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13

La noticia de un recién llegado había contentado al personal del orfanato, pues muchos bebés y cachorros son abandonados y las organizaciones de su tipo se encargan de ubicarlos con una nueva familia. Allí se dedican en cuidar a carnívoros y suelen elegir familias herbívoras para que, cuando sean adultos, no tengan la necesidad de cazar ya que crecieron junto a un herbívoro. Claro que esta hipótesis todavía está siendo experimentada pero hasta ahora han tenido buenos resultados.

—Lhoset, ¿escuchaste? —le dice su compañero—. Hay un nuevo cachorro.

—Lo sé y estará a cargo de mí —presume éste mientras hace gala de sus plumas.

Como su trabajo es de cuidador, él va a recibir al recién llega con una actitud muy positiva, sin embargo, antes de entrar a la sala y conocer al cachorro su supervisor lo detiene.

—Escucha, él es diferente a los otros huérfanos. Viene de otro orfanato porque causó muchos problemas allí y... tal vez debas trabajar fuera de tu zona de confort. —El supervisor abre la puerta, permitiéndole pasar, entonces Lhoset queda atónito al ver a un joven ciervo en la habitación. Su presencia es muy sorprendente en ese lugar, al acercarse un poco más nota las cicatrices que el cervatillo tiene en el rostro.

—Hola pequeño, no tengas miedo —dice el ave mientras toma asiento frente a joven. Se mantiene a una distancia considerable para no incomodar al herbívoro porque, a pesar de ser grande y tener un fuerte pico, Lhoset es realmente tiene una personalidad amable y tranquila. Incluso los otros huérfanos que él cuidó se encariñaron mucho, pudiendo ubicarlos con nuevas familias, por ello trata de formar un vínculo con el recién llegado.

El gran ave espera, analiza cada movimiento del más joven e imagina por las circunstancias que debió pasar para tener esas marcas en su cuerpo. Lhoset sonríe para sí mismo al ver que el cervatillo comenzó a tomar los peluches de la caja de juguetes de la habitación, ese lugar está preparado para que los recién llegados se familiaricen y conozcan a sus cuidadores. Pero el ciervo no es tan pequeño, ya que es adolescente y no es su primera vez en un orfanato.

Su supervisor entra a la habitación por un momento para entregarle el expediente con todo la información que tienen del ciervo.

—Ciervo de cola blanca... bien. Mmm, problemas de ira, violento. ¿Mordió a otros cachorros? —Lhoset aparta la mirada de los papeles para ver como el cervatillo se saca el relleno de un pequeño peluche de gato con manchas—. Eso no es excusa para enviarlo aquí -piensa.

Él aclara su garganta y se acerca un poco más con una sonrisa amigable. Le pregunta su nombre mientras recoge los restos del juguete. Su trabajo también es limpiar y ya imagina el regaño que recibirá por esto.

—Me llamo Lhoset, ¿cuál es tu nombre?

—Nenú —contesta en un tono de voz bajo.

—Que l-lindo —comenta, aunque mira a un lado. No es un nombre común para un ciervo y piensa que él mismo se llamó de esa manera por alguna razón.

—¿No te gusta? No me importa —agrega al arrojar el peluche destrozado lejos.

—Parece que sabes porqué estás aquí, no eres tan pequeño —comienza el ave, le dará su discurso motivacional para explicarle que está para él, sin embargo la respuesta que recibe lo deja sin palabras.

—Mis padres no me quería y me regalaron para ser comida, cuando escapé terminé en el otro orfanato y ahora estoy aquí -él da una pausa mientras toca su cicatriz y oreja cortada—. Los ciervos adultos no me quieren porque me veo así y los otros huérfanos se burlaban de mí, pero lloraron cuando les dije que sus padres no los querían.

—Oh, eso... Eso no está bien, es cruel —es lo primero que dice cuando sale de su impresión—. E-Ellos también hicieron mal, no es tu culpa tener esas marcas. Yo cuidaré de ti hasta encontrar una buena familia.

—No necesito una.

—Ah, no digas eso. Yo también llegué a este lugar cuando era sólo polluelo y fui adoptado por una pareja de buitres, decidí trabajar aquí para ayudar a los otros huérfanos como me ayudaron a mí —le explica mientras lentamente extiende su ala para cubrir al joven ciervo, al momento de hacerlo el más pequeño nota que le falta una parte de su ala izquierda—. Ya todo está bien... Está bien —murmura mientras lo atrae para darle un abrazo, al principio siente el pequeño cuerpo temblar hasta que corresponde el abrazo.

