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Mamá || Minato Namikaze

Minato lo recordaba bien todo, desde el día en el que se enamoro de ella siendo solo unos adolescentes hasta el día en que contrajeron nupcias. Su amada pelirroja invadía sus pensamientos las 24 horas del día. Se sentía tan solo; la muerte de dos de sus alumnos y posteriormente de su esposa lo hacían deprimirse realmente.

Los fuertes llantos de su pequeño lo sacaron de su melancolía.

Si bien extrañaba a su esposa, amaba a su pequeño hijo el era un rayo de sol cuando los días se ponían grises.

La llegada de su pequeño Naruto al mundo había significado la muerte de su esposa, al tener que encerrar al kyuubi dentro de él, sin embargo él lo amaba con locura, tenía rasgos parecidos a Kushina, sin embargo era más la viva imagen de el. Exceptuando las marcas en sus mejillas.

—Ya Naruto, papá está aquí.—susurro tomando a su hijo en brazos y poniéndolo sobre su pecho.

El pobre hombre se veía realmente mal, el trabajo de Hokage y de padre soltero de un niño de un mes no le sentaban nada bien. Y el hombre que observaba por la ventana podría corroborarlo si alguien lo dudará.

—¿No crees que necesitas algo de ayuda, Minato?—hablo desde la ventada sacándole un gran susto al rubio.

—¡Jiraiya-sensei!—grito en un susurro intentando no asustar a su pequeño, quien recién ahora se había calmado un poco.

Él peliblanco negó con diversión, su pobre alumno era un manojo de nervios viviente, a duras penas dormía y aquello se notaba en el aseo de su hogar y las grandes ojeras bajo sus ojos.

—Hablo en serio Minato, te ves horrible.

—No necesito ayuda de nadie, soy perfectamente capaz de cuidar a mi hijo yo mismo.—respondió con fastidio.

Su sensei no era el único que había sugerido tal opción, los viejos del consejo le habían sugerido encontrar a una persona que criara a Naruto por el para que así pudiera mantenerse concentrado solamente en la aldea. "Tener un hijo sin madre es un gran inconveniente" habían dicho aquellos buitres.

Y después de que el tercero abogará por el, argumentando que el pequeño no era un problema comenzaron a buscarle una nueva pareja.

Su enojo era tanto que quería soltarse a llorar como un niño y abandonar el puesto que tanto había querido y con esfuerzo logró alcanzar. Y eso fue antes de hablar sobre su hijo como si de un contenedor se tratara.

—Que mala suerte porque mi pequeña, adorable y amada princesita viene para acá.

—¡¿Qué?!—grito asustado Minato despertando de nuevo a Naruto.

Jiraiya desapareció por la ventana al tiempo que Minato se soltaba a llorar a la par de su hijo por la desesperación y estrés que toda esa situación le causaba.

(...)

Un fuerte golpeteo a la puerta despertó al joven, miro asustado a todos lados encontrándose con el pequeño bebé aún dormido.

Con pereza se levanto de la cama cual muerto viviente y avanzó hacia la puerta abriéndola de golpe y saltando de la sorpresa.

—Vaya, mi padre si que tenía razón. Te ves horrible Minato.

—Misa-chan...

La chica solo le sonrió, ella sería al rededor de un año menor que el. Siempre fue una chica realmente extraordinaria y sumamente hermosa.

Hasta donde todos sabían, Misa, había sido el producto de un romance de Jiraiya, el cual terminó con un embarazo y una madre dejándola en los brazos de su padre. Misa había crecido siempre al lado de su padre quien la amaba con locura, era la única chica que podía hacer entrar en razón al mujeriego Sannin, Tsunade quien era su madrina y sensei había ayudado mucho en su formación humana ganándose todo su amor y respeto.

Sin embargo Misa, al ser hija de Jiraiya, estuvo en contacto con Minato desde muy jóvenes creando un lindo lazo de amistad y amor, por parte de ella, el cual nunca se manifestó abiertamente.

