Promesa || Itachi Uchiha
—Aome...—la voz del chico resonaba en las paredes de la habitación.— ¿Estás escuchándome?
Un silencio invadió el lugar, ahora era más que obvio que la chica estaba perdida en sus pensamientos. Sus ojos la observaron con curiosidad apenas visible, la chica tenía un cabello cenizo, ojos de un gris tan oscuro que pasaban por negros y una piel pálida. Aome le recordaba tanto a su hermano mayor, pero a la vez veía grandes diferencias en ambos.
—Hoy sería su cumpleaños, ¿lo recuerdas?—pregunto girándose hacia el con una sonrisa, la misma cálida sonrisa de su mejor amigo.
—Si, lo recuerdo.—mencionó y ella asintió.
—Solo pensaba en lo mucho que le quiero.—sonrío nostálgica y giro su atención de nuevo al chico.— Siéntate.
Itachi obedeció tomando asiento en la orilla de la cama, donde la chica estaba sentada, esperando a que ella terminara de examinarlo.
—¿Como te fue allá fuera?—pregunto mientras seguía con la revisión.
—Sabes que no puedo hablar de las misiones contigo, entre menos sepas menos problemas tendrás de irte.—mencionó mientras la chica lo miraba a los ojos.
—No entiendo porque habría de irme, Itachi, estoy contigo desde que éramos unos niños.—murmuró mientras tomaba asiento al lado del joven.
—Aome, sabes que es cuestión de tiempo, cuando el día llegue estarás por tu cuenta y no puedo arriesgarme a que te quedes aquí. ¿Lo entiendes?
—¡Deja de hacer eso!—gruño enojada.— Odio que lo digas, sé que si le contaras a Sasuke la verdad tendrías una vida feliz y tú...
—Aome.—la corto con una mirada—. Ya lo hemos hablado tantas veces.
—Lo sé... Lo siento.
Su mirada se dirigió al suelo. Aquello no era mentira, habían tenido aquella conversación una infinidad de veces; Itachi moriría a manos de Sasuke.
—Solo me pone triste el pensarlo, después de todo son hermanos. Y aunque suene egoísta no quiero que te pase nada Itachi, eres lo único que tengo.
El azabache la observaba con comprensión.
—Lo sé Aome y lo siento mucho. Se lo mucho que te hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, lo mucho que quisieras que Shisui estuviera a tu lado protegiéndote y mimándote como siempre lo hizo.
Ahí iba de nuevo con ello, Aome sonrío, siempre que Itachi intentaba hacerla reír o sonreír un poco mencionaba aquello. Era muy cierto, Aome siempre había sido especialmente consentida por su hermano mayor.
—Oh vamos, no sólo era Shisui. Tú también me consentías y cuidabas.—contraatacó.
Itachi negó con la cabeza mientras se recostaba en la cama.
Itachi y Shisui habían sido los mejores compañeros y amigos que alguien pudo haber conocido. Esto implicaba también el conocer a Aome, siendo todos del mismo clan y que Aome fuera de su edad hacia algo casi obligatorio que se conocieran, lo cual había ayudado mucho a su relación.
Los tres eran inseparables, siempre estaban juntos en todo cuando la situación lo permitía, y cuando el desastre del clan comenzó y todo cambio hubo algo que los mantuvo juntos; Shisui.
Shisui Uchiha, el de cuerpo parpadeante, era un héroe en Konoha y era bien sabido que su pequeña hermana era su adoración así que aquel día, ese día que Itachi no podía olvidar, el chico le encomendó a lo más preciado que tenía; su pequeña Aome.
—Itachi... ¿Qué edad tiene Sasuke ahora?—pregunto la chica con curiosidad.
—14 años.
—¡Vaya! Aún recuerdo cuando corría detrás de nosotros a todos lados... ¿Nosotros cumplimos los 14 años aquí?
—Efectivamente, llevas desde los 14 años curando heridas de asesinos.
