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8 - Shinunoga E Wa.

"¿Quién podría darme el amor más eterno del mundo? No necesito preguntar porque es mi amado".

A partir de aquel día, pasamos todo nuestro tiempo juntos. Jugábamos todo el día, almorzábamos juntos y explorábamos tanto como teníamos permitido. 

Siempre estábamos juntos, éramos inseparables.

Y, a medida que crecíamos, nos aventurábamos a más lugares. Teníamos picnics, jugábamos a ser héroes. Y el siempre sostenía mi mano. 

Llegué al punto de sentir que, si no tenía a Jungkook, no tenía nada.

—Yoonie, duele —lloriqueó Jungkook, tendido en el piso y con una rodilla sangrante. Yoongi, en pánico, comenzó a urgar velozmente en su mochila, intentando encontrar el botiquín que siempre cargaba encima, al menos desde que había conocido la naturaleza problemática de Jungkook.

Esta era una ocurrencia casi diaria para ambos niños, porque el pequeño Jeon parecía atraer las desgracias a sí mismo. Por ello, Min había aprendido a cuidar de él como era debido y siempre estaba preparado para un accidente. Claro, eso no quitaba que se asustaba mucho cada vez que su cariño se lastimaba.

—Ya, no llores por favor —pidió también al borde las lágrimas—. Todo estará bien, abraza a Algodón, ten —pasó un peluche de conejo blanco al pequeño, comenzando a tratar de su herida una vez los llantos cesaron—. Todo está bien, cariño. Ya —consoló cuando la bandita de conejitos cubrió su herida. Con sus manos, secó las lágrimas de las mejillas suaves y sonrió cuando su conejito hizo lo mismo.

—Ya estoy bien, Yoonie.

—Eso es. Eres muy valiente —aseguró, peinando el cabello fuera de su visión—. Vamos, finalicemos nuestra aventura por hoy y mejor vayamos al lago.

Ambos se pusieron de pie y luego de sacudir el polvo acumulado en sus prendas, entrelazaron sus manos y comenzaron a caminar hacia el centro del bosque. Ahí, a los siete años habían descubierto un lago de agua color esmeralda con una cascada de varios metros de alto escondido entre capas de vegetación. Era como un lugar de cuentos de hadas.

Les gustaba pasar el tiempo ahí, comiendo, jugando, nadando o simplemente haciendo nada. 

Era su lugar secreto.

—¿Sabes, Yoonie? —habló Jungkook luego de un rato. Estaban aún bastante lejos del lago, por lo que probablemente el más pequeño se había aburrido.

—¿Sí?

—Papi vendrá hoy a casa. Le avisó a mami —mencionó con alegría, dando un pequeño salto como intento de exteriorizarla. Yoongi ante ello.

Jungkook vivía separado de su padre la mayor parte del tiempo, ya que el hombre era parte de la fuerza armada. Tanto su esposa como su hijo vivían con el miedo constante de perderlo, ya que solía ir a misiones importantes, pero siempre regresaba a casa.

Usualmente, se quedaba entre dos a cuatro semanas y volvía a partir. Sin embargo, habían ocasiones en que solo era capaz de descansar uno o dos días y se retiraba. Por esa razón, Yoongi solía servir como consuelo para Jungkook. Para un niño como él, era difícil despedirse tan seguido. Al menos eso le había dicho la señora Jeon.

—Me alegro, Kookie —relamente se alegraba. Sería algo bueno para Jungkook—. Espero que esta vez se quede mucho tiempo.

—¡Sí! ¡Así podré presentártelo! —detuvieron su andar porque Jungkook se lanzó a sus brazos y él, con su corazón enamorado tan débil, lo recibió con una sonrisa y besó su frente.

—Sería muy feliz de conocerlo —respondió, aún refugiándolo en sus brazos como un precioso tesoro. Eso era para él.

Luego de unos minutos más abrazados (porque adoraban mucho abrazarse), retomaron su camino.

El resto del día lo pasaron comiendo, nadando y jugueteando. Disfrutando de su tiempo al máximo, porque cada segundo juntos valía demasiado para ellos.