—¿Dejarás que entre?—pregunto levantando una ceja.

—Oh, claro claro.—murmuró nervioso dejándola entrar mientas rascaba su nuca con aquella distintiva sonrisa nerviosa.

Ambos se miraron por un rato, había tantas cosas que decirse y tan poca confianza en aquel momento que no sabían por dónde podrían empezar.

—Siento mucho lo de Kushina-san, siempre la quise mucho.—murmuró la de cabellos blancos y él hizo una mueca.

—No hay problema, supongo que cada día estoy mejor con ese tema, Naruto siempre me saca adelante.—dijo con una sonrisa provocando que a la chica se le escapar una aún más grande. Él siempre había sido un chico tan bueno y optimista inclusive en la peor situación.

Los llantos del pequeño hicieron que ambos saltaran del susto y corrieran a la habitación.

—Es... Precioso.—murmuró la chica con ojos brillantes al ver al pequeño y adorable bebé en los brazos de su amado.

(...)
5 años después.

Los años pasaron realmente volando, aún parecía ayer cuando Misa había entrado en la vida de los dos rubios. Minato se negaba a dejarla ayudar hasta que ella lo chantajeó usando a Kushina como pretexto, se arrepentía de usar su memoria en contra de Minato aún cuando era necesario por lo cual llevaba flores a su tumba y hablaba con ella por lo menos dos veces a la semana.

Todo comenzó con adaptarse entre los tres, porque aunque no lo pareciera, Naruto era un tanto especial cuando lo separaban de su padre ya que era lo único que conocía aún siendo un bebé.

Después de aquel extraño proceso de lloriqueos, vomitos intencionales de parte del pequeño, mordidas y tirones de cabello llego el día de la mudanza de la chica a aquella casa fue cuando  comenzó su verdadera labor; cuidar al angelito.

Los primeros días Minato no paraba de enviar a Kakashi, su ex-alumno y escolta ANBU a revisar su hogar. Misa y Kakashi se divertían burlándose de la paranoia del rubio mayor y tenían extensas pláticas mientras tomaban el té y cuidaban del pequeño.

Luego siguió con aquella etapa de Naruto hablando, repitiendo todo lo que alguien decía. Sus primeros pasos, su primera caída, sus primeros dientes, su primer amigo y demás cosas sorprendentes de la crianza de un niño. Misa, aún cuando nunca había pensado en establecer una familia propia y mucho menos sabia como ser una madre, amaba con locura a Naruto, lo quería como si fuera su propio hijo.

Era una de aquellas típicas y tranquilas tardes de verano en donde Misa llevaba al pequeño al parque a jugar y esperaba pacientemente leyendo un libro hasta que el decidiera volver.

—¡Naruto ten cuidado!—grito Misa corriendo para proteger el cuerpo del pequeño antes de que un balón lo golpeara con fuerza.

Sin embargo aquello no fue suficiente puesto que le dio de lleno en la cara causando que el pequeño rubio terminara en el suelo con las manos y rodillas raspadas.

—¡Mamá!—grito llorando a la vez que la chica lo tomaba en sus brazos revisando que el daño no fuera mayor.

—Ya cariño, no llores más.—susurro acariciando su pequeña cabecita, en su preocupación no había notado como la había llamado, sin embargo el llanto del menor no cesaba.

—Q-quiero a mi papá—chillo desconsolado haciendo que la joven emprendiera una carrera hasta la torre Hokage, sabía que el pequeño no pararía hasta estar en los brazos del rubio mayor.

Llegar a la torre había sido toda una odisea, Naruto no paraba de llorar con absolutamente nada. Era un grandísimo bebé de papá cuando se lo proponía. A eso sumándole las miradas desaprobatorias de los aldeanos al verla.

—¡Minato!—grito irrumpiendo en el despacho del rubio mayor, quien se encontraba junto al tercero y su antiguo sensei.

—Misa que es lo que...

—¡Papá!—grito Naruto extendiendo sus pequeños brazos hacia el chico.

