona Mirrey en lugar de comer el desayuno que ella hizo subir al cuarto en secreto.

—Que molesto —responde, piensa que algo importante cambió pero al mismo tiempo muchas cosas siguen igual.

—Son preguntas sencillas, por favor —habla al cruzarse de brazos—. Lo averiguaré por mí mismo entonces —le advierte.

—¿Cómo?

—Bueno, ya conozco parte de la personalidad, me faltaría conocen el físico a detalle.

—Come —ordena al señalar la comida o sino ella lo hará. Mirrey asiente luego de rodar los ojos, de varios bocados come un gran pastel de acelga rápidamente. En pocos minutos deja el plato vacío, entonces interroga a la simio nuevamente.

—Hora del examen —dice luego de dejar la bandeja a un lado. Ella frunce el ceño, pero termina cediendo cuando le enseña unos ojitos muy tiernos—. No quieres responder, entonces déjame hacer esto —le pide, siendo consciente que podría terminar muy mal para él.

—Soy como cualquier simio —comenta cuando él la toma de sus hombros, comienza olfateando su cabello con energía.

No tengo idea si huele diferente a los otros de su especie, es a la primera que olfateo de esta manera, piensa al cerrar sus ojos. Da profundas respiraciones en el cuello hasta que ella empuja su rostro para apartarlo. Entonces toma uno de los brazos, apretando un poco los músculos.

—Vi simios con brazos largos y fuertes, los tuyos son cortos. Aprieta —dice al levantar la pata frente a ella, quiere medir su fuerza nuevamente.

—¿Así? —La chica toma al felino y lo aprieta un poco, él niega y le dice que lo haga con mucha fuerza— Así.

—¡Ah, no! ¡Basta! —exclama al sentir que sus huesos están a punto de romperse. Él sostiene su pata y mueve sus garras para asegurarse de que todo estuviera en orden.

—Lo siento.

—Te pedí que lo hicieras —comenta al sacudirla, entonces continúa con la observación—. No tienes cola —señala.

Mirrey la mira por un momento y decidido coloca una pata en el pecho de Ella, sintiendo bajo sus almohadillas dos bultos muy suaves. Me estoy asegurando de que sea hembra, se dice a sí mismo aunque a ella no parece importarle.

—¿No te molesta que haga esto?

—Quieres investigar por tu cuenta, esto es parte de la observación —responde usando un tono seguro y tranquilo, no hay rastro de nervios en ella.

—Eres bastante fría —murmura al presionar sus pechos un par de veces, luego sostiene una de sus piernas. La levanta, haciendo que Ella permanezca recostada sobre la cama.

La simio se pregunta porqué todos se interesan en ella, mientras el león también toca sus músculos y flexiona su extremidad repetidas veces.

—Pareces ser bastante flexible —dice al momento de abrir sus piernas, al ver que no parece que siente dolor, continúa estirando—. ¿Duele?

—No —contesta mientras la suelta.

—¿Cómo eres bajo la ropa? ¿Tienes otros tonos de piel?

—Ella, yo-

Mia queda sorprendida cuando ve al león entre las piernas de su amiga. Rápidamente se voltea diciendo que no quería interrumpir nada.

—Aprende a tocar —le dicen Mirrey en un tono serio. Sonríe de lado al tener una idea para molestar a la gata—. ¿O acaso quieres unirte?

—¡No gracias! —chilla para luego desviar la mirada nuevamente. Ella lo aparta y se levanta de la cama para acercarse a la felina.

—¿Qué pasa?

—Sólo quería hablar contigo —responde al tomarla del brazo, alejándola de Mirrey.

—Hazlo rápido, ya viste lo hambriento que estoy.

Mia eriza todo su pelaje mientras saca a Ella de la habitación para bajar al restaurante, el lugar es tranquilo y podrán hablar sin interrupciones aunque no ordenen nada.

—¿Qué tienes? —le pregunta mientras bajan en el ascensor, la felina no tiene el valor de mirarla a los ojos.

—Tú... Ah, ¿de verdad no te sientes incómoda? O un poco avergonzada.

—No estaba haciendo nada malo, Mirrey tiene curiosidad —habla con normalidad—. Quería saber cómo se ve mi piel bajo la ropa.

—¿B-Bajo t-tu-tu ropa? ¡No se lo permitas, es una excusa tonta para hacer... eso! —Mia la sacude al sostenerla de los hombros.

—¿Tener sexo? No lo tengo permitido.

—Es un le... ¿Cómo? Pero con machos de tu especie sí, ¿verdad? —La felina se confunde cuando Ella niega con la cabeza—. ¿Por qué no?

—Ya estamos en el restaurante, busquemos una mesa —dice cuando salen del ascensor. Hablé de más, se regaña en sus pensamientos.

—¿No puedes? No lo entiendo.

—Este lugar es perfecto —habla para luego preguntarle sobre qué quiere hablar con ella.

—E-Es sobre Izaro. —Al sentarse en la mesa Mia trata de retomar la conversación—. Si no te interesan los machos... Deben gustarte las hembras —susurra de manera discreta para que nadie las escuche.

—No es que no me interese —murmura al tener su vista en sus manos.

—¿Quién no te lo permite? ¿Tus padres? ¿Tienes padres?

—¿Qué ocurre con Izaro? —desvía nuevamente la conversación—. ¿No está cómodo contigo?

La gata cubre su rostro disimuladamente debido a la vergüenza que siente cuando recuerda que anoche ambos compartieron la cama. Ella no quería que vuelva a dormir bajo la cama, por lo que colocó las almohadas para dividir los espacios.

Le cuenta esto a la simio mientras tiene el rostro rojo, quien la escucha atentamente.

—Él me dijo que estaba muy tensa y luego acarició mi cabeza —le cuenta mientras toca dicho lugar—. Todo mi cuerpo se relajó mientras ronroneaba, quería más pero me dio las buenas noches y se durmió. 

—Es un gran avance —responde con una sonrisa.

—¿Segura? Creo que Izaro no siente lo mismo que yo —murmura al tomar su cola y comenzar a jugar con ella—. No se pone nervioso como yo y tampoco le cuesta hablar cuando está conmigo.

—Hey, estaban aquí —el nombrado se acerca a ellas rápidamente—. ¿De qué hablan?

—¡De nada! Nada.

—Me encontró con Mirrey en la cama mientras él analizaba mi cuerpo —comenta Ella, haciendo que Izaro frunza el ceño.

—¿Analizaba...?

—¿Por qué tardan tanto, gata? Debí bajar a buscarla —dice Mirrey mientras se acerca. Él toma la mano de Ella, pero Mia la sujeta del brazo para que no se la lleve.

—¡Pensabas aprovecharte de ella! —lo enfrenta cuando deja su vergüenza de lado.

—Ama no parecía incómoda, ¿lo estabas? —pregunta al voltear hacia ella. Ésta simplemente niegan con la cabeza—. ¿Ves? Dijo que no.

El león no puede ocultar su sonrisa, la situación le parece muy cómica y las reacciones de la gata son lo mejor. Jamás se había divertido tanto en su vida.

—Es porque seguramente no conoce lo que es el sexo —Mia alza la voz, llamando la atención de los demás animales en el restaurante—. Acaba de decirme que no lo tiene permitido y-

Se interrumpe para observar a su alrededor, las miradas de los demás hace que olvide lo que estaba diciendo y abraza a Izaro, deseando poder desaparecer en ese momento. La simio es el centro de atención en la mesa, por lo que traga duro y mantiene la cabeza agachada.

—Esto es incómodo.

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