Tiempos de paz (pt.2) || Naruto Uzumaki
Caras de sorpresa era lo único que ambos jóvenes veían, sorpresa de parte de cada uno de sus viejos amigos. Inclusive sus sensei estaban en aquel momento con ellos. Los ojos de Yamato estaban más abiertos que nunca, Kakashi veía a Naruto fijamente y Ayame se encontraba con las mejillas sonrojadas.
-¡¿B-bebé?!-el grito de Sakura resonó en los oídos de todos haciéndolos entrar en razón de nuevo.
-Si, Sakura-chan. ¡Un bebé!-grito el rubio entusiasmado aún cuanto todos los veia aún en shock.
-Tsk, que problemático chicos. Pronto tendremos a un pequeño corriendo entre nosotros.-mencionó el Nara con una sonrisa de lado, ganándose una gran sonrisa de agradecimiento por parte de Ayame.
Shikamaru fue el primero en mostrar apoyo, después de todo Ayame era una gran amiga de la infancia.
-¡Cuenta con nuestro apoyo Naruto!
La repentina emoción de todo el grupo los había ayudado a superar el miedo de convertirse en padres a temprana edad de lado, incluso más para Ayame al recibir aquellos alentadores abrazos de parte sus seres queridos. La chica pertenecía a un extraño clan extinto, ella había sido rescatada por Yamato en sus tiempos de raíz y habían creado un lazo especial, siempre que podía se escabullía donde el clan Nara para ver a la chica y jugar con ella.
-No puedo creerlo.-el castaño capitán mencionó abrazándola-. Mi pequeñita va a ser mamá.
La chica lo observaba con las mejillas sonrojadas y lágrimas en sus ojos. Si bien el hombre no era su figura paterna ella le adoraba como si de su hermano mayor se tratara.
-Oi, Naruto.-murmuró su antiguo sensei- ¿Estás consiente de las nuevas responsabilidades que tendrás, cierto?
-Lo sé Kakashi-sensei, aunque no lo crea lo hemos hablado y lo he pensado mucho. Hice planes y cuentas y...
El rubio parloteaba sobre sus nuevos planes, los nombres que había pensado, el como sostendría a su nueva familia y sus planes de ahorrar para una nueva vivienda y demás, el hombre lo observaba asombrado y con una sonrisa de orgullo bajo la máscara. Su alumno estaba madurando rápidamente y él lo creía capaz de realizar todo aquello.
-Ayame, ¿crees que tu bebé sea tan problemático como su padre?-pregunto Shikamaru con una mueca divertida, claramente burlándose de la cara de enfado del rubio.
-Shikamaru, siendo honesta creo que será igual a su padre.-respondió con una sonrisa burlona ganándose un suspiro por parte del chico, haciendo reír a los demás.
(...)
El tiempo comenzaba a pasar de forma sorprendente y la ansiada fecha se acercaba de igual forma poniendo a todos nerviosos, ansiosos y felices.
Aunque recapitular los últimos meses los hacía suspirar pesadamente.
Primer mes
Se había basado en anunciar a las amistades de ambos jóvenes, incluyendo a las de otras aldeas, de la situación actual. Recibiendo respuestas positivas y gran variedad de cartas. La más significativa para la pareja había sido la del pelirrojo kazekage, su carta había dejado a Ayame hecha un mar de lágrimas.
Segundo mes
Ambos chicos trabajan arduamente; Naruto estaba hasta el tope de misiones y Ayame trabajaba en el hospital. Si bien era difícil verse, disfrutaban aquellos momentos donde solo eran ellos dos en el apartamento del rubio.
Tercer mes
El abdomen de Ayame comenzó a notarse abultado así como sus antojos e increíbles cambios de humor. El rubio comenzaba a notarse perturbado por ellos, su novia podía ser aterradora: un momento reía, al otro intentaba golpearlo y después se encontraba llorando por su atención. Sus antojos eran monstruosos y no sólo lo eran en lo que a comida respecta.
Cuarto mes
Los cambios de humor de la peli negra habían cesado, su trabajo en el hospital continuaba y Naruto pasaba cada vez menos tiempo en casa. El chico iba muy enserio cuando dijo que se mataría haciendo misiones y estudiando para ofrecerles una mejor vida. Y aunque ella verdaderamente extrañara su compañía, se sentía más que orgullosa de su adorado rubio.
Quinto mes
El estómago de Ayame era enorme, por la aldea se le veía paseando contenta junto a Shikamaru, quien era el que se encargaba de vigilarle al salir del hospital. Ese mismo mes se enteró del sexo de su bebé.
