Hogar || Sasuke Uchiha
Le parecía algo fascinante de sobremanera. Él pelinegro se encontraba acostado boca arriba contemplando la oscuridad que tenía aquella habitación.
En definitiva el ya no era el mismo chico de hacía unos años atrás, su corazón ya no buscaba venganza y tenía tanto odio acumulado como lo había hecho durante su niñez y gran parte de su adolescencia. Su frialdad y poco tacto se habían mantenido, eso era algo que no podían negar, sin embargo la calidez que habitaba en su corazón de vez en cuando era real y sincera.
Sus pensamientos se vieron pausados por un movimiento a su lado, inclusive en sueños la bella azabache se movía y fruncía el ceño como el ya conocía.
Las cosas habían cambiado para el, mucho a decir verdad.
El podía recordar la primera vez que la vio, era una chica tranquila y tímida, inteligente y observadora. Incluso era tan solitaria como el mismo, tal vez no tanto ya que el tonto rubio que siempre estaba a su lado le protegía casi con su vida, Hikari siempre había llamado su atención de cierta forma y eso, años después, no había cambiado.
No podía mentir y decir que siempre le amo en secreto y que la quería como a nadie, no. No cuando durante todo el tiempo que vivió como un ninja renegado la había hecho sufrir. El cariño que la chica había desarrollado por Sasuke era puro y especial, tanto que después de la guerra y de que este mismo fuera encarcelado ella se ofreció como su celadora. Poco a poco los sentimientos del azabache se abrieron y le contaron todo a la chica, quien lo escuchó atentamente y le brindó el cariño por medio de abrazos y delicadas caricias que no había sentido desde hacía años.
—Todo estará bien, Sasuke, te apoyare sin importar que.—le había dicho aquella vez mientras le acariciaba el cabello y lo abrazaba contra sí misma, como si de proteger a un niño pequeño se tratase.
Sin embargo una vez libre la culpabilidad que sentía por sus actos había sido demasiado para el, obligándolo a dejar aquella aldea para encontrar su propia redención.
—Sasuke... Por favor...—las lágrimas contenidas en los ojos de la pelinegra eran notables a la vista del Uzumaki y el Uchiha.
—Tu no tienes que ver en esto, Hikari, es algo que debo hacer para pagar por mis pecados.
—Entonces...—sus manos habían limpiado rápidamente cualquier rastro de lagrimas en sus ojos.— Esperare por ti.
Su respuesta tan decidida lo había hecho sentir seguro, sabía que ella lo haría. Que esperaría por el y lo seguiría queriendo como aquella noche ambos se habían confesado. Por lo cual, con un toque de dedos en la frente y una leve caricia en sus mejillas, mientras le sostenía la mirada le prometía en silencio que volvería por ella.
"Estas invitado a mi boda, teme."
Ese había sido el mensaje, junto a una delicada y bonita invitación, que había llegado aquella tarde de verano a sus manos. ¿Cuando había conseguido aquel idiota rubio darse cuenta de los sentimientos de la Hyuga?
Unos meses después, en una cruzada por Konoha todo había sido acomodado perfectamente para que él llegara y se reencontrará con su preciosa chica. Inclusive el dobe tenía ya un pequeño en camino, después de aquella semana de sentimientos a flor de piel, una propuesta de matrimonio y arranques pasionales lo inevitable ocurrió.
La hora de su partida había llegado, sin embargo ahora podía decir que Hikari era suya, su prometida y la primera mujer en su vida.
—¡Sasuke!—aquella voz lo había sorprendido.
—¿Naruto? Pero que...
—¡No hay tiempo de explicaciones, debes venir conmigo ahora, es Hikari ttebayo!
Las palabras clave habían salido a la luz para que en ese mismo instante la marcha a Konoha junto al clon del rubio se realizarán. Su preocupación estaba al tope, ¿qué tal si algo le había pasado? ¿Y si la habían herido gravemente?
—¡Sasuke!—la mirada sorprendida de Sakura lo veía atentamente.—Esta en la habitación del fondo, Naruto y Hinata siguen con ella.
El azabache asintió para caminar hacia ahí.
—Sasuke...—murmuró en voz débil la chica al verlo a su lado—. Sasuke... Vas a ser padre.
Aquellas palabras lo habían dejado en shock, sus movimientos eran nulos y su preocupación aumento. Aquel descuido por no saber de la criatura que crecía en su vientre se hizo presente cuando de la nada la chica había caído desmayada en la mitad de la aldea.
—Hmm, Sasuke.—el murmullo a su lado lo hizo volver a la realidad, observando a la chica a su lado.
—¿Qué pasa, Hikari?—respondió mientras se acercaba más a ella.
—Esta pateándome.—respondió haciendo una mueca—. Mikoto simplemente no puede quedarse quieta...
—¿M-Mikoto?—sus ojos se encontraban muy abiertos—. ¿Cuándo elegiste el nombre?
—Si, como su abuela paterna, debe ser muy bella.—respondió acurrucándose más cerca del cuerpo de su, ahora, amado esposo.
—Me agrada la idea...—su mano lentamente viajó hasta su vientre y comenzó a acariciarlo. Inclusive cuando aún no nacía esa pequeña reclamaba a gritos mimos y el calor de su padre.
—Gracias cariño, te amo.—murmuró mientras volvía a dormir cómodamente.
A ambos les aterraba el hecho de convertirse en padres, ambos habían crecido sin una familia y sin un lugar al cual llamar hogar, pero entre ellos mismos habían encontrado un hogar y eso solo se fortificaba cada vez más.
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