Un par de meses después de su llegada, Lhoset logró que el ciervo cambie su comportamiento agresivo. Logró que lo viera como un amigo, además mejoró considerablemente con sus estudios, llegando a estar al nivel de los ciervos de su edad.

—Señor, ¿leyó mi propuesta? —pregunta mientras entra al despacho.

—Oh sí, lo leí. Pero no podemos dejar que el ciervo conviva con los otros cachorros, es un herbívoro —cuestiona—. Ellos pueden lastimarlo o-

—Nenú va a adaptarse bien, además con otros cachorros podrán ser más dóciles conviviendo con él. Necesita tener contacto con más animales —le explica ya que él es el único que convive con el joven ciervo desde que llegó.

—De acuerdo, llévalo al patio de juegos y por ninguna razón dejes que entre al comedor.

—Gracias señor. —Luego de la charla Lhoset va hacia el cuarto dónde se encuentra el ciervo para darle la buena noticia, al principio éste se sintió emocionado por conocer a los otros animales, pero su expresión cambia a una de nervios.

—¿Y si quieres pelear conmigo?

—¿Pelear? No, no, son buenos cachorros, como tú —comenta mientras acomoda la camisa del cervatillo con sus garras—. Vas a estar bien -agrega para luego acompañarlo al jardín con los otros.

Nenú camina por los pasillos que siempre ve por las ventanas, sus zapatos hacen eso al igual que las garras de Lhoset, entonces ve algo nuevo más adelante. Del otro lado de unas grandes puertas ve un extenso prado verde, hay caminos de cemento que rodean el jardín, al igual que unos muros altos, los cuales aseguran que los cachorros estén a salvo.

El ciervo nota como los demás dejan de jugar y huelen el aire, pues sintieron su olor, siendo el centro de atención en pocos minutos. Varios cachorros de lobos, perros, felinos y aves se acercan con curiosidad, Nenú también ve a un par de reptiles.

—¿Quién eres? —pregunta uno de los cachorros, el perro comienza a rodearla mientras lo huele con energía.

—Nenú, soy un ciervo —responde y lo aparta cuando trata de tocar su cicatriz. Su mirada seria y mal humor se esfuman al ver a una pequeña serpiente en el grupo—. Hola, ¿cómo te llamas?

—Ele, como la letra. —Él hace una mueca cuando el ciervo se inclinó para hablarle, eso le ofende muchísimo—. ¿No me tienes miedo? Puedo estrangularte y devorarte entero.

Ele salta hacia el ciervo y se envuelve en el brazo de éste mientras piensa que eso le dará un buen susto al herbívoro. Los demás sí se ven asustados, aunque Nenú sólo lo mira en silencio.

—¿No vas a suplicar por tu vida?

—Suéltalo ahora, esa no es forma de tratar a otros cachorros —lo regaña Lhoset.

—Está bien, apenas aprieta mi brazo —comenta Nenú al levantarse. Él comienza a caminar mientras recorre el lugar y le hace preguntas a Ele, haciéndose amigos con el paso de las horas. Lhoset los supervisa todo el tiempo y también anota los progresos en el informe de ambos cachorros.

A Ele le resulta muy raro que un herbívoro esté en ese orfanato, pero lo más extraño es la naturalidad con la que actúa a pesar de estar rodeada de carnívoros, incluso es demasiado amigable con él.

—Este... ¿Ya habías tenido un amigo como yo? Digo, una serpiente —pregunta mientras está junto al ciervo, quien come las hojas de un arbusto cercano.

—No exactamente —contesta para continuar comiendo.

—La jardinera se molestará si comes sus arbustos. Vamos al comedor, ya es hora de comer —propone para luego envolverse de nuevo por el brazo del Nenú, ya que le gusta la altura y está cansado de estar al ras del suelo todo el tiempo.

Ele le dice a donde ir, Lhoset pierde de vista al cervatillo y ya es demasiado tarde. Lo ve entrar al comedor, los otros cachorros ya están adentro alimentándose.