Sexto mes
Los trabajos de la pelinegra chica se había vuelto más pesados, incluso cuando le habían dado los más ligeros que podían, aquello preocupaba de sobre manera a Ino y Sakura, quienes se encargaban constantemente de vigilarla de cerca.
Séptimo mes
Tras la petición "amable" de Tsunade para que la chica dejará su trabajo Ayame se encontraba confinada en el apartamento del rubio. El pobre chico estaba más atareado que nunca, siempre se le veía cansado y todo lo que hacía era llegar a los brazos de la chica y desahogarse con ella. Aquel mes los había unido más que nunca.
Octavo mes
Las misiones de Naruto cada vez duraban más tiempo, Ayame se confinaba en el departamento si solo salía de vez en vez a caminar por ahí. Kakashi cuidaba de ella a lo lejos cuando no iba acompañada. Las chicas habían organizado una pequeña fiesta e inundado de regalos a la chica, quien con lágrimas en los ojos las envolvió en un gran abrazo.
Noveno mes
-¡Aya-chan!-el rubio había despertado asustado al no divisar la negra cabellera a su lado.
Al ser el último mes de embarazo de la chica siempre se le veía al rubio con los nervios de punta, puesto a que éste había realmente estudiado sobre todo aquel proceso.
-¿Qué te pasa, Naruto?-entró la chica a la habitación sentándose a su lado.
Las dimensiones de su barriga para aquel entonces eran inmensas y era solo cuestión de tiempo para que la chica diera a luz. Todos se veían emocionados por aquel hecho ya que aquellos chicos serían los primeros en tener un pequeño.
-No te vaya así.-le dijo cuál niño pequeño abrazando su estómago.-¡Estaba asustado ttebayo! Tengo miedo de que el bebé salga en cualquier momento y tú no estés con... ¿Ayame?
El discurso del rubio paro cuando el pálido rostro de la chica se tornó incluso más pálido de lo que ya era.
-Naruto...-los ojos y boca de la chica se abrieron.
-¡Oh por dios!-el rubio divisó las mojadas piernas de su novia y salto a la acción.
El momento había llegado, por fin llegaba el pequeño bebé Uzumaki.
(...)
Ayame llevaba horas dentro de aquella habitación, Naruto daba vueltas por el pasillo sin cesar bajo la atenta mirada de Iruka.
-Calma, Naruto, todo estará bien. Es un proceso algo largo.-le aseguró el moreno con una sonrisa.
-Pero en el libro que usted me dio Iruka-sensei decía que puede complicarse-. el rubio se veía ms ansioso que nunca y, a su peculiar forma, muy maduro.
Iruka más que nadie era consciente de tal cosa, el recordaba bien cuando el chico llego pidiéndole ayuda para aprender sobre niños y cómo cuidar a un bebé, realmente había puesto mucho empeño en aprender de todo.
-Naruto, ya basta.-hablo el, recién llegado, peligris.-Ella está bien, lo harán bien.
Las palabras de sus antiguos profesores le hacía sentir bien, se sentía apoyado y seguro de sí mismo. Desde el momento que se enteró de aquel bebé había dado todo de sí para ser el mejor padre. Incluso había estado hablando tanto con su hijo innato cuando le dijeron que el escuchaba, le acariciaba cada vez que podía y siempre le repetía lo mucho que le quería.
-¡Naruto!-el grito de Tsunade llamando su atención lo hizo dejar de morder sus uñas.
-¡Abuela Tsunade! ¿Cómo...
-Felicidades-. le sonrió ampliamente.
El chico esbozó una sonrisa y corrió dentro de la habitación.
-Hola, papá.-le dijo burlona la pelinegra, con una mano llamándole a acercarse.
El rubio lo hizo con cuidado, soltando las lágrimas retenidas y de felicidad que tenía en aquel momento.
-Ayame... Es...
-Es igualita a ti, Naruto.- le sonrió la chica mientas lo veía acercarse y observar con adoración a aquel pequeño ser.
-Es... Es...- las lágrimas del rubio no dejaban de salir mientras acariciaba las sonrosadas mejillas de su hija.-Es hermosa.
-Rubia y con ojos tan azules como su padre.-mencionó la chica-. Aunque me recuerdan un poco más a los ojos de su abuelo, ¿no lo crees?
Naruto observó a la pequeña, quien efectivamente tenía los ojos de Minato.
-Bienvenida al mundo, Hanako-chan.
Ambos chicos, con una gran sonrisa veían a la pequeña que estaba entre ellos. Y, tal parecía, que aquel era el verdadero tiempo donde una paz verdadera se creaba.
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