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La gran carrera anual a comenzado y los aspirantes se inscriben, emocionados por las recompensas que obtendrán si llegan en las mejores posiciones. El mundo está expectante y transmitirán la carrera por toda la región, muchas familias están orgullosas de los iniciados, hijos que por primera vez participaran. Sin embargo los nervios y el miedo también acecha a los competidores.

Un joven gacela llamado Poe se prepara estirando sus delgadas patas, en su cuello tiene un collar especial que registra sus palpitaciones. A pesar de las protestas de su familia, él decidió competir este año en lugar de su viejo padre, el cual ya no se encuentra en condiciones de participar. Es ley que un integrante de la familia compite y por ello está allí.

—Ahí están los guepardos —escucha mencionar a las otras gacelas.

El gran grupo de herbívoros ve ingresar a los felinos ya que también están en la carrera, Poe nota que una intensa mirada sobre él y se encuentra con los ojos amarillos de una cheetah.

—¿Que? —pregunta al erguir su cuello, de esta forma luce mucho más grande gracias a su cornamenta.

—Nada —responde ella para luego seguir su camino.

—Que extraño.

—Para nada —comenta su vecino, él es el mejor amigo de su padre y también competirá a pesar de tener sus años—. Le gustaste —agrega mientras posa su brazo por los hombros del más joven.

—Es imposible —niega al soltar una risa—. Ella es de otra especie.

El mayor suelta una corta risa y palmea la espalda de Poe diciendo que tiene mucho que aprender. Luego su vista se dirige hacia las gacelas más jóvenes, quienes apenas han entrado en la adolescencia.

—Debemos asegurarnos que ellos lleguen primero —murmura al acomodar su collar, todos tienen uno y son muy importantes. Es una de las reglas de la carrera que todos los participantes lleven dicho collar, así como está prohibido que participen ancianos, enfermos, discapacitados o lesionados, madres y niños. Las mismas reglas también rigen para los carnívoros que participan.

—Ya comienza —susurra Poe para si mismo luego de oír las sirenas. Su padre había participado un total de 10 veces en su vida y ganó inmunidad para su familia durante unos años. Ahora es su turno.

Las puertas frente a ellos se abren, mostrando una gran extensión de sabana donde sus ancestros habían pastado hace miles de años. Actualmente es el recinto de la carrera y una sede muy importante.

Mientras van ingresando ambos grupos se encuentran, siendo los carnívoros de menor número. Poe es empujado por algunos ansiosos y termina chocando con una de las felinas.

—Perdón.

—Hola otra vez.

—¿Otra vez? —repite arqueando una ceja.

—Me hablaste hace unos minutos —indica haciendo un ademán con sus manos. Él se aleja, guardando las distancias y regresa la vista al frente.

—Ah, supongo. Es que todos ustedes se parecen —comenta pensativo—. ¿Cómo hacen para diferenciarse entre machos y hembras?

—No es cierto, nuestras manchas son muy diferentes. Ustedes son iguales, además pensé que las hembras no tenían cuernos —habla, cruzándose de brazos.

—¡Yo soy un macho! —exclama, un momento después Poe controla el tono de su voz para no llamar la atención y agrega—, y hay diferentes tipos de gacelas. Los de mi clase, todos, tienen cuernos.

—Ah, entiendo. Fue bueno hablar contigo.

—No vine a hablar, sino a ganar la inmunidad —la corrige mientras escuchan la segunda sirena. Todos adoptan su postura cuadrúpeda y continúan avanzando.

—No quieres regresar pronto... Que envidia, yo debo hacerlo todos los años siguientes porque mi padre no regresó a casa.

—¿Pero es un carnívoro? —cuestiona Poe, mostrándose sorprendido e interesado en la conversación.

—Lo sé, fue atravesado.

La tercera sirena se oye y es la señal, el grupo de gacelas comienzan a trotar por la gran extensión. Los drones vuelan sobre ellos y transmiten las imágenes a las gigantescas pantallas del estadio, así como también a las televisiones particulares.

Los herbívoros toman posición rápidamente, dejando a los más jóvenes en el centro mientras los adultos custodian el frente al marchar.

—No se confíen, vamos a llegar —dice un adulto quien tomó el liderazgo.

—Hey Poe, te vas a cansar antes de tiempo —le dice su vecino al ver que el nombrado está a la cabeza y se aleja cada vez más.

—Voy a terminar con la carrera rápido —se dice a si mismo mientras su mente vuela debido a las palabras de la guepardo. Recuerda que su padre le había contado a toda la familia que en la última carrera en la que participó se había enfrentado a un carnívoro. No logró la inmunidad pero regresó a casa satisfecho por su hazaña, él había herido a uno de los carnívoros con sus cuernos anillados. Lo habían atacado, saltando por su lomo pero de un rápido movimiento llevó el cuerpo del felino hacia su cabeza y embistió hasta dejarlo tendido en la hierba, sólo así pudo escapar.

Poe cree que tal vez ese hecho sea el mismo del que habló la cheetah, si es así puede que ella irá tras él.

—No, es imposible —se dice a sí mismo, ya que no hay manera en la que ella supiera quien es su padre. De repente se escucha un estruendo detrás de sí y las demás gacelas comienzan a correr despavoridas.

—Damos inicio a la carrera anual de gacelas y guepardos, siempre han competido por ser el más veloz. Ya tenemos los primeros resultados, 5 depredadores fallaron en su primer intento y sólo uno tuvo éxito —narra el comentarista canino para mantener informado a la audiencia.

