Pesadillas || Gaara Sabaku No
Las noches en Suna siempre son igual de tranquilas, el clima es frío y el viento y la arena vuelan por todos lados mientras todos se encuentran descansando plácidamente en su mundo de ensueño.
Bueno, casi todos. El cuerpo de cierto pelirrojo en la mansión del Kazekage no deja de moverse de forma continua y quejidos salen sin quererlo el así.
—¿Gaara?–digo moviendo un poco su brazo.
Un pequeño quejido sale de su boca de nuevo haciendo que cambie mi posición de acostada y me siente a verlo fijamente.
—Gaara, cariño por favor despierta.–hablo suavemente acariciando su mejilla.
Deja salir un grito desgarrador y lágrimas caen de sus ojos, me sorprende verlo de tal manera y algo se rompe dentro de mí por lo cual saltó sobre él y lo sacudo suavemente.
—Gaara, Gaara cariño soy yo vamos despierta.—le pido y el abre sus ojos de golpe sentándose provocando que quede sentada en sus piernas.
—Yo... Yo estaba...–sus ojos se vuelven vidriosos de nuevo y deja su cabeza en el hueco de mi cuello.
—¿De nuevo recordando cierto?–es asiente mientas con una mano lo abrazo y acaricio su espalda mientras que la otra acaricia su cabello.
—Si... Soy un monstruo–dice el dejando caer más lagrimas y separó su rostro de mi cuello haciendo que me vea fijamente.
—Gaara, tú nunca fuiste un monstruo. Sin embargo uno, al cual no pediste, habitaba dentro de ti. Tú eras solo un niño, un niño que no entendía porque las personas eran tan crueles.—digo acariciando su mejilla lentamente.– Pero después de esos exámenes cambiaste, les pediste perdón a tus hermanos y... Simplemente corregiste tus errores del pasado, con mucho esfuerzo pudiste manejarlo y mírate, tienes 20, eres el Kazekage desde casi los 15 años y tienes una familia que te adora.
—Yo... Yo te amo.–dice y besa mis labios suavemente.– Si no hubiera sido por la lección que me dio Naruto al tratar de protegerlos a ustedes yo... No sé qué sería de mí.
—No deberías pensar en eso...
Cierro mis ojos con dolor y recuerdo cómo nos conocimos, en esos exámenes Kankuro intentaba golpear a mi pequeño Konohamaru y él lo detuvo, recuerdo la pelea con Naruto, sus gritos de dolor al ver su propia sangre... Cuando se fue de la aldea pidiéndonos perdón, cuando un año después tuve misión en Suna y nos volvimos amigos, cuando lo nombraron el Kazekage, cuando me habló sobre ese extraño calor que sentía en su pecho al verme... Cuando nos asignaron la misión de rescatarlo de Akatsuki, su cuerpo sin vida bajo el pie de ese hombre y la felicidad que tuve cuando la abuela Chiyo dio su vida por el, cuando me devolvió al amor de mi vida... Todos los besos, cuando me pidió ser su novia, cuando me mudé a Suna... Y ahora... ¿Qué más falta?
—¿Qué te pasa?–me pregunta preocupado y le sonrió abiertamente.
—Eres todo menos un monstruo, eres el amor de mi vida Gaara. Tú le demostraste a todos que puedes cambiar, inclusive alguien se sacrificó para que estuvieras aquí hoy. Ella pudo ver más que al ex jinchuriki del Shukaku—digo y vuelvo a recostarme.–Ahora ven acá cariño, debemos dormir.
El sonríe tímidamente, a pesar de los años no está del todo acostumbrado a mostrar sus sentimientos de forma abierta, inclusive conmigo. Pero lo conozco demasiado como para saber qué pasa por su mente. Se recuesta a mi lado frente a frente y recuesta su cabeza sobre mi pecho, beso su frente, justamente donde está su tatuaje, y me dispongo a abrazarlo para dormir.
—Etsu... Yo también te amo.–dice y con una sonrisa volvemos a dormir.
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