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Imbecil || Madara Uchiha

—¿Crees que este bien cenar katsudon, cariño?—le sonrió con amor al hombre que va a mi lado, Madara Uchiha.

—Lo que quieras comer está bien, Hisa.—dice en un todo de voz serio pero dulce a la vez.

Madara y yo, al ser ambos del clan Uchiha tenemos años conociéndonos gracias a Izuna, quien nos presentó. El amor que siento por el atractivo hombre a mi lado nació desde la adolescencia y perduró hasta el día de hoy; estando casados.

—¡Madara!—el grito tan conocido para mis oídos se hace presente; Hashirama... Y dónde está el está su hermano.—¡Madara debo hablarte sobre algo!

Mi amado esposo me mira y asiento soltando su brazo y tomando con mi mano la canasta que llevo con los ingredientes para la cena.

—Iré a comprar lo que falta cariño, si no te encuentro iré a casa.—el asiente.—Hashirama, un gusto verte.

El me sonríe y se despide mientras voy caminando al puesto de carne, hago mi pedido y espero por el.

—¿Así que desde cuando?—pregunta una seria voz a mis espaldas haciéndome saltar.

—Tobirama-san, me asustaste.—digo y él me sigue observando serio.

—Ya lo sentí, Hisa.—dice y por instinto llevo mi mano hacia mi vientre.—¿De cuánto estás?

—Si mis cálculos no fallan, 4 meses casi 5.—digo y suspiro, pronto no podría ocultarlo tan fácil.

—Pronto se te notara más, al parecer será un bebé fuerte, ya puedo sentir su chakra y créeme que es sorprendente.—le sonrió, desde que me entere no puedo evitar pensar en un niño parecido y tan fuerte como lo es Madara.—¿Cómo se lo tomó?

—Aún no lo sabe, supongo que se sorprenderá.—digo y el sonrie dejando salir una risa seca.

—Dudo que lo haga, Hisa-san. Su esposo no es alguien que se sorprenda.—dice y asiento con una sonrisa.

—¿Se puede saber que está pasando aquí?—la voz dura y autoritaria de Madara se hace presente y solo me giro a verlo, le sonrió y trató de acercarme pero él no me mira.

—Solo conversábamos, estaba apunto de irme en realidad.—digo y me mira con desconfianza.

Madara es los celos personificados, sobre todo cuando se trata de Tobirama Senju. Lo detesta, aunque eso no es una sorpresa, ni siquiera para Hashirama, y en realidad es comprensible.

—Yo mejor me voy, Madara, Hisa-san.—dice Tobirama desapareciendo.

—¿Por qué siquiera conversabas con el, Hisa?—dice serio.

—Por favor no comiences cariño.—le suplico pero hace caso omiso.

—¿Qué acaso no recuerdas que él es el asesino de tu mejor amigo, de mi hermano?—su voz me hace estremecer.—¡Crees que no vi como sonreías y reías!

Mis ojos comienzan a cristalizarse.

—¡¿Es acaso mejor que yo?!—réplica—¿Es lo que piensas?

—¡Eres un imbecil!—grito y comienzo a llorar antes de irme cargando las cosas para la cena hacia nuestro hogar.

Las hormonas y cambios de humor del embarazo son detestables pero no puedo evitar sentirme herida.

(...)

—¡No quiero!—un grito me hizo abrir los ojos sentándome en la cama.

—Madara has silencio, despertaras a Hisa...—los susurros de Hashirama me hicieron darme cuenta de algo; Madara estaba ebrio.

Refunfuñando tome una bata y la amarre cubriendo mi cuerpo y salí hacia la sala.

—Oh, Hisa buenas noches.—murmuró él castaño apenado.

—Hashirama, gracias por traerlo. Me haré cargo desde aquí.—le digo y asiente.

—¡Hola mi amor!—Madara saluda y llega a mi lado a tropezones, Hashirama sale cerrando la puerta detrás de sí.—¿Sigues enojada?

No respondo y lo llevó directo al baño.

—Te darás un baño, apestas a sake.—digo autoritaria.—Después, ya que se baje tu borrachera irás a dormir. Buenas noches, Madara.

(...)

–Hisa... Lo siento, no debí actuar así. Fui un completo imbecil.–menciona Madara cuando sale del baño y se recuesta en la cama.

Le hago señas para que se acerque a mí y dejo caer mi cabeza en su regazo donde comienza a acariciar mi cabello.

—Madara, cuando me viste hablando con Tobirama-san el solo estaba felicitándome.—digo y él me mira confundido—. Sintió un chakra, muy fuerte por cierto, y me pregunto si había hablado contigo.

—Hisa... Tú...—una cara de asombro se hace presente, me levanto de mi lugar sentándome a su lado y con una sonrisa abro mi bata para que vea el bulto que se forma en mi vientre.—¿Cuándo tiempo? Esto es asombroso, nunca creí que...

—5 meses, mi instinto maternal me dice que será un niño.—le sonrió y el asiente poniendo su mano levemente en mi barriga. Cuando está apunto de quitarla lo detengo.—Felicidades amor.

—En definitiva soy un imbecil.

—Tal vez, pero eres mi imbecil y ahora tendré alguien más con quien compartirte.

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