Sus compañeros controlan las cámaras y también monitorean las señales de los collares mientras que uno de ellos deja ver que el pulso de su portador se ha detenido.

La manada de las gacelas se mueve con rapidez por el valle, algunos como Poe dan saltos, alardeando de su fuerza y destreza. En eso sufren un segundo ataque, ahora de frente lo que obliga a la manada a separarse. Poe ve que uno de los felinos va detrás de él.

—Él tiene la vista en su objetivo, la gacela está lejos pero se acerca rápidamente a unos 90 kilómetros por hora.

Poe siente al felino demasiado cerca por lo que comienza a zigzaguear, cambia de dirección de forma rápida y sólo se lleva un leve arañazo en su cuarto derecho. El guepardo no puede continuar con la carrera al llegar a su límite de 30 segundos y se desploma en la hierba para recuperar el aliento.

—Mala suerte, es demasiado para él y la gacela escapa. Es imparable —el comentarista recibe una nueva información y las cámaras enfocan a tres hermanos—. Me informan que tenemos participando a la familia Monts. Se hicieron famosos por ser una coalición muy eficiente.

Dicha familia va tras una gacela macho e imponente que los supera en tamaño y fuerza. El herbívoro arroja a uno de los guepardos por los aires luego se embestirlo. El público exclama debido al brutal golpe, compadeciéndose con la víctima.

—¡Ahhh! —el felino herido suelta un alarido al estar en el suelo, su pecho le duele al respirar y no puede moverse.

—Gatos inútiles —se burla la gran gacela, pero termina chocando contra el tronco de un árbol. Desorientado no puede continuar con la carrera y los dos hermanos sobrantes aprovechan el descuido para saltar a su cuello.

Le dan muerte de forma rápida, el collar informa el deceso y ambos regresan con su hermano herido. Este no puede caminar y los otros se sientan a su lado para recuperar el aire, deben descansar media hora para recuperarse de la carrera.

—Estos chicos lo lograron, pero a un alto precio. Tal vez no volvamos a ver a uno de ellos la próxima carrera.

—Ya casi —Poe puede ver la línea de meta pero otra gacela más lo empuja—. ¡Hey!

—¿Qué es esto? Los herbívoros están peleando entre sí —el comentarista ve el enfrentamiento y las cámaras enfocan a ambos machos.

—¿Estás loco? ¿Por qué me atacas?

—Tú empezaste, también quiero la inmunidad —Poe baja la cabeza con los cuernos hacia su par y lo golpea, arrojándolo al suelo.

—Chico, deja que ellos pasen —su vecino interviene cuando logra alcanzarlo. El adulto no corre hacia la meta, sino que se asegura que los más jóvenes lo hagan y ayuda al que golpeó Poe.

—¿Quieres que te cacen? Tu familia te espera.

—Ya lo sé, pero prefiero caer de esta forma que pelear con los de mi especie —contesta de manera firme—. Eres igual a tu padre.

—¿Que? —Poe no puede hacerle más preguntas pues oyen unos gritos de auxilio. El adulto no duda en correr en dirección contraria para ayudar a una gacela que estaban a punto de ser cazada. Ella logra huir al correr a través de unas rocas y arbustos, siguiendo al mayor. Esos obstáculos hacen que el guepardo pierda velocidad y que pierda tiempo valioso.

Poe se debate si seguir adelante, cruzar la línea de meta o ayudar a lo demás. Da unos pasos hacia adelante, pero unos gritos hacen que se detenga y levante las orejas.

A su derecha ve como una guepardo persigue a uno de los suyos y su cuerpo se mueve, sus delgadas pero fuertes patas traseras lo impulsan y rápidamente intercepta a la felina, quien ya casi tenía a la gacela más pequeña.

Poe choca contra ella y debido a la velocidad en la que corría, roda un par de veces antes de detenerse. Al levantar la vista, sacude su cabeza y sonríe al ver que la otra gacela pudo escapar. Pero al intentar levantarse siente un fuerte dolor en una de sus patas, cuando el polvo se disipa ve que la izquierda está rota.

Unos jadeos llaman su atención, se trata de la cheetah a quien golpeó. Ella está coja pero hace un último esfuerzo para levantarse y caminar hacia él. Poe mira la línea de llegada por última vez y suelta un suspiro, resignado.

—No quiero hacerlo. —Ella retrocede, incluso al estar tentada por el olor de la sangre controla sus instintos. Poe reconoce su voz, es la misma guepardo con la que habló al entrar.

—Termina ya —le ordena.

—Pero e-estás herido.

—¿Y qué? Tu padre murió y el resto de tu familia depende de ti. ¡Hazlo! —Él se entrega dejando su cuello al descubierto. Entonces cierra los ojos cuando siente la mordida.

Ella cierra sus fauces con fuerza para cortar la respiración y de un rápido movimiento le rompe el cuello. El cuerpo bajo sus garras queda inmóvil y, unos segundos después, lo suelta lentamente. Las líneas negras de su rostro disimulan muy bien las lágrimas que deja caer. Nunca olvidará el sabor ni el sonido de ese momento en el que le arrebató la vida a alguien más. Una pesadilla despierta que deberá vivir repetidas veces para que su familia no muera de hambre.

La cuarta sirena se oye en todo el lugar, anunciando el fin de la carrera. Los resultados son mostrados al público, resultando en 40 bajas y 200 heridos para el grupo de 500 herbívoros. También hay varios guepardos heridos y sólo apenas la mitad de ellos pudo atrapar una gacela.

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