—¡Mi bebé!—grito asustado al ver los raspones en su cuerpo, parándose de inmediato y yendo hacia el pequeño en los brazos de la chica.—¿Qué te pasó mi pequeño?

El pequeño rubio se tallo los ojos con sus pequeños puños mientras se sorbía mocos.

—Duele...—susurro y le enseño sus manitas, en donde se veía un raspón.—Sasuke lanzó la pelota muy fuerte y me caí, me duele.

—Es totalmente un niño de papá, no dejo de llorar hasta ahora.—bufo la chica fingiendo indignación.

Ambos adultos veían con una sonrisa la escena. Aquellos tres parecían una verdadera familia estando juntos, la peliblanca tenía al pequeño entre sus brazos, quien a su vez era abrazado por el actual Hokage también rodeándola a ella.

—Los quiero, papá y mamá.—susurro el pequeño antes de bostezar y acomodarse más en el pecho de la chica.

Todos lo miraban con sorpresa, los ojos de Minato se veían brillantes, ya que en aquellos años había comenzado a querer a la joven como algo más que una amiga y ella... Misa solo podía observarlo reteniendo las lágrimas y sus sollozos.

Naruto la quería como su madre, y ella claramente lo amaba como a su propio hijo. Pero, sin embargo, no podía evitar sentirse culpable por aquello.

Ella creía que estaba usurpando un lugar que le pertenecía a la fallecida Kushina.

—Mi-Minato toma a Naruto...

El chico obedeció para que acto seguido la joven desapareciera en una nube de humo. Minato estuvo apunto de correr tras de ella, pero el brazo de Jiraiya lo detuvo negando con la cabeza.

Misa necesitaba estar sola.

(...)

La joven se encontraba sentada en la tumba de la pelirroja. Misa solía verle como a una hermana mayor y las lágrimas caían de sus ojos sin permiso alguno por aquel sentimiento de culpabilidad.

—Sabia que estarías aquí–. La voz del rubio mayor se hizo presente detrás de ella alterando sus sentidos.

—M-Minato...

El rubio se sentó a su lado observando la tumba, donde ya hacían los restos de su difunta esposa, con melancolía.

—Sabes, Misa.—hablo haciendo que la chica fijará su atención en el—. Cuando me enamore de ella ambos éramos realmente pequeños, los años pasaron y después nos casamos... Apoyo mi sueño de ser Hokage y estuvo a mi lado. También me dio un maravilloso hijo aún cuando le costó su propia vida...

—¿A dónde quieres llegar con esto, Minato?—interrumpió directa—. Se su historia mejor que nadie, sé cómo me dolió que la amaras y lo feliz que fui al verlos juntos y ahora Naruto me llamo mamá ¿cómo esperas que me sienta? Siempre adore a Kushina y ahora solo...

—Misa, Kushina siempre fue la mejor mujer del mundo para mí. Sin embargo tu partida me dolió, siempre fuiste una parte importante de mi vida y aún cuando la elegí a ella tú seguiste amándome y aprendiste a amarla tanto como yo lo hacía.—los ojos de Misa se abrieron como platos al instante—. Si, no soy tan despistado como para no notar algo tan evidente, cuando llegaste a nuestras vidas de nuevo, me sacaste a mí y a Naruto del hoyo al que yo mismo nos condene. Sé que eres como un ángel enviado por Kushina y bueno, Jiraiya-sensei...

—Minato, no entiendo que es lo que quieres de-

—Misa, seré claro, con los años me enamore de ti, al ver la ternura que muestras con Naruto. Y aquí, frente a la madre de mi hijo quiero decirte y asegurarte que he aprendido a amarte sincera y puramente en todo aspecto. Si alguien merece ser llamada mamá por Naruto, a parte de su madre biológica esa eres tú, Misa-chan.

La albina explotó en lagrimas lanzándose a los brazos del rubio mientras por fin, después de mucho tiempo de espera podía probar los labios del hombre al que amaba.

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