˚ʚ♡ɞ˚

—Está anocheciendo, Jungkookie —anunció Yoongi, viendo desde lo alto de la cascada la puesta de sol. Jungkook se hallaba acostado en el césped, ya vestido con ropa cálida para evitar un resfriado mientras que el chico mayor seguía con su traje de baño.

—Ven a vestirte y nos vamos, YoonYoon —responde, quejándose. Sus ojos ya se sentían pesados y el clima comenzaba a enfriarse debido a que la noche estaba cayendo.

—Bien bien, ya voy —accedió con una risa encantada y con un clavado llegó en segundos junto a Jungkook. Se vistió rápidamente, ojeando de cuando en cuando el rostro adormitado del menor—. No te duermas, ya nos vamos —anunció, agitándolo un poco.

Yoongi sonrió cuando vio nuevamente los preciosos ojos de Jungkook, brillando con los últimos rayos de sol que iluminaban la zona. Tendiéndole la mano para ayudarlo, finalmente ambos tomaron sus cosas y comenzaron a caminar a casa de Jungkook.

—Espero que cuando lleguemos papá ya esté ahí —comentó el menor, rascando uno de sus ojos con el objetivo de espantar un poco la sensación de sueño. Yoongi, notando su cansancio, se detuvo—. ¿Qué sucede, Yoongi?

En silencio, pasó su mochila a la parte frontal de su torso y le dio la espalda al menor.

—Sube.

Jungkook, soltando una risita feliz, obedece al instante y salta a su espalda, abrazando sus hombros y acariciando su cabello con su mejilla. Yoongi solo atina a sonreír, tomando sus rodillas para darle mayor soporte y continúa con su camino, ahora mayormente iluminado por la luna que comenzaba a salir.

˚ʚ♡ɞ˚

Treinta minutos después, finalmente alcanzaron el borde del bosque que limitaba con el valle donde vivía Jungkook. Para ese momento, la luna estaba alta en el cielo, las estrellas habían comenzado a brillar y el menor estaba completamente dormido en su hombro.

Por ello, Yoongi se apresuró a bajar hasta la casa de los Jeon. La chimenea seguía soltando humo y la estancia estaba iluminada, por lo que estaba seguro de que los padres estaban despiertos y esperando a su hijo.

Al estar a, aproximadamente, un metro de la casa, se asomó por la ventana abierta, notando la presencia de dos personas dentro. El papá de su cariño había llegado.

Con una sonrisa, deseando darle la buena noticia, se acercó más hasta el punto de ser capaz de escuchar la conversación de los adultos.

—¿Cómo se lo diré a nuestro Kookie? —preguntó la señora afligida. Yoongi paró en seco.

Sabía que no debía husmear en las conversaciones de adultos, pero si se trataba de Jungkook, estaba dispuesto a romper todas las reglas. Él era lo más importante.

—¿No crees que le haga feliz la noticia?

—Por supuesto que sí será feliz, cariño. Pero finalmente había hecho un amigo aquí, le será difícil dejarlo.

¿Dejar? 

—Lo siento, cariño. Pero finalmente estaré fijo en una base y podré darles una mejor vida en Seúl.

¿Iban a llevarse a su Jungkook? ¿A Seúl?

Sintió que su mundo se derrumbaba en ese instante. No tenía palabras para describir la impotencia, el dolor socavando su pecho; lo más cercano probablemente era el miedo. No quería dejar ir a su cariño.

—Mhm.. ¿Yoongi? —fue esa dulce voz la que lo devolvió a la realidad. Tragando el nudo bloqueando su garganta, intentó sonreír para el menor mientras lo dejaba bajar de su espalda.

—Llegamos, Kookie. Creo que tu padre está en casa —anunció, besando su frente y luego tomando su mano, entrelazando sus dedos.

Y, cuando ya estuvo preparado para dejarlo ir, llamó a la puerta y soltó su mano.

—Descansa bien y sueña lindo, Jungkookie. Te quiero —murmuró, abrazándolo mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con salir.

—Te quiero, Yoon.

Si  hubiese sabido que ese sería el último día que lo vería en años, me hubiese aferrado más a él.

Lo hubiese abrazado más. Sostenido su mano más. Besado su frente más. 

Quizás hubiese rogado de rodillas para quedarme a su lado.

"Quiero que seas la última persona que vea. Si tengo que despedirme o estar lejos de ti, preferiría morir".

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