Ambos guardaron silencio, recordaban la noche que partieron de la aldea, Itachi había explicado las situaciones al tercer Hokage quien había dejado a la chica irse con un pergamino y una triste sonrisa. Les había deseado suerte y observado como ambos se perdían en la noche con los corazones rotos.
—Itachi...
—¿Si, Aome?
—¿Puedo abrazarte?—pregunto tímida.
El chico simplemente tiro de su cuerpo hacia sí mismo y la abrazo fuertemente.
Aome había pasado los peores momentos a su lado y el había hecho lo mismo. Entraron a Akatsuki juntos sin embargo ella era otra historia; Aome se encargaría de curar heridas y no preguntar, ajena a cualquier situación bajo la mentira de no haber despertado nunca el sharingan.
Itachi prometió cuidar de ella y eso era lo que hacía a diario. Ambos compartían habitación, tiempo y secretos, eran lo más cercano a una familia que tenían el otro.
—Itachi.
—¿Qué pasa ahora, Ao?—pregunto mientras sentía como las manos de la chica acariciaban su cabello.
—Hay alguna posibilidad de que...—sus palabras cesaron un momento.
"–Shisui... Creo que me gusta Itachi.–confesó la pequeña una tarde haciendo que su hermano se atragantara con el té.
—¿Q-qué?—su rostro sorprendido y las mejillas encendidas de la chica lo hicieron volver a la tierra.— Bueno, es un buen chico... No me molestaría que mi mejor amigo fuera mi cuñado.
—¡Baka oniisan!—grito sonrojándose."
—¿De qué cosa, Aome?—pregunto el chico.
—De que tú me quieras... ¿Existe esa posibilidad?—los grandes ojos de la chica lo observaban fijamente.
Itachi se sorprendió de momento.
—¿De quererte?—el tímido Itachi volvía en aquel momento.
—Si, quererme. No como se quiere a una hermana o a una amiga... Quererme de forma sincera.
El chico la observo al separarse de su abrazo y ver cómo cabizbaja juntaba las cosas que había en la mesa de su habitación.
—Aome...—Itachi suspiró, claro que la quería. La quería como un loco y adoraba a esa chica, era todo lo que tenía de forma sincera. Pero no podía hacerle aquello.—Yo le hice una promesa a tu hermano.
Itachi desvió la mirada cuando la chica hizo contacto visual con el.
—¿La promesa de cuidarme y de que no sufriera?—pregunto posicionándose frente a él.
—Exacto, sabes muy bien lo que pasará.—le respondió acomodando hacia atrás su cabello, ¿en qué momento aquella chica había desatado su melena?
—Itachi...—tomo con cuidado el rostro del muchacho entre sus manos.—Me cuidas mejor que nadie y sufro más cada vez que no puedo abrazarte e incluso besarte. Te quiero desde que era una niña y...
—Aome, voy a morir. ¿Lo entiendes?—pregunto el muchacho.
—Lo sé, es solo que...
—Nada, Aome, moriré y ahí está.—los ojos tristes de la chica hacían que su corazón doliera—. Además... Tú fuiste mi primer beso, ¿no lo recuerdas?
—Lo recuerdo, también sé que morirás, sé que decidiste tu destino y me lo comunicaste desde la primera noche. Aún así no puedo evitar quererte cada día más y querer que tu tiempo de vida tenga un poco de felicidad.
—Aome...—el cansado suspiro del pelinegro llegó a los oídos de la chica, Itachi se preguntaba si estaba convenciéndola a ella o a sí mismo.—Sería egoísta hacerlo.
—Por favor Itachi, deja que este efímero tiempo sea feliz.
Él pelinegro resignado jalo de la chica hacia el.
—Aome Uchiha, eres la terquedad personificada.—murmuró entre dientes sacándole una sonrisa.
—Itachi Uchiha, desde hoy soy tu terquedad personificada.—ambos se sonrieron antes de que él Uchiha la atrajera hacia si para besarla.
Tal vez, por más efímero que fuera el tiempo, un poco de felicidad entre tanto sufrimiento podía ser algo bueno.
E Itachi no estaría rompiendo su promesa.
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