—¡Nenú! —exclama al abrir las puertas de par en par. El buitre ve al ciervo a unos pasos de él, entonces se acerca mientras ve la misma escena. Los cachorros al no tener mucho control sobre sus instintos y mucho menos modales, estos devoran trozos de carne desesperadamente incluso le gruñen a los otros cachorros, llegando a morderse entre ellos en ocasiones.

—¡Ahora sí te asustaste! —exclama Ele, ríe por un momento pero Nenú lo mira con una ceja arqueada.

—No mires, ellos sólo-

—También tengo hambre —murmura éste. Lhoset se los lleva afuera para que almuercen en el jardín. Como tutor debe explicarle lo que sucede, mientras están comiendo, Nenú con su ensalada mixta y Ele con sus trozos de carne.

—Los cachorros debe comer carne para crecer adecuadamente, ese alimento vienen de otros animales pero de a poco sustituimos la carne por vegetales, intentamos que se acostumbren a los lácteos. Aunque a lo largo de su vida tendrán que comer carne... hasta yo lo hago.

—Lo entiendo —responde Nenú—. Eso me lo enseñó mamá.

—¿Tenías mamá? —pregunta Ele luego de tragar un trozo de carne.

—Era una serpiente como tú, comíamos juntos siempre y preparaba recetas con carne para ella. —Lhoset no había logrado en meses que hablara de qué pasó antes de que llegara al orfanato de herbívoros, ciertamente ha tenido importantes avances en pocas horas—. Era una anaconda, te falta mucho para llegar a tener un abrazo tan fuerte como el de ella —agrega mientras mira a Ele.

—Eso no me lo habías dicho —dice el buitre, entonces recibe un abrazo por parte de él en forma de disculpa.

A pesar de los altibajos del día, el supervisor felicita a Lhoset por sus progresos con el joven ciervo. Sin embargo también le explicó que si sigue a ese ritmo, pronto podrán transferirlo a un orfanato de herbívoros para que pueda ser adoptado.

Las semanas pasan y como era de esperarse, Nenú superó las expectativas de Lhoset y los demás cuidadores. Aunque, al darle la noticia que sería transferido, el ciervo se negó rotundamente.

—¿Qué sucede? Trabajamos mucho para que puedas-

—No me iré sin Ele, los otros lo molestan por ser más pequeño —contesta.

—Él no puede ir contigo, es un orfanato de herbívoros.

—Yo llegué aquí —indica, haciendo suspirar al buitre—. Si no puede ir conmigo me quedaré, deberán adoptarnos como hermanos.

—Es complicado, además... ¿Quién adoptaría a un ciervo y una serpiente? —cuestiona Lhoset en un ataque de sinceridad. Sabe perfectamente que los padres buscan cachorros recién nacidos de su misma especie y raras veces el caso es contrario.

Nenú guarda silencio y sale de la habitación ya que debe ir al jardín para encontrarse con Ele. Los otros cuidadores están hablando entre ellos, ignorando que unos cachorros están molestando a la serpiente en un lugar apartado.

—¡Ya basta! —exclama Nenú, aunque es derribado por uno de los felinos del grupo.

—Sabíamos que ibas a defenderlo —comenta mientras lo inmovilizan—. Eres un herbívoro, debes tener miedo de nosotros —dice éste al sostenerlo del cuello, sus pequeñas, pero afiladas garras se aseguran de que no se mueva demasiado. Sin embargo lo que quería no lo consigue, Nenú lo mira con ojos desafiantes. A pesar de estar agitado, el enojo es más fuerte, ver las manchas de rosetas en el cuerpo del felino intensifican su rabia.

—Basta. —Ele trata de ayudarlo, aunque es arrojado a un lado de un simple zarpazo.

—Nosotros comemos ciervos, no somos tus amigos —dice al apartar sus garras. El felino sonríe mientras rompe la ropa de Nenú para comerse su pierna—. Seguro sabes muy bien —agrega, aunque no esperaba recibir unas fuertes patadas en el rostro, uno de sus ojos fue lastimado y su nariz comenzó a sangrar mucho.

Lhoset es llamado por sus compañeros debido al escándalo, encontrando al ciervo apretando con fuerza el cuello del pequeño jaguar que los atacó. El felino intentó liberarse usando sus garras, arañando el brazo de Nenú, aunque no es suficiente y poco a poco comienza a quedar sin aire.

—¡Suéltalo! —exclama el ave al separarlos, consigue que lo libere. Luego vio a Nenú correr hacia Ele, el cual estaba sangrando por sus heridas.

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