Bobby recitó el juramento frente a miles de personas, recuerdo perfectamente aquel día, para mi aquel día fue el mejor de mi vida. Nada se comparaba a ese momento, los flashes y las luces adornaban la situación.

Recuerdo de que antes que bajara su mano me dio una mirada, aquella mirada que me daba a entender que era el momento perfecto y yo era su compañera perfecta. En los primeros puestos estaba toda la familia de Bobby, habían viajado familiares desde distintas partes del mundo para estar presentes en ese momento, no querían perderse el momento en el cual uno de ellos sería presidente de los Estados Unidos.

Mis padres y mi hermanas también estaban presentes, recuerdo ver a mi madre agitar su mano con felicidad hacia mi, llevaba puesto un vestido hermoso que quizás nunca creyó que usaría en su vida. Su hija se estaba convirtiendo en la primera dama de la nación, era un orgullo.

La madre de Bobby agitaba su mano con felicidad, estaba feliz que finalmente uno de sus hijos obtuviera el cargo que tanto merecía, ella creía que eso merecían. Junto a ella estaba Damon, pero ya no tenía esa misma sonrisa que hace años, pasó de amar a su hermano a casi odiarlo. Más atrás estaba Ester que sostenía el brazo de Damon, ya habíamos dejado de ser amigas hace mucho tiempo.

Todo aprecia una escena de una película, no podía imaginar donde estaba apeada y en lo que me iba a convertir.

Luego de terminar todo el juramento, Bobby se acercó a mi y pasó suavemente su mano por mi cintura, su mano la usaba para saludar a todos los que gritaba su nombre. Todas aquellas personas habían votado por él y por sus promesas.

—Saluda Cass— me susurro al oído, asentí con la cabeza y sonreí.

Comencé a agitar mi mano para saludar a todos, se sentía increíble que todas esas personas te adoraban.

Recuerdo haber mirado una última vez a Bobby, en su rostro tenía una sonrisa mientras seguía saludado.

Sabía que desde ahora en adelante todo cambiaría, pero no de la forma en que